EL PAPEL DEL DEBATE ACADÉMICO
Jonatan Alzuru Aponte
El
objetivo del presente artículo es abordar el papel del debate académico –que es
una de las formas del diálogo (la práctica dialógica no se restringe a la lógica del debate)- al interior de la
universidad y su importancia en la vida social del país. Para ello creo
importante hacer una distinción de algunos tipos de debates.
El debate político en la
Asamblea Nacional, por ejemplo, tiene una finalidad específica: la construcción
de normas, leyes, bien sea consensuadas o por mayoría, que regulan la vida en
común. Allí está en juego la pugna propia del juego político entre los opuestos,
consolidar y acrecentar su poder para impulsar las políticas derivadas de sus
tradiciones políticas y de los intereses del colectivo al que pertenecen o
representan. La forma, estilo y puesta en escena depende, además, no solo de
los actores en disputas sino de los partidos, movimientos sociales y
organizaciones económicas que representan los interlocutores. Allí las
pasiones, las argumentaciones y las visiones de comprensión de lo social y de
la política se entrecruzan. Es el escenario donde se expresan las tendencias
fundamentales del debate político nacional y sus diversas interconexiones
internacionales.
El debate en los medios de
comunicación de masa y en las redes sociales es un escenario “glocal” que como
en una selva tropical llueve de todo. Se configura, tendencialmente, a partir
de las múltiples interpretaciones que se tiene a propósito de los asuntos de
coyuntura. Es una marea de opiniones. Su finalidad es difusa. Puede ser para
generar movimientos, acciones, en las diversas comunidades a las que se dirige;
puede ser usado como un ámbito para expresar, simplemente, una apreciación de
lo que sucede, para confrontar o avalar acciones de los actores políticos; para
dar cuenta de tradiciones teóricas o para expresar juicios éticos, estéticos o
políticos sobre situaciones nacionales o internacionales; a veces, son
confrontaciones emocionales, otras más argumentadas; en oportunidades se
transforman en caja de resonancia del debate político, de las miradas de los
grupos empresariales o de consignas que resumen las prácticas políticas o, simplemente, es el
desaguadero de pasiones combinada con algunas ideas… Cada quien marca su estilo y forma. Los que participamos
en el debate, lo usamos en cualquiera o en todos sus sentidos, dependiendo de
la coyuntura y de las motivaciones que se tejen dentro de ella, de mejor o peor
forma.
El debate académico en la
comunidad universitaria tiene como fin fundamental la producción de
conocimiento. Allí se debate desde los métodos y las metodologías para
comprender e interpelar los asuntos sociales, humanísticos, científicos; las
teorías, las tradiciones de pensamientos, las estructuras y formas de su
organización para lograr su finalidad, así como la forma de gobernarse, hasta
los asuntos coyunturales nacionales o internacionales. El cuestionamiento, la
interpelación, la interrogación a propósito de los asuntos en cuestión, es una
virtud que se cosecha.
La agenda de sus debates
está configurada en definitiva por problemas de fronteras en todas las áreas y
campos del saber, así como los asuntos coyunturales nacionales o
internacionales. Quienes debaten suelen participar de forma directa o
indirecta, por identificación, en los dos tipos de debates caracterizado
anteriormente. De allí la relevancia para sus miembros de distinguir sus
prácticas dependiendo de los escenarios. El debate académico aunque puede
incidir en la construcción de las políticas públicas, ésa no es su finalidad en
términos generales.
La universidad es una
escuela de aprendizaje de las prácticas del debate. Es una escuela de educación
para que las pasiones -que son constitutiva de la condición humana y, por lo
tanto, de todo debate- no prevalezcan por encima de las ideas en disputa.
Cuando las pasiones prevalecen, se fractura cualquier tipo de debate. Se hace
silencio (punto cero de cualquier tipo diálogo, preámbulo de la violencia) o
impera la violencia. La responsabilidad fundamental de conducir la experiencia
es de los docentes que habitamos en ella.
El aula es el espacio
privilegiado para el debate académico; pero también en instituciones, al
interior de la universidad, donde se ejercitan todos, expertos e inexpertos, de
forma permanente en el debate académico, como son los centros de investigación.
De allí se derivan otros espacios para el debate, contingentes o permanentes,
seminarios, conversatorios, foros, congresos…
Cuando el debate político
coloniza el debate académico de forma permanente y prolongada, en todos sus
sentidos, la institución pierde su naturaleza, se transforma en un remedo
maltrecho de los otros espacios y tipos de debate. Los que habitamos en la
universidades venezolanas, somos responsables de su deterioro o reconstrucción.
Asumiendo nuestra
responsabilidad un grupo de profesores nacionales e internacionales articulados en la Red Iberoamericana de Investigadores “Vida cotidiana, Ética,
Estética, Educación y Política”. (REDIVEP) nos hemos propuesto
impulsar al interior de la Universidad Central de Venezuela un Centro de
Investigación donde el debate académico se transforme en el eje articulador de
sus actividades.
Caracas, 12 de enero de 2016
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