SÓLO TIENE 23 AÑOS
Sólo tiene 23 años. Era domingo,
mi cuerpo estaba ahogado sin palabras. Buscaba, desesperadamente, un rincón
donde reposar mi cabeza, pero no encontraba Nazaret. Busqué la prensa aburrida
de todos los días. Me eché en una esquina de la cama con un asma del alma. Solté
una noticia tras la otra. Otros muertos, más heridos, una declaración
impertinente. Una foto gigantesca de un partido que en medio del dolor, celebra
no sé qué cosa. La unidad la veía como una esperanza rota. Mis cuentas no me
daban. El balance político se parecía a una lágrima en precipicio.
Apesadumbrado abrí la página
octava del primer cuerpo, era El Universal como mi dolor. Gustavo Méndez inicia
con un disparo su entrevista, la división del movimiento estudiantil. Yabrudi
celebra la diferencia, así se apellida el joven que inició la arquitectura de la
ciudad que yo deseo. “Celebro que así sea porque refleja que hay ideas
encontradas, mientras que en el Gobierno se dicta una línea y todos deben
acatarla sin discusión, porque el que piensa distinto va para afuera:”
Respuesta hábil pensé.
Sin embargo, el incisivo
periodista no contento con una respuesta fugaz y de momento, inquiere de nuevo
con el dilema de calle o diálogo. “En el fondo –dice el joven arquitecto de la
política contemporánea- entendemos que no hay una sola forma de alcanzar los
objetivos” Sigue con la lucidez de la vejez, en un cuerpo que ahora es cuando empieza
a vivir, diciendo: “cada quien debe entender el rol que debe asumir y cómo
quiere llevar la lucha.” No podía creer lo que leía. El estadista estudiantil,
se lanzó por encima de las diferencias y sentenció claro y transparente: “A más
formas de protestas se sumarán más personas”. Trazó en dos sonrisas y un
segundo el plano de la acción al debate estratégico, al horizonte de sentido
del quehacer político. “Quienes estamos en contra del Gobierno no debemos
debatir sólo cuáles son las formas de lucha, sino cuál es el fondo y qué
estamos buscando.” Sin mayores aspavientos colocó un punto nodal en la agenda
política de los mayores, engranando a todos, sin alcabalas partidistas. Pero práctico y sutil dejó claro el horizonte
de acción en el presente, sin perder el sentido político de su mirada: “El que
quiera usar su cacerola, el que quiera trancar la calle que lo haga, siempre de
forma pacífica y sumando más personas.”
Lo interpelan solicitándole balance. Sin dificultad señala que los ojos
del mundo están puesto en Venezuela, reivindica su condición de rebeldía
luchando en cualquier circunstancia contra la injusticia. Como un hábil
filósofo aristotélico, explica que es en la práctica donde el gobierno muestra
su tono antidemocrático, su incapacidad para resguardar la vida y remata
contundentemente: “Una barricada se levanta, pero no podemos levantar un muerto
por un tiro en la cabeza.” Recordé a Tinoco, a Urquiola. También me vino la
imagen de los Guardias. Y el comentario de Javier que me dijo que me preocupara
por sobrevivir antes que vivir.
La náusea y el vómito se hicieron
un hueco insondable en mi tristeza. Y él, con una palabra cristalina habla de
sus compañeros muertos y presos. Sin embargo, apunta al blanco y a su saber, y
dice que se deben modificar toda la estructura del estado. “Apuntamos a las
exigencias que se renueven las instituciones.” Con suma claridad de sus
limitaciones, expresa una amenaza latente en el conflicto. “Vemos como una amenaza
la frustración que pueda surgir en la gente” Me vi a mismo en el espejo. Pero
su palabra desnuda fue una ráfaga de luz en su siguiente afirmación: “pero
estamos dispuestos a arriesgar todo, y más, para lograr el país que queremos.”
Imaginé su voz y fue una fuerza fulgurante, un remolino de pura dignidad en la
protesta. Como un buen líder asume la acción con responsabilidad, responde por
su palabra y afirma de manera contundente: “En las asambleas advertimos que la transformación
del país no se logrará en días o meses, hay mucho trabajo por hacer y no es
labor de Capriles, María Corina o Leopoldo, sino de todos. Cada quien debe
asumir su responsabilidad desde su espacio.”
Tiene 23 años y se distancia de
los chistes de ocasión, discriminatorios e imbéciles, que se suelen escuchar en
estos días. “Todos somos valiosos más allá de estudiar o no. Todos debemos
tener esa oportunidad y muchos han levantado
a sus familias y construido su futuro con sus manos y sin estudios.”
Recordé mis amigos del Pedro Emilio Coll, del Fe y Alegría, recordé Cochecito y
Las Mayas, las Veredas y El Valle. Se agolparon en mi mente una cadena infinita
de recuerdos.
Como Epicteto termina aconsejando
a todos. “No podemos comportarnos como ellos, y desde nuestro hogar, comunidad,
escuela y universidad, construir ese país que queremos y no tenemos. Se dice
fácil y puede sonar poético, pero es la verdad y requiere del trabajo de cada
uno de nosotros.”
Tiene 23 años, el estadista de
esta lucha. Daniel Yabrudy se llama. Me sentí orgullosamente profesor, aunque
jamás lo he visto en un salón de clase. Me sentí orgulloso como si fuese
profesor de la Bolívar. Es el Presidente de su Centro. ¡Ojalá te lean muchacho!
¡Ojalá aprendan de ti y tu palabra! Tienes 23 años y agradezco tu existencia.
Jonatan Alzuru Aponte
Lunes 7 de abril de 2014.
Excelente comentario, es la generacion de ahora quien esta dando los pasos, los heroes del presente, que no nos han defraudado sino al contrario nos han hinchado el pecho de orgullo, Viva nuestros muchachos....
ResponderEliminarAsí es.
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