martes, 22 de abril de 2014

SUEÑOS ROTOS EN BOLSAS NEGRAS



SUEÑOS ROTOS EN BOLSAS NEGRAS
Escuchaba las palabras del presidente de México, un frío pálido recorrió mi cuerpo. Tenía varios días sin escribir. No estaba de ánimo. Había recibido la noticia, pero sin pestañar pasé la página. Quería disfrutar del paisaje, aunque mi hijo fue enfático, a ti no te gusta el campo. Su mensaje era algo así como no tienes por qué disimular. Eres hombre de ciudad, de biblioteca, de monóxido y centro comercial. Sonreí, el tiempo, pensé, hace que uno se vista de un traje y qué más da. ¡Cómo contarle que mis mejores amigos florecieron en un campo, cuando sembrábamos papas y tomábamos miche! Pero mi hediondez a libro es lo que él ha respirado. No digo nada, aunque recordé a mamá Romelia, a Mixteque, la acción popular de mi juventud.
Pasé los días sin noticia o queriendo buscar una noticia a ocho columnas verdaderamente importante, trascendental, el Papa levitó y se perdió entre las nubes, por ejemplo. Pero los días son tercos y nadie sabe cuál es la noticia importante. Recuerdo que Borges conversando con Sabato a propósito de las noticias decía que una información verdaderamente importante era, murió Dios en un madero… pero eso era imposible de registrar, porque fue un acontecimiento ordinario.
Hablaba el presidente de México y yo recordaba mis días de campo, la sentencia de mi hijo y mi afán por encontrar una noticia de ocho columnas. No sé por qué asocié aquel asunto con las telenovelas y aquella declaración ridícula que estimula la violencia. Me dije ¿será que tanta lectura de García Márquez me hizo indiferente frente al acontecer?  Fue cuando sentí un hielo en mi piel. En menos de treinta y seis horas había leído que la muerte tenía el traje de plástico, que el río, ese insurrecto del olvido, el Guaire, cargaba en su lomo a tres cadáveres, cada uno con sus respectivos tiros en sus cabezas y envueltos en bolsas negras y yo lo había leído indiferente, sin un mínimo sentido del horror. ¿Por qué no hay escándalo? ¿Por qué no hay gritos? ¿Por qué la indiferencia? La muerte dejó de ser digna para ocupar titulares en la prensa, pensé.
García Márquez muere. Su velorio en el palacio de Bellas Artes entre los grandes muralistas me generó una inmensa conmoción, no imaginé las pinturas de los grandes de México, sino a Frida, sus colores del sufrimiento. Paradójicamente, una imagen se apoderó de mi cuerpo, los cuadros luminosos de Reverón, donde ya nada se distingue, como una locura blanca. La muerte perdió color en mi país, habita en bolsas negras sin rostros, es anónima. No ocupa grandes titulares, es una cifra, un número abstracto sin olor a guayaba, sin níspero, no es un sauce, se hizo ordinaria. Ya no hay artista que revelen su cara de mastranto.
Sigo frente al televisor distraído entre mis fríos, entre mi náusea por mi indiferencia, por ese afán moderno de la noticia verdaderamente importante, ese afán de novedad. La muerte no es una novedad en Venezuela, es como un café a media mañana. En medio de políticos que perdieron la capacidad de soñar un país, allí se presenta, sin buenas tardes y sin permiso. Con una mueca seca, escucho la entrevista del Alcalde que le hace honor su apellido, es un muchacho cuyo único problema es que protesten pero por favor, lo pueden hacer de manera decente, más clara, más cristalina, con una miopía insomne se preocupa por el color de su partido que al parecer es lo único que tiene color en mi país. Unos rojos, otros amarillos, otros naranja, otros verdes, blancos, azules… La muerte es incolora.
La contingencia es dura con los oftalmopléjicos de la política, pensé. Cuando planteaba, casi un asunto entre naranjas y amarillos, se enfrentaba una multitud contra los aparatos represivos del estado, en una autopista de otro municipio; una señora portadora de una metra que perforaba su antebrazo decía, daré la vida al lado de estos muchachos que luchan por una Venezuela distinta. Recordé aquellas palabras del maestro García Bacca, la discusión si el hombre vuela o no, se acaba con el avión.
Otra señora de esas que poco entiende de política, pero ésta estaba a mi lado, me miró y me dijo, ese lo que está preocupado que lo quiten de alcalde, como si eso fuese problema en este país. No lo quitan porque no les interesa en este momento. Cuando les dé la gana lo hacen con guarimba o sin guarimba, con muertos o sin muertos. Una sonrisa triste me produjo el comentario. Y ésta es la que no sabe de política, me dije. Yo vivo en un Macondo sin fondo. Las amas de casa suelen ser mejores analistas que los señores con flux, corbata y gomina que como ráfagas de incienso dejan de cocinar para mirar la tele y soltar un comentario como ese.
Recién había escuchado las palabras hermosísimas del nobel, cuando al recibir el premio, nos recordaba que las crónicas, esas primeras narraciones de nuestras América, son el germen de lo que se ha llamado lo  real maravilloso, el realismo mágico, la locura de nuestros cuentos, la demencia cargada de torrenciales prácticas cotidianas de quienes ejercen el poder, donde no necesitamos demasiada imaginación porque los molinos de viento danzan por doquier. Imaginación… Imaginación política es lo que hace falta, dije contrariándolo en mi mente. Somos una película de Buñel, deseando comportarnos como Kant… 
¿Acaso no es un teatro del absurdo que quien, acertadamente, anuncia que las esposas de los alcaldes destituidos inconstitucional, arbitraria, autoritaria y sectariamente, por la complicidad de los poderes, sean las candidatas, como gesto político para enfrentar unitariamente al gobierno, sea el mismo personaje que días antes en un arrebato de furia, -peor sería si fue calculado-, ataca a un activista, a uno de los principales activista de lo derechos humanos en la coyuntura actual?
-(Por cierto, quien sostenga que la decisión de la destitución de los alcaldes es justa. Debe preguntarse de manera inmediata, ¿por qué no se destituyó al Alcalde Garcés, del municipio Guaicaipuro, donde murió Adriana Urquiola, donde había una guarimba y murió por las balas de un delincuente afecto al gobierno? La respuesta es sencilla, el poder moral es subordinado al ejecutivo.)-
¡Qué triste! El Twitter de Aveledo me causó más asombro que las muertes embolsadas, pero fue así. La tristeza es de mí mi mismo. Esa noticia ocupó mi mente en su momento y quizás, lo peor, era que mi asombro era lógico. Porque el señor Aveledo, el intemperante, imprudente y destemplado Aveledo, tenía como referencia su propia práctica frente al poder despótico, días antes, cuando se comportó mesurado y tranquilo. ¿Dónde encontraremos una brújula para comprender las prácticas de estos dirigentes?
Mientras continúan los dirigentes entre el chiquero y la mediocridad de sus medianas miradas. El poder utiliza una fórmula extravagante del ejercicio político. Mientras más conflictividad en diversos escenarios mejor, es una la lógica del tsunami que se reduce a: si te distraes te jodes y si no, también. Por eso tratan de colocar en la agenda como prioridad, ahora, una demencial propuesta educativa –aunque pudiese ser coherente y nada dramática, la forma y manera de anunciarla es para generar más convulsión-, mientras realizan ajustes económicos verdaderamente demoledores de cualquier aparato productivo, en la misma medida, cual ovejita de cuentos, la vice presidencia anuncia que la oposición debe aprovechar la magnanimidad del poder despótico para conversar, para dialogar, simultáneamente, la represión no cesa e impunemente bombardean con gases protestas de cualquier tipo y a cualquier hora.
La lógica del tsunami político es efectiva. Configura una hidra de mil cabezas para dispersar, distraer, atacar y avanzar. En esa misma medida resiste la protesta hasta pretender agotarla, jugando, zigzagueantemente, entre la norma y los ilegalismos. De esa manera se distribuyen los problemas, cambian los actores y se olvidan caras, mientras el reflector se le coloca a las nuevas que son viejas en el gobierno, pero nuevas dentro del tsunami. Se olvida, por ejemplo, que los responsables fundamentales de las violaciones de los derechos humanos son los ministros de relaciones interiores, defensa y el comandante de la Guardia Nacional. Se olvida el desastre de Cadivi donde nos robaron a todos los venezolanos millones de dólares. Se olvida de la corporación empresarial gigantesca que tiene el estado y que la han quebrado. Se olvida o pretenden que se olvide, la enorme devaluación que asfixia a los más pobres cada día. Pero si no atiende esa nueva cabeza, también te jodes porque te ataca el centro neurálgico de la vida de un país la educación…  Esa es la fuerza no de la confrontación política, sino de gobernar con lógica de tsunami.
Sigo el programa del periodista. Fernado Del Rincón con verdadero tino, contrapone la imagen del edulcorado Alcalde, quien se preocupa enormemente por los vecinos, como el sapito que vive angustiado en su charco sin ver la montaña, frente a la imagen de un estudiante. Mi ánimo aumentó, era la primera vez que escucharía la voz de Daniel Yabrudy.
El joven político asumió su jefatura al lado quienes están dando la batalla por un país distinto, los estudiantes, explicando un principio básico del arte de la confrontación, la definición del adversario principal, caracterizando al enemigo del pueblo, sin ocuparse de la pequeñez infame de aquél que no comprende su tiempo. Abogó por las luchas pacíficas, explicando que se le hacía un favor al gobierno cuando se confrontaba de forma violenta, pero sin entrar en contradicción con aquellos que se plantean otras formas de lucha. Por el contrario, afirmó que podía ser una respuesta lógica frente a un gobierno que teniendo todo el poder político y económico nos hunde en la miseria, que usa el poder para aplastar la disidencia, que ha utilizados prácticas terroristas y que  son los responsables de las muertes. No las dejó anónimas, le fue poniendo nombres y apellidos.
Cuando escuché al joven político con sueños e imaginación, entré en un espectáculo de sentimientos encontrados, casi deseaba que le colocaran al Muchacho un apuntador, para que el estudiante le dijera qué decir y cómo decirlo, para que se revisara a sí mismo y empezara a tener sueños de grandeza. Sólo alguien capaz de soñar una Venezuela distinta, con voz resucitada es capaz de armonizar los colores, ese alguien no es uno, sino comunidades que se despeguen de la frialdad de la ordinaria muerte. Se trata que los rostros interpelen, donde se rasgue la bolsa negra y esa lágrima sentida se transforme en una proclama de liberación. Donde el cuerpo desnudo de la muerte no se marchite en el campo santo, sino se transforme en miles de almas combatientes cuya arma esencial es la palabra. Palabra que denuncia la injusticia y anuncia un porvenir, donde no hay indiferencia como en los entierros de mi pobre gente pobre, como cantaba ése, quien le puso música al dolor, Cheo Feliciano.
Así de a poquito volvía entrar en mí… a reconciliarme conmigo mismo… Pero por eso  me quedo ya: “con mi pobre gente pobre/sencilla flor de papel/y mucho amor de verdad… y en este último viaje/camino del campo santo/a ese amigo del alma/rumbero! lo acompañamos cantando.”
 Jonatan Alzuru Aponte
Martes, 22 de abril de 2014

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