viernes, 27 de julio de 2018

CARTA-HOMENAJE A FELIPE HERRERA




CARTA-HOMENAJE A FELIPE HERRERA

I
Whatssap: “(26/7/2018 22:53) Jonatan:
Que arrecho querido Felipe. Ya le escribí a Oscar Galindo, el vio tu obra, porque participó en el homenaje que le hicimos a Eugenio Montejo y a Rafael Cadenas en el CIPOST, donde participantes en la colectiva que expusimos en la Galería de Arte de la UCV. Él es quien te escribirá. Ánimo, querido hermano mayor. Te quiero mucho.
(26/7/2018 22:58) Felipe Herrera:
Escribe, escribe, mi querido Jonatan. Tu verbo es tu fuerza, rienda suelta. Llenas sustancialmente los espacios de reflexión. Suéltate y ayúdame
Así cerró Felipe Herrera la conversación que hicimos por whatssap el jueves 26 de julio.
II
Algunas palabras
Algunas de nuestras palabras
son fuertes, francas, amarillas,
otras redondas, lisas, de madera…
Detrás de todas queda el Atlántico.

Algunas de nuestras palabras
son barcos cargados de especias;
vienen o van según el viento
y el eco de las paredes.

Otras tienen sombras de plátanos,
vuelos de raudos azulejos.
El año madura en los campos
sus resinas espesas.

Palmeras de lentos jadeos
giran al fondo de lo que hablamos,
sollozos en casas de barro
de nuestras pobres conversas.

Algunas de nuestras palabras
las inventan los ríos, las nubes.
De su tedio se sirve la lluvia
al caer en las tejas.

Así pasa la vida y conversamos
dejando que la lengua vaya y vuelva.
Unas son fuertes, francas, amarillas,
otras redondas, lisas, de madera….
Detrás de todas queda el Atlántico.
                                                           Eugenio Montejo

III

El artista estaba sumamente emocionado porque gracias al azar, a la buena fortuna, a la Gracia Divina, a los Dioses del Olimpo, nos pusimos en contacto. Él quería despedirse de mí antes de partir a la tierra de los dioses; él, está presto a encontrarse con Jacobo Borges, Jonatan Alzuru, Eugenio Montejo, Reverón, Julio Cortázar y… entren que caben cien, cincuenta parados, cincuenta de pie para invitarlos a su primera muestra donde los creadores se hacen eternos. Está pensando cómo hará para para colocar sus caballitos de ajedrez y sus tableros; no sabe si cargar con dos raíces o instalar una silla en el centro de las nubes… Está diseñándose…  Mientras hace un recorrido sutil por los recovecos de su infancia: El terremoto interior lo produjo una bella foto donde está sonriente, iniciando la existencia de la mano de sus padrinos quienes fueron sus padres y sus maestros. Con ella aprendió los colores de las letras, la música de la arcilla y el baile de las metáforas. Se besa con ellos mientras abraza al pequeño a quien jamás abandonó en su existencia, al niño Felipe quien sigue en él, jugando en una rayuela sin fin.


IV

Me invitó a que me tomara unos rones el día que inaugure la exposición porque toda inauguración requiere el ritual de los tragos y ésta no debería ser una excepción. Le conté la historia de Rigoberto Lanz cuando Miguel Ron Pedrique, su hermano, decidió ir a celebrar con Hannah Arendt y Walter Benjamin, un libro que pensaba escribir de cómo se vive sin estado en Venezuela.  Nos fuimos a un restaurant y él pidió el mejor trago de la casa; lo colocó frente a él e impidió que cualquiera ocupara ese lugar. Pasada las horas; en los albores de la madrugada, tragos, mediante, de pronto, empezó a conversar con su amigo.
Dos semanas antes de irse de fiesta con Nietzsche y Afrodita, Rigoberto, nos dijo a Luis Alberto Bracho, a Rafael Hurtado y a mí, que repitiéramos el gesto que él hizo, cuando apenas lo recibiera Dionisios, justo antes de dar apertura a la orgía en el Olimpo. Y así lo hicimos. Le dije a Felipe que lo haría igual.

V

Está emocionado. Un grupo de amigos y amigas, de Venezuela y Chile, estamos haciendo un libro colectivo, como un cadáver exquisito, a través de los correos, le llamamos momentáneamente: Textos e imágenes en acción: Homenaje a Guillermo Deisler.  
Felipe conoció el asunto y decidió participar.
Les solicité que participara Felipe, en este momento y no después.
- (A quien tenía el turno, a Oscar Galindo, rector de la Universidad Austral de Chile y a quien le iba recibir la participación de él, la artista visual y académica chilena Rommy Martínez, explicándole la urgencia e importancia del asunto)-.
Aceptaron, emocionados, celebrando la vida.
Rommy escribió: “Mientras haya vida, hay esperanza”.
Ahora… Oscar Galindo le escribirá a Felipe y él a Rommy… y seguirá la secuencia.
Felipe al saber la respuesta, me pidió que llamara a su hijo Miguel, quien está en Santiago. Que le contara las buenas nuevas. Así lo hice.

VI
Querido amigo, querido hermano, querido Felipe, me cuesta un montón escribirte, se me congelan las manos, tienen epilepsia, están de huidas, extraviadas, en las sombras de un sauce.
VII
Mi tío Máximo Aponte decía que él nació del otro lado de la quebrada de Aguanegra. Yo no sé, a ciencia cierta, de qué lado te conocí. Fue en aquél pueblo de mis ancestros donde solías pasar noches, con sus madrugadas y sus días, conversando, como si el tiempo se hubiese olvidado de los días, con mi hermano mayor, Manuel. Allá, en Yaritagua.
Yo era un niño. Los veía hablar de las artes, de las exposiciones que realizarían. Años después, jamás se me olvida, no sé qué edad tenía, creo que estaba en el liceo, cuando hicieron un performance, interrumpiendo la inauguración de una exposición. Entraron cantando el Jingle de “Almorzando con Orlando”, programa de televisión, muy visto en la época, pero ustedes le cambiaron la letra: “Almorzando con un pargo”, entraron con bailarinas, replicaron el show, todos con las caras pintadas. Recuerdo, no estoy seguro, pero tampoco deseo preguntárselo a Manuel, que tu hiciste la lectura como si fuese una curaduría de la exposición con un texto bien tejido con palabras del diccionario, rebuscadísimas, pero sin ningún contenido. Manuel, disfrazado como un artista del renacimiento, frente a una pared invitando a todos los presentes a pintar, porque todos podían ser artistas…  Creo que la despedida, si mi memoria no me falla, fue quitándose el maquillaje leyendo un poema del Chino Valera Mora. Eran los tiempos del Grupo Línea rasante, ganaron un premio juntos, lo recuerdo.
Evoco sus risas… Yo era un muchacho… admirándolos…
En esa casa, allá, en la provincia, los escuché hablar de la guerrilla, de los movimientos armados, de Ernesto Cardenal y de pronto saltaban a Cortázar y Eugenio Montejo y a la poetisa maracucha que me encanta, María Calcaño. Era una fiesta de libros, de óleo, trementina y muchas cervezas.
La fiesta seguía cuando iban a Caracas; se reunían con mis otros hermanos, Alexis y Carlos y el clan se ampliaba con los hermanos Márquez, Miguel y Alberto; a veces asistía Alberto Barrera Tyszka, Y yo ahí. Siempre callado. Aprendiendo con las venas y el ombligo.

VIII
Le conté que participarías en el libro a Armando Rojas Guardia, no sabía nada de tu salud. Me dijo que no te veía desde el XX Aniversario del CIPOST, cuando participantes, junto a un grupo de artistas como Carlos Zerpa, Pájaro, Alicia Velasco, entre otros y leyeron poemas Armando y Rafael Cadenas. La respuesta de Armando fue que era ¡Impresionante!; porque era triste y emocionante a la vez. Justamente, los grandes artistas como tú, se caracterizan por el talante trágico en el sentido nietzscheano. Es la experiencia de la condición humana… Humano, demasiado humano.
El comentario de Armando, pensando en estas palabras, me condujo, a buscar el libro colectivo que hicimos a propósito de aquella vivencia que se tituló Fragmentos de un hacer, allí dices lo siguiente:
“(…) me gustaría referirte que para mí hubo un punto de quiebre, un momento de suspenso con la muerte de Eugenio Montejo. A partir de ese momento algo quedó trunco en mí, y mi manera de enfrentarme con la obra cambia. Yo abandono la unidad un poco neoclásica de mi obra anterior, donde de alguna manera todo coexistía y trataba de ser unificado, dramáticamente, a través de las figuras; y, entonces, entro en un período de fragmentación. No desaparecen los motivos anteriores, ni mi interés por la forma y el cuerpo y la materia y los objetos; pero se fragmentan y se recomponen a partir de fragmentos y voy tratando de construir algo así como un lenguaje simbólico. Voy conformando como un lenguaje ideogramático, de todo lo que me inquieta y me perturba como ser humano: el sexo, el amor, la tierra, la ausencia, la guerra, el dolor, la amistad, la muerte, el nacimiento, el deseo, el miedo… Todo, todo lo que me atraviesa como persona. (Herrera, Felipe, 2010 en Fragmentos de un hacer, Caracas, Bid & Co: 88)
¿Qué quieres que te diga?
Un regalo. Una foto de aquél evento.


Felipe Herrera, Carlos Zerpa, Pájaro y Alicia Velasco (CIPOST 2009)
X

Ya adulto. Empezamos nuestra propia travesía como amigos. No existió ningún evento en aquel extinto hogar académico, el CIPOST, donde estuviese involucrado el arte, sin tu presencia. Por una razón elemental. Te hiciste mi mentor en las cuestiones del arte y juntos nos sentábamos, tragos mediante, a inventar eventos, exposiciones, donde eras tú quien invitabas a mi hermano. Ha sido una gracia de Dios, tener a un formador en las prácticas del arte como tú…
Querido amigo, no me interesa ningún título de ninguna universidad del mundo, porque tuve al mejor de los maestros a mi lado. Esa cosa que llaman comisarios, críticos es de data reciente… en la antigüedad se aprendía de la mano de los maestros, a educar el ojo, a educar el cuerpo… con seguridad, no soy un buen aprendiz; pero me siento dignificado porque en distintas áreas y campos de mi vida me han entrenado maestros como tú.  Y, no…. No quiero superar al maestro… ese talento no lo tengo… por el contrario, quiero reposar junto a él…  Tal vez, para deshacerme en fragmentos.
X
¿Sabes? Los antiguos romanos, solían decir, para qué ocuparnos del pasado, si el pasado pasó y es irrecuperable e inmodificable. Para qué ocuparnos del futuro, si el futuro es incierto cuya única certeza es la muerte. Ocupémonos del presente en tanto presente. Del aquí y el ahora.
Las anécdotas que te cuento, no tienen el sentido nostálgico del pasado. Lo vivimos y lo vivimos bien. ¡Celebro, por eso! Te las cuento, con la única intención de buscar recodos, anécdotas, paseos tímidos, para llenarme de valor… Hacer un silencio, prudente y con majestad... y, solo entonces, abrazarte desde la distancia, desde este sur austral que congela mis sentidos; y decirte que te quiero. Te admiro.
¡Y qué belleza!...
Tener la dicha que lo leas.

XI
Le conté a Miguel Márquez, también, de tu participación en el libro colectivo. Tampoco sabía nada de tu enfermedad.  Y nuestro querido Miguel me dijo esto, que te transcribo literalmente:
“Maravilloso y muy triste al mismo tiempo, pues no estaba al tanto de la enfermedad de ese querido artista y amigo de uno.
Me alegra, claro, su deseo de participar, pues habla de su voluntad poética a toda prueba, incluso en fases terminales.
Gracias por contármelo y si hablas con él, por favor, envíale mi más grande abrazo.”

XII
Me dices, hoy viernes 27 de julio, lo siguiente: “Voy a ordenar la azotea. Bastante, emocionalmente, movida. Te iré contando.”
Me cuentas que la imagen que adjuntaras, además de las palabras que dirás, es una composición nueva que hiciste de una obra tuya. La que ofreciste de imagen para la portada del libro colectivo que forjamos: Miradas Múltiples, Homenaje a Rigoberto Lanz que titulaste “La casa de la memoria”.
Busqué el libro. Lo tengo al lado de la computadora.
Un corazón juega divertidamente el ajedrez y el tiempo lo devora. Al lado, la rigidez clásica de las formas matemáticas; todos, a los pies del pórtico de una casa vencida por los años, cuyas paredes gritan historias de fantasmas y aparecidos; cuyos ecos se desplazan por doquier, apuñalando el sentido exacto de cualquier posibilidad de la certeza.
Abrumado… me arrincono en tu relato…
Preguntándome, un tanto distraído, ¿cómo fue que no me comí un níspero aquella noche, ni le entregué una estrella al unicornio que fue a visitarme en el calvario?
XIII

Escribe, escribe, mi querido Jonatan … Suéltate y ayúdame…. Eso me dices. Me pides que te escriba.
¡Coño!
Jamás había sentido un compromiso tan difícil, tan bello, triste, doloroso, hermoso, festivo y amoroso.
Esta tarde, abandoné mis labores universitarias para dedicarme a ti.
¿La verdad?
No hay oficio más importante, como diría Cesare Pavese, que el oficio de vivir, oficio de poeta.
Y tu vida…
En mí,
solo produce,
 abundancia de existir.

XIV

Querido amigo, cuando iniciamos la aventura del libro colectivo, les dije a todos que teníamos a un gran pensador latinoamericano quien observaba el proceso de construcción y estaba oculto, ni en Chile ni en Venezuela sabían quién era. Él escribiría sus notas al final y allí todos sabrían de quien se trataba. Un juego más.
Pero hoy le conté de ti. Le coloqué un par de link que hacen referencia a tu obra.
Hoy me pareció un bello día para revelar su nombre.
Se trata del amigo argentino, ese gran pensador latinoamericano, Roberto Agustín Follari.
Él respondió diciendo lo siguiente:
 “Además del gesto de Herrera ya en un momento tan álgido, es extraordinaria la calidad plástica de las pinturas que aparecen reproducidas. Es bella y valiosa su ofrenda.

  Abrazo grande, RF”

XV
Nuestra gran amiga, extraordinaria crítica del arte, orgullo latinoamericano, quien sabía de tu condición y a quien también le di la buena noticia de tu participación en el libro colectivo, María Luz Cárdenas, dijo lo siguiente: “Su fortaleza y capacidad de luchar han sido ejemplares. Ojalá pueda incluirse en el libro. Un abrazo
En Barcelona, España, vive una gran amiga, filósofa tropical, Rayda Guzmán, quien está dedicada a la escultura en cerámica, a pintar en acuarela y es una gran cómplice. Le mandé nuestras conversaciones, tu relato de infancia. Es una mujer con mayúscula, una pensadora y, como es ella, se sintió invitada a un banquete, a una fiesta, a una degustación, a una obra de teatro, a un performance de la existencia y resumió todo con una expresión:
Es hermoso asistir a un ser humano.

XVI

¿Sabes Felipe? Sandra Vivas, esa excelente y extraordinaria artista, participó en el libro con una Fuga… La tituló, desarraigo. Cuenta sus experiencias en distintos países. Luis Alberto Bracho, nuestro gran amigo, contó el desarraigo desde la tierra, sin salirse, sufriendo allí. Yo, utilicé un heterónimo, Blanca E. Otra expresión del desarraigo.
¿Sabes lo que más me duele del exilio?  No poder abrazarte, acariciar tu cabello, reírme, aunque me cueste; apretarte la mano.
Algunos idiotas siguen creyendo que se trata de izquierdas y derechas, de conservadores o liberales, de negros y blancos… Idiotas, al fin y al cabo.
Otros creen que somos originales en esto de la autodestrucción, se les olvidó que el país más racional del mundo Alemania, parió a Hitler y filósofos grandes como Heidegger se le arrodillaron; se les olvidó el pequeño detalle de la bomba de Hiroshima y Nagasaki; a otros se les olvidó que la bella España, vivió a Franco por decenas de años; se les ha olvidado tantas cosas… entre otras… que esta mariquera de izquierdas y derechas es un invento tan reciente, no tiene ni dos siglos y medio… una adoración tan ridícula a los libros, a costa del ser humano; que no hacen otra cosa que degradarse creyéndose superiores.
Se sustituyó a Dios, el del imperio romano, por la ideología y seguimos asistiendo a sus iglesias…
¿Venezuela? Nuestro país… sigue ese curso.
¿Y? Me duele… Me duele mucho… no por las teorías…. Ni por las posiciones… me duele porque no puedo respirar al lado de los seres que amo.
¿La patria? No sé qué es… ¿Para mí? Son estos cuentos compartidos….
El desarraigo, es el no lugar.
Con todo el amor de los amigos que me han recibido en Chile y a quienes públicamente agradezco…
Vivo en el desierto…
Desde allí Felipe, no desde otro lugar… desde aquí, desarraigado…. 
Con una lágrima batiéndose en mi sangre, querido hermano….
Me levanto, en medio de la pesadumbre, acompañado por las sombras… y, así, estrictamente solo…. Levanto la copa… levanto mi cuerpo y….
Frenéticamente, aplaudo. Aplaudo…. Aplaudo… Aplaudo… tu existencia.

Un abrazo desde Valdivia y como dice nuestro pana Armando, astronómicamente…
Se te quiere.  
Jonatan Alzuru Aponte

PD. Jacobo Borges, no ha muerto, por supuesto, pero dará la bienvenida por eso la muerte es una ficción.








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