COOPERACIÓN EN LA
ACCIÓN
@jonatanalzuru67
En la marea venezolana, de reojo,
sólo se percibe la punta de un iceberg. Se trata de la desmesura de un plan
económico, en medio de una profunda crisis socio-política. Vivimos, como
relataban los economistas de los años setenta y ochenta, una economía de puerto,
montados en un jet hacia el subdesarrollo más profundo. Todo es importado. La
inflación ha iniciado un galope sostenido. La escasez hace sus estragos. La
macro devaluación se trasforma en el pan nuestro de cada día. El paquetazo en
la Venezuela del socialismo del siglo XXI, supera con creces, los terribles
ajustes macro económicos de los gobiernos neoliberales de finales del siglo XX,
en América Latina y el mundo. Sólo se tiene un pequeño viento de sus efectos,
los huracanes no han iniciado.
La diferencia con las décadas
pasadas, en Venezuela, es que los poderosos se visten con una ropa verde oliva
con manchas rojas. Pues el rojo no alude a ningún componente ideológico, más
bien, simboliza la sangre del pueblo que sufre la incompetencia, ineficacia y
profunda corrupción de la boliburguesía.
Aunque el gobierno tiene, en su
poder, un emporio empresarial conformado por más de doscientas empresas en todos
los rubros alimenticios, más de dos millones y medio en hectáreas fértil para
la producción agropecuaria, una red de distribución de alimento en pequeña,
mediana y gran escala. Aun cuando, el consorcio gigantesco cuenta con una de
las trasnacionales más grandes del mundo PDVSA y es una mina de dólares diarios…
Aun así, en pocos años transformaron todo eso, en una montaña de escombros y desechos.
Aunque nadie podría competir en buena lid con semejante monstruo empresarial,
ellos en pocos años, todo eso lo hicieron añicos. Hasta una pequeña fábrica
gris pudiese ganarle en producción y calidad, sino fuese por los controles y la
mordaza burocrática que ata a cualquier engranaje industrial. El país
empieza a rechinar por oxidado, por atascado…
Han despilfarrado la bonanza
petrolera más grande y sostenida de la historia de nuestro país. Y enmascaran
su responsabilidad, buscando un tercero a quien culpabilizar; mientras oprimen al pueblo con unas medidas económicas cuya
única posibilidad, para mantenerlas en el tiempo, es con una bayoneta en el
cuello de cada venezolano.
El rojo no es la alegría de
antaño. Cuando se ve el rojo, lo único que se logra percibir es la sangre de un
pueblo desnudo por el hambre, la tortura y el terror. Sin embargo, como flores
silvestres, brotan por doquier, formas y maneras de resistir. Surgen, como
manantiales, voces distintas, cuerpos, que ahora dignamente desnudos, se unen
para alzar la voz frente a la injusticia.
La fuerza volcánica del pueblo es
indetenible; pero requiere con urgencia, de una dirección política plural e
integrada para extender, generalizar y diversificar las formas de luchas
creativas, responsables, pacíficas, pero contundentes en cuánto al mensaje,
como respecto a solicitudes concretas al ejecutivo, para que se tomen
decisiones en lo inmediato y lo mediato.
El caso de Ivan Simonovis, por
ejemplo, la solicitud de medida humanitaria, puede ser un objetivo concreto en
lo inmediato, donde una protesta nacional, pacífica, generalizada y puntual
podría generar un efecto positivo, porque hasta ex funcionarios de alto rango
del gobierno, como Vladimir Villegas y José Vicente Rangel, la han apoyado y
solicitado. Quizás este objetivo específico, con acciones práctica sostenidas y
coordinadas, sería una manera de restaurar los puentes, entre los diversos
partidos, movimientos sociales y gremiales de la oposición. Quizás la
coincidencia en prácticas concretas, ayude a destapar los oídos de todos y cada
uno de los líderes de la dirigencia que enfrenta, dignamente, las ejecuciones
antidemocráticas del gobierno.
La solicitud de renuncia del
Ministro de la Relaciones Interiores, de la Ministra de la Defensa y del
Comandante general de la Guardia Nacional Bolivariana, podría ser un segundo
objetivo, que se podría desarrollar simultánea o consecutivamente. El argumento
que sostiene la solicitud es que quien viola los Derechos Humanos en Venezuela
y en cualquier parte del mundo, siempre, siempre, es el estado. Aquí en Pekín y
en China, como dice el adagio popular.
La responsabilidad de las
violaciones no reside, solamente, en el funcionario quien realiza la acción. Si
así fuese, cualquier estado del signo político que sea, con sólo detener a
quien realiza la violación le bastaría. Por el contrario, hay una extensa literatura
sobre las prácticas de violación de derechos que le dan soporte jurídico y
político a la solicitud. La sola protesta y argumentación de la solicitud,
implicaría, desarticular la farsa del gobierno de la creación de una comisión
de estado, donde participan los responsables institucionales de las
violaciones. El soporte, rigurosamente apegado a la legislación nacional e
internacional, sobre esta materia, da consistencia y espesor a la protesta;
además, ningún funcionario puede ser juez y parte, en ningún conflicto.
Son dos ejemplos específicos que
coloco (se tiene el caso MCM, los alcaldes, etc), para mostrar cómo en el
terreno práctico, se pueden construir acuerdos mínimos entre los diversos y
opuestos sectores de la oposición, sin abandonar cada sector su mirada, pero
comprendiendo que la unidad de acción con objetivos específicos es la única vía
posible, no sólo de resistir sino de avanzar.
El gobierno tiene su planificación
de cómo conducir el conflicto. UNASUR como organismo internacional se planteó
un plan de intervención, a través de la facilitación de las conversaciones. Es
responsabilidad de los diversos partidos políticos, gremios, movimientos sociales, definir una ruta,
cooperativamente articulada, para atender la conflictividad del presente.
Domingo, 6 de abril de 2014.
Jonatan Alzuru Aponte.
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