domingo, 30 de marzo de 2014

CARTA A RICARDO SÁNCHEZ

Carta al Diputado Ricardo Sánchez:
o se trata de una excusa para divagar sobre la cultura política
“La incertidumbre nos pone a caminar, en ocasiones súbitamente, sobre la cuerda suspendida en el vacío y el filo de la navaja” (Armando Rojas Guardia, El Principio de Incertidumbre)
La misiva está compuesta en dos grandes bloques. La primera es mi reflexión general sobre la cultura política y la segunda, más breve, sobre asuntos prácticos donde urge tomar posturas y actuar en consecuencia.
Hola Ricardo. ¿Cómo andas? Decidí escribirte. Es cierto, en un par de oportunidades te he nombrado en mis escritos, que se han transformado en una especie de diario político. Pero ahora quiero hacerlo directo. Te escribo una carta larga porque no tengo tiempo de escribir una carta corta” (Cartas Provinciales, Blaise Pascal). Expresión que utilizó, de manera similar, Marx para con su amigo Engels y que me viene al pelo en la circunstancia actual.
Quiero decirte –seguramente lo sabes, pero igual te lo escribo- que hay momentos en la historia de un país, donde la coyuntura pasa por las manos de algunas personas específicas. Y la grandeza personal y colectiva depende de las pequeñas pero contundentes acciones de aquellos, que tienen conciencia que la historia la tienen en sus manos, y son capaces de levantarse sobre sus hombros y  caminar, para arrastrar con sus ojos y el furor de su aliento las transformaciones que un país requiere en una circunstancia específica. ¿Sabes? Yo no creo que la transformación de un país dependa sólo y exclusivamente de quien gobierna. A veces, quien gobierna es un mal accidente y nada más. Ojalá todo se redujera al gobernante. La cosa fuese como más fácil.
Las transformaciones de un país se configuran, lenta o rápidamente, a partir de las decisiones personales y colectivas que generan cambios institucionales. Esas instituciones sociales generan mayor o menor arbitrariedad de los ciudadanos dependiendo de las formas y maneras de discernir e interpretar los hechos, los asuntos públicos. Siendo esas instituciones sociales el espacio donde las diferencias se procesan. Mientras más despersonalizadas, menos atadas a la voluntad de una persona o de un grupo de personas, y cada vez más regida por las normas acordadas o escritas, más fuerza institucional cobra ese espacio para generar o impulsar horizontes morales dentro de la sociedad.
Las instituciones sociales se transforman en instituciones morales, cuando por el efecto de sus decisiones minimizan la arbitrariedad de los ciudadanos, porque sus decisiones generan beneficios colectivos, porque se concibe a la institución como un ámbito de puja político-jurídica, donde se confrontan, en cada decisión, visiones, intereses, pasiones, pero que finalmente procesan los disensos.
Cuando los disensos son procesado lo mejor posible, articulando los puntos coincidentes, estableciendo consensos, explicitando las fronteras de los desacuerdos, publicitando de la mejor forma las estructuras normativas a las que se apelan para decidir sobre los puntos de disenso, etc… las decisiones son tomadas por los afectados, que tienen distintos y opuestos intereses, como la decisiones más justas posibles, dentro de las circunstancias polémicas en la que surgen. Donde el sentido de justicia se configura no por un deber ser, sino a partir de las prácticas, de las actuaciones de las instituciones en la resolución de los conflictos sociales. Comprendiendo que el conflicto es constitutivo de las relaciones intersubjetivas, teniendo siempre como límites, la muerte simbólica o real del otro.
El vocablo paz no es ausencia de conflictividad en el orden sociopolítico, sino procesamiento de la diferencia a través de espacios institucionales de reconocido horizonte moral. Reconocimiento, expresado una vez más, que no se genera por un acto de fe en la norma constitucional o en la ley, sino por las prácticas cotidianas de  las instituciones que se reflejan, se manifiestan en cada toma de decisión. Las instituciones morales no se reducen a lo que en Venezuela se llama Poder Moral, más bien, son todas las instituciones sociales que van produciendo horizontes morales en la sociedad. Obviamente, las fundamentales, las bases morales en el sentido expuesto son las que configuran el  Poder Moral, pero también el parlamento, la universidad, etc.
Yo no sé cómo entiendes tú el orden social y cómo piensa tú las transformaciones sociales. Yo lo pienso como te lo describí, grosso modo. Ahora bien, ese horizonte de transformación nunca se posterga. No hay que esperar un mañana para iniciar el cambio, justamente, porque el futuro es incierto, impredecible. Una de las calamidades que vivo en la Venezuela actual es que pensamos postergándonos. Desde hace unos cuantos años en mis clases inicié una batalla contra esa falta de pensamiento que implica la postergación. Pensando en un mañana esplendoroso, cavamos nuestra tumba en el presente.
La falta de pensamiento se manifiesta en expresiones como las siguientes: “Mañana, cuando cambie  el gobierno…” “Mañana volveremos a…” “Mañana seremos…” Ese problema de pensar en un mañana, mientras se hunde el presente, es una falta de entrenamiento en el pensar. No basta saber cuál es el estado que se desea, sino cómo en el presente se asumen los medios adecuados para ir construyéndolo en el día a día, en el hoy. Aristóteles en el libro séptimo de la  Política, en su inicio, afirma que no basta saber que conviene a un Estado, solamente, más fundamental era conocer, discernir, el medio para alcanzar lo que parece conveniente. Ese discernimiento no es una teoría, sino un ejercicio práctico en lo cotidiano. La calamidad de nuestro presente es la ausencia de discernimiento para elegir lo conveniente, para caminar en las transformaciones estructurales económicas, sociales política, pero con seguridad éticas que necesitamos. Cuando uso el vocablo ética no me refiero a un manual del debe ser, sino a las formas de ser, a las valoraciones que se configuran por los hábitos, las costumbres, que generan unos modos de relación difusamente compartido, el ethos de un pueblo.
Lo expresado, para nuestra Venezuela actual, no sólo se refiere a las formas de confrontar al gobierno. Es una reflexión genérica. Sin embargo, mi mirada está focalizada sobre todo, en las formas cómo los dirigentes de oposición se comportan con sus aliados, cómo construyen los acuerdos, cómo y cuándo manifiestan sus desacuerdos. Cuándo y de qué manera recomponen los acuerdos. Hasta ahora nuestros políticos –esto no va sólo contigo, sino con todos y cuando digo todos, son todos- con una falta de formación o de conciencia extrema, han realizado prácticas, toma de decisiones que afectan a un sector, a una comunidad o a todos, pensando que todos somos ignorantes, que la población no merece explicaciones. Construyen  o rompen acuerdos, en la capilla, tras bastidores y actúan con una profunda falta de respeto a la población, irrespetan a quienes los seguimos. El vacío explicativo es proporcional a la multiplicidad de errores en el ámbito práctico que hemos tenido durante quince años.
Es natural, por ejemplo, que exista disenso en la Mesa de la Unidad, lo que no es natural ni lógico que no lo expliquen a la ciudadanía. La unidad política en una sociedad, mínimamente transparente, no trata de juramentos, de manos en el corazón y de petición a no traiciones. Se trata de establecer unos acuerdos mínimos y cuando se rompen los acuerdos se explicitan la rupturas, la razones y se comprenderá o no, dichos argumentos, por parte de la población, pero los que rompieron actúan responsablemente con sus decisiones y con su público. Será responsabilidad del público, de quienes opinamos, de quienes seguimos interpelarlos o no, solidarizarse o no, con la ruptura o con el nuevo consenso.
Esos ritos religiosos, de juramento y traición, expresado como formas políticas han dañado profundamente la subjetividad de todos y cada uno de nosotros. Nuestra dirigencia en una perversión que deviene desde las dos últimas décadas del siglo veinte no discuten en el espacio público sus decisiones. Asumen que sólo por oponerse o sólo por apoyarlos, la ciudadanía debe hacer lo que la dirigencia quiere. Es hora de detener esa lógica. Porque la situación política, social y económica está gravísima, pero además tiende a estar peor. Siempre se puede estar peor. Recuerdo que desde la época de Carlos Andrés Pérez la intelectualidad, políticos y los jóvenes de aquella época pensábamos que no se podía estar peor, que quizás cualquier cosa era mejor de lo que se tenía y así llegamos a esto e ingenuamente ahora, algunos piensa que salir de cualquier manera y apostar a cualquier cosa siempre es mejor... Tenemos ejemplos de sobra, tanto en conflictividad política, como en situaciones económicas de muchos países que están peor, muchísimo peor que Venezuela, podemos asumir ese horizonte o, por el contrario, se apuesta a un horizonte distinto, pero se trabaja con seriedad en el cómo caminar…
 La discusión pública requiere, obviamente, desde la perspectiva de la oposición, expresar los desacuerdos con el gobierno, como también, cómo y en qué sentido se están configurando los acuerdos para oponerse. Porque estamos en una profunda crisis política, más honda, más oceánica que la económica, es necesaria la discusión pública, es necesario que los políticos ejerzan su rol y expresen, en todos los sentidos sus miradas de comprensión del orden social y político, pero quizás sobre todo, cómo se construye en lo inmediato decisiones para caminar hacia una vía distinta.
Un discurso político en la actualidad no tiene sentido limitarlo a  lo obvio, que hay polarización, que hay escasez, que el gobierno es inepto, ineficiente y corrupto, que ha violado los derechos humanos, que no garantiza el derecho a la vida, que ha violado el debido proceso, etc… Ni siquiera es necesario un gran discurso del cómo será la Venezuela del futuro, ¿podría elaborarse un pequeño discurso con sentido práctico para explicar cómo organizarnos, con cuál objetivo, cómo serán las formas de lucha? ¿Hasta dónde se presiona? ¿Cuáles son los límites de los acuerdos? ¿Cuáles son los puntos innegociables? ¿Por qué esos y no otros? ¿Con quién está caminando esa dirigencia y con quién no…? ¿Alguien tendrá la responsabilidad de evaluar cómo va la lucha y cómo se redimensiona? Eso no es un asunto del mañana. Se trata de tomar decisiones desde ya. Hay que discernir, hay pensar. ¡Basta de la política de encuesta, de libritos y de recetarios!... Basta de una política sin evaluación. Basta de una política de jefaturas. Porque estamos en una profundísima crisis y las expectativas, independientemente de cualquier solución, son bajas, porque el país no empezará a caminar de manera luminosa a la vuelta de la esquina, entonces, con más razón se hace esencial una discusión política hacia dónde vamos y cómo vamos. Con parresia, dígase, con valentía y prudencia para expresar lo que se cree con verdad.  Sin engaños.
Hay que detener esa réplica de la cultura militarista en el ámbito civil. Dirigentes que no gobiernan, sino se comportan como jefes. No es nuevo eso en Venezuela. No es responsabilidad ni de Chávez ni de los chavistas. Es un rizoma cultural que nos constituye. Leyendo a un extraordinario poeta –por cierto Ricardo, para ser buen político hay que leer. La poesía le da rigurosidad al pensamiento, porque ella se transforma en una caja de resonancia donde el cuerpo manifiesta sus ausencias y abundancias, perfila el oído y le da sonoridad al silencio, mientras comprime el llanto a la sequedad fresca de una metáfora, de una palabra en víspera. También hay que leer ensayos políticos de nuestros grandes pensadores, antiguos y contemporáneos- Te decía que leyendo a un poeta;  a un extraordinario poeta venezolano Rafael Castillo Zapata, leyendo su diario, me encontré en su 7 de diciembre, una cita de nuestro gran Rómulo Gallegos que dibuja, arquetípicamente, la pasta constitutiva con la que estamos hecho los venezolanos. 
Son unas palabras escritas a un año del derrocamiento de su gobierno que las coloca Castillo Zapata con el tino preciso, para recordarnos cómo somos y por qué estamos dónde estamos… Dice Gallegos: “No me hago ilusiones de pronto regreso a Venezuela, porque estoy seguro de que allí mucha gente, pero mucha, de plácemes con el orden imperantes, muy dentro  de los hábitos de un país acostumbrado al sometimiento a jefes, que no gobiernen, que es conducir y dirigir, sino manden, que es imponer voluntad autoritaria” (Gallegos, 4/11/49 citado por Castillo Zapata, 2013: 268)
Lo que señala Gallegos es que nuestro ethos, nuestros hábitos y costumbres, donde se afincan nuestras valoraciones, esa manera de experimentar la vida cotidiana, está configurada desde una lógica autoritaria. El jefe es quien manda. Al jefe no se le puede llevar la contraria, el jefe es quien decide el camino. Al jefe hay que justificarle, como sea, los errores. Como hay varios jefes y se quiere unidad, a los jefes no se le dice nada. La cultura de la jefatura en política se configura desde los movimientos estudiantiles, se consolida y se reproduce como un virus en todo el orden sociopolítico.
Ya está bueno que nos manden. Ya está bueno de voluntad autoritaria sea del ignorante con charreteras o del ilustrado con perfumes de Chanel, sea por la buena voluntad de la mujer o por la inocencia del estudiante. Ya está bueno que nos manden. El gobierno no se inicia cuando se tiene la posición de alcalde, diputado o presidente. Es una experiencia que se inicia en el ámbito público desde las organizaciones estudiantiles.
El gobierno, no la jefatura, en el ámbito público es expresión del gobierno de sí mismo y quien se gobierna conoce que es falible y porque es falible su oreja se abre como una compuerta a las críticas, a las miradas de los otros y su abanico, cualitativamente, lo expande cuando inserta la diferencia en su propia mirada.
Ricardo la gravedad de lo que sucede en gran parte es responsabilidad de los que estamos en la acera del frente al gobierno. Sería muy fácil excusarse. Es necesario repensar cada quien sus prácticas. La prepotencia militarista está incubada en los tuétanos de nuestra sociedad, desde el portero hasta el presidente. Esta crisis económica, política, profundamente ética, es una extraordinaria oportunidad para que nos repensemos como pueblo.
Que los políticos, los dirigentes entiendan que somos mayores de edad y que la foticos unidos y sonrientes. no dice nada. Es ridícula. Al parecer todavía tienen pánico, miedo, de sentarse en una entrevista y expresar con pertinencia, con altura, sin ofensas pero con precisión por qué y en dónde hay diferencias. Por el contrario, si conocemos las diferencias y pensamos las diferencias es posible encontrar puntos de coincidencia. La política como secta, como buró, como acuerdo cupular ya no tiene sentido, en la práctica ha fracasado.
Ricardo ¿sabe porque es urgente cambiar las maneras de pensar? porque nos estamos habituando a que la práctica política sea violenta, implique la muerte de los ciudadanos. Hoy pensaba en lo grave para nuestra sociedad de habituarnos a la violencia política. Recuerdo la entrevista de Luis Chataing diciendo que no era momento para risas a dos días del 12 de febrero, pero han pasado más de cuarenta día y muchos piensas que es bueno la risa y más medio país se normaliza, vuelven los chistes con el columpio de la baba incorporada, vuelven rutinas, una marcha tras otra, mientras otros están dando la vida en una lucha fratricida, otros inician protestas creativas pero aisladas, mientras el poder se sigue burlando, olímpicamente, de las instituciones, de los acuerdos, haciendo parapetos de investigaciones de Derechos Humanos, siguen en una vomitiva practica mediática… Pero al parecer, la rutinización de la vida cotidiana se impone. Increíble pero cierto…
No se puede ser tan ignorante y tan hábil en el poder al mismo tiempo, pero ha sido así. ¿Dónde reside el problema? ¿En la capacidad del ignorante militar con poder o en aquellos que nos sentimos capaces e ilustrados, pero seguimo tropezando con la misma piedra? ¿Acaso no será conveniente, por un minuto, revisar nuestras prácticas? Ricardo te escribo a ti en específico, pero eres mi excusa para hablarles a todos. Para hablarme a mí mismo incluso, porque el rigor arranca en uno. Tallarnos de manera distinta no es una exigencia a otro, arranca por nuevas prácticas en uno mismo.  
Es necesario y urgente nuevas prácticas en la discusión política. ¡Coño! La muerte como mínimo nos debe llamar la atención, no para darnos golpes de pecho, sino para escucharnos. Y no me refiero a quienes están en el poder, aludo a los que estamos en la oposición. No para pensar idénticos, sino para acordar en la práctica, en el espacio público, formas y maneras de actuar.
Ricardo, es claro, por ejemplo, que Leopoldo López y María Corina tienen una mirada distinta de cómo enfrentar la situación a Henríque Capriles.  Ya lo del pasado no tiene sentido porque todos legitimaron las elecciones y todos asistieron al acto electoral (cosa que me parece correcta y la valoro como positiva), por lo tanto, aunque les duela la garganta deben reconocer que este gobierno es legal y es legítimo en su origen.Entonces, esa diferencia no debería ser diferencia.Sería ridículo quedarse en eso.
Ahora bien, es claro y evidente, también, que a partir del 12 de febrero el gobierno inició un conjunto de prácticas violatorias de los derechos humanos, violatorias de los derechos civiles y políticos. Luego ha maximizado esas prácticas con relación a destitución por la vía jurídica a personas que son representantes electos…. Entonces, en el hoy, ¿dónde residirá la diferencia? Necesariamente hay que construir acuerdos a partir del hoy… Cómo se enrumba la lucha, con qué objetivos específicos… ¿Quién lo expresa?...
Transformar es configurar una nueva manera de pensar que se explicitan en nuevas prácticas de manejarse en lo público.
Hay un filósofo Ricardo, llamado Nietzsche, que escribió en un bello libro titulado El Crepúsculo de la Ídolos, allí dedicó un capítulo a pensar su país, le llamó “Lo que le falta a los alemanes”, capítulo que por cierto muchos críticos de su pensamiento deberían leer, porque el autor muestra que el problema central de la Alemania de su época, a finales del siglo XIX, era que la educación estaba haciendo a unos hombres como engranajes de una máquina, hombres al servicio del estado y que se había perdido el entrenamiento de pensar por sí mismo.
La Alemania hitleriana fue el resultado no de un partido político y de un hombre maligno, sino de una sociedad incapacitada de responsabilizarse por sus prácticas, por su voluntad, por la falta de entrenamiento en el pensar por sí mismo. Ese pensar por sí mismo, no es un asunto privado, sino que se despliega en el espacio público, confrontando opiniones, solicitándole a los dirigentes, explicaciones y argumentaciones de sus decisiones, en definitiva no dando cheques en blanco a nadie, para expresarlo en lenguaje popular. Pero responsabilizándose cada quien por los actos que realiza desde su espacio, a través de una discusión pública. Eso lo expresa bellamente una filósofa, -quien era la pasión teórica de uno de mis maestros- Miguelito Ron Pedrique, llamada Hannah Arendt.
Pero no quiero distraerte Ricardo, espero que me sigas en la lectura.  El problema de pensar en el mañana es sumamente grave, porque pierdes la reflexión sobre lo esencial que puedes hacer. Lo que cualquier persona puede hacer, siempre lo puede hacer en un presente. Es muy sencillo Ricardo, comprometerse en hacer algo, es hacerlo en ese momento, porque el mañana es impredecible. Del futuro lo único que sabemos con seguridad, es la certeza de la muerte.  Para pensar el presente hay que entrenarse. Decía Nietzsche criticando a la educación la alemana: ya no aparece en ellos ni el recuerdo de que para pensar es necesaria una técnica, un plan de aprendizaje, una voluntad de maestría; de que el pensar se aprende como la danza o como un cierto tipo de danza… (Nietzsche, 1888/2009: 95)
Ricardo a ti te ha tocado, coyunturalmente, ser una de las figuras principales en este teatro existencial que vivimos los venezolanos. Te sale bailar. Ese baile, es un hacer, es una práctica, requiere pensamiento. No se trata del mañana. Se trata de actuar en libertad en el presente. Eso parece fácil, pero no lo es.
El vocablo libertad lo defino, estrictamente, como las decisiones prácticas que cada quién realiza en la vida cotidiana, esto es día a día, asumiendo la responsabilidad de sus actos, como expresión de la manifestación de su voluntad, de sus deseos y de su razón, sin determinación de nadie ni por nadie. Ahora bien, Ricardo Para configurar instituciones morales, no atadas a la voluntad de una persona, ni a un grupo o sector social o político, sino a su configuración normativa, es necesario la actuación responsable, libre, de los individuos a quienes les tocan reconstituirla, o crearla o participar en ellas.
Pronto vendrá la elección de unos representantes del Poder Moral. Tal acción puede ser estrictamente un cambio de nombre intrascendente o, por el contrario, puede ser un duro forcejeo en la Asamblea Nacional que de por resultado el nombramiento de unos individuos que despersonalicen a la institución y las transformen en verdaderas referencias morales para todos y cada uno de los sectores del país. Ese es un compromiso del futuro inmediato. Como te he dicho el futuro es impredecible, cuando llegue ese momento se atenderá en presente.
Pero en el presente… En el estricto presente hay unas situaciones que requieren compromisos impostergables, donde no se puede aceptar la palabra simplemente, sino hay que exigir prácticas responsables y/o también, explicaciones del por qué se actúa de una manera y no de otra. Por ejemplo, Eveling de Rosales está en su libertad de asistir a la Conferencia de Paz en su estado, es Alcalde, aunque se sabía por las anteriores, que tal como han sido configuradas son un espacio catártico intrascendente, ella asistió. Por ello tendría que explicar no sólo por qué asiste, sino los beneficios prácticos de su presencia, para su municipio y para el país. ¿En esa conferencia se establecieron compromisos prácticos supervisables, evaluables? Los compromisos en el ámbito político se manifiestan en decisiones institucionalizadas. ¿Qué institución tomó una decisión firme para resolver los reclamos que los estudiantes y la población de Maracaibo han realizado, en primer lugar y, en segundo lugar, cómo esa decisión repercute en ámbito nacional? ¿Cómo en esa conferencia se reconfiguró la distribución de la justicia? ¿Esa fue una decisión personal o de partido? ¿Cómo se relaciona esa decisión con las acciones de la MUD? Es verdaderamente ridículo que alguien afirme actualmente que quiere ser la voz de los estudiantes o de los alcaldes presos, como si no fuesen un movimiento que claramente ha manifestado su voz o los alcaldes no tuviesen voz. Yo quizás hubiese actuado como tú, si estoy en un partido con personas tan irresponsables en la práctica política, frente al acontecer nacional. Hoy con más molestia que nunca cuando anuncian otro joven muerto, ahora en Maracaibo… Pero hay un detalle Ricardo…
En el caso tuyo, tu libertad, en el ámbito estrictamente político, está articulada a quienes representas. Yo no soy diputado, yo puedo militar o salirme de un partido por las diferencias que sean y mi decisión no implica a otros. En cambio la tuya sí. Fíjate, escuché en una entrevista que Héctor Manrique quería escuchar a Roque Valero del por qué se hizo chavista. Esa es una solicitud de un amigo a las decisiones de su amigo. Pero la decisión de Roque Valero es intrascendente para el devenir de Venezuela. Por lo tanto, él puede decidir lo que le venga en gana. En cambio un diputado no. No es igual. Ni la población puede comportarse igual frente a esas decisiones personales, porque el diputado representa a una colectividad. Su decisión tiene implicaciones prácticas trascendentes para la República.
Es decir, quien asume un cargo, sobre todo de diputación, está atado a su conciencia, a su libertad, pero es diputado porque le dijo a un sector social, político, que él se consideraba apto para ser vocero, para abogar por esa comunidad, dentro del parlamento. Pero además, que tenía tanta capacidad dialógica que sus propuestas buscarían minimizar los costos sociales y maximizar los beneficios colectivos, independientemente del sector político al que representa. Por eso votaron por ti. Porque ofreciste eso. Pero además, tu palabra estaba respaldada con tu acción, porque fuiste un testimonio en las luchas estudiantiles.
Recientemente te vi en un programa de televisión. Decías que se te habían criticado porque tú no te ubicabas en los polos. Te recuerdo que era muy difícil comprender dónde te ubicabas, porque en la MUD estaban desde la posiciones más radicales la de Diego Arrias hasta Acción Democrática, por un lado y, por el otro, estaba el bloque del chavismo, que por cierto una dirigente de ese polo Aurora Morales, les dijo, en aquella oportunidad, públicamente a ti y al señor William Ojeda que tenían cabida en el chavismo. Y en ese entonces, tú no respondiste. El señor Ojeda, decidió cambiar su mirada y no se responsabilizó de su acción. Porque Ojeda no es Roque Valero, quien no tiene por qué explicar nada, quizás, sólo a sus amigos. Ojeda tenía la responsabilidad con unos electores que votaron por él y no se sentían ni se siente representado por su voz. Ojeda se representa a sí mismo en el parlamento. Responsabilizarse con su cambio de mirada implicaba renunciar a su diputación. Ojalá ese señor, frente a la crisis actual, asuma responsablemente sus decisiones y renuncie. Pero en tu caso… El asunto es complejo. Pero lo pasado pasó y es inmodificable.
Hablemos en el presente. Ricardo decías, en el programa, que tú acompañas las luchas estudiantiles. ¿Cuál protesta has acompañado? Quizás es una desinformación mía, pero me gustaría saber, ¿cómo el movimiento estudiantil puede aprovechar tu experiencia y organizar mejor la protesta?. ¿Cuántas veces te has reunido con los estudiantes, que fueron vejados, humillados, mal tratados, desnudados, amarrados, de la Facultad de Arquitectura de la UCV? ¿Cómo en ese espacio más allá del bien y del mal que tú propones dentro de la oposición te enfrentas en la práctica al gobierno? Pero además, tienes una responsabilidad mayor. Resulta que eres suplente de María Corina Machado, más allá que compartas o no su mirada política, la forma cómo se trató el caso fue violatoria de la constitución. ¿Qué haces más allá de la palabra para revertir la situación? ¿Qué acciones institucionales y organizativas de la comunidad a la que te debes propones para resarcir tal situación? Así como antaño liderabas marchas, formas de protesta, explícanos cómo se te acompaña en ese lugar más allá de los partidos, más allá de los polos donde curiosamente ves a todos como lo mismo, Primero Justicia como Bandera Roja, Un Nuevo Tiempo como Voluntad Popular… Tú que estas más allá de todos ellos, juntos o por separado, ¿qué le planteas al país en términos de tus acciones, para que luchemos? No se trata de creer o no, sino ¿qué haces?  Tú bien lo sabes, el máximo tribunal es el que tienes interiormente. El mayor juez de tu historia es tu espejo. Eres tú mismo. Eres tú mismo no en el mañana sino en el hoy. Sería muy bochornoso que entres al parlamento, sentándote en el puesto de alguien, cuando sabes que es írrito el asunto, porque no se cumplió el debido proceso. ¿Qué harás?... Es mi responsabilidad ciudadana interpelarte. No para que elabores un discurso rápido e inentendible, más bien se trata que tu acción práctica refleje tu pensamiento. Es un momento estelar de tu vida política, para que hagas historia, para que te trasciendas a ti mismo. Yo no soy quien para decirte qué debes hacer, lo que soy es ciudadano que le exige a su parlamentario responsabilidad consigo mismo, con sus palabras. Soy un ciudadano que me he ocupado de escribirte para que reflexiones profundamente sobre la responsabilidad histórica que tienes en tus espaldas.
Es obvio, lógico y, por lo demás, sumamente comprensible que el gobierno haga lo imposible y lo posible para que bailes al son que ellos desean. Dentro de las lógicas políticas es comprensible eso. Es de anteojo. Lo verdaderamente importante no es cómo se comportan ellos, sino cómo te comportas tú no en el futuro sino en el hoy. Creeré en tus acciones y no en tus palabras. Piensa que Jesús, el de Nazareth, dijo exactamente eso, no crean en mi palabra sino en mis obras… Si lo tenemos como un hombre de altísima referencia moral, entonces, mi afirmación es casi un lugar común. Tus obras dicen de ti. ¿Cómo protestamos Ricardo, cómo se denuncian las violaciones? En tu caso no lo expliques, actúa, si es tu criterio, en el ámbito público y con las acciones institucionales pertinentes y contundentes, las requeridas en el momento… Esas son las únicas obras que puedes mostrar. Prácticas de organización y lucha desde tu perspectiva y acciones institucionales, más allá que se decida a tu favor o en contra, pero de ti depende realizarlas.
Bueno Ricardo. El país requiere de tu fuerza, tu voluntad y tú decidiste mostrarte ante el pueblo como un hombre capaz y se te confió un mandato solicitado por ti. No se trata de verte mañana. Es en el hoy que se requiere de tus acciones. Es hora de la responsabilidad. Ruego a Dios que en tu caso, billete no mate a galán. Hazme un favorcito, si por casualidad te encuentras con William Ojeda que en el pasado, hace unos cuantos años, tuve la oportunidad de compartir en foros,  programas de radio, incluso en Asambleas Populares en los barrios de Petare, dile de mi parte que por dignidad con él mismo, por mínima autoestima,  renuncie a su curul.
Ricardo, finalmente, es un momento de reconfigurar consensos para poder avanzar, se requiere de ti, pero es responsabilidad tuya obrar de tal manera que los aliados confíen. No es problema de los otros, sino de tu propio esfuerzo. Es la hora tuya para actuar en conformidad no sólo con tu conciencia sino con tus electores, sobre todo, el movimiento más afectado en esta circunstancias, el movimiento estudiantil. Tu responsabilidad no es levantar la mano, sino actuar con decisión para revertir situaciones, denunciar abusos y ayudar a la organización del pueblo. Esa fue la vida que tú elegiste…
Sin otro asunto que agregar, me despido, con un abrazo fraternal
Jonatan Alzuru Aponte
Domingo 30 de marzo de 2014.

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