jueves, 20 de noviembre de 2014

LA UTILIDAD DE LA DELINCUENCIA



LA UTILIDAD DE LA DELINCUENCIA
Michel Foucault (1976)

¿Por qué siguen existiendo las prisiones a pesar de resultar contraproducentes? Yo respondería: precisamente porque producen delincuentes y la delincuencia tiene cierta utilidad económico-política en las sociedades que conocemos. Podemos develar fácilmente la utilidad económico-política de la delincuencia: primero, cuánto más delincuentes haya, más miedo habrá en la población, y cuánto más miedo haya, más aceptable e incluso deseable, será el sistema de control policial. La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de este sistema de control, lo que explica por qué en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo, sin excepción alguna, se dedica tanto espacio a la criminalidad, como si cada día se tratase de una novedad. Desde 1830, en todos los países del mundo se han desarrollado campañas sobre el tema de crecimiento de la delincuencia, hecho que no ha sido demostrado nunca; pero esta supuesta presencia, esta amenaza, este crecimiento, real o imaginario, de la delincuencia es un factor para aceptar los controles.
Sin embargo, esto no es todo. La delincuencia es útil económicamente. Vean la cantidad de tráficos perfectamente lucrativos e inscritos en la ganancia capitalista que pasan por la delincuencia: la prostitución, por ejemplo –todo el mundo sabe que el control de la prostitución en todos los países de Europa (no sé si esto pasa en Brasil) es ejercido por gente cuya profesión se llama proxenetismo y todos ellos son exdelincuentes cuya función es canalizar los beneficios recibidos a partir del placer sexual hacia circuitos económicos tales como hostelería, y hacia cuentas bancarias. La prostitución ha permitido que el placer sexual de la gente llegue a ser oneroso y el marco en el que se desenvuelve ha permitido derivar el beneficio del placer sexual hacia determinados circuitos. El tráfico de armas, el tráfico de drogas, en síntesis toda una serie de tráficos que, por una razón u otra, no pueden ser efectuados directa y legalmente por la sociedad, pasan por la delincuencia, que de esta forma los asegura.
A esto hemos de añadir el hecho de que la delincuencia sirve, masivamente, en el siglo XIX, y continúa haciéndolo en el siglo XX, para toda una serie de operaciones políticas, tales como abortar las huelgas, infiltrarse en los sindicatos obreros, servir de mano de obra y de guardia personal para los jefes de los partidos políticos, incluidos los más y los menos dignos. Aquí estoy hablando más concretamente de Francia, donde los partidos políticos tienen una mano de obra que va desde los que pegan carteles hasta los matones, mano de obra que está formada por delincuentes. De este modo tenemos toda una serie de instituciones económicas y políticas que funcionan sobre la base de la delincuencia y, en esta medida, la prisión que llega a fabricar un delincuente profesional tiene su utilidad y productividad. (Michel Foucault, Conversación con los asistentes a la Conferencia Las Mallas del Poder en la Universidad de Bahía, publicada la conferencia y sus diálogos en dos partes en la revista Barbárie, N° 4 y 5. En Foucault, Estética, ética y hermenéutica, Paidós, 1999: 247-249)

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