SUEÑOS ROTOS EN
BOLSAS NEGRAS
Escuchaba las palabras del
presidente de México, un frío pálido recorrió mi cuerpo. Tenía varios días sin
escribir. No estaba de ánimo. Había recibido la noticia, pero sin pestañar pasé
la página. Quería disfrutar del paisaje, aunque mi hijo fue enfático, a ti no
te gusta el campo. Su mensaje era algo así como no tienes por qué disimular.
Eres hombre de ciudad, de biblioteca, de monóxido y centro comercial. Sonreí,
el tiempo, pensé, hace que uno se vista de un traje y qué más da. ¡Cómo
contarle que mis mejores amigos florecieron en un campo, cuando sembrábamos
papas y tomábamos miche! Pero mi hediondez a libro es lo que él ha respirado.
No digo nada, aunque recordé a mamá Romelia, a Mixteque, la acción popular de
mi juventud.
Pasé los días sin noticia o
queriendo buscar una noticia a ocho columnas verdaderamente importante,
trascendental, el Papa levitó y se perdió entre las nubes, por ejemplo. Pero
los días son tercos y nadie sabe cuál es la noticia importante. Recuerdo que
Borges conversando con Sabato a propósito de las noticias decía que una
información verdaderamente importante era, murió Dios en un madero… pero eso
era imposible de registrar, porque fue un acontecimiento ordinario.
Hablaba el presidente de México y
yo recordaba mis días de campo, la sentencia de mi hijo y mi afán por encontrar
una noticia de ocho columnas. No sé por qué asocié aquel asunto con las
telenovelas y aquella declaración ridícula que estimula la violencia. Me dije
¿será que tanta lectura de García Márquez me hizo indiferente frente al
acontecer? Fue cuando sentí un hielo en
mi piel. En menos de treinta y seis horas había leído que la muerte tenía el
traje de plástico, que el río, ese insurrecto del olvido, el Guaire, cargaba en
su lomo a tres cadáveres, cada uno con sus respectivos tiros en sus cabezas y
envueltos en bolsas negras y yo lo había leído indiferente, sin un mínimo
sentido del horror. ¿Por qué no hay escándalo? ¿Por qué no hay gritos? ¿Por qué
la indiferencia? La muerte dejó de ser digna para ocupar titulares en la
prensa, pensé.
García Márquez muere. Su velorio
en el palacio de Bellas Artes entre los grandes muralistas me generó una
inmensa conmoción, no imaginé las pinturas de los grandes de México, sino a
Frida, sus colores del sufrimiento. Paradójicamente, una imagen se apoderó de
mi cuerpo, los cuadros luminosos de Reverón, donde ya nada se distingue, como
una locura blanca. La muerte perdió color en mi país, habita en bolsas negras
sin rostros, es anónima. No ocupa grandes titulares, es una cifra, un número
abstracto sin olor a guayaba, sin níspero, no es un sauce, se hizo ordinaria.
Ya no hay artista que revelen su cara de mastranto.
Sigo frente al televisor
distraído entre mis fríos, entre mi náusea por mi indiferencia, por ese afán
moderno de la noticia verdaderamente importante, ese afán de novedad. La muerte
no es una novedad en Venezuela, es como un café a media mañana. En medio de
políticos que perdieron la capacidad de soñar un país, allí se presenta, sin
buenas tardes y sin permiso. Con una mueca seca, escucho la entrevista del
Alcalde que le hace honor su apellido, es un muchacho cuyo único problema es
que protesten pero por favor, lo pueden hacer de manera decente, más clara, más
cristalina, con una miopía insomne se preocupa por el color de su partido que
al parecer es lo único que tiene color en mi país. Unos rojos, otros amarillos,
otros naranja, otros verdes, blancos, azules… La muerte es incolora.
La contingencia es dura con los
oftalmopléjicos de la política, pensé. Cuando planteaba, casi un asunto entre
naranjas y amarillos, se enfrentaba una multitud contra los aparatos represivos
del estado, en una autopista de otro municipio; una señora portadora de una
metra que perforaba su antebrazo decía, daré la vida al lado de estos muchachos
que luchan por una Venezuela distinta. Recordé aquellas palabras del maestro
García Bacca, la discusión si el hombre vuela o no, se acaba con el avión.
Otra señora de esas que poco
entiende de política, pero ésta estaba a mi lado, me miró y me dijo, ese lo que
está preocupado que lo quiten de alcalde, como si eso fuese problema en este
país. No lo quitan porque no les interesa en este momento. Cuando les dé la
gana lo hacen con guarimba o sin guarimba, con muertos o sin muertos. Una
sonrisa triste me produjo el comentario. Y ésta es la que no sabe de política,
me dije. Yo vivo en un Macondo sin fondo. Las amas de casa suelen ser mejores
analistas que los señores con flux, corbata y gomina que como ráfagas de
incienso dejan de cocinar para mirar la tele y soltar un comentario como ese.
Recién había escuchado las
palabras hermosísimas del nobel, cuando al recibir el premio, nos recordaba que
las crónicas, esas primeras narraciones de nuestras América, son el germen de
lo que se ha llamado lo real
maravilloso, el realismo mágico, la locura de nuestros cuentos, la demencia
cargada de torrenciales prácticas cotidianas de quienes ejercen el poder, donde
no necesitamos demasiada imaginación porque los molinos de viento danzan por
doquier. Imaginación… Imaginación política es lo que hace falta, dije
contrariándolo en mi mente. Somos una película de Buñel, deseando comportarnos
como Kant…
¿Acaso no es un teatro del
absurdo que quien, acertadamente, anuncia que las esposas de los alcaldes
destituidos inconstitucional, arbitraria, autoritaria y sectariamente, por la
complicidad de los poderes, sean las candidatas, como gesto político para
enfrentar unitariamente al gobierno, sea el mismo personaje que días antes en
un arrebato de furia, -peor sería si fue calculado-, ataca a un activista, a
uno de los principales activista de lo derechos humanos en la coyuntura actual?
-(Por cierto, quien sostenga que
la decisión de la destitución de los alcaldes es justa. Debe preguntarse de
manera inmediata, ¿por qué no se destituyó al Alcalde Garcés, del municipio
Guaicaipuro, donde murió Adriana Urquiola, donde había una guarimba y murió por
las balas de un delincuente afecto al gobierno? La respuesta es sencilla, el
poder moral es subordinado al ejecutivo.)-
¡Qué triste! El Twitter de
Aveledo me causó más asombro que las muertes embolsadas, pero fue así. La
tristeza es de mí mi mismo. Esa noticia ocupó mi mente en su momento y quizás,
lo peor, era que mi asombro era lógico. Porque el señor Aveledo, el
intemperante, imprudente y destemplado Aveledo, tenía como referencia su propia
práctica frente al poder despótico, días antes, cuando se comportó mesurado y
tranquilo. ¿Dónde encontraremos una brújula para comprender las prácticas de
estos dirigentes?
Mientras continúan los dirigentes
entre el chiquero y la mediocridad de sus medianas miradas. El poder utiliza
una fórmula extravagante del ejercicio político. Mientras más conflictividad en
diversos escenarios mejor, es una la lógica del tsunami que se reduce a: si te
distraes te jodes y si no, también. Por eso tratan de colocar en la agenda como
prioridad, ahora, una demencial propuesta educativa –aunque pudiese ser
coherente y nada dramática, la forma y manera de anunciarla es para generar más
convulsión-, mientras realizan ajustes económicos verdaderamente demoledores de
cualquier aparato productivo, en la misma medida, cual ovejita de cuentos, la
vice presidencia anuncia que la oposición debe aprovechar la magnanimidad del
poder despótico para conversar, para dialogar, simultáneamente, la represión no
cesa e impunemente bombardean con gases protestas de cualquier tipo y a
cualquier hora.
La lógica del tsunami político es
efectiva. Configura una hidra de mil cabezas para dispersar, distraer, atacar y
avanzar. En esa misma medida resiste la protesta hasta pretender agotarla,
jugando, zigzagueantemente, entre la norma y los ilegalismos. De esa manera se
distribuyen los problemas, cambian los actores y se olvidan caras, mientras el
reflector se le coloca a las nuevas que son viejas en el gobierno, pero nuevas
dentro del tsunami. Se olvida, por ejemplo, que los responsables fundamentales
de las violaciones de los derechos humanos son los ministros de relaciones
interiores, defensa y el comandante de la Guardia Nacional. Se olvida el
desastre de Cadivi donde nos robaron a todos los venezolanos millones de
dólares. Se olvida de la corporación empresarial gigantesca que tiene el estado
y que la han quebrado. Se olvida o pretenden que se olvide, la enorme
devaluación que asfixia a los más pobres cada día. Pero si no atiende esa nueva
cabeza, también te jodes porque te ataca el centro neurálgico de la vida de un
país la educación… Esa es la fuerza no
de la confrontación política, sino de gobernar con lógica de tsunami.
Sigo el programa del periodista.
Fernado Del Rincón con verdadero tino, contrapone la imagen del edulcorado
Alcalde, quien se preocupa enormemente por los vecinos, como el sapito que vive
angustiado en su charco sin ver la montaña, frente a la imagen de un
estudiante. Mi ánimo aumentó, era la primera vez que escucharía la voz de
Daniel Yabrudy.
El joven político asumió su
jefatura al lado quienes están dando la batalla por un país distinto, los
estudiantes, explicando un principio básico del arte de la confrontación, la
definición del adversario principal, caracterizando al enemigo del pueblo, sin
ocuparse de la pequeñez infame de aquél que no comprende su tiempo. Abogó por
las luchas pacíficas, explicando que se le hacía un favor al gobierno cuando se
confrontaba de forma violenta, pero sin entrar en contradicción con aquellos
que se plantean otras formas de lucha. Por el contrario, afirmó que podía ser
una respuesta lógica frente a un gobierno que teniendo todo el poder político y
económico nos hunde en la miseria, que usa el poder para aplastar la
disidencia, que ha utilizados prácticas terroristas y que son los responsables de las muertes. No las
dejó anónimas, le fue poniendo nombres y apellidos.
Cuando escuché al joven político
con sueños e imaginación, entré en un espectáculo de sentimientos encontrados,
casi deseaba que le colocaran al Muchacho un apuntador, para que el estudiante
le dijera qué decir y cómo decirlo, para que se revisara a sí mismo y empezara
a tener sueños de grandeza. Sólo alguien capaz de soñar una Venezuela distinta,
con voz resucitada es capaz de armonizar los colores, ese alguien no es uno,
sino comunidades que se despeguen de la frialdad de la ordinaria muerte. Se
trata que los rostros interpelen, donde se rasgue la bolsa negra y esa lágrima
sentida se transforme en una proclama de liberación. Donde el cuerpo desnudo de
la muerte no se marchite en el campo santo, sino se transforme en miles de
almas combatientes cuya arma esencial es la palabra. Palabra que denuncia la
injusticia y anuncia un porvenir, donde no hay indiferencia como en los
entierros de mi pobre gente pobre, como cantaba ése, quien le puso música al
dolor, Cheo Feliciano.
Así de a poquito volvía entrar en
mí… a reconciliarme conmigo mismo… Pero por eso me quedo ya: “con mi
pobre gente pobre/sencilla flor de papel/y mucho amor de verdad… y en este
último viaje/camino del campo santo/a ese amigo del alma/rumbero! lo
acompañamos cantando.”
Jonatan Alzuru Aponte
Martes, 22 de abril de 2014
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