viernes, 28 de agosto de 2009

LA INTENCIÓN DEL BLOG


Pensar Venezuela. Venezuela como asunto. Es la preocupación que nos motiva. No por un afán enciclopédico. Es una preocupación existencial. ¿Cuál es el país donde vivo? ¿Cuál es el país que he heredado? ¿Cuáles son las comunidades a las que pertenezco? ¿Cómo son esas relaciones? ¿Cómo y de qué manera vivencio los cambios que se producen? ¿Qué espacio deseo compartir con mi familia, con mis amigos, con las comunidades a la que pertenezco? ¿Con quién comparto intereses? ¿A quiénes y por qué me enfrento? ¿Cómo percibo el ejercicio de gobierno? ¿Cómo percibo la práctica de la dirigencia política de los opositores? ¿En qué me acerco y en qué me diferencio de unos y de otros? ¿Cuáles son mis identificaciones dentro de las heteróclitas, asimétricas, contradictorias y disímiles comunidades donde juego diversos roles con distintas máscaras? ¿Cómo percibo el movimiento de las instituciones privadas? ¿Será un sino la massmediatización de la política o será posible un viraje? ¿En la condición epocal contemporánea no hay una manera distinta de abordar el asunto de la política que no sea con los términos oxidados como los de derecha e izquierda? ¿Dónde me ubico? ¿Es posible una política de centro? ¿Existe el centro? ¿Acaso no es una estupidez social que nos caractericemos, los que vivimos en Venezuela, con una etiqueta nacida de un gobernante que contingentemente está en el poder? ¿Acaso, el ocaso de la modernidad no condujo a la muerte de la identidad, esto es, de los nacionalismos, de los sexismos, de los múltiples ismos que configuraron las vanguardias del siglo XX, entonces, por qué el chavismo y el antichavismo es lo que amalgama a la ciudadanía venezolana? ¿Por qué nos cuesta tanto la unidad en la diversidad? ¿Por qué los que están unidos deben presentarse uniformados, perdiendo toda individualidad? ¿Por qué somos tan mesiánicos? ¿Por qué unos se sienten que siguen al redentor y otros están buscándolo? ¿Se puede hacer política sin profetas ni Mesías? ¿Por qué me da asco eso de ser bolivariano, antes y después de Chávez? ¿Será que el sentido de patria lo perdí o es que esa es otra estupidez? Preguntas como estas y otras más inconscientes, más enrevesadas, más fundamentales en su sentido ontológico, danzan permanentemente en mi ser. Ese remolino interior de ver y verme en la circunstancia actual me animó a emprender esta tarea que tiene varias intenciones, pero quizás la puedo resumir en dos gruesas.

La primera intención de mi escritura es terapéutica. Es un vómito de aquello que me configura, me inquieta y me perturba. Es volcar todo ese mundo interior a la luz del mundo virtual. Es dejar que brote mi espíritu quizás contradictorio, quizás confuso, quizás cargado de ilusiones, de prejuicios, de rabia, de amores, de valores encontrados, de apuestas múltiples, de años de lecturas y estudios, de teorías e informaciones, de conceptos, de rastrojos de miradas en cada artículo con el objeto de exorcizar de múltiples formas mis miradas del mundo. Algo así como las fiestas de carnaval donde los pueblos liberan sus múltiples seres o como los sueños donde salen a reinar nuestras frustraciones, nuestros temores, nuestras pasiones, esa otra manera de vivir la vida cotidiana.

Una segunda intención. Tal vez, en un segundo tiempo. A veces de forma simultánea, sería plantearme la escritura como una indagación para perfilar horizontes de acción teórica, no sólo para la construcción de proyectos políticos, sino también para dibujar un boceto de la configuración cultural que funcione como eje de referencia y marco hermenéutico para perfilar una perspectiva teórica del ejercicio político. A su vez, considero vital tal ejercicio con una intencionalidad práctica, para discernir el quehacer que conduzca a repensar tácticas y estrategias de confrontación política con el actual régimen.

Obviamente, los dos objetivos serían difíciles de cumplir en el contexto de un mismo trabajo. Aún más, una atención a la real política implica, por su propio devenir, toma de decisiones contingentes que no esperan al discernimiento teórico, sino nacen de la pericia, de la experiencia en el campo de batalla diario y tales hechos requieren un tratamiento distinto, al asunto de la reflexión teórica. Más aún, como es mi caso, que no milito en ninguna organización política, ni tampoco participo en ninguna estructura de decisión nacional. Por lo tanto, aunque participe en el acontecimiento siempre puedo mirarlo desde alguien quien fue afectado por una decisión, siempre contingente desde mi vivencia actual, porque no formo parte de una estructura de decisión. Esta postura crítica vale tanto para las decisiones gubernamentales como para los movimientos de oposición. Otra cosa totalmente distinta son reflexiones generales, dinámicas sociales, configuraciones sociales, institucionales, aproximaciones históricas, entre otros aspectos.

De allí que nuestros artículos, fragmentos, aforismo o ideas se moverán en dos planos. Unos atenderán a la perspectiva de comprensión de la cultura política y, otros, se moverán en el plano de la coyuntura, tanto de análisis como de propuestas prácticas.

La indagación no es neutral. La mirada con la cual abordamos los asuntos no es ni será científica. Entendiendo tal vocablo como aquellas aproximaciones que tienen por fin la elaboración de proposiciones objetivas, neutrales, universalizables con independencia de la historicidad del sujeto que las produce, cuya vocación es la configuración de teorías que se presentan como libre de toda ideología, algo así, como la teoría de conjuntos o un análisis trigonométrico.

Por el contrario, nuestro análisis es y será subjetivo porque está cargado de nuestra configuración como persona inserta en un tiempo, en una historia, con unos intereses determinados, formado dentro de una tradición teórica que quizás podemos sugerir con el nombre de una izquierda heterodoxa y a manera de titulares podemos nombrar algunos autores como los miembros de la Escuela de Frankfurt, Gramsci, Croce, Foucault, Delueze, Sartre, Vattimo, Michel Maffesoli y dando tumbos no sistemáticos me crucé con los grecorromanos Cicerón, Séneca, Marco Aurelio, Plotino y obviamente la plataforma giratoria del ocaso modernidad Nieztsche y Heidegger… Aceitado con el espíritu de la literatura latinoamericana, he ahí algunos de mis referentes, desde allí me abordaré a mi mismo, esto es, abordaré mi contexto, lo que padezco y sueño, lo que odio, detesto y amo y admiro: Venezuela.

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