lunes, 31 de agosto de 2009

¿SE OBEDECEN LAS LEYES ILEGÍTIMAS?

El Movimiento del Gobierno

El gobierno adelanta una estrategia interna global de la siguiente forma: combinan una armazón jurídica con una política de medios cuyo mensaje fundamental es la confusión entre legalidad y legitimidad. Además, utilizan los poderes legislativos y judiciales para que generen una ola de incertidumbre jurídica y, a su vez, hacen ataques selectivos a miembros de la dirigencia de la oposición. Aunado a lo anterior, tienen un sistema de propaganda de radio, prensa, televisión y en la plataforma de Internet dirigida, dependiendo del medio, a los sectores del E al C, donde dibujan lo que significa bienestar desde la perspectiva gubernamental por un lado y, por el otro, tienen un despliegue dirigido a todos los sectores sociales que tiene por objetivo deslegitimar a todos los medios de información privados (radio, prensa y televisión) mostrando que ellos distorsionan la realidad y conducen a la población a un estado de angustia de tal manera que los enferman.. De allí se desprende que los cierres, a las radioemisoras no sólo las realicen bajo un pretexto normativo sino también, por salud pública.

Legalidad, legitimidad: ¿Se obedece o no las leyes?

El párrafo anterior será desplegado en varios artículos. El día de hoy me dedicaré al asunto de la legalidad y la legitimidad. Con respecto a ese punto podemos abordarlo, de forma preliminar, de la siguiente manera: la Asamblea Nacional, en los últimos meses, ha aprobado un conjunto de Leyes en distintos órdenes que formaban parte de la reforma constitucional que fue rechazada por el pueblo venezolano con su voto mayoritario en el 2007. Haciendo caso omiso al mandato popular, el ejecutivo avanza.

Esto lo acompaña con declaraciones, entrevistas, propagandas, alocuciones de distintos funcionarios desde el Presidente hasta el más bajo de los seguidores del gobierno, donde sostienen que la ley hay que cumplirla porque es la ley. Todo sujeto que incumpla la ley es delincuente y, por lo tanto, está fuera del estado de derecho y le corresponde la sanción máxima, privarlo de su libertad. Tal razonamiento confunde, de forma exprofesa, dígase, a propósito, no es por ignorancia sino de forma intencionada, dos órdenes que son complementarios pero que no son lo mismo, lo legal y lo legítimo.

Para el gobierno todo lo legal es legítimo. Dicho de otra manera, la ley es expresión del pueblo, de la población, siempre maximiza los intereses del colectivo. Su cumplimiento maximiza beneficios colectivos e individuales y minimiza costos. Por el contrario, incumplir la ley, desacatar, genera mayores costos sociales, minimiza beneficios colectivos e individuales y, por lo tanto, es una falta grave al acuerdo social.

La confusión entre legalidad y legitimidad es una estrategia clásica de los gobiernos totalitarios. De esa manera se condujo la Alemania nazi. La segregación judía era una norma constitucional, era legal. Por lo tanto, afirmaban los encargados de dirigir los campos de concentración en los juicios de Nüremberg que ellos hacían el bien. Sus acciones eran correctas, apegadas a derecho, eran legítimas, porque desobedecer implicaba ir contra la ley, contra el estado, contra el bien de la república.

Si bien es cierto que la situación venezolana, todavía dista mucho y ojala que nunca llegue ni siquiera a parecerse a lo sucedido a mediados del siglo XX en Europa, no es menos cierto que teóricamente, la forma de argumentar del ejecutivo en Venezuela, se sostiene en las mismas premisas teóricas. A saber: el actuar del ciudadano es correcto si cumple la ley porque toda ley emanada de la Asamblea Nacional es buena en sí misma porque fue construida en función del bien común.

En primer lugar, desde una perspectiva procedimental podemos criticar tal posición porque el pueblo venezolano no acordó tales leyes, por el contrario se manifestó en contra de los valores que implicaba la reforma constitucional promovida por el ejecutivo en el año 2007. En segundo lugar, las leyes promulgadas son producto de un sector político que tiene la hegemonía del poder en Venezuela. Promueve valores que un sector grueso de la población disienten porque atenta contra unos valores socioculturales difusamente compartidos por múltiples y diversas comunidades habitantes del país. Esta afirmación no es una apreciación sino una evidencia, hay constatación empírica a través de una consulta, el referéndum del 2007.

La trampa en la argumentación es que aquello que se llama bien común se da por sentado; no forma parte de la discusión. Y, justamente, la argumentación de eso que se llama bueno es un ámbito de discusión argumental con respecto a la legitimidad de las decisiones. Basado en lo anterior, nos preguntamos ¿es legítimo, en el supuesto negado, que una mayoría apruebe una ley (los venezolanos nos pronunciamos en contra) que atente contra unos valores, cumplirla sólo porque fue promulgada por el poder legislativo? Tendríamos que responder que no. Lo legal no es necesariamente legítimo y lo legítimo no es necesariamente legal.

Nuestra vivencia política resiente como país, se presentó un caso, por ejemplo, de un asunto no legal pero si legítimo. Fue cuando se inició el gobierno de Chávez y éste planteó la constituyente a través de un referéndum. Tal acto no era legal puesto que no existía una normativa que regulara tal proposición y constitucionalmente estaba prevista la posibilidad de la reforma pero no la realización de una constituyente. Justamente, en aquél entonces, el Tribunal Supremo hizo una interpretación del articulado donde se establece que el poder reside en el pueblo y, desde allí, normó en atención a la legitimidad. Era legítimo hacer un nuevo contrato social. Este es un caso transparente de distinción entre legalidad y la legitimidad. Lo opuesto también es posible, la existencia de una norma no legítima. Es decir, cumplir la ley supondría apegarse a lo legal y atentar contra lo legítimo.

Nos enfrentamos en Venezuela, en estos momentos, a esa situación: Leyes procedimentalmente legales, pero no legítimas. La pregunta que se hace el ciudadano de a pie, los partidos opositores, algunas instituciones, es ¿cumplimos o no la ley?

Cuando se enfrenta al poder del gobierno, aún más, cuando se hace oposición a un gobierno que tiene conductas autoritarias y un horizonte totalitario, la respuesta no está en el orden jurídico. Aunque siempre se agote esa vía y, rigurosamente, sea necesario agotarla, se debe tener conciencia que allí, en esa cesta, no hay que poner todos los huevos. La razón es muy elemental. El gobierno, al controlar los poderes, siempre fallará a su favor. Tampoco la decisión se basa en una discusión teórica del contenido, aunque es vital e importante que se desmonte en este plano.

Afirmamos que la discusión no es teórica porque al concluir que una ley es ilegítima o es incoherente o su aplicación genera más problemas prácticos que los existentes antes de la ley, se concluiría automáticamente que no se debe acatar y en el contexto, específico, de una lucha como la existente en Venezuela eso es una torpeza. Insistimos, los dos terrenos anteriores, jurídicos y teóricos, deben abordarse y la oposición debe tener actores que se dedique a ellos. Además se debe diseñar una campaña para publicitar las razones teóricas y jurídicas que se tienen contra las leyes, pero y esto es lo fundamental, se debe tener conciencia que ese no es el plano jerárquicamente importante.

La decisión de cumplir o no las leyes ilegítimas están en un orden político. Es una cuestión de táctica. De allí que ese tipo de decisión supone una evaluación constante de costos, beneficios de la lucha y de los objetivos a corto, mediano y largo plazo que se busquen. Las movilizaciones, ruedas de prensa, contactos internacionales son los movimientos necesarios para iniciar una política de enfrentamiento a unas decisiones ilegítimas. Tales acciones de masa se deben evaluar de forma permanente. Agotar una forma de lucha sin obtener un beneficio, sin ganar una batalla, puede ser pésimo para el movimiento transformador. Un objetivo concreto, en una primera instancia, es medir la capacidad de convocatoria y aprovechar esas movilizaciones para generar conciencia, para entusiasmar, explicando el punto teórico y jurídico del por qué tales leyes son ilegítimas.

Se debe calcular, y esto sólo es un asunto de pericia, cuando repetir la misma forma de lucha, porque puede ser un boomerang contra el movimiento opositor. Al no conseguir un objetivo tangible para los manifestantes y observar más costos que beneficios individuales y colectivos en esa forma de lucha, es posible que se replieguen sin organización, ni reflexión sino por puro desencanto.

El repliegue desencantado, en una circunstancia que lo que se quiere es dejar sin efecto una ley ilegítima, es terrible. Un repliegue de las comunidades es un avance del poder ejecutivo. Esto conduce a una desarticulación del movimiento y de esa forma las comunidades tendrán que cumplir la ley. Incumplirla se arriesga la libertad sin ninguna consecuencia política, sin ningún avance, es un costo sin ningún beneficio real.

La masa, el pueblo, las comunidades que se manifiestan en contra deben aprehender que la decisión de desacatar es un asunto de momento político, que no se trata de temer o no, de valentía o cobardía, de avalar o no al régimen. No es una decisión impulsiva. A veces es preferible cumplirla y protestar. Protestar y mantenerse en el escenario jurídico no porque se crean en él, sino por táctica política. Esperando el mejor momento para desobedecer. La desobediencia sin organización es estupidez. La desobediencia sin planificación es una apuesta al azar, a lo espontáneo.

La contingencia a veces puede generar un movimiento con unos efectos incalculables y positivos o puede terminar en un desastre, nunca se puede saber. En una lucha contra un régimen que tiene consolidado diez años y tiene una chequera respaldada por pozos petroleros, donde su caja chica es una empresa trasnacional como PDVSA, que constitucionalmente le quedan dos años y medio de gobierno, controla todo los poderes y tiene un respaldo mínimo del 40% de la población mayoritariamente los más pobres, la lucha siempre se debe plantear calculando el mediano y el largo plazo, por lo tanto, es insensato las apuestas a la espontaneidad.

La desobediencia tiene consecuencias. Es importante conocer cuáles son. Se debe planificar pensando en la peor reacción del gobierno. Y los sujetos convencidos de la acción asumir las consecuencias de ellas, teniendo algunas previsiones para los pasos posteriores. Obviamente, las formas de luchas dependerán en gran medida de cómo el poderoso actúa. Es vital la conformación de un equipo de dirección política. Esto no es para retratarse en televisión o declarar o mostrarse todos en una mesa. Esa presentación a los medios, si se quiere hacer o es oportuno hacerla, es un resultado de una dirección política y no a la inversa.

Siempre es bueno pensar que esa manera de presentarse, todos los dirigentes juntitos en una mesa, es la mejor forma que tiene el gobierno para atacar. Ataca a uno y atacan a todos. Eso es vital repensarlo. No hay que dejar eso al deseo o a las encuestas, sino es fruto de la reflexión política. Las encuestas son un insumo necesario para decidir pero no se puede decidir sólo con las encuestas.

El equipo de dirección política debe trabajar de forma permanente para conducir un movimiento de desobediencia popular. Los medios de comunicación son instrumento de las direcciones políticas y no a la inversa. Esa es una regla clásica de la política que sería útil repensarla en Venezuela. Hasta ahora las bailo terapias, Show y dirección política desde las encuesta, desde los medios, no han dado resultado. Pero eso será ámbito de otra reflexión.

sábado, 29 de agosto de 2009

LA ESTRUCTURA DEL BLOG



SÁBADO

I

Releo el artículo que titulé la intención del Blog. Me impresiono. Ayer estaba totalmente entusiasmado. Casi la tarea que me propuse fue nada más y nada menos que una antropología cultural como fundamento de una teoría política que enmarcara un plan de trabajo, donde se perfilaran las tácticas y las estrategias de un movimiento opositor al régimen. No conforme con eso, me propuse estudios del devenir, de la real política de forma simultánea con una estética cercana a la literatura porque lo pensé como instrumento de comunicación del mundo interior… Hoy me río de mi mismo…

Que cumpla alguna de las intenciones someramente, aunque sea un rastrojo de un boceto sería suficiente. La verdad no estoy seguro de lograrlo. Pero tengo toda la intención de hacerlo.

Hoy me levanté pensando en la forma que quiero hacer este blog. Será en clave de diario. Ernesto Sabato, el autor que he trabajado de forma más sistemática, esto es que he leído y releído toda sus obras, sus tres novelas, todos sus ensayos, sus entrevistas, que lo presenté como tesis doctoral en ciencias sociales, es el modelo que tomé para presentar mis reflexiones. Tal vez, el término adecuado sería los apuntes, el diario en tiempos del chavismo. El escritor argentino nos dice en su último libro, España en los diarios de mi vejez, lo siguiente: “El diario parece ser un escrito a mitad de camino entre la ficción y el ensayo.

Cuando me prevalece la paranoia o el pudor o la vergüenza, enarbolo el sentido crítico y corrijo, y trato de alejarme del lado oscuro, nocturno, contradictorio y débil de la existencia. Trato de hacer algo fuerte.

Cuando, como ahora, prevalece mi deseo de poner lo que salga, de confesarme, hablo sin pensar.

Siempre hay máscaras; salvo cuando el dolor, la bronca o la desvastadora gratitud nos desnuda el alma.”

En esa clave estará escrito esto. Todo tendrá un Hilo de Ariadna que a veces será transparente y en ocasiones será el sedimento tras las metáforas y eso será el devenir de la Venezuela contemporánea.

II

Obviamente, toda escritura tiene riesgos. Toda escritura de esta naturaleza tiene riesgos mayores. Se trata de un permanente streeptess de las máscaras políticas que me constituyen, para ser manoseado por todos. Aún más cuando la elección supone, entre otros asuntos, enfrentarse al poder. Siempre es un riesgo, en cualquier parte del mundo, en cualquier época, en cualquier circunstancia, porque el poderoso siempre establecerá los terrenos desde dónde se debe luchar.

Hace dos días veía, en el canal del estado, un programa donde mostraban a un joven que fue a la marcha que se realizó el día sábado 22 de agosto para protestar la Ley Orgánica de Educación. Publicaban en el programa su Blog, su espacio en Facebook y el conductor, cuyo nombre ni siquiera vale la pena nombrar, se reía porque el joven se había delatado. Allí colocaba diversas fotos, él en distintas manifestaciones, etc…

La verdad es que no sabía qué pensar. Ese joven que no conozco, que quizás está lo más alejado de la forma como pienso y como entiendo al mundo, por qué haría eso… ¿Sería por el idealismo de sentirse héroe o porque está convencido que mostrar abiertamente sus formas de lucha le darán ánimo a otros o será exclusivamente inexperiencia, torpeza e inmadurez? Lo cierto que golpista no es ni conspirador, porque esa no sería la conducta ni la forma de conducirse. Eso no significa que en futuro llegue hacerlo. ¿Será que esa manera de comunicarse políticamente es similar a las niñas y niños que filman sus relaciones sexuales y la cuelgan en la web? Creo que lo interesante del asunto es la asunción de cada quién de sus formas de lucha.

Las formas de lucha son un asunto clave que quisiera reflexionar. Ese será uno de los puntos que me dedicaré a pensar porque en Venezuela por la torpeza, en primer lugar, de la oposición y una gran pericia en los ejercicios represivos jurídicos y físicos del gobierno, cada vez se han limitado las formas de lucha. Pero no me desviaré de lo que quisiera comentar esta mañana.

Más allá de las razones del joven de colocar su quehacer político en el mundo virtual y los efectos tanto personales como grupales que tal acción pueda acarrearle; Tal evento, unido a la campaña del gobierno contra los que se comunicaron en twitter contra el cierre de las radioemisoras, me llevó a pensar qué, cómo y por qué razón me lanzaba a la aventura de realizar un blog con los objetivos propuestos.

La primera razón la dije. Es un asunto terapéutico. La segunda tiene que ver con el abc de las formas de lucha. Uno de los instrumentos de lucha para concienciar y organizar son los medios de comunicación. Eso no es nuevo. Lenin no sólo lo explicó sino que lo aplicó en la dirección del periódico del partido. También se han usado desde el poder con los mismos objetivos, Hitler fue uno de los que maximizó tal práctica. Eso explica la campaña permanente del gobierno, cuñas, programas, entrevistas, radios, periódicos, etc… es decir, que la propaganda política es un instrumento para permanecer y acrecentarse en el poder, así como para organizar y enfrentarse al poder. Eso es ABC, nada nuevo.

Entonces, tal vez, este espacio puede ser un instrumento de lucha. Ahora bien, al ser público, para todo público, tendré y eso desearía a seguidores del gobierno o agentes del gobierno leyendo de forma permanente si el aparato de inteligencia funciona. Esa es una premisa que debe quedar taxativamente clara. Por lo tanto, con esa conciencia se debe escribir o mejor dicho, desde ese horizonte escribo.

De lo anterior se desprende que no sé por qué el joven hizo lo que hizo. Lo que creo es que él debe ser responsable con lo que hizo. Ese es otro aspecto que en algún momento quisiera debatir, el asunto de la responsabilidad de las acciones. Subvertir una norma, enfrentarse a los aparatos represivos, desobedecer, en todo sistema político tiene consecuencias. Es literalmente ridículo que se realicen acciones y luego el actor se queje de la forma de actuar del gobierno. Por el contrario, asumir la responsabilidad con las consecuencias que ello implique es un elemento amalgamador de la lucha.

De lo anterior se desprende que mis escritos tienen una intencionalidad política oponerme al régimen. La oposición a un gobierno a través de diversas formas de luchas es lo más legítimo de la condición humana. Dejaríamos de ser humano para ser una cosa si no tuviéramos la capacidad de decir no. De revelarnos. De oponernos.

III

Pero yo no soy una máquina de pensar política. De allí que también encontrarán a veces, depresiones, angustias, momentos sin iluminación, eso también forma parte de quehacer. ¿Por qué lo hago? ¿Por qué no ocultar las oscuridades? ¿Las contradicciones? Porque mis escritos tienen la intención de indagarme en diálogo. De repensarme en voz alta. La política de la modernidad fue una política de la coherencia, de lo sistemático, de principios y fines, de utopías, de tácticas y estrategias, pero muy poco transitó con la condición humana… Escribí un artículo que titulé "Desde dónde pensar la política” lo publiqué una revista universitaria, lo colgaré en algún momento porque allí, creo que justifico la forma de mi quehacer.

IV

Lector usted tiene otra opción de lectura. Como una novela, como un diario que crecerá en tiempo real. Se trata de un realty show de las ideas, donde las reflexiones, temores, angustias y propuestas se manifiestan cada día en un blog.

viernes, 28 de agosto de 2009

LA INTENCIÓN DEL BLOG


Pensar Venezuela. Venezuela como asunto. Es la preocupación que nos motiva. No por un afán enciclopédico. Es una preocupación existencial. ¿Cuál es el país donde vivo? ¿Cuál es el país que he heredado? ¿Cuáles son las comunidades a las que pertenezco? ¿Cómo son esas relaciones? ¿Cómo y de qué manera vivencio los cambios que se producen? ¿Qué espacio deseo compartir con mi familia, con mis amigos, con las comunidades a la que pertenezco? ¿Con quién comparto intereses? ¿A quiénes y por qué me enfrento? ¿Cómo percibo el ejercicio de gobierno? ¿Cómo percibo la práctica de la dirigencia política de los opositores? ¿En qué me acerco y en qué me diferencio de unos y de otros? ¿Cuáles son mis identificaciones dentro de las heteróclitas, asimétricas, contradictorias y disímiles comunidades donde juego diversos roles con distintas máscaras? ¿Cómo percibo el movimiento de las instituciones privadas? ¿Será un sino la massmediatización de la política o será posible un viraje? ¿En la condición epocal contemporánea no hay una manera distinta de abordar el asunto de la política que no sea con los términos oxidados como los de derecha e izquierda? ¿Dónde me ubico? ¿Es posible una política de centro? ¿Existe el centro? ¿Acaso no es una estupidez social que nos caractericemos, los que vivimos en Venezuela, con una etiqueta nacida de un gobernante que contingentemente está en el poder? ¿Acaso, el ocaso de la modernidad no condujo a la muerte de la identidad, esto es, de los nacionalismos, de los sexismos, de los múltiples ismos que configuraron las vanguardias del siglo XX, entonces, por qué el chavismo y el antichavismo es lo que amalgama a la ciudadanía venezolana? ¿Por qué nos cuesta tanto la unidad en la diversidad? ¿Por qué los que están unidos deben presentarse uniformados, perdiendo toda individualidad? ¿Por qué somos tan mesiánicos? ¿Por qué unos se sienten que siguen al redentor y otros están buscándolo? ¿Se puede hacer política sin profetas ni Mesías? ¿Por qué me da asco eso de ser bolivariano, antes y después de Chávez? ¿Será que el sentido de patria lo perdí o es que esa es otra estupidez? Preguntas como estas y otras más inconscientes, más enrevesadas, más fundamentales en su sentido ontológico, danzan permanentemente en mi ser. Ese remolino interior de ver y verme en la circunstancia actual me animó a emprender esta tarea que tiene varias intenciones, pero quizás la puedo resumir en dos gruesas.

La primera intención de mi escritura es terapéutica. Es un vómito de aquello que me configura, me inquieta y me perturba. Es volcar todo ese mundo interior a la luz del mundo virtual. Es dejar que brote mi espíritu quizás contradictorio, quizás confuso, quizás cargado de ilusiones, de prejuicios, de rabia, de amores, de valores encontrados, de apuestas múltiples, de años de lecturas y estudios, de teorías e informaciones, de conceptos, de rastrojos de miradas en cada artículo con el objeto de exorcizar de múltiples formas mis miradas del mundo. Algo así como las fiestas de carnaval donde los pueblos liberan sus múltiples seres o como los sueños donde salen a reinar nuestras frustraciones, nuestros temores, nuestras pasiones, esa otra manera de vivir la vida cotidiana.

Una segunda intención. Tal vez, en un segundo tiempo. A veces de forma simultánea, sería plantearme la escritura como una indagación para perfilar horizontes de acción teórica, no sólo para la construcción de proyectos políticos, sino también para dibujar un boceto de la configuración cultural que funcione como eje de referencia y marco hermenéutico para perfilar una perspectiva teórica del ejercicio político. A su vez, considero vital tal ejercicio con una intencionalidad práctica, para discernir el quehacer que conduzca a repensar tácticas y estrategias de confrontación política con el actual régimen.

Obviamente, los dos objetivos serían difíciles de cumplir en el contexto de un mismo trabajo. Aún más, una atención a la real política implica, por su propio devenir, toma de decisiones contingentes que no esperan al discernimiento teórico, sino nacen de la pericia, de la experiencia en el campo de batalla diario y tales hechos requieren un tratamiento distinto, al asunto de la reflexión teórica. Más aún, como es mi caso, que no milito en ninguna organización política, ni tampoco participo en ninguna estructura de decisión nacional. Por lo tanto, aunque participe en el acontecimiento siempre puedo mirarlo desde alguien quien fue afectado por una decisión, siempre contingente desde mi vivencia actual, porque no formo parte de una estructura de decisión. Esta postura crítica vale tanto para las decisiones gubernamentales como para los movimientos de oposición. Otra cosa totalmente distinta son reflexiones generales, dinámicas sociales, configuraciones sociales, institucionales, aproximaciones históricas, entre otros aspectos.

De allí que nuestros artículos, fragmentos, aforismo o ideas se moverán en dos planos. Unos atenderán a la perspectiva de comprensión de la cultura política y, otros, se moverán en el plano de la coyuntura, tanto de análisis como de propuestas prácticas.

La indagación no es neutral. La mirada con la cual abordamos los asuntos no es ni será científica. Entendiendo tal vocablo como aquellas aproximaciones que tienen por fin la elaboración de proposiciones objetivas, neutrales, universalizables con independencia de la historicidad del sujeto que las produce, cuya vocación es la configuración de teorías que se presentan como libre de toda ideología, algo así, como la teoría de conjuntos o un análisis trigonométrico.

Por el contrario, nuestro análisis es y será subjetivo porque está cargado de nuestra configuración como persona inserta en un tiempo, en una historia, con unos intereses determinados, formado dentro de una tradición teórica que quizás podemos sugerir con el nombre de una izquierda heterodoxa y a manera de titulares podemos nombrar algunos autores como los miembros de la Escuela de Frankfurt, Gramsci, Croce, Foucault, Delueze, Sartre, Vattimo, Michel Maffesoli y dando tumbos no sistemáticos me crucé con los grecorromanos Cicerón, Séneca, Marco Aurelio, Plotino y obviamente la plataforma giratoria del ocaso modernidad Nieztsche y Heidegger… Aceitado con el espíritu de la literatura latinoamericana, he ahí algunos de mis referentes, desde allí me abordaré a mi mismo, esto es, abordaré mi contexto, lo que padezco y sueño, lo que odio, detesto y amo y admiro: Venezuela.

jueves, 27 de agosto de 2009

¿INTEGRACIÓN ESCUELA-COMUNIDAD?

Hemos realizado en otros artículos críticas generales a la Ley Orgánica de Educación, la primera es de procedimiento. Algunos artículos coinciden con los de la reforma que se rechazó en el año 2007. Por lo tanto, la aprobación de ellos, sin tener en cuenta tal hecho, es una forma antidemocrática de proceder. La segunda es con respecto al fundamento de la Ley. El soporte filosófico lo fundamenta en una doctrina que a los sumo se encuentra como colcha de retazos a lo largo de una multiplicidad de escritos, eso que llaman doctrina bolivariana. El pensamiento de Rodríguez es más cercano a un republicanismo liberal que a cualquier otro asunto. Aún más, es bastante dudoso teóricamente hablando, apelar a doctrinas del siglo XIX para abordar los retos de una sociedad, en la condición epocal contemporánea, donde las diversas y opuestas personas y comunidades viven algunas interconectadas, participan de la sociedad de la información, con una multiplicidad de diferencias y desigualdades, mientras otras están desconectadas, excluidas y en condiciones de vida premodernas.
La presente reflexión la quisiéramos referir a otro aspecto. La relación Escuela-Comunidad. Obviamente, un aspecto fundamental para un aprendizaje pertinente, en continuidad cultural con la comunidad a la que se pertenece, es con un trabajo pedagógico no limitado a la Escuela sino que ella se transforme en un motor, en un centro dinamizador de cambios sociales y culturales en la comunidad. Donde el docente cumpla no sólo con un rol de trasmisor de información, sino, sobre todo, que cumpla con una labor de facilitador de investigaciones que coadyuven a soluciones prácticas y teóricas que tengan relación con la vida cotidiana del estudiante. Se transforme en un sujeto capaz de generar las condiciones para que las dinámicas al interior del aula posibiliten una práctica de la reflexión crítica de asuntos, ideas, a través del estímulo del diálogo argumentado. Y, a su vez, el docente, a través de los proyectos de aula y plantel, se transforme en un líder social y comunitario. Donde la escuela se configure en un centro de participación socio-cultural de la comunidad.
Tal configuración supone la transformación de un curriculum por objetivo a un diseño educativo a partir de problemas pertinentes, donde el proyecto pedagógico de aula, de plantel y las redes de planteles tenga por objeto darle respuesta a los problemas planteados que dependerán en la mayoría de los casos de contextos diversos, locales, regionales, con atención a las problemáticas glocalizadas. Además, tales proyectos formarían parte de los proyectos comunitarios. El sentido es que se genere una retroalimentación entre la Escuela y la Comunidad.
Grosso modo, dibujamos algunos de los aspectos que configuran la pretensión, la intención, de una política educativa cuya columna vertebral sea la integración de la Escuela con la Comunidad. Compartimos tal horizonte pedagógico. Pensamos que uno de los problemas de las instituciones educativas en Venezuela es la desconexión de la vivencia en el aula con la cotidianidad de los alumnos fuera de la institución escolar. De la información descontextualizada de la comunidad a donde pertenece, sin atención, por supuesto, a la diversidad cultural. Una propuesta educativa que busque la integración escuela-comunidad estaría encaminada a una transformación o reforma importante del sistema educativo.
Ahora bien, las teorías pedagógicas, ideas o normativas no pueden ser pensadas abstractamente. Los consejos comunales, una propuesta interesante de organización social, han sido alimentados y dirigidos desde el gobierno, desvirtuando su propio sentido. El control gubernamental es evidente. Tales organizaciones controladas por el gobierno se transformarán, ahora, en los organismos de contraloría social de las instituciones educativas y peor aún, en las instancias de control de la gestión educativa. He aquí la clave esencial que criticamos. Esto no tiene nada que ver con una propuesta de integración y revela por el contrario, las pretensiones del gobierno de vigilar y castigar. Es la arquitectura del panóptico escolar. Este es el rasgo represor que criticamos.

Jonatan Alzuru Aponte
jalzuru@gmail.com

¿SE DISCUTIÓ LA LEY DE EDUCACIÓN?

La discusión a propósito de la Ley de Educación aprobada en una Jornada Extraordinaria, requiere varios artículos. Lo de extra es por el gran impacto que recibimos todos, al ver a los diputados calentar el asiento hasta la madrugada; sobre todo porque hace nada estaban de vagos. Ellos habían decidido que el ejecutivo hiciera las leyes. Recuerdo a la señora que preside la Asamblea diciendo que lo más democrático era que el líder legislara porque él representaba al pueblo… Esta vez, hicieron algo más elegante (será posible utilizar tal adjetivo…), no fueron leyes habilitantes, sino una orgánica. Las hizo el líder con sus amigos cercanos y les ordenó a los súbditos que simularan debate y aprobaran eso antes del 15 de agosto. Su palabra fue una orden.

Antes de entrar a pensar la Ley, de analizarla, debemos caracterizar lo nada democrático que son los seguidores del Gran Hermano. El estilo a juro de hacer las cosas muestra la actitud farisaica de invitar al diálogo, a la confrontación de ideas, al debate, a participar de forma protagónica, pero si se llega a un consenso distinto a lo propuesto, entonces, no se respeta lo acordado y se hace lo que el Gran Hermano quiere y punto. En definitiva, el talante autoritario del Gran Hermano, su deseo de hacer del estado un cuartel. Delibere, hable, diga, pero haga lo que digo en el momento que lo ordeno. Su estilo al más puro caudillo militar lo exhibe en sus programas televisivos: “Carrizales te ordeno que… antes del…”. Las razones que fundamentan tal apreciación no son por el hecho de la discusión o no de esta Ley… sino por el juego sucio, la trampa, la “viveza criolla” con la que el Gran Hermano conduce al estado.

El 2 de diciembre de 2007, se votó en contra la reforma constitucional propuesta por el máximo líder. Debemos recordar el despliegue informativo del articulado que se quería reformar realizado por el Ejecutivo. Se hicieron foros, campañas a favor y en contra. Hasta el día que el pueblo, el amado pueblo, se expresaba en las urnas Y ese día no se aprobó la reforma. El Presidente salió en todos los medios diciendo que asumía la pequeñísima derrota. Pero en su fuero interno, como luego se demostró, asumió que el retroceso era para agarrar impulso y hacer lo que tenía en proyecto, independiente de la opinión del pueblo.

Por un lado empezó a colar los artículos rechazados por todas las vías posibles y en la misma medida empezó a sostener que la derrota fue producto de una manipulación mediática. Su pueblo amado no votó consciente, los medios le pervirtieron el cerebro y como él es el garante de la Salud Pública y sabe que los enfermos mentales no toman decisiones racionales, entonces, actuó como lo hace un Gran Hermano, hace lo correcto.

Una evidencia palpable es la Ley Orgánica de Educación. El artículo 109 de la reforma rechazada en el 2007, por ejemplo, donde se garantizaba el voto paritario de los empleados, obreros, estudiantes y docentes para la elección de las autoridades universitarias, se colocó en la Ley aprobada dentro del parágrafo referido al subsistema de educación universitaria en su artículo 34 o la decisión de ampliar la comunidad educativa a los Consejos Comunales u otra organización comunitaria. ¿Acaso es esto democrático, protagónico, participativo?

Imagino que los inteligentes que siguen la voz del líder se sienten orgullosos de ganarle una pelea a los que ellos entienden como opositores; sin percatarse que están entrando en una maraña donde ellos caerán también, cuando disientan de alguna política del Gran Hermano.

El consenso, el sentir común, es el sentir con el presidente. Ese sentir con el Gran Hermano se mantiene hasta tanto los actores se identifiquen y actúen en conformidad con el horizonte que desea el líder, de lo contrario, serán traidores a la patria, traidores de la revolución, traidores a la historia. Este es el mayor escollo, el problema más serio de la política actual, no sólo para los opositores, no sólo para aquellos que andan en este país como que aquí no pasa nada, sino para sus seguidores, para los perros fieles, ellos serán víctima de sus propios procedimientos.

Jonatan Alzuru Aponte

Jalzuru@gmail.com