EDUCACIÓN ENTRE
HORROR Y TERROR
@jontanalzuru67
La formación de las personas en
comunidad, no se configuran por la elaboración de normas, reglas o leyes. Tales
prescripciones son el deber ser. Aluden a cómo deberían actuar. Las normas de
un hotel no expresan cómo se comportan los clientes dentro del hotel, aluden a
cómo deberían comportarse. Igualmente, la constitución no expresa cómo es
Venezuela, sino cómo debería ser.
Obviamente, es sumamente
importante la construcción de normas, leyes, reglamentos porque funcionan como
el horizonte, el sistema de referencia de cómo actuar en la vida cotidiana. Lo
que solemos evidenciar diariamente es una distancia entre lo que debería
hacerse y lo que se hace. Se suele decir en la letra es bonito pero la práctica
es horrorosa.
Sin embargo, la sentencia del TSJ del 24 de abril crispa
los pelos porque nos dice cómo deben comportarse los funcionarios frente a las
manifestaciones pacíficas, el deber ser invita a una práctica autoritaria y
antidemocrática. Allí la letra es horrorosa y la práctica que genera es
infernal. Lo curioso del asunto es que al parecer esa sentencia lo que hace es
legalizar lo que en la práctica sucede, diariamente, en Venezuela. Esto es un
problema de fondo y no de forma. Es como si la norma en un hotel prescribiera,
salga a la hora que usted mejor le parezca, llévese las toallas y sábanas si le
hacen falta… Cualquier persona con sentido común, al leer lo que debería
hacerse, comprende que ese hotel irá a la ruina de forma automática, porque la
norma establece como horizonte, una actuación arbitraria de los individuos.
No es cualquier cosa lo que
aconteció, es un poder, una institución, que construyó una interpretación
normativa que fomentan el autoritarismo y las violaciones de derechos humanos.
La naturalidad con la que transcurren los días después de semejante exabrupto
da cuenta del papel de la norma en nuestra sociedad. Lo prescindible del deber
ser para nosotros los venezolanos. No sólo me refiero a los que ejercen el
poder, sino y quizás sobre todos para quienes nos enfrentamos.
Ese ambiente cultural desregularizado
es la condición para que se manifiesten prácticas, acciones que se transforman
en hábitos, costumbres de cómo vivir juntos, de cómo valorar los
acontecimientos sociales. Coloco un ejemplo, si en su casa escucha por primera
vez una detonación de una arma de fuego, se asustará, le entrará pánico, valora
ese acontecimiento como terrible, pero si lo escucha a diario, se habitúa. No
será relevante, no sentirá pánico ni temor. Será como un fuego artificial en
navidad.
Lo que está sucediendo en
Venezuela en la práctica es acostumbrarnos a un estado de terror. Por lo tanto,
empieza a desvalorizarse prácticas que habitualmente generarían una convulsión
de toda la sociedad. Más grave aun, no sólo es un asunto de costumbre sino que
para colmo, se construye un deber ser, la sentencia del TSJ, donde
normativamente, se valora como normal lo autoritario. Esto conduce a una vida donde nada sorprende,
donde todo transcurre como lo habitual, donde personas que tienen solidez ética
se transformen en ciudadanos capaces de laborar y discutir como si nada pasa,
como si ese es el deber ser dentro de una sociedad democrática.
Es verdaderamente escandalosa la
debacle espiritual a la que nos hemos habituado. La debacle se nota, se hace
evidente, por ejemplo, en la naturalidad, la tranquilidad, la indiferencia
frente al dolor y el sufrimiento del otro. ¿Cómo es posible discutir cualquier
asunto educativo en el ambiente actual? ¿Cómo es posible que aquellos, incluso
por formación religiosa, las organizaciones católicas, piensen que es bueno
dialogar sobre educación en la circunstancia actual?
Deténgase un minuto a pensar que
en el último mes, las acciones de protesta violenta, se minimizaron al extremo
y, sin embargo, la represión hacia el movimiento estudiantil es idéntica o
mayor que en el mes de febrero. Cómo es posible hablar de educación cuando el
régimen tiene detenidos a siete menores de edad, desde hace más de diez días,
con la excusa que no hay fiadores; cómo es posible hablar de educación si han
detenido a por lo menos ocho jóvenes discapacitados, cómo es posible discutir
de educación, cuando hoy, como una noticia más, registra la prensa la tortura
recibida por el joven con síndrome de Asperger de la UCAB, cómo es posible
discutir sobre educación cuando se incendió una Universidad, se quemó una
Facultad completa, una biblioteca completa, de la Universidad Fermín Toro, por vándalos
afectos al gobierno y éste responde como si actuasen por cuenta propia; cómo discutir sobre educación si sólo en esta
semana hay 70 heridos, 41 detenidos; cómo discutir sobre educación si abalearon
a la UCAB; cómo discutir sobre educación si los poderes tratan el asunto de las
violaciones de los derechos humanos como casos del algún irresponsable que
cometió un exceso, aunque se reiteran y repiten en cada estado del país.
Quién valore estos hechos como
acontecimientos graves, gravísimos, quien se sienta no habituado a esos
acontecimientos, entonces, tendría que ser responsable con su sentir y su
mirada de lo social. Dejaría de hablar de un deber ser en el ámbito educativo,
porque lo que forma son los testimonios, dígase, las maneras de comportarse
socialmente. Cuando usted se comporta como habitualmente lo hace, piense en
cómo esta valorando esas situaciones. Significa en la práctica que le son
indiferentes, es como el sonido de bala que ya se habituó, no se alarma, no le
parece un gran problema. Y, entonces, asiste al foro, al congreso, contesta una
encuesta y hasta se entusiasma hablando en cómo debería formarse a los
ciudadanos… Más allá de la posición política que usted tenga, detenerse a
pensar estos acontecimientos quita cualquier posibilidad de pensar en deber ser…
Nuestro deterioro social es de
tal naturaleza que no sólo la letra, el deber ser, el horizonte normativo es
horroroso, infernal, sino que nuestro día a día es una comunión con la
violencia. La verdad no encuentro palabras para expresar cómo se ha ido
transformando nuestra convivencia y cómo el dolor del otro nos es indiferente. Ciertamente,
es detestable la actuación de los verde oliva, como la de las bandas armadas…
pero me da muchísimo más asco quienes, teniendo el poder de la opinión, la
responsabilidad política para enfrentar o la responsabilidad de educar hablan
de un gris mañana, de conceptos y libros de texto, de bibliotecas perfumadas y el
problema curricular… Verdaderamente… no
soporto, estoy indigesto… se comportan como aquellos fariseos hipócritas,
sepulcros blanqueados, esa raza de víboras que estaban angustiadísimos por la
forma de cómo llegar primero al reino de los cielos…. De mi parte les regalo lo
único que puedo hacer, por ahora, una mentada de madre desde lo más profundo de
mis arterias… Para ver si ese pequeño
grito al oído, puede conmover la naturalidad asquerosa en la que nos estamos
convirtiendo todos, en una masa informe sin capacidad de asombro, sin vergüenza
y con una profunda indiferencia hacia aquél que me constituye…
Jonatan Alzuru Aponte
Miércoles 7 de mayo de 2014
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