jueves, 31 de agosto de 2017

EVALUAR PARA CONQUISTAR EL PODER

EVALUAR PARA CONQUISTAR EL PODER
Jonatan Alzuru Aponte


La represión del gobierno puede ser la chispa que se necesita para encender la pradera. Porque todos sabemos, hasta el gato, que este gobierno no entregará la presidencia por una vía electoral solamente; de allí que la salida cívica es una  combinación de protesta masiva, con insurrección y elecciones; para articular el trípode es indispensable evaluar la forma cómo se dirigió la protesta reciente para detectar los errores, con la finalidad de no volver a cometerlos.

Los errores pueden transformarse en un manantial de sabiduría práctica para acertar en la vida, para lograr los objetivos políticos, se pueden transformar en una condición para el éxito.  

El problema de la oposición en Venezuela no reside en el cambio de táctica de 350 a participación electoral o de 350, desobediencia civil, a una táctica combinada entre desobediencia y elecciones; sino que cometió un conjunto de errores que son delicados porque maximizan la incertidumbre, desorientan y, sobre todo, fracturan la confianza, no solo en la dirigencia sino en la potencialidad como pueblo para luchar contra la dictadura.

Es importante estudiarlos no para lamentarse, ni para realizar una inquisición, sino con un objetivo práctico, precisarlos para no cometerlos nuevamente, para saber cómo luchar, porque la meta es desplazar a la dictadura y tomar el gobierno para transformar esta barbarie.

Un  entrenador deportivo, sabe que los errores del deportista son la fuente de estudio para que él mismo se supere y lo ejercita para que no los vuelva a cometer y, obviamente, replicará, maximizará, aquellas prácticas que fueron exitosa.

El tipo de error que evaluaremos es independiente de la táctica política que se asuma o de la forma de lucha que se decida. Es decir, es independiente que sea  trancazo, paro general, movilización, confrontación con piedras o participación electoral.

En toda batalla, como en todo juego, el fútbol, por ejemplo, el general o el entrenador, en medio del fragor y dependiendo de los resultados, hace cambios en la forma de confrontar desde sutiles hasta bruscos y el equipo permanece amalgamado o el batallón, porque confían en su director, en su general, porque con ese cambio, se gana la batalla o el juego.

Los errores que graficaremos son de otro orden, aquellos que conducen a la fractura de la fuerza del movimiento de masa,  no cumplir con lo prometido sin explicar por qué no se pudo, comprometerse con algo que nadie sabe qué es, porque nadie explica;  errores que tienen en común que el venezolano de a pie, no puede discernir, no puede evaluar si se hizo lo correcto o no, simplemente porque está desinformado, por un lado y por el otro, la única información proporcionada que posee, lo conducen a pensar en un sentido opuesto a la dirigencia.

Daré ejemplo extraídos de los cuatro meses de lucha que vivimos.

1.- La MUD elaboró un extraordinario documento, un programa mínimo de gobierno, para un gobierno de unidad nacional con la metodología a seguir para el nuevo gobernante.  Éste es un asunto de fundamento. Nada dijeron  si se aplazó o no; por qué se desechó o qué cambios le harían. Simplemente se ignoró el asunto.

2.- Un asunto metodológico: La tercera pregunta de la consulta del 16 de julio. ¿Por qué no se realizó lo aprobado? Nadie de la dirigencia ha asumido la responsabilidad de explicarnos por qué no se hizo, más allá que usted este de acuerdo o no con la explicación. ¿El error? un vacío argumental del por qué no se cumplió con lo prometido.

3.- Un problema en la forma de lucha: ¿por qué se suspendió la toma de Caracas y variaron a trancazo? Nunca lo explicaron. Una movilización como la planteada en medio del calor de la confrontación, implica recursos, tiempos para organizar… toda una logística que los movimientos sociales que seguían a la MUD y no necesariamente siguen a ningún partido, quedaron desorientados. Vacío de información; nadie asumió la responsabilidad para explicar el cambio en la forma de lucha, justo en la semana decisiva y era decisiva porque la dirigencia prometió transformar el 16 de julio en el hito histórico del cambio. Por eso ése cambio, de movilización a trancazo, había que explicarlo.

4.- Un asunto ético político: si se nombró a un TSJ y el gobierno empezó a perseguiros, ¿Por qué la Asamblea, quien fue la autora intelectual, no asumió la responsabilidad frente al gobierno de sus nombramientos?  Y por qué se les dejó solos.  Falta de compromiso con lo que se decide. No hubo alguien que asumiera el compromiso con lo realizado, “yo o nosotros, asumimos la responsabilidad del acto y no son responsable los juristas elegidos.”, por ejemplo.

5.- En el plano de las estructura de decisiones, Antonio Ledezma realizó una denuncia pública diciendo que se dio una mesa de diálogo entre el gobierno y la oposición, tras bastidores, donde no fueron los dirigentes máximos quienes asistieron sino cuadros medios. Nadie ha asumido la responsabilidad de esa decisión ni explicado cuál fue su sentido. Es decir, se hicieron compromisos, ir a una mesa de diálogo, a espalda del movimiento de masas, independientemente que llegarán a acuerdos o no.

6.- En la dirección del conflicto, hasta el cansancio nuestros dirigentes pidieron que los militares se pronunciaran. Se pronunciaron uno que otro, otros hicieron unas acciones. ¿Qué dijo el liderazgo frente a eso? ¿Estaban de acuerdo? ¿No había que hacerlo de esa forma…? ¿Se les pide que lo hagan de otra manera? ¿El error? Ausencia de dirección a la fuerza militar que se convoca.

7- Con respecto a cómo se enfrentará la lucha, la táctica: No le dijeron a la población enfrentaremos lo primero la Asamblea Nacional Constituyente y asistiremos a lo segundo, las elecciones regionales, en su momento oportuno, cuando el CNE propuso ambos eventos. ¿El error? Dar la información a destiempo.

Con esos tubazos, esos sendos errores, la población quedó desorientada, no ha podido digerir las decisiones, no por la racionalidad del cambio sino por la irracionalidad de los silencios y de las incoherencias; la multitud hizo un repliegue de sobrevivencia.

Lo común en lo diverso, de los errores graficados, reside en el vocablo responsabilidad, para dar cuenta de aquello que se prometió y no se pudo hacer o no se hará; responsabilidad con las decisiones tomadas. Responsabilidad es responderle, explicarle al movimiento de masas, porque se actuó de esa forma y no de otra.  Expresado de otra manera: coherencia entre el discurso y la acción.

La honestidad en política en la dirección de un movimiento de masas, no reside en un discurso que afirma “soy honesto”; ese tipo de discurso tiene el efecto contrario, porque implícitamente se descalifica al aliado. La honestidad es un ejercicio responsable con lo prometido, bien que se logre o no la promesa. En Venezuela hay un ejemplo muy práctico, paradigmático, de un fracaso con lo prometido, pero que asumido responsablemente generó un cambio político: Cuando Chávez fracasa en su intento de golpe, asume la responsabilidad de su acción y afirma que “por ahora no se lograron los objetivos”.
Ahora bien, una decisión no prometida, pero que es necesaria,  debe ser  explicada combinado la prudencia para no fracturar con la palabra y la fortaleza, para saber cuándo y cómo deslindarse de lo programado porque se sabe que se tiene la capacidad de ganar el partido o la batalla, asumiendo siempre las consecuencias de los actos. Como cuando Maradona se arriesgó a meter el gol con la mano a Inglaterra, transgrede para potenciar.
Quien se deslinda es para generar una cohesión mayor o para impulsar un movimiento que dé fin con la dictadura porque se capaz de ello; deslindar para debilitar es errado, como también lo es, seguir la corriente aunque se sepa que nos lleva al despeñadero. Allí hay un término medio que no siempre es obvio. Y eso no lo define la teoría, sino el olfato político, la práctica, la intuición, acompañado de la buena fortuna.

De Cara al presente. Para la conquista del poder.

La Asamblea Nacional apoyó las decisiones de Trump y el gobierno los sancionará, enjuiciará, según han anunciado, tal acto puede ser el talón de Aquiles del gobierno porque, tal vez, podría ser el momento oportuno para que empiece un nuevo momento de confrontación, se encienda la pradera.

La unidad no es un discurso, es una necesidad práctica. María Corina y Ledezma, Vente Venezuela y Alianza Bravo Pueblo, demostrarán su capacidad política si son competentes para aliarse nuevamente o para dirigir una nueva alianza donde arrastren a los otros en esta nueva etapa,  pero si siguen danzando solos,  serán testimonio del por qué nos hundimos aunque, paradójicamente, su decisión en términos de coherencia con lo propuesto el 16 de julio, política y  éticamente,  haya sido ejemplificante en un  momento, por cierto,  quien escribe la subscribía….

Esa decisión que deben asumir en este momento, responde una razón práctica no teórica; del gobierno no salimos, si no existe unidad; no solo unidad con los clásicos de la MUD, con  los opositores que no se identifican con la MUD, sino también con el grueso del chavismo antimadurista.  En este sentido, es digno de resaltar la variación que ha hecho Ramón Muchacho quien afirmó que de estar en Venezuela haría campaña en Miranda, pero auparía la protesta de calle…

Finalmente, para enfrentar a los déspotas reunidos en la Asamblea Dictatorial Constituida es vital maximizar la  voluntad de poder con sentido de trascendencia; quien actúa de esa manera jamás negocia miserias. 

Quién tiene sentido de trascendencia toma las decisiones siguiendo la regla de los antiguos romanos, el pasado ya pasó y es inmodificable, el futuro solo es incertidumbre, la única certeza es la muerte. Por eso se ocupa del hoy y decide, imaginando que esa decisión será la última de su vida por la que lo recordarán generaciones enteras. Esa regla la sostiene Cicerón, la encontramos en Séneca y la aplicaba a diario el gran emperador Marco Aurelio, léanse sus meditaciones  y, curiosamente, o, por ello mismo,  la recomienda San Ignacio, la decisión en artículo de muerte. Esa práctica de decisión fue una de las columnas del éxito de Roma como imperio, del éxito en ganar batallas y no se diga del éxito histórico de la Compañía de Jesús.


Evaluar y actuar con sentido trascendente para conquistar el poder, a través de la protesta, la insurrección y las elecciones. 

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