martes, 20 de noviembre de 2018

RÉQUIEM PARA ÁLVARO MÁRQUEZ FERNÁNDEZ


Hoy el catatumbo atardecerá afónico. La tambora y el furruco de la gaita, se hicieron uno con el llanto al pie de la Chinita, hermosa virgen de rostro indígena zuliano quien te recibe en su seno querido, admirado y amado Álvaro Márquez Fernández.
¿Cómo se despide a un amigo en la distancia? ¿Qué decirles a los otros quién eras para mí? Tu extraordinario intelectual, el emérito de la Universidad del Zulia; el editor por excelencia, el articulador de proyectos internacionales… ¡Cuántas revistas, artículos y libros pasaron por tus manos!... Tú el hombre que los intelectuales mexicanos, reconociendo tu agudo pensamiento, recién escribieron un libro-homenaje que quizás no lograste verlo impreso.
¿Recuerdas? Te solía bromear diciéndote que te parecías a Ernesto Cardenal… no solo por lo plateado de tu cabellera y tu barba; también por la profunda espiritualidad enraizada en los clamores del pueblo que profesabas. Quizás pocos conocieron esa faceta tuya. Pero una pista traslúcida es que en la directiva de esa prestigiosa revista latinoamericana que fundaste y dirigiste sistemáticamente, Utopía y praxis Latinoamericana,  con una gama de pensadores invitados nacionales e internacionales envidiable para cualquier organismo de divulgación intelectual, tenías a Leonardo Boff.
Sí, méritos, historia y trayectoria del filósofo que se ocupaba de los niños, de hacer congresos, seminarios para discutir, acordar pedagogías de cómo enseñarle a los niños y niñas cómo pensar por sí mismo, hay en demasía que decir. Pero hoy quiero recordar al amigo….
Al hombre que cuando supo que yo había cruzado la frontera, se embarcó en un avión para cruzar de palmo a palmo Colombia, solo para recibirme, para darme ánimo, para compartir su salario, para entusiasmarme. ¿Cómo no recordar el gesto que hiciste en una universidad colombiana a la que te invitaron a participar?  Dijiste, si no aceptan a Jonatan que no tiene papeles, pues yo no participo. ¿Cómo se agradece ese gesto?
¿Cómo no recordar la gran cantidad de eventos, congresos, seminarios, simposios en los que compartimos? ¿Cómo olvidar tu apoyo cuando asumí la dirección del CIPOST y pusiste a mi disposición todos tus contactos, toda tu pericia editorial, toda tu experiencia?
No pudiste venir a Valdivia en septiembre… como siempre, venías a apoyarme; ofreciendo tu pericia a la Universidad Austral de Chile en materia editorial. Recién conversamos, ¿lo recuerdas? hace días, cuadrando tu venida para marzo; pero tu corazón, quizás de tanto dolor de patria; tanto dolor por esta colectiva fractura familiar involuntaria, por las condiciones económicas de existencia; quizás por tanto dolor de apuestas colectivas lanzadas al estiércol, que tu corazón no resistió más.
Es curioso, Álvaro, este libro colectivo que hemos estado fraguando entre Venezuela y Chile, tiene ahora dos escritos que se publicarán póstumos.  El tuyo y el de Felipe Herrera. Dile a Felipe, querido Álvaro que buscaré todos los medios, lo indecible para que ese libro que es de todos y de nadie, se publique de forma bella, hermosa… será el esfuerzo más grande que haré querido amigo…porque será tenerte allí como decías tú, bendito entre los diversos… será un homenaje a un gran artista chileno Guillermo Deisler; pero también será un extraordinario e infinito homenaje a dos venezolanos de talla internacional, Felipe y tú. ¿Recuerdas lo que me dijiste de Felipe? “Jonatan qué bello que tenemos la dicha de tener el último suspiro del artista” Ahora, con lágrimas en los ojos digo: qué bello que tenemos el último suspiro del pensador.
Por favor, saluda a los amigos, a Rigoberto Lanz, a Miguel Ron Pedrique, invita a Felipe a tomarse una cerveza, de pronto cuela en esa fiesta a Foucault, a Deleuze… yo quiero estar también… por qué no… si el Reino de los Cielos, el Olimpo, está en cada corazón que te recuerda, en cada respirar de las mañanas, en cada atardecer y en cada aurora.
Querido amigo, infinito amigo, aquí coloco una foto… ¿La recuerdas? En la esquina de azul está Zulay, tu compañera de travesía en este tiempo quien llora tu partida, desconsoladamente como todos nosotros…  a ella mi abrazo quiero darle… y decirle: allí está el maestro Álvaro con la segunda generación del CIPOST, los chamos estás entre Zulay y el querido gordito José Colmenares; Yamarilis Quevedo, en esa oportunidad fue nuestra anfitriona junto a Luis Vivanco el que está en la otra esquina. Luego Rafael Hurtado, Luis Alberto Bracho y yo… Allí estábamos en tu tierra… Celebrando un seminario como siempre. Así quiero recordarte… con tu fino humor y tu sonrisa presta…
Se te quiere querido Álvaro, nos vemos acá en Valdivia… y en el bautizo del libro colectivo, por favor, no faltes.
Siempre Jonatan Alzuru Aponte.

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