EL
REALITY O SE TRATA DE FOUCHÉ
Jonatan
Alzuru Aponte
Las condiciones
de la rendición de cuentas, conversación, interrogación o interpelación a los
funcionarios del gobierno estaban muy claras desde el inicio del nuevo período
de la Asamblea Nacional. Discutirán, conversarán, dialogarán, confrontarán,
debatirán, con la presencia de los medios de comunicación social. Los
venezolanos, los latinoamericanos y todo aquél que desee conocer la opinión de
nuestros políticos, podría ver en vivo y directo o en diferido lo que acontecería
en tal escenario.
El argumento es
elemental: la información se transforma en la condición mínima para el
desarrollo de una política protagónica y participativa. El pueblo, nosotros que
somos pueblo, independiente de la afiliación política, solo podemos participar
si se tiene un mínimo de información de cómo se maneja la cosa pública, qué
hacen, que han dejado de hacer o qué harán nuestros funcionarios, para bien o
para mal. Eso estaba clarísimo cuando el Presidente de la República asistió a
la Asamblea Nacional y rindió cuenta y escuchó, estoicamente, la intervención
del Presidente de la Asamblea. Actuó el Presidente de la República
democráticamente, dentro de las reglas del juego, dando la cara, más allá que
se esté de acuerdo o no con lo que dijo. Además, sabiendo el escenario, estando
allí, el Presidente de la República comprometió su palabra, afirmando que asistirían
a ese escenario sus funcionarios; palabra que simplemente ratificaba lo que legalmente
deben hacer, pero en el escenario no solo era un asunto jurídico sino era una
línea política.
Pero,
lamentablemente, al parecer el Presidente de la República no es quien dirige la
política del gobierno y, por lo tanto del país, no dirige a sus ministros, no
dirige a sus funcionarios… Cualquier ser humano de cualquier signo político,
perfectamente, puede percatarse que quien dirige el partido (¿Diosdado…? La
verdad no lo sé… pero hay un jefe de partido, que por cierto no es el muchacho
cuyo nombre no recuerdo y funge como el vocero de la fracción parlamentaria del
gobierno) evaluó la actuación del Presidente y sacó conclusiones y ordenó,
dígase, bajó la línea, que no asistiera ningún funcionario a la Asamblea
Nacional. Seguramente, el Presidente de la República no tendrá alternativa que
asumir la línea de quien gobierna y tendrá que inventar, maromear o pegar
gritos para explicar que él creyó que debían asistir sus funcionarios pero
después se percató que no era así… De
verdad me da pesar por el Presidente, debe ser muy duro, simular que se tiene
poder y no tenerlo, trazar públicamente una línea de acción y en menos de lo que
canta un gallo tener que retractarse, porque el Joseph Fouché venezolano se lo
ordena.
Efectivamente,
es un realty, pero lo del show solo depende de los interlocutores y nunca es de
un solo lado; así que quien convierte en show a la Asamblea no son los medios
de comunicación, sino los interlocutores, los diputados; eso hay que explicárselo
con plastilina al muchacho de mandado del Fouché… Los venezolanos queremos,
deseamos ver en vivo y directo, cómo responden nuestros funcionarios y eso no
es un deseo de antichavistas histéricos, sino de todos…
Quizás, temen más
los del gobierno a su militancia que a cualquier otra persona… Allí radica su miedo… porque su militancia,
sus colectivos, sus organizaciones, sin pasarse a otro bando (no hay para qué
introducir esa variante electoral), tendrán información suficiente para
confrontar al interior de los partidos a sus funcionarios y no podrán mentir… El
Fouché del gobierno calculó bien, en lo inmediato… Pero desvaloriza
profundamente a su militancia, a sus colectivos, a un pueblo minoritario pero rojo
rojito que sufre las calamidades de la
ineficiencia y hasta ahora había creído que todo era culpa de los enemigos internos
y externos…pero han escuchado de cuentas multimillonarias en las cuentas
personales de funcionarios, han sentido en carne propia las decisiones
verticales, han sufrido el chantaje… y
ese pueblo colectivamente politizado arreglará cuentas más temprano que tarde
con los cobardes que no se atreven a dar la cara frente a las cámaras de sus
decisiones… Lo grave es cuando el cobarde, dirigido por Fouché, tiene armas…
ése, es el peligro para todos….
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