TRINCHERA ARMADA Y CON DINERO
@jonatanalzuru67
Un gobierno que no tiene pista ni horizonte en el
ámbito económico, con una devaluación galopante, aunada una recesión sin precedentes,
sin posibilidad de configurar un equipo de trabajo, lanzó unas medidas que con
seguridad profundizarán la crisis que padecemos todos los venezolanos.
Pero no son mochos. Están jugando y durísimo. La
verdadera medida económica con un plan, un proyecto, con destino, no lo
explicitan, no lo verbalizan pero la ejecutan. Proyecto económico que le da el
soporte financiero para reforzar la trinchera desde la cual pretenden conservar
el poder. La creación de la compañía anónima adscrita al ministerio de la
defensa quien se apropiará de lo que queda de la renta petrolera. Las armas
asumen el control de la única fuente de producción del país. El paquete verde
oliva es la verdadera toma de decisión económica.
La descripción del verdadero paquete lo haré
citando al ex viceministro de planificación, Roland Denis (a quien difícilmente
se le puede acusar de pensar o actuar al servicio de los más oscuros intereses
del imperialismo), quien publicó en
Aporrea, lo siguiente:
“Según esta información corroborada por
Gaceta Oficial, nuestros militares socialistas, chavistas, bolivarianos, me
imagino que con una pistola en la frente a Nicolás, o si no sencillamente lo
tumban (o no alguna cuota del negocio quedó también para él, vaya a saber en
esta tragi-comedia), en estos últimos días se han dado el lujo de tomar en su
poder elementos centrales de nuestra economía petrolera, gasífera, minera, a
través de la constitución de una empresa privada, adscrita al Ministerio de
Defensa, que sin rendirle cuentas a nadie, puede intervenir directamente en
todo el proceso productivo, distributivo y de comercialización de la misma.
Situaciones
como los trescientos mil dólares de Merentes en su cuarto y luego en manos de
una carajita amiga de “su amor”, pueden interpretarse como la consecuencia de
las consecuencias de una absoluta cultura de impunidad y desverguenza, donde
Merentes aún puede ser un “héroe de la patria”. Pero eso es parte del sistema
interno de la impunidad misma, donde ella ya no es tal sólo dentro de los hilos
escondidos del poder sino abiertamente, de manera pública y demostrada, sin que
haya un solo ciudadano de los treinta millones que somos que se decida a una
demanda abierta por semejante exabrupto en la vida personal, mediada por la
apropiación de este dineral que seguro no es más que una propina para lo que
este individuo se ha robado. Es decir, día y noche cada uno de los ciudadanos
de la “patria” colaboramos con esta impunidad.
Ahora el
caso es muy distinto, no se trata de impunidad y desvergüenza de un individuo
clave en la estructura de Estado, es un golpe interno dentro del gobierno
“bolivariano” donde un grupete de militares que serán los que tomen las riendas
de esta “Compañía Anónima”, de buenas a primeras se le regala la posibilidad de
intervenir como capitalistas y ya en el juego de la apropiación directa de la renta
del subsuelo nacional. ¿Cómo se llama esto?” (Roland Denis)
(Publicado 14/2/2016, http://www.aporrea.org/actualidad/a222853.html)
Simultáneamente,
el jefe de la trinchera, Diosdado Cabello, respondió a propósito de la discusión
política de la Ley de amnistía, de forma contundente; con voz de mando -(en
medio de los innecesarios gritos de los diputados de la MUD, quienes no le
hacían caso al Presidente de la Asamblea para que no cayeran, burdamente, en lo
que suelen criticar)- ordenó al TSJ no acatar lo que se apruebe en la AN y con
la seguridad de quien manda, fijó la posición en esa materia no solo desde la
perspectiva legislativa, sino y quizás sobre todo, ejecutiva. Pero además, claramente, su discurso implicaba
un mensaje político más allá del punto en cuestión, de no negociación, no
acatamiento a ninguna ley y control, direccionalidad, del poder ejecutivo y el
judicial, para conservar sus intereses.
La respuesta del Presidente de la Asamblea
Nacional fue contundente, con seguridad logró expresar el espíritu de la
mayoría de los venezolanos. La pasión inunda, pero debemos estar conscientes
del terreno que pisamos. La cuerda floja en la que nos movemos todos, unos y
otros.
En política nadie está muerto, una prueba fehaciente
es el propio Ramos Allup; quizás su expresión, como ejercicio retórico, fue
perfecta. La situación política es delicada porque con la creación de la
compañía hay una concentración del poder financiero -(no existe emporio
venezolano que pueda competir, financieramente, con la riqueza de nuestro
subsuelo)- en manos de quien tiene el poder de las armas. Contra esa
articulación, contra esa amalgama, la calle, el pueblo -en el momento actual, en
esta circunstancia específica- no es decisor.
El pueblo -(nosotros)- es un protagonista fundamental, clave, necesario,
para la presión, para actuar democráticamente a través del voto y decidir. Pero
la condición para la participación electoral no la construye la calle; la calle
presiona, genera clima y luego masivamente participa, electoralmente, y decide.
El escenario electoral es construido por los dirigentes políticos de todos los
sectores, junto con los encargados de dirigir las instituciones que
intervienen.
Los atrincherados económica y militarmente, tal
como muy bien fue descrito por el presidente de la asamblea, están cada vez más
solos en su dirección política y en el acompañamiento de las comunidades. Sin
embargo, una trinchera con recursos y armas puede mantenerse por mucho tiempo
(y es impredecible el tiempo de su derrota, días, meses o años); además, puede
generar mucho daño mientras más solitarios se queden. Minimizar sus efectos,
sus daños y desarticular su poder económico, militar y de dirección de las
políticas institucionales, puede ser acelerado o no, dependiendo de los
acuerdos, de los diálogos, de las alianzas, y las acciones entre los diversos y
opuestos actores políticos, quienes tienen en sus manos las posibilidades de desarticular
a los atrincherados. El tic tac político y social se incrementa. Me confío en
la pericia de los diversos y opuestos actores políticos y nada más… confianza y
nada más… quizás fe.
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