¿USTED DIJO ELECCIONES?
Jonatan
Alzuru Aponte
1.- ¿Por qué el déspota
entregaría el poder?
1.1.- Si se responde por el
bloqueo. Evaluemos. El jefe del déspota
tiene sesenta años bloqueado en el poder. Y Venezuela es su fuente de riqueza. Ni al amo ni al déspota, le temen a eso;
incluso puede ser una gran referencia para sus aliados.
1.2.- Si se responde, cuentas
bloqueadas. ¿Acaso no tiene una fuente de riqueza legal, el petróleo y la
explotación minera? Y ¿Acaso no tienen
una fuente de riqueza ilegal en el narcotráfico?
1.3.-Si se responde que la
fuerza militar los obligará. Ya lo sabemos. Los militares se burlaron en las
narices de Leopoldo López y Guaidó, principalmente, y de todos los diputados
que posteriormente salieron en su apoyo. Y también de los Estados Unidos, según
sus propias declaraciones.
1.4.- ¿A razón de qué Tarek El
Aissami, por ejemplo, solicitado por narcotráfico en Estados Unidos, entregaría
el poder? ¿Acaso no calcula su extradición y la cárcel de por vida?
2.- ¿Qué fuerza interna
tenemos?
2.1.- Ninguna de las formas de
lucha han dado resultado, hasta ahora. Las últimas concentraciones y marchas
han sido sin objetivo específico.
2.2.- El déspota avanza. Desestructura
el cascarón que sobrevive de las universidades, para desaparecerla como institución,
por ejemplo.
La principal casa de estudio
del país la UCV, legalmente no tiene rectora y seguirán las otras. Esa noticia escandalosa, ni es un susurro en
los medios de comunicación internacional. ¿Dónde está la fuerza que impida los últimos
martillazos para romper del todo el cascarón universitario?
2.3.- La única noticia
relevante sobre la oposición venezolana, en este momento, son los migrantes,
los más pobres, que deambulan en la miseria por América Latina.
2.4.- Internamente la
situación política está igual o peor que en el 2018. Un criterio para evaluar la afirmación es que
por lo menos se encontraban más dirigentes libres o viviendo en Venezuela en
ese año.
3.- ¿Hay condiciones objetivas
o subjetivas para una intervención internacional?
No. Las declaraciones de todos
los aliados han sido sumamente claras, apuestan en su mayoría por una salida
negociada y, de ser electoral, mejor.
4.- ¿Hay que renunciar al
diálogo?
No. La clave está en saber
cuándo levantarse, cuándo volver a sentarse y con qué fuerzas se cuenta para
maximizar nuestros beneficios y disminuir los costos sociales y políticos. Por
cierto, las condiciones electorales es lo mínimo y es un asunto tan obvio que
me da vergüenza argumentarlo, por respeto a los lectores.
5.- ¿Por qué el despotismo no
arresta a Guaidó?
Le demostró que lo puede
hacer, le metió preso a su secretario y a su vicepresidente. Demostró poder.
Está libre porque le beneficia al déspota. ¿Por qué le beneficia? Porque es un
actor político que representa a un poder legal, crecía en legitimidad y con
reconocimiento internacional. Había que vencerlo de forma inteligente. La mejor
jugada del déspota fue la conspiración y luego, que se desgate por sí solo. Desgastado
se vence fácilmente.
El déspota ha jugado políticamente
brillante ¿lo dije bien? ¿Nos duele? Traguemos grueso. Juega internacionalmente
y apuesta a Bachelet, le sale mal la jugada; entonces juega al diálogo
internacional. Su lógica de juego: Terror y negociación.
El déspota, negocia
demostrando su capacidad de daño; de la Asamblea Nacional solo queda el nombre.
Eso es una señal clave de un buen negociador. Le demuestra a su oponente que
tiene poder para dañarlo y acorralarlo. Otra señal de su excelente juego es que se
levanta de la mesa, obviamente, para evaluar su juego. No es debilidad, es
inteligencia. Y negociará cuando tenga calculada sus jugadas con la mayor
probabilidad de éxito; de lo contrario, no acordará nada. Porque el oponente, es
decir, nosotros, no tenemos la capacidad social construida para obligarlo a nada.
6.- Al poderoso se le facilita
su juego, porque la oposición, de todos los colores, está en una guerra de
todos contra todos.
7.- Necesitamos que algún
líder, bien sea Guaidó por la posición que tiene o cualquier otro realice un
salto cualitativo y se transforme en un estadista que amalgame a la mayoría con
un discurso coherente con su práctica, por lo menos hasta lograr salir del
despotismo.
Pensemos en Caldera II, el padre
de la derecha democrática venezolana. Un anciano que estaba prácticamente desahuciado
de la escena política. Olfateó el momento en la diatriba sobre el golpe de
estado de Chávez y en veinte minutos, con un discurso acertado, captó el sentir
de un pueblo, roturó el bipartidismo, se alió con sus adversarios históricos y
ganó la presidencia. Una jugada de ese nivel o de un nivel de más alto vuelo
político, es lo que se necesita actualmente, para poder negociar y ganarle al
déspota.
Jugar al comeflorismo
democrático es un suicidio colectivo;
cuando el opuesto es un déspota articulado con capos.