sábado, 1 de noviembre de 2014

¿RADICAL? ALZURU vs LANZ

Amigos/ amigas, como calentamiento, como preparación de los seminarios que se realizarán en la ciudad de Mérida sobre el pensamiento de Rigoberto Lanz y de Michel Foucault, noviembre y diciembre, respectivamente, hemos decidido utilizar este espacio para publicar discusiones, fragmentos de artículos, artículos, ideas, entrevistas tanto de Rigoberto Lanz como de Michel Foucault. A continuación leerán dos artículos, en clave de discusión que fueron publicados en el periódico El Nacional, en la columna A Tres Manos, en el 2008.

¿RADICAL? ESENCIALMENTE ADOLESCENTE                                                                                     Jonatan Alzuru

(El Nacional, A Tres Manos, 5/12/2008)
           
"He quedado, desde hace días, pensando en el esfuerzo titánico por cambiar la cultura toda. La idea por sí misma, suena interesante. Quizás por el olor mesiánico, profundamente judeo cristiano, religioso, que la contiene. Antes y después de Cristo dice hasta el ateo. Jesús divide la historia de Occidente. Y como en cada barrio hay una iglesia. ¿Será por eso?
            ¿Será que lo atractivo de cambiar la cultura, en su totalidad, lo seductor, es por lo revolucionario que se presenta? Cambiar los cimientos estructurales desde la raíz, los modos de producción, los modos de relación, los modos de ver, estar y hacer en el mundo. No se conserva nada, se niega todo, toda positividad es una pretensión reaccionaria. Toda proposición que matice, lo que produce es ahogo. No hay posibilidad de reforma, porque nada permanece. Toda defensa de tradición suena a derecha, a desviación pequeño burguesa al servicio de los más oscuros intereses, o, como mínimo, tiene tufos de Opus Dei.
            Gritan a los cuatro vientos: La muerte del pasado es lo que queda. Nace una vida nueva. Quizás es bonita esa apuesta por lo sesentona, lo hippie, lo guerrillera, lo fresca, lo romántica, lo dulcemente inocente, casi imagino una película al estilo de video clip,  de pelos largos en comunas, motorizados sin moto propia, una canción de Silvio Rodríguez mezclada con los Rolling y unas imágenes del barrio latino de New York bailando salsa, el Maelo desde la cana; el panita Che Guevara al lado de Fidel subiendo Sierra Maestra, una orgía colectiva y una manifestación estudiantil, con intelectuales incluidos, cargado de sueños aprisionados en consignas: “La novedad es revolucionaria, la verdad también”, “Están comprando tu felicidad, róbala”, “Prohibido prohibir”, “Paz, amor y marihuana”, “Haz el amor y no la guerra”, “La guerra es buena pá matala”, “No le pongas parches, la estructura está podrida”, “Hoy marcho, mañana voto”, “Tomemos el cielo por asalto”, “La ciencia es burguesa, toma conciencia”, “Seamos realistas pidamos imposibles”, “No sé lo que quiero, pero lo quiero ya”.
            El amigo y maestro Rigoberto Lanz tiene como horizonte teórico práctico semejante tarea, cambiar la cultura toda. Lo dice con orgullo. Lo sostiene con fervor. La pasión lo desborda. Lo plantea desde la centralidad del debate científico contemporáneo hasta en los bordes de las polémicas estéticas. A propósito de los debates educativos se transforma en un militante, guerrillero, de sus ideas. En la arena política es de una izquierda exquisita porque los idiotas, al parecer, no dan cuenta de la utopía que lo sostiene. Su apuesta en la real política, tiene ese impulso. La desfachatez, la irreverencia, la violencia normativa, con elegancia, clase y caché es su consigna.
            Nadie tiene derecho a quitar la virginidad intelectual a un ser que desea cambiar el mundo. En esa edad el compromiso es con el mundo, con la historia. El esfuerzo, con pasión, es para hacer una nueva cultura. Les informo estimados lectores: Rigoberto Lanz es adolescente, su cuerpo es pura ilusión.
            Yo estoy viejo. El Internet es parte de mi cultura. No tengo tiempo de pensar en el mañana porque ya no percibo los cambios, cuando creo que es hoy, ya estoy en el mañana y, a veces, creo estar en el mañana y formo parte del pasado. Achaques de viejos diría yo, pérdida de la noción del tiempo. Hace unos cuantos días hablaba por teléfono, yo sabía qué era eso, era parte de mi existencia aquel aparato. Hoy una máquina de escribir es por dónde se llama y se mira televisión y tiene las funciones de grabador pero toma unas fotografías exquisitas. La cultura es un instante eterno.
            Todavía tengo utopías en mi vejez.  Ellas son buenas para optar en la vida. A cierta edad uno sabe que no cambiará el mundo, se deja de ser pretencioso, pero quizás se puede estar seguro por qué arriesga su vida. A cierta edad, se disfruta la música, un buen libro clásico, se baila, se hace el amor con pausa con la mujer amada, se disfruta el café porque se sabe que la muerte acecha y todo segundo se vive como el último. Se tienen pocas ilusiones porque se ama a la vida que se vive, mientras se lucha por vivir." (Jonatan Alzuru, 2008)
¿DIJO USTED “RADICAL”?
Rigoberto Lanz (El Nacional, A Tres Manos, 7 diciembre 2008)
“Siempre será más fácil proclamar que se rechaza
que rechazar realmente”.
JEAN-PAUL SARTRE: Prólogo a Los condenados de la tierra

    El amigo Jonatan Alzuru está intentando comprender cómo es eso de “cambiar la cultura toda”. Tan complicado no es el asunto. Se trata de situarse en relación al mundo. Se trata de posicionarse en torno lo que acontece. Se trata de tomar posición. Ello se hace de muchísimas maneras. La más común es la conducta de la manada: no entiende nada, no sabe de qué se trata y por tanto se dedica a  “ser feliz”. Un poco más acá, en los linderos del mundo intelectual, resulta más difícil hacerse pasar por ingenuo. Entonces aparecen las justificaciones, las buenas razones, para hacer esto o aquello.  En este punto se disparan infinitas combinaciones: oportunistas, sicarios, cobardes, valientes, indiferentes, militantes, confundidos, esclarecidos, habladores de pistoladas, hacedores con las manos, diletantes que siempre caen parados y sacerdotes de la ideología. Para cada uno habrá siempre una retórica más o menos arreglada que sirve, al menos, para tranquilizar la conciencia.
    En lo que me toca, echando manos de lo que me interesa y me da nota, cultivo con cierta exquisitez el arte de navegar en contraflujo. Ese no es un “trabajo” ni una “metodología”. Dije bien el arte: mirada que mira por detrás, olfato que huele desde lejos. Llegar a este estadio de la subjetividad entiendo que es un viaje (en el sentido maffesoliano) Estando allí, derivo un privilegio que está reservado a las formas superiores del espíritu: todo se hace transparente. En lo que respecta a la cochina realidad hay poco misterio que develar. En lo que concierne a la microfísica del poder albergo poquísimas dudas de “cómo se bate el cobre”. De ese modo se define un amplio territorio donde queda poco margen para los titubeos y los grandes dilemas existenciales.
    Hay otros ámbitos donde lo que priva es la pregunta y la duda. Amplias zonas de la existencia que permanecen en la borrosa incertidumbre de conocimientos transitorios, de enfoques precarios, de percepciones aproximativas. Transitar por esos campos requiere de sensibilidad y “caja de herramientas” muy particulares. De eso algo sabemos. (“De andar por esas veredas, los pies se le han de de secar”, “Florentino y el Diablo”)
    Con el truco de “cambiar el mundo” se esconden demasiadas opacidades. Las extremas dificultades de las grandes ambiciones del pensamiento y la voluntad sirven de coartada para  los acomodos que terminan siendo vergonzantes. En esa materia no valen los consejos. Que cada quien cargue con sus cargas. En verdad me tiene bastante sin cuidado el “éxito” de la empresa de “cambiar el mundo”. Me entusiasma el movimiento por el movimiento mismo. Lo que realmente interesa es aguarle la fiesta a la lógica del poder. Nada es más excitante estéticamente que el rechinar del engranaje que colapsa (coloque tuercas y tornillos en una licuadora para que aprecie lo que digo) Lo que hago intelectualmente tiene esa secreta perversidad: dislocar engranajes, diluir solideces (no importa cuáles, no importa dónde)
    Todas las funcionalidades me dan bostezo. Del aburrido “políticamente correcto” no extraigo nada que sirva para algo. De la sensatez y la prudencia  viven los espíritus que calculan  milimétricamente  su jubilación.  “El cansancio de Occidente” (Rafael Argullol) es la versión solemne de otras fatigas más mundanas que tocan a la gente en su atribulada existencia. Ningún consuelo doméstico sirve para encarar los desafíos de la voluntad, los retos de cualquier noción de “realidad”. Por fortuna no existe ningún tribunal que esté observando lo que cada quien piensa y hace para proceder a juzgarle.
    En el terreno estrictamente político es  muy difícil conciliar lo que en otros ámbitos puede compartirse. Afortunadamente la dimensión política no lo es todo, hay otros espacios para la convergencia de propósitos. La experiencia indica que transitar esos espacios convergentes ayuda a la disipación de malentendidos y al cultivo de “lugares que hacen lazos” (Michel Maffesoli) El CIPOST es un buen ejemplo.(Rigoberto Lanz, 2008)

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