jueves, 18 de febrero de 2016

TRINCHERA ARMADA Y CON DINERO



TRINCHERA ARMADA Y CON DINERO
@jonatanalzuru67
Un gobierno que no tiene pista ni horizonte en el ámbito económico, con una devaluación galopante, aunada una recesión sin precedentes, sin posibilidad de configurar un equipo de trabajo, lanzó unas medidas que con seguridad profundizarán la crisis que padecemos todos los venezolanos.
Pero no son mochos. Están jugando y durísimo. La verdadera medida económica con un plan, un proyecto, con destino, no lo explicitan, no lo verbalizan pero la ejecutan. Proyecto económico que le da el soporte financiero para reforzar la trinchera desde la cual pretenden conservar el poder. La creación de la compañía anónima adscrita al ministerio de la defensa quien se apropiará de lo que queda de la renta petrolera. Las armas asumen el control de la única fuente de producción del país. El paquete verde oliva es la verdadera toma de decisión económica.
La descripción del verdadero paquete lo haré citando al ex viceministro de planificación, Roland Denis (a quien difícilmente se le puede acusar de pensar o actuar al servicio de los más oscuros intereses del imperialismo),  quien publicó en Aporrea, lo siguiente:
 Según esta información corroborada por Gaceta Oficial, nuestros militares socialistas, chavistas, bolivarianos, me imagino que con una pistola en la frente a Nicolás, o si no sencillamente lo tumban (o no alguna cuota del negocio quedó también para él, vaya a saber en esta tragi-comedia), en estos últimos días se han dado el lujo de tomar en su poder elementos centrales de nuestra economía petrolera, gasífera, minera, a través de la constitución de una empresa privada, adscrita al Ministerio de Defensa, que sin rendirle cuentas a nadie, puede intervenir directamente en todo el proceso productivo, distributivo y de comercialización de la misma.
Situaciones como los trescientos mil dólares de Merentes en su cuarto y luego en manos de una carajita amiga de “su amor”, pueden interpretarse como la consecuencia de las consecuencias de una absoluta cultura de impunidad y desverguenza, donde Merentes aún puede ser un “héroe de la patria”. Pero eso es parte del sistema interno de la impunidad misma, donde ella ya no es tal sólo dentro de los hilos escondidos del poder sino abiertamente, de manera pública y demostrada, sin que haya un solo ciudadano de los treinta millones que somos que se decida a una demanda abierta por semejante exabrupto en la vida personal, mediada por la apropiación de este dineral que seguro no es más que una propina para lo que este individuo se ha robado. Es decir, día y noche cada uno de los ciudadanos de la “patria” colaboramos con esta impunidad.
Ahora el caso es muy distinto, no se trata de impunidad y desvergüenza de un individuo clave en la estructura de Estado, es un golpe interno dentro del gobierno “bolivariano” donde un grupete de militares que serán los que tomen las riendas de esta “Compañía Anónima”, de buenas a primeras se le regala la posibilidad de intervenir como capitalistas y ya en el juego de la apropiación directa de la renta del subsuelo nacional. ¿Cómo se llama esto?” (Roland Denis)
(Publicado 14/2/2016, http://www.aporrea.org/actualidad/a222853.html)
 Simultáneamente, el jefe de la trinchera, Diosdado Cabello, respondió a propósito de la discusión política de la Ley de amnistía, de forma contundente; con voz de mando -(en medio de los innecesarios gritos de los diputados de la MUD, quienes no le hacían caso al Presidente de la Asamblea para que no cayeran, burdamente, en lo que suelen criticar)- ordenó al TSJ no acatar lo que se apruebe en la AN y con la seguridad de quien manda, fijó la posición en esa materia no solo desde la perspectiva legislativa, sino y quizás sobre todo, ejecutiva.  Pero además, claramente, su discurso implicaba un mensaje político más allá del punto en cuestión, de no negociación, no acatamiento a ninguna ley y control, direccionalidad, del poder ejecutivo y el judicial, para conservar sus intereses.
La respuesta del Presidente de la Asamblea Nacional fue contundente, con seguridad logró expresar el espíritu de la mayoría de los venezolanos. La pasión inunda, pero debemos estar conscientes del terreno que pisamos. La cuerda floja en la que nos movemos todos, unos y otros.
En política nadie está muerto, una prueba fehaciente es el propio Ramos Allup; quizás su expresión, como ejercicio retórico, fue perfecta. La situación política es delicada porque con la creación de la compañía hay una concentración del poder financiero -(no existe emporio venezolano que pueda competir, financieramente, con la riqueza de nuestro subsuelo)- en manos de quien tiene el poder de las armas. Contra esa articulación, contra esa amalgama, la calle, el pueblo -en el momento actual, en esta circunstancia específica- no es decisor.
El pueblo -(nosotros)- es  un protagonista fundamental, clave, necesario, para la presión, para actuar democráticamente a través del voto y decidir. Pero la condición para la participación electoral no la construye la calle; la calle presiona, genera clima y luego masivamente participa, electoralmente, y decide. El escenario electoral es construido por los dirigentes políticos de todos los sectores, junto con los encargados de dirigir las instituciones que intervienen.
Los atrincherados económica y militarmente, tal como muy bien fue descrito por el presidente de la asamblea, están cada vez más solos en su dirección política y en el acompañamiento de las comunidades. Sin embargo, una trinchera con recursos y armas puede mantenerse por mucho tiempo (y es impredecible el tiempo de su derrota, días, meses o años); además, puede generar mucho daño mientras más solitarios se queden. Minimizar sus efectos, sus daños y desarticular su poder económico, militar y de dirección de las políticas institucionales, puede ser acelerado o no, dependiendo de los acuerdos, de los diálogos, de las alianzas, y las acciones entre los diversos y opuestos actores políticos, quienes tienen en sus manos las posibilidades de desarticular a los atrincherados. El tic tac político y social se incrementa. Me confío en la pericia de los diversos y opuestos actores políticos y nada más… confianza y nada más… quizás fe.




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