jueves, 20 de marzo de 2014

CRISIS O GUERRA

CUANDO A LA CRISIS LE LLAMAN GUERRA
La mejor manera de defenderse es no hacerse igual a ellos.” (Marco Aurelio, Meditaciones, 6.6)
Cuando a la crisis política, económica o social, es abordada con el lenguaje bélico, se configura no sólo una manera de hablar y pensar, sino, y quizás sobre todo, una manera de actuar en el espacio público. El lenguaje del gobierno asume cualquier evento político como una guerra. Un acto cívico como las elecciones la han abordado como unas batallas, con batallones electorales, Unidades de batalla, etc.
El caso económico es verdaderamente espeluznante. El gobierno de Maduro abordó la profunda crisis económica generada por la incompetencia, ineficiencia, ineficacia y una abismal corrupción por parte de la boliburguesía como si estaba luchando contra unos enemigos acérrimos del pueblo, como una guerra.  Cualquier persona, intelectual o no, del signo  político que sea, de la asunción ideológica que sea, tendría que preguntarse lo siguiente: ¿Cómo fue posible que Venezuela teniendo los ingresos económicos más grandes de toda la historia Venezolana en esta década, teniendo a su cargo, el control absoluto de una de las empresas trasnacionales más importante del mundo como PDVSA, teniendo en sus manos la propiedad de más del 50% del aparato productivo agropecuario, con una red de distribución mayor que cualquier empresa privada, se transforma en uno de los estados menos productivos de la región, donde el 80% de sus alimentos son importados y se endeuda, exponencialmente, con potencias extranjeras como China?
Me permito citar un artículo, de una página web afecta al gobierno, Aporrea, donde el articulista hace un resumen por décadas, desde la caída de la dictadura de Pérez Jiménez hasta el período actual del costo del barril de petróleos donde se evidencia, muy claramente, que en está década hemos tenido una bonanza económica exorbitante como nunca en nuestra historia, con paro petrolero inclusive. Valga la cita:
“El caso Venezuela. En la década de 1960, el precio promedio del barril de la cesta petrolera venezolana fue de tan sólo US$ 1,94, con un mínimo de 1,69 y máximo de 2,10; en la década de 1970, promedio 8,35 US$/b, con mínimo de 1,76 y máximo de 16,30; en la de 1980, promedió 21,00 US$/b, con mínimo de 11,52 US$ el barril y máximo de 29,40 en 1981; en la década de 1990, promedió US$ 14,67 el barril, con mínimo de 10,60 US$ el barril en 1998 (la apoteosis de la apertura petrolera y de la gestión de L. Giusti) y máximo de 19,20 US$ el barril en 1990; y desde el año 2000 hasta 2011 el promedio alcanzó los US$ 64,65, con un piso de 20,18 en el año 2000 y techo de 101,08 US$ en 2011.”
(Prieto Oberto, 2012, http://www.aporrea.org/energia/a140584.html, revisada 20/03/2014)
El articulista fue generoso, porque en el 2008, llegó al pico más alto 147, 5 $ por barril. En términos de tierras, el gobierno, a través de la expropiación, acumuló 3 millones de hectáreas, de ellas, un 70% eran fincas productivas, agropecuarias. El Ejecutivo maneja 8 plantas procesadoras de leche y 11 procesadoras de carne ¬incluyendo salas de matanza, frigoríficos, además de fincas ganaderas¬. También controla el 75% del mercado del café con 5 torrefactoras. De estas, 4 fueron expropiadas ¬Fama de América, Café Madrid, Cafea y Café Familia¬ y Café Venezuela. El Gobierno tiene a su cargo la Corporación Venezolana de Aceites y Grasas para controlar las 4 empresas del área Indugram, Diana, Palmeras Diana del Lago y la Fina. Tiene 9 procesadoras de harina de maíz precocida. Maneja, como mínimo, 3 plantas procesadoras de salsa de tomate. Maneja el 40% del mercado del arroz, teniendo 11 de los principales molinos existentes en Venezuela.  Maneja más del 50% del mercado de la azúcar, teniendo a su cargo 9 de los principales molinos que existen en el país.  El Gobierno expropió y la tiene a su cargo, a una de las empresas más grandes en Venezuela de producción y distribución de papel cuyo nombre actual es INVEPAL S.A. El gobierno expropió la empresa más grande que existía en Venezuela de producción de tecnología y agroquímicos para la producción agropecuaria, Agroisleña, teniendo 8 silos y 60 sucursales en el país, que tenía cerca 70% del mercado nacional en ese rubro. Tiene a su cargo 6 hipermercados que fueron expropiados a la red comercial ÉXITO, 35 supermercados que fueron expropiado a la cadena CADA y una extensa red de abastos, comercios, de MERCAL y PDVAL, cercana al 50%, en su distribución, en todas las zonas de clase media baja y en zonas populares del país. Entre el 2005 y el 2010, pasaron del sector privado a manos del estado alrededor de 200 empresas productivas. Aunado a todo lo anterior, la ventaja competitiva del gobierno, para con el empresariado, es que controla las divisas, tiene un control de cambio y un control de precio.
Ningún sector empresarial, en la Venezuela actual, en materia agropecuaria, podría competir, ni siquiera en una lógica de mercado neoliberal, mucho menos con el sistema económico actual con una corporación empresarial gigantesca como la del estado, teniendo como caja chica a PDVSA. ¿Cuál economista comunista, socialista, progresista del mundo, en términos estrictamente económicos, podría justificar esto? ¿Quién ha atentado contra los más pobres que se sentían felices porque ahora la producción y distribución de los alimentos serían sin la carga especuladora de la empresa privada? Para usar el lenguaje del gobierno tendríamos que preguntarnos: ¿Quién ha disparado contra la barriga del pueblo?
Cuando uso el vocablo pueblo me refiero a los que sentían, en sus casas, a finales de los ochenta y los noventa el rigor de una economía neoliberal. Ese mismo pueblo siempre usado por el poder, ahora obnubilado por un discurso donde supuestamente son protagónico y participativos, está en igual o peor situación que antaño, en este ámbito, con la diferencia que ahora el monopolio de la producción está en manos de la boliburguesía corrupta, incapaz e ineficiente.
Maduro en la actualidad es el jefe de ese emporio que es por vía de decreto de todos los venezolanos y para ocultar el desastre, la corrupción y la ineficiencia abismal de sus gerentes de pacotilla, le es fácil inventarse un gran enemigo. Una pelea titánica contra un fantasma, su propia sombra. La crisis económica la trabajó en clave de guerra.
CRISIS POLÍTICA, TIPS DIVERSOS
La crisis económica, profundiza la crisis política del gobierno. Pero como su lenguaje bélico los ha configurado como estilo y forma para dialogar en el espacio público, entonces, la crisis política se configura, desde su perspectiva, en una guerra política. Por eso las manifestaciones que han surgido en estos días, como la ha tenido Brasil, Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia, México, Perú, Paraguay, entre otros, es confrontada en clave de guerra, por eso envió aviones para el Táchira, por eso disparan a la vista de todos contra los civiles, por eso hacen un excesivo despliegue de la fuerza militar frente a una guarimba, donde el sentido común, incluso en situaciones de máxima conflictividad, saben que es una confrontación profundamente asimétrica y desproporcionada.
No conforme con ello, el lenguaje de amedrentamiento por parte tanto del presidente de la república como el de la asamblea nacional, generan en los sectores populares, que no han comprendido el nivel de estafa entre discurso y práctica de sus gobernantes, que se sientan vulnerados en las conquistas reales, en el ámbito político y social, a través de las misiones hasta el 2011, que se sientan llamados a defenderse como lo hacen cotidianamente en el barrio y, los más pobres, entonces, avalen, en este momento, que aquellos quienes lo agreden permanentemente se transformen en sus aliados, dígase, los delincuentes.
Las bandas armadas de civiles que han actuado, en su mayoría, no se muestran como grupos organizados, sino como grupos que resienten lo que sucede y consideran que la alternativa para apoyar al gobierno, es mostrar su violencia y resentimiento social contra todo aquél que sea percibido como un enemigo en una situación de guerra, otros grupos muy pequeños también se nota que están organizados.  Ambos sectores al actuar, bajo la mirada cómplice de la Guardia Nacional, sienten que están haciendo patria, en una unión cívico-militar, contra los enemigos de su clase social.
Aunado a lo anterior, los más pobres, todavía no se siente representado por el liderazgo político que legítimamente, dirige la protesta de oposición, porque los perciben como representantes de una clase social responsable de todos los padecimientos económicos y sociales de su sector. Aun cuando racionalmente el gobierno, tiene la cantidad de años, de tres períodos constitucionales de antaño y que legítimamente desde los sesenta hasta finales de los noventa, se le exigía a los gobiernos de turno resolver en cinco años los problemas estructurales del país, aun cuando el mayor emporio empresarial es el gobierno,  aun así, por la estructura mediática discursiva del gobierno, los más pobres no logran, todavía, percibir con propiedad lo que sucede. Y, en una situación de guerra, probablemente, se transformen en aliados de sus explotadores actuales.
Otro elemento no menos importante es la actuación de la dirigencia política en las elecciones reciente, el canto de fraude y luego una práctica de legitimización del gobierno, casi de manera simultánea, al acudir todos los sectores desde los más radicales de la oposición hasta los más light, genera en la clase media alta y baja, una desconfianza en sus dirigentes políticos. Más aún, cuando existen dirigentes que de manera descarada han jugado con su voto, como fue en antaño Arias Cárdenas y de la misma manera, despreciables, como William Ojeda.
Un factor adicional de falta de orientación política es el saber canalizar las formas de lucha sin ambigüedad. En política no se trata de aceptar el criterio del poderoso de cómo y de qué manera canalizar las protestas. Se trata de asumir las protestas pensando en la forma más útil (no es un asunto moral, buena o mala, sino de utilidad, insisto) para alcanzar objetivos precisos y concretos. Esta debilidad de la dirigencia política en orientar cómo realizar la protesta, cómo iniciarla y saber cuándo debe pararse o, cuándo debe cambiarse por otra forma, siempre asumiéndola, sin ambigüedad, ha sido el caldo de cultivo para que irresponsables (o actores que actúen con fines propios) orienten por las vías de las redes sociales o en un liderazgo circunstancial en medio de la protesta de calle, formas que terminan revirtiéndose contra las comunidades.
En las redes sociales que es un ámbito de lo público, hay páginas web, como Dólar Today, que usan información verídica mezclada con información falsa o con información extraída de otras épocas o de otros países. Personalmente he contado no menos de quince informaciones inadecuadas en el sentido expuesto. Justamente, sea por la razón que sea, ese tipo de páginas está jugando a favor del gobierno en la medida que deslegitima la protesta y maximiza el estado de ánimo violento de la población que la visita. En la actualidad es responsabilidad de la dirigencia política ocuparse, fuertemente de la orientación, democrática de las forma de lucha en todos los ámbitos de lo público.
En los dos últimos días el gobierno ha maximizado su lógica y práctica de la guerra. La lógica de guerra se caracteriza por responder a la pregunta: ¿Cómo en el menor tiempo posible desarticulo y anulo al enemigo? Para ello han usado gran parte de sus armas, hasta ahora, de manera simultánea, encarcelamiento a los alcaldes, allanamiento de inmunidad parlamentaria, represión selectiva a poblaciones del país como Rubio, por ejemplo, bandas atacando a sus estudiantes vejándolos, como fue el grupo armado que entró, el día de ayer,  a la Facultad de Arquitectura de la UCV, golpeando y desnudando a los estudiantes., etc..
En esta complejidad, conociendo, perfectamente las debilidades que se tienen, sin perder tiempo en desear a otros dirigentes y otro país, sino con criterio de realidad práctica, asumiendo a los que tenemos, se debe actuar en lo inmediato para confrontar de manera pacífica y en el terreno político al gobierno.  Maximizar el tipo de protestas pacíficas creativas, diversas, distintas y generalizadas, es una condición necesaria de la lucha.
Se debe trabajar desde ya, para no caer en la lógica de la guerra, escenarios políticos donde se obligue al gobierno a la actuación constitucional y la dirigencia permanezca en ella sin moverse de ese marco ni un ápice. Al respecto es muy importante por parte de la oposición asistir a la OEA, pero igual o más importante, es asistir a la mesa de negociación con la presencia de UNASUR y la Iglesia, donde no se trate de un diálogo de catarsis, abierto y estéril, sino que se establezcan los puntos de la agenda a discutir, incluso, que se discuta las condiciones para asistir o no, a la construcción de una agenda para resolución del conflicto. Con información permanente a toda la población si excepciones. Simultáneamente, se tendría que mandar un mensaje enfático a las fuerzas armadas, para indicarles que los problemas políticos lo resolverá la sociedad civil.
Al gobierno de Maduro le interesa, le conviene, un levantamiento militar aunque sea pequeño, porque eso amalgama a su sectores desanimados, que sienten traicionados porque no pudo mantener el legado de Chávez y, de manera simultánea, legitima todas sus arbitrariedades en los últimos días en el marco internacional. Derrotando, aparentemente, de esta manera, la verdadera crisis económica y política que padece.  
El peor escenario para el pueblo venezolano es enfrentar esta guerra light, pero dura en el sentir y en el alma del pueblo, que ha iniciado el gobierno contra la sociedad civil, a través de una lucha violenta. El mayor esfuerzo en todo sentido es plantarse duramente, para no dejar que el gobierno nos conduzca al escenario donde él se siente capaz, que es el ámbito de la lógica de la guerra.
La mejor manera de defenderse es no hacerse igual a ellos.” (Marco Aurelio, Meditaciones, 6.6)

Jonatan Alzuru Aponte
Jueves 20 de marzo de 2014

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