APLAUDO , DE PIE, A LA SIMÓN (USB)
Jonatan Alzuru Aponte
El día de ayer asistí, en calidad de público, a
una conversación entre Armando Rojas Guardia y José Delpino en la librería
Lugar Común. Cuando me invitó Armando pensé que era parte de las iniciativas que
se desarrollan en ese movido espacio cultural. Pensé que la librería convocaba
como parte su agenda cultural.
Llegué temprano. Cuando llegó Armando me dijo
que se sentía mal, pero que había hecho un grandísimo esfuerzo por ir; porque
era importante ese diálogo. Me extrañaba un poco porque hemos postergado una
actividad, una conversación, que realizaremos junto a un grupo de amigos por el
displacer que ha tenido él en estos días; pensé: Armando, como siempre,
hiperbólico en sus descripciones cotidianas; hoy se siente mejor pero es una
manera de rendirles honores a sus amigos el comentario. Luego entendí,
verdaderamente, la importancia del esfuerzo…
Para iniciar la conversación, se levantó una
joven a presentar a los dialogantes. Cuando habló quedé literalmente paralizado
de la alegría. Ella expresó que se inauguraba un espacio permanente coordinado
por el postgrado de literatura de la Universidad Simón Bolívar en aquella
librería. Se trataba de conversaciones entre creadores y críticos de literatura,
donde todo aquel que estuviese interesado podía asistir y participar en la
conversación. Además, que estaban planificando para que al menos una de sus
clases de postgrado en el trimestre fuese dictada allí, con la posibilidad que
cualquiera participara. Que se trataba de un acuerdo entre Lugar Común y el
Postgrado… Bueno simplemente me levanto
y aplaudo a rabiar.
Considero vital, sumamente vital, en la
circunstancia histórica que atravesamos los venezolanos, explicar, ponderar lo
que significa tal esfuerzo y colocarlo como horizonte de sentido de nuestra
comunidad intelectual.
El giro del aula a la calle supone en primer
lugar una vocación de diálogo en el espacio público, no como reacción frente al
poder, sino como ejercicio placentero de la práctica intelectual, como
responsabilidad frente al otro del placer que se practica. Responde al otro, a
quien interpele por lo que se hace y cómo se hace.
En segundo lugar, supone la creación
microfísica de un espacio donde se celebra la diferencia, puesto que no hay
restricción para su asistencia ni tampoco para conversar. Cada quien pregunta,
reflexiona desde sus acervos.
En tercer lugar, es una práctica donde los
invitados, para gozar del espacio a plenitud, requieren de un esfuerzo para
dialogar; expresado de otra manera, implica que todos pueden estar pero solo
aquellos que decidan cultivarse, en el sentido antiguo, romano del vocablo, dígase,
cultivo del espíritu, podrán gozar de la experiencia, en dos platos: se excluye
del espacio quien no se preocupa de sí por informarse, formarse; el que ignora
es bienvenido porque desea alimentarse; siempre existirán los idiotas que
ignoran y creen que dialogan, la manera y forma cómo manejar esas
contingencias, será un extraordinario aprendizaje para los académicos y, por
supuesto, para el idiota, aquél no tiene pericia en las formas de convivir.
En cuarto lugar, al dictarse clases allí, por
lo menos una al trimestre de cada seminario o de algunos seminarios, el espacio
tiene la vocación de informar al lego sobre asuntos que la comunidad
intelectual consideran relevantes.
En quinto lugar, es una forma muy concreta, muy
específica, de realizar un servicio a la comunidad sin minimizar o devaluar la
discursividad propia del campo problemático que se discute.
En sexto lugar, es un espacio de aprendizaje a
partir del testimonio de creadores, para todos aquellos que se han iniciado o
desean iniciarse en la aventura de la creación estética. En séptimo lugar es un
espacio cuyo asunto será habitado, contingentemente, por aquellos que desean
gozar con el placer de pensar.
A manera de rap, he resaltado algunos asuntos,
quizás faltan otros, pero lo importante desde mi perspectiva es que iniciativas
como ésta que se mantengan y se fortalezcan el tiempo nutren a nuestra
comunidad intelectual y como corolario son pequeñas prácticas de
transformación, insignificante para aquellos que se preocupan por el estado, la
democracia y la historia en general; pero tal como muestra Foucault en Vigilar y castigar, la Modernidad
Europea se configuró no sólo en las grandes decisiones, ni en las grandes
teorías, sino y quizás sobre todo en los espacios microfísicos; así que la
potencia del espacio es la transformación de nuestro hábitos y costumbres como
intelectuales, investigadores, docentes y de esa otredad que interaccionará en
el espacio; son prácticas, ejercicios cuyos resultados pueden evaluarse a
corto, mediano y largo plazo. Cada sesión puede evaluarse.
Por ejemplo, en el día de ayer, un muchachito,
jovencito, le preguntó a Armando, a propósito de una canción que el cita en el Dios de la intemperie y que él no la
había conseguido, titulada Neblina…
Preguntó si era real o no… La verdad nadie sabe qué motivó a ese joven a
detallar eso; un asunto que puede pasar por insignificante a los expertos, a
los llamados críticos, a los eruditos lectores, a los apasionados lectores o, incluso aquellos
que hemos escrito algo sobre Armando… Pero, tal vez, así como María Iribarne,
en la novela El Túnel, detalló aquella
escena minúscula, la ventanita, en el cuadro que había realizado Juan Pablo
Castel, provocándole un terremoto al propio creador… ése joven no tiene ni idea
de lo que su inocente pregunta podría o produjo en los asistentes… Cuando
Armando afirmó que efectivamente es una pieza y dijo un nombre de un músico
totalmente desconocido para mí, lo primero que pensé, deseo ubicar el
parágrafo, ver qué importancia tiene dentro de la obra, sobre todo, porque el
creador dijo que escribe musicalmente… El joven salió informado… pero, a su
vez, por lo menos en mí provocó una profunda curiosidad del por qué él detalló
eso… Salí con una tarea de aquel espacio, porque me percaté de una carencia, no
conocer a ese músico, mucho menos la canción, pero además ver su relevancia en
la obra de un autor que me place leer… Incluso, pensé, como problema de
trabajo: ¿Acaso es posible escribir algo distinto, otra perspectiva, del Dios
de la intemperie a partir de esa ventanita llamada Neblina?... Armando confesó
que se le extravió el disco y eso generó que José Delpino dijera, bueno allí
hay un buen regalo que se le puede dar Armando… Es decir, como lúdica de la
amistad fue exitosa.
El mediano y largo plazo tendrá mayor
consistencia para evaluarse, si el espacio dialógico, el debate como productor
de conocimiento, los pequeños acontecimientos, eso microfísico que se sucede en
los encuentros, se articula con registros bien sean videos, reseñas, artículos,
revistas… donde se configure un ámbito para pensar lo que acontece, para
divulgar lo que sucede, para registrar las diferencias…
Es un reto para confrontar, enfrentar, nuestro Alzheimer
como pueblo… Es una forma que tiene la comunidad intelectual de oponerse a lo
dado y configurar una política desde el cuidado de sí… en su ejercicio… Sin transformarse en una
copia devaluada de la pugnacidad partidista, donde lo que quizá, a lo sumo, a
veces lo dudo, hay voluntad de poder o de resistir, con una profunda carestía
de ideas, una impericia superlativa, un profundo desprecio al diferente y unas
ganas inmensas de robar lo poco que nos queda como pueblo.
Pensaba cerrar el último párrafo cuando recibí
la llamada de Armando, preguntándome por la experiencia vivida ayer en la
Librería Lugar Común. Le conté que estaba terminando una reseña y le pregunté
quién era la chamita que abrió el espacio, quién era esa joven profesora de la Universidad Simón Bolívar… Me dijo: es
Cecilia Rodríguez, la hija de Fernando… La compañera de Alejandro Sebastiani…
Las tribus se configuran empáticamente en el andar… ¡Vaya mi aplauso de pie y
mi reconocimiento por tan exquisita iniciativa!
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