COMPRENDERSE
PARA COMPRENDER AL OTRO
El objetivo de
la presente opinión es presentar una reflexión a mis amigos de la oposición con
quienes comparto en el terreno de las ideas, mucha de sus luchas, como lo he
dejado taxativamente claro en cada intervención. En el pasado reciente hasta el
2008, compartí no sólo ideas sino activismo político. Desde ese entonces, no he
vuelto al activismo aunque no he dejado de opinar acertada o erradamente y
acompañar algunas iniciativas.
Es difícil en
medio del fragor de las contingencias reflexionar, pensar. Sin embargo, mi
opción de vida (aunque me extravié un largo tiempo, diez años como mínimo) es
pensar, producir ideas no para un
sector, no para una élite, no para un partido, sino para todos, sin dejar de
tener mis preferencias y mis opciones, sobre los asuntos coyunturales del país,
pero con un horizonte de sentido trascendente teóricamente expresado. Mi
vocación y mi apuesta actual, sin ninguna duda, es el hacerme cada día más, un
investigador militante. Ese vocablo lo asumo de la tradición teórica inaugurada
por mi admirado, respetado y siempre recordado Rigoberto Lanz.
Siendo un joven
profesor de sociología y militante del MIR, en septiembre de 1977, en la
publicación segunda de la Revista Expresamente, afirmó: “A la aberrante
división social del trabajo que las relaciones económicas capitalistas imponen
a los hombres, la izquierda agrega otra: una curiosa subdivisión entre teóricos y prácticos a través del cual se devalúa el trabajo teórico y se
empiriza el concepto de práctica
hasta desvirtuarlo. Expresamente insurge contra toda manifestación de empirismo,
restituyendo el rango y el valor de la práctica teórica. La investigación
militante implica la asunción de un plano de trabajo irremplazable en los
procesos de conocimiento y transformación de lo real.” (Lanz Rigoberto, 1977:4-5)
Al grano.
Estamos en el momento de la solicitud de diálogo y rectificación, de denuncias
y acusaciones, de asunción de responsabilidades y sanciones, todo en pleno
desarrollo. Partamos que todo lo que decimos los opositores es cierto. Las
preguntas que nos debemos hacer son: ¿por qué una gran parte de la población,
si nos acogemos a los datos electorales 50% más o menos, no comparte nuestras
opiniones? Y dentro de la misma oposición, ¿Por qué un porcentaje (no sé
precisarlo en cifras), no cree en los liderazgos de los políticos? o ¿por qué
atiende a cualquier llamado de cualquier dirigente que habla o da un discurso
bonito, entusiasta y emotivo aunque no tenga ninguna idea del ejercicio
político, como por ejemplo, esos señores que andan adivinando el futuro, o
cualquier improvisado que diga lo que se quiere oír? ¿Por qué con el esfuerzo
inmenso de los líderes de movimientos sociales, gremios y partidos políticos,
que han logrado capitalizar un gran descontento, no se siente que se avanza?
Todas las
preguntas tienen una multiplicidad de aristas, pero lo idéntico en lo diverso,
es la confianza. No se confía, para seguir usando la metáfora del básquet o de
futbol, no se confía que los jugadores del equipo sepan jugar, no se confía que
jueguen en el mismo equipo ni siquiera… La práctica muestra claramente que
tampoco los jugadores confían entre sí. Eso no es gratuito. Los que están de
espectadores han visto a jugadores que agarran el balón y meten la bola en la
cesta de su mismo equipo, riéndose de todos.
Todos sabemos quiénes han jugado de esa manera. Tal acción genera
desconfianza en el equipo de la
oposición permanetemente: ¿Con quién estoy? ¿Dirá la verdad? ¿Me traicionará?
Igualmente, en el equipo de vencedor. Ríen
de la jugada los del gobierno, pero en su ser, en sus cuerpos, desconfían de
ese jugador. Piensen el jugador no sólo como personalidades, sino partidos
políticos, grupos económicos, medios de comunicación, etc… La desconfianza de
todos contra todos, aunque jueguen en el mismo equipo.
El 11 de abril
de 2002, marcó una profunda ruptura de la confianza. El paro petrolero también
y las lógicas de las trancas de avenidas o guarimbas también. Sobre todo porque
nadie se responsabilizó por tales acciones, aunque en su vida privada sufran
los costos de sus decisiones.
Mi hipótesis es
que nuestros dirigentes, dígase, gremios, dirigentes de base, dirigentes de
partido, personalidades, siguen actuando como si las acciones pasadas son
irrelevantes. No explican sus errores, no explican sus cambios, no explican… y
asumen que toda persona debe entenderlos tarde o temprano. Porque el otro lo
hace tan mal que no hay alternativas.
Este drama, en
menor o mayor medida, es responsabilidad de todos aquellos que hemos tenido
algún tipo de participación pública en la vida del país. Como no quisiera
escribir en abstracto y deseo señalar, a mi juicio, algunos de los errores más
importante de la oposición, considero
que debo señalar, me conozca usted o no, mis errores en este proceso. Permítame,
por favor, el excurso:
En términos
estrictamente teóricos coincido con el Jonatan Alzuru Aponte, cuando evaluó el
11 de abril en junio del 2002. Pueden leer mi artículo publicado en la Revista
SIC N° 645, junio 2002, págs. (260-261) http://gumilla.org/biblioteca/bases/biblo/texto/SIC2002645_260-261.pdf
Sin embargo, mi
práctica, mi obrar, era contrario a lo que decía teóricamente. Por una razón
elemental, yo me transformé en un dirigente político en mi rol de profesor. Peor
aún, me transformé en dirigente estudiantil, siendo doctor, de las Federaciones
de Centros Universitarios del País de las Universidades Autónomas. Los
muchachos que hoy día son diputados y hablan de la generación del 2007, no los
de las privadas, sino de las autónomas, saben perfectamente que ese movimiento
tuvo su origen en el 2002 y se consolidó en el 2003, donde asumí la coordinación
nacional. Ese año publicamos una revista que se titulaba “Tierra de Nadie”,
bajo una organización que se llamó Unión Nacional de Estudiantes (UNE) que los
venezolanos la conocieron masivamente en el 2007, donde estaban la UCV, UC,
LUZ, ULA y UDO. En el segundo número
dedicado al revocatorio, Teodoro Petkoff, en una entrevista señala lo
siguiente: (…) Yo se lo dije a Jonatan Alzuru…Mira
esta es una institución de organizaciones estudiantiles, bueno traten de que nazca
primero. Que tenga su propio perfil, que tengan sus propias características.
Que sea capaz de aglutinar a los estudiantes a partir de la problemática
estudiantil. Pero, si de una vez aparece como partido político, pues no le
auguro porvenir.” (Petkoff, 2003: 11)
No hice nada de
lo que me recomendó Teodoro. Mi error, aún, cuando los estudiantes de aquella
época me vean bien o mal, fue que mis clases y mi intencionalidad era
conducirlos políticamente. La consecuencia de mi acción individual era
contribuir al desastre universitario, transformar ese espacio no en un ámbito
de reflexión plural y diversa, sino en un espacio donde profesores y
estudiantes funcionase como un partido político contra el gobierno y,
discursivamente, pedía pluralidad. Esa era mi mayor contradicción, aún con
buenas intenciones desde mi perspectiva.
Obviamente, esa
práctica reiterada hizo que cuando sucedió los acontecimientos que dieron la
vuelta al mundo del enfrentamiento entre estudiantes, chavistas armados y un
grupo de estudiantes opositores, que quemaron la Escuela de Trabajo Social,
ninguno de los afectos al gobierno podía creer que yo quería mediar en el
conflicto. Por el contrario, me veían como la cabeza, junto a los compañeros
del partido Bandera Roja como los que propiciamos la quema. Mi práctica de años
los conducía a pensar eso. La responsabilidad no era de quiénes me acusaban,
aunque podían o no saber que mi acción real fue mediar. La irresponsabilidad
era mía. Porque mi práctica política era contraria al espíritu de la academia.
Cuando decidí
retirarme de la acción política, tenía por lo menos nueve años, apareciendo en
prensa, televisión y dirigiendo acciones políticas. La consecuencia personal
fue que en mis mejores años de ejercicio académico dentro de la UCV (2008-2011),
donde asesorado por mi maestro Lanz, logré que como Director del Centro de
Investigaciones Postdoctorales CIPOST se mantuviera, entre los invitados e
investigadores el espíritu plural y de reflexión. Al terminar de mi rol, nadie
podía creerme que mi opción era la investigación.
Era comprensible, jamás justificable y de mi
parte absolutamente condenable, que los adversarios políticos, un pequeño grupo
radical afecto al gobierno, me percibieran como un actor político y no como un
profesor universitario. Eso explica para mí, la acción irracional de los
delincuentes que me agredieron y amenazaron de muerte a mi familia. Desde aquél
entonces, me he dedicado a la investigación teórica que es mi campo, para lo
que me formé. Y vuelvo a participar activamente en este escenario. Pero de otra
manera, sin embargo, ayer 27 de febrero de 2014, por ejemplo, volví a cometer
un error llevado por mi pasión, al plantear un estado terrorista y no un estado
con algunas prácticas terroristas.
La consecuencia
de un desliz como ese, es que tiene consecuencias prácticas graves. Porque
aquél que no piensa democráticamente puede usar mis argumentos para fines
contrarios al juego político en democracia que es mi horizonte. Por eso
rápidamente pedí excusas. Pero por mi propia trayectoria en el ámbito
universitario y nacional, genera que el otro dude de mi palabra. Que no tenga
confianza. Es trabajo mío, mostrar, no en discursos, no en escritos, sino en el
día a día, que he cambiado. Para que estudiantes y profesores, que es mi campo
donde ejerzo mis prácticas, puedan relacionarse conmigo y trabajar sin pensar
en otra intención que no sea debatir ideas, investigar… Fin del excurso.
El testimonio
tiene por intención mostrarles a los amigos de la oposición que sus prácticas,
sus decisiones, sus maneras de actuar generan o no confianza que no sólo depende
del otro, sino de las prácticas erradas que se han cometido. Y ese asunto en
una situación de confusión, es un caldo de cultivo para que aquél que detenta
el poder busque todos los medios para generar mayor incertidumbre. La
desconfianza imposibilita el juego democrático.
La consecuencia práctica para la oposición es no poder capitalizar sus
fuerzas, pero para el gobierno es alejarse cada día más del juego democrático y
tener, para mantener el poder, que recurrir a prácticas despóticas. La
intimidación para mantener su fuerza social será su alternativa si profundiza
los rasgos despóticos vistos en estos días.
Hay prácticas
que nos han marcado, señalaré tan solo tres aspectos:
1.- La más
reciente. En las elecciones pasadas quienes acompañamos
la propuesta de la oposición, pensamos que habíamos ganado. Eso se nos
dijo. Tal afirmación supone un problema de
legitimidad política. Sin embargo, la orientación fue que eso sería resuelto
por un canal jurídico. Todos sabemos que lo jurídico es una consecuencia
práctica de acciones políticas y no a la inversa. Sin embargo, no se habló más
del asunto y fuimos a unas elecciones con el mismo CNE… Sin entender demasiado
de qué se trataba el punto. Pero además con un mensaje que era una especie de
referéndum. Tal asunto era una contradicción tanto discursiva como en sus
prácticas. El no explicitar esto no sólo genera desconfianza en la oposición,
sino que cualquiera afecto al gobierno no puede comprender esas acciones y
sumarse, aunque se sienta ahogado por la situación económica.
2.- Es una
realidad fácilmente verificable que en este momento, en Venezuela, carecemos de
medios adecuados para informarnos. Es una verdad que para escuchar una
declaración tenemos que recurrir a páginas de internet o ver canales
extranjeros. Eso es denunciable y condenable. Pero no es menos cierto que una
gran responsabilidad de esas acciones fue provocada porque nuestros medios, a
los cuales desearía volver a tener, volver a disfrutar y, léase bien, lucharía
desde mi espacio para que volvieran, se transformaron en los inicios del 2000
en los dirigentes del movimiento opositor. Eso es como si el narrador deportivo
deje el micrófono, quite al jugador y empiece a jugar o se coloque como
Director técnico del equipo. La
consecuencia práctica de eso es que al ver personalidades de los medios, aunque
en este momento no dirija, ni tengan la influencia de antes, no confíe.
3.- La
participación activa del empresariado no desde la perspectiva de su gremio,
sino como dirigentes políticos en el pasado, trae como consecuencia que quién
hoy sufre las consecuencias del desabastecimiento por el mal manejo de la
economía y la corrupción por parte del gobierno, sienta que no es su
responsabilidad sobre todo a partir del aparato de propaganda del gobierno. Por
lo tanto, ese pueblo no confía. Recordemos que los pobres, en la crisis del
2002, tenían un grito que evidenciaban la confianza en su líder. “Con hambre y
desempleo por Chávez me resteo”
Hoy la situación
socioeconómica es totalmente distinta que en el 2002. Estamos sin horizonte ni brújula en la
económica. El liderazgo de Maduro es verdaderamente endeble, hasta ahora,
porque para gobernar debe concertar con diversos actores que muchos de ellos
fueron sus jefes políticos. No tiene ni
puede tener el liderazgo ni la pericia de Chávez en el ámbito militar, por una
razón muy sencilla, ese era el campo que mejor conocía el fallecido presidente.
Un sector no formado en el juego democrático, sino que era contenido por el
presidente, se ha impuesto en estos días.
Ahora bien, eso
que uno puede percibir o inferir, no dice nada, ni bueno ni malo, para el accionar de la oposición. Esos son los
asuntos que ese equipo intentará resolver. Que puede o no, ser una oportunidad
para que los diversos factores democráticos amalgamen sus fuerzas y las acrecienten.
La jugada del cortoplacismo, aún con toda la gravísima situación de derechos
humanos, generando expectativas en la población es uno de los peores errores
históricos que se puede cometer. Sobre todo, porque la misma oposición
participó, a mi juicio correctamente, en
unas elecciones hace dos meses. Desde la prospectivas del gobierno la provocación
es la mejor jugada, aunque se exceso desproporcionado e incontrolable de sus
funcionario lo está metiendo en un callejón sin salida.
Avanzar en la
oposición en esta circunstancia se circunscribe, desde mi perspectiva, a lograr
la sanción de funcionarios. La destitución de funcionarios, el cambio de las autoridades
de los poderes vencidos, ajustadas estrictamente a la constitución. La
liberación de Simonovis, presos políticos, estudiantes y dirigentes. Ese, a mi
juicio, sería en el corto plazo, un criterio para medir el avance. Las otras peticiones justas, válidas creo yo
que serán a mediano plazo, en el marco constitucional. Aunque es lógico
discutir todos y cada uno de los puntos de la agenda del diálogo. Cualquier
otra salida será un disfrute de dos días, como en aquél abril infortunado.
Jonatan Alzuru
Aponte.
28-02-2014