viernes, 28 de febrero de 2014

COMPRENDERSE PARA COMPRENDER AL OTRO



COMPRENDERSE PARA COMPRENDER AL OTRO
El objetivo de la presente opinión es presentar una reflexión a mis amigos de la oposición con quienes comparto en el terreno de las ideas, mucha de sus luchas, como lo he dejado taxativamente claro en cada intervención. En el pasado reciente hasta el 2008, compartí no sólo ideas sino activismo político. Desde ese entonces, no he vuelto al activismo aunque no he dejado de opinar acertada o erradamente y acompañar algunas iniciativas.
Es difícil en medio del fragor de las contingencias reflexionar, pensar. Sin embargo, mi opción de vida (aunque me extravié un largo tiempo, diez años como mínimo) es pensar,  producir ideas no para un sector, no para una élite, no para un partido, sino para todos, sin dejar de tener mis preferencias y mis opciones, sobre los asuntos coyunturales del país, pero con un horizonte de sentido trascendente teóricamente expresado. Mi vocación y mi apuesta actual, sin ninguna duda, es el hacerme cada día más, un investigador militante. Ese vocablo lo asumo de la tradición teórica inaugurada por mi admirado, respetado y siempre recordado Rigoberto Lanz.
Siendo un joven profesor de sociología y militante del MIR, en septiembre de 1977, en la publicación segunda de la Revista Expresamente, afirmó: “A la aberrante división social del trabajo que las relaciones económicas capitalistas imponen a los hombres, la izquierda agrega otra: una curiosa subdivisión entre teóricos y prácticos a través del cual se devalúa el trabajo teórico y se empiriza el concepto de práctica hasta desvirtuarlo. Expresamente insurge contra toda manifestación de empirismo, restituyendo el rango y el valor de la práctica teórica. La investigación militante implica la asunción de un plano de trabajo irremplazable en los procesos de conocimiento y transformación de lo real.” (Lanz Rigoberto, 1977:4-5)
Al grano. Estamos en el momento de la solicitud de diálogo y rectificación, de denuncias y acusaciones, de asunción de responsabilidades y sanciones, todo en pleno desarrollo. Partamos que todo lo que decimos los opositores es cierto. Las preguntas que nos debemos hacer son: ¿por qué una gran parte de la población, si nos acogemos a los datos electorales 50% más o menos, no comparte nuestras opiniones? Y dentro de la misma oposición, ¿Por qué un porcentaje (no sé precisarlo en cifras), no cree en los liderazgos de los políticos? o ¿por qué atiende a cualquier llamado de cualquier dirigente que habla o da un discurso bonito, entusiasta y emotivo aunque no tenga ninguna idea del ejercicio político, como por ejemplo, esos señores que andan adivinando el futuro, o cualquier improvisado que diga lo que se quiere oír? ¿Por qué con el esfuerzo inmenso de los líderes de movimientos sociales, gremios y partidos políticos, que han logrado capitalizar un gran descontento, no se siente que se avanza?
Todas las preguntas tienen una multiplicidad de aristas, pero lo idéntico en lo diverso, es la confianza. No se confía, para seguir usando la metáfora del básquet o de futbol, no se confía que los jugadores del equipo sepan jugar, no se confía que jueguen en el mismo equipo ni siquiera… La práctica muestra claramente que tampoco los jugadores confían entre sí. Eso no es gratuito. Los que están de espectadores han visto a jugadores que agarran el balón y meten la bola en la cesta de su mismo equipo, riéndose de todos.  Todos sabemos quiénes han jugado de esa manera. Tal acción genera desconfianza  en el equipo de la oposición permanetemente: ¿Con quién estoy? ¿Dirá la verdad? ¿Me traicionará? Igualmente,  en el equipo de vencedor. Ríen de la jugada los del gobierno, pero en su ser, en sus cuerpos, desconfían de ese jugador. Piensen el jugador no sólo como personalidades, sino partidos políticos, grupos económicos, medios de comunicación, etc… La desconfianza de todos contra todos, aunque jueguen en el mismo equipo.
El 11 de abril de 2002, marcó una profunda ruptura de la confianza. El paro petrolero también y las lógicas de las trancas de avenidas o guarimbas también. Sobre todo porque nadie se responsabilizó por tales acciones, aunque en su vida privada sufran los costos de sus decisiones.
Mi hipótesis es que nuestros dirigentes, dígase, gremios, dirigentes de base, dirigentes de partido, personalidades, siguen actuando como si las acciones pasadas son irrelevantes. No explican sus errores, no explican sus cambios, no explican… y asumen que toda persona debe entenderlos tarde o temprano. Porque el otro lo hace tan mal que no hay alternativas.
Este drama, en menor o mayor medida, es responsabilidad de todos aquellos que hemos tenido algún tipo de participación pública en la vida del país. Como no quisiera escribir en abstracto y deseo señalar, a mi juicio, algunos de los errores más importante de la oposición,  considero que debo señalar, me conozca usted o no, mis errores en este proceso. Permítame, por favor, el excurso:
En términos estrictamente teóricos coincido con el Jonatan Alzuru Aponte, cuando evaluó el 11 de abril en junio del 2002. Pueden leer mi artículo publicado en la Revista SIC N° 645, junio 2002, págs. (260-261) http://gumilla.org/biblioteca/bases/biblo/texto/SIC2002645_260-261.pdf
Sin embargo, mi práctica, mi obrar, era contrario a lo que decía teóricamente. Por una razón elemental, yo me transformé en un dirigente político en mi rol de profesor. Peor aún, me transformé en dirigente estudiantil, siendo doctor, de las Federaciones de Centros Universitarios del País de las Universidades Autónomas. Los muchachos que hoy día son diputados y hablan de la generación del 2007, no los de las privadas, sino de las autónomas, saben perfectamente que ese movimiento tuvo su origen en el 2002 y se consolidó en el 2003, donde asumí la coordinación nacional. Ese año publicamos una revista que se titulaba “Tierra de Nadie”, bajo una organización que se llamó Unión Nacional de Estudiantes (UNE) que los venezolanos la conocieron masivamente en el 2007, donde estaban la UCV, UC, LUZ, ULA y UDO.  En el segundo número dedicado al revocatorio, Teodoro Petkoff, en una entrevista señala lo siguiente: (…) Yo se lo dije a Jonatan Alzuru…Mira esta es una institución de organizaciones estudiantiles, bueno traten de que nazca primero. Que tenga su propio perfil, que tengan sus propias características. Que sea capaz de aglutinar a los estudiantes a partir de la problemática estudiantil. Pero, si de una vez aparece como partido político, pues no le auguro porvenir.” (Petkoff, 2003: 11)
No hice nada de lo que me recomendó Teodoro. Mi error, aún, cuando los estudiantes de aquella época me vean bien o mal, fue que mis clases y mi intencionalidad era conducirlos políticamente. La consecuencia de mi acción individual era contribuir al desastre universitario, transformar ese espacio no en un ámbito de reflexión plural y diversa, sino en un espacio donde profesores y estudiantes funcionase como un partido político contra el gobierno y, discursivamente, pedía pluralidad. Esa era mi mayor contradicción, aún con buenas intenciones desde mi perspectiva.
Obviamente, esa práctica reiterada hizo que cuando sucedió los acontecimientos que dieron la vuelta al mundo del enfrentamiento entre estudiantes, chavistas armados y un grupo de estudiantes opositores, que quemaron la Escuela de Trabajo Social, ninguno de los afectos al gobierno podía creer que yo quería mediar en el conflicto. Por el contrario, me veían como la cabeza, junto a los compañeros del partido Bandera Roja como los que propiciamos la quema. Mi práctica de años los conducía a pensar eso. La responsabilidad no era de quiénes me acusaban, aunque podían o no saber que mi acción real fue mediar. La irresponsabilidad era mía. Porque mi práctica política era contraria al espíritu de la academia.
Cuando decidí retirarme de la acción política, tenía por lo menos nueve años, apareciendo en prensa, televisión y dirigiendo acciones políticas. La consecuencia personal fue que en mis mejores años de ejercicio académico dentro de la UCV (2008-2011), donde asesorado por mi maestro Lanz, logré que como Director del Centro de Investigaciones Postdoctorales CIPOST se mantuviera, entre los invitados e investigadores el espíritu plural y de reflexión. Al terminar de mi rol, nadie podía creerme que mi opción era la investigación.
 Era comprensible, jamás justificable y de mi parte absolutamente condenable, que los adversarios políticos, un pequeño grupo radical afecto al gobierno, me percibieran como un actor político y no como un profesor universitario. Eso explica para mí, la acción irracional de los delincuentes que me agredieron y amenazaron de muerte a mi familia. Desde aquél entonces, me he dedicado a la investigación teórica que es mi campo, para lo que me formé. Y vuelvo a participar activamente en este escenario. Pero de otra manera, sin embargo, ayer 27 de febrero de 2014, por ejemplo, volví a cometer un error llevado por mi pasión, al plantear un estado terrorista y no un estado con algunas prácticas terroristas.
La consecuencia de un desliz como ese, es que tiene consecuencias prácticas graves. Porque aquél que no piensa democráticamente puede usar mis argumentos para fines contrarios al juego político en democracia que es mi horizonte. Por eso rápidamente pedí excusas. Pero por mi propia trayectoria en el ámbito universitario y nacional, genera que el otro dude de mi palabra. Que no tenga confianza. Es trabajo mío, mostrar, no en discursos, no en escritos, sino en el día a día, que he cambiado. Para que estudiantes y profesores, que es mi campo donde ejerzo mis prácticas, puedan relacionarse conmigo y trabajar sin pensar en otra intención que no sea debatir ideas, investigar… Fin del excurso.
El testimonio tiene por intención mostrarles a los amigos de la oposición que sus prácticas, sus decisiones, sus maneras de actuar generan o no confianza que no sólo depende del otro, sino de las prácticas erradas que se han cometido. Y ese asunto en una situación de confusión, es un caldo de cultivo para que aquél que detenta el poder busque todos los medios para generar mayor incertidumbre. La desconfianza imposibilita el juego democrático.  La consecuencia práctica para la oposición es no poder capitalizar sus fuerzas, pero para el gobierno es alejarse cada día más del juego democrático y tener, para mantener el poder, que recurrir a prácticas despóticas. La intimidación para mantener su fuerza social será su alternativa si profundiza los rasgos despóticos vistos en estos días.
Hay prácticas que nos han marcado, señalaré tan solo tres aspectos:
1.- La más reciente. En las elecciones pasadas quienes acompañamos la propuesta de la oposición, pensamos que habíamos ganado. Eso se nos dijo.  Tal afirmación supone un problema de legitimidad política. Sin embargo, la orientación fue que eso sería resuelto por un canal jurídico. Todos sabemos que lo jurídico es una consecuencia práctica de acciones políticas y no a la inversa. Sin embargo, no se habló más del asunto y fuimos a unas elecciones con el mismo CNE… Sin entender demasiado de qué se trataba el punto. Pero además con un mensaje que era una especie de referéndum. Tal asunto era una contradicción tanto discursiva como en sus prácticas. El no explicitar esto no sólo genera desconfianza en la oposición, sino que cualquiera afecto al gobierno no puede comprender esas acciones y sumarse, aunque se sienta ahogado por la situación económica.
2.- Es una realidad fácilmente verificable que en este momento, en Venezuela, carecemos de medios adecuados para informarnos. Es una verdad que para escuchar una declaración tenemos que recurrir a páginas de internet o ver canales extranjeros. Eso es denunciable y condenable. Pero no es menos cierto que una gran responsabilidad de esas acciones fue provocada porque nuestros medios, a los cuales desearía volver a tener, volver a disfrutar y, léase bien, lucharía desde mi espacio para que volvieran, se transformaron en los inicios del 2000 en los dirigentes del movimiento opositor. Eso es como si el narrador deportivo deje el micrófono, quite al jugador y empiece a jugar o se coloque como Director técnico del equipo.  La consecuencia práctica de eso es que al ver personalidades de los medios, aunque en este momento no dirija, ni tengan la influencia de antes, no confíe.
3.- La participación activa del empresariado no desde la perspectiva de su gremio, sino como dirigentes políticos en el pasado, trae como consecuencia que quién hoy sufre las consecuencias del desabastecimiento por el mal manejo de la economía y la corrupción por parte del gobierno, sienta que no es su responsabilidad sobre todo a partir del aparato de propaganda del gobierno. Por lo tanto, ese pueblo no confía. Recordemos que los pobres, en la crisis del 2002, tenían un grito que evidenciaban la confianza en su líder. “Con hambre y desempleo por Chávez me resteo”
Hoy la situación socioeconómica es totalmente distinta que en el 2002.  Estamos sin horizonte ni brújula en la económica. El liderazgo de Maduro es verdaderamente endeble, hasta ahora, porque para gobernar debe concertar con diversos actores que muchos de ellos fueron sus jefes políticos.  No tiene ni puede tener el liderazgo ni la pericia de Chávez en el ámbito militar, por una razón muy sencilla, ese era el campo que mejor conocía el fallecido presidente. Un sector no formado en el juego democrático, sino que era contenido por el presidente, se ha impuesto en estos días.
Ahora bien, eso que uno puede percibir o inferir, no dice nada, ni bueno ni malo,  para el accionar de la oposición. Esos son los asuntos que ese equipo intentará resolver. Que puede o no, ser una oportunidad para que los diversos factores democráticos amalgamen sus fuerzas y las acrecienten. La jugada del cortoplacismo, aún con toda la gravísima situación de derechos humanos, generando expectativas en la población es uno de los peores errores históricos que se puede cometer. Sobre todo, porque la misma oposición participó, a mi juicio correctamente,  en unas elecciones hace dos meses. Desde la prospectivas del gobierno la provocación es la mejor jugada, aunque se exceso desproporcionado e incontrolable de sus funcionario lo está metiendo en un callejón sin salida. 
Avanzar en la oposición en esta circunstancia se circunscribe, desde mi perspectiva, a lograr la sanción de funcionarios. La destitución de funcionarios, el cambio de las autoridades de los poderes vencidos, ajustadas estrictamente a la constitución. La liberación de Simonovis, presos políticos, estudiantes y dirigentes. Ese, a mi juicio, sería en el corto plazo, un criterio para medir el avance.  Las otras peticiones justas, válidas creo yo que serán a mediano plazo, en el marco constitucional. Aunque es lógico discutir todos y cada uno de los puntos de la agenda del diálogo. Cualquier otra salida será un disfrute de dos días, como en aquél abril infortunado.
Jonatan Alzuru Aponte.
28-02-2014


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