Carta al Diputado
Ricardo Sánchez:
o se trata de una
excusa para divagar sobre la cultura política
“La incertidumbre nos pone a caminar, en ocasiones súbitamente, sobre
la cuerda suspendida en el vacío y el filo de la navaja” (Armando Rojas
Guardia, El Principio de Incertidumbre)
La misiva está compuesta en dos
grandes bloques. La primera es mi reflexión general sobre la cultura política y
la segunda, más breve, sobre asuntos prácticos donde urge tomar posturas y
actuar en consecuencia.
Hola Ricardo. ¿Cómo andas? Decidí
escribirte. Es cierto, en un par de oportunidades te he nombrado en mis
escritos, que se han transformado en una especie de diario político. Pero ahora
quiero hacerlo directo. “Te
escribo una carta larga porque no tengo tiempo de escribir una carta corta” (Cartas Provinciales, Blaise Pascal). Expresión que utilizó, de
manera similar, Marx para con su amigo Engels y que me viene al pelo en la
circunstancia actual.
Quiero decirte –seguramente lo
sabes, pero igual te lo escribo- que hay momentos en la historia de un país,
donde la coyuntura pasa por las manos de algunas personas específicas. Y la
grandeza personal y colectiva depende de las pequeñas pero contundentes
acciones de aquellos, que tienen conciencia que la historia la tienen en sus
manos, y son capaces de levantarse sobre sus hombros y caminar, para arrastrar con sus ojos y el
furor de su aliento las transformaciones que un país requiere en una
circunstancia específica. ¿Sabes? Yo no creo que la transformación de un país
dependa sólo y exclusivamente de quien gobierna. A veces, quien gobierna es un
mal accidente y nada más. Ojalá todo se redujera al gobernante. La cosa fuese
como más fácil.
Las transformaciones de un país
se configuran, lenta o rápidamente, a partir de las decisiones personales y
colectivas que generan cambios institucionales. Esas instituciones sociales
generan mayor o menor arbitrariedad de los ciudadanos dependiendo de las formas
y maneras de discernir e interpretar los hechos, los asuntos públicos. Siendo
esas instituciones sociales el espacio donde las diferencias se procesan. Mientras
más despersonalizadas, menos atadas a la voluntad de una persona o de un grupo
de personas, y cada vez más regida por las normas acordadas o escritas, más
fuerza institucional cobra ese espacio para generar o impulsar horizontes morales
dentro de la sociedad.
Las instituciones sociales se
transforman en instituciones morales, cuando por el efecto de sus decisiones minimizan
la arbitrariedad de los ciudadanos, porque sus decisiones generan beneficios
colectivos, porque se concibe a la institución como un ámbito de puja político-jurídica,
donde se confrontan, en cada decisión, visiones, intereses, pasiones, pero que
finalmente procesan los disensos.
Cuando los disensos son procesado
lo mejor posible, articulando los puntos coincidentes, estableciendo consensos,
explicitando las fronteras de los desacuerdos, publicitando de la mejor forma
las estructuras normativas a las que se apelan para decidir sobre los puntos de
disenso, etc… las decisiones son tomadas por los afectados, que tienen distintos
y opuestos intereses, como la decisiones más justas posibles, dentro de las
circunstancias polémicas en la que surgen. Donde el sentido de justicia se
configura no por un deber ser, sino a partir de las prácticas, de las
actuaciones de las instituciones en la resolución de los conflictos sociales.
Comprendiendo que el conflicto es constitutivo de las relaciones
intersubjetivas, teniendo siempre como límites, la muerte simbólica o real del
otro.
El vocablo paz no es ausencia de
conflictividad en el orden sociopolítico, sino procesamiento de la diferencia a
través de espacios institucionales de reconocido horizonte moral. Reconocimiento,
expresado una vez más, que no se genera por un acto de fe en la norma
constitucional o en la ley, sino por las prácticas cotidianas de las instituciones que se reflejan, se
manifiestan en cada toma de decisión. Las instituciones morales no se reducen a
lo que en Venezuela se llama Poder Moral, más bien, son todas las instituciones
sociales que van produciendo horizontes morales en la sociedad. Obviamente, las
fundamentales, las bases morales en el sentido expuesto son las que configuran
el Poder Moral, pero también el
parlamento, la universidad, etc.
Yo no sé cómo entiendes tú el
orden social y cómo piensa tú las transformaciones sociales. Yo lo pienso como
te lo describí, grosso modo. Ahora bien, ese horizonte de transformación nunca
se posterga. No hay que esperar un mañana para iniciar el cambio, justamente,
porque el futuro es incierto, impredecible. Una de las calamidades que vivo en
la Venezuela actual es que pensamos postergándonos. Desde hace unos cuantos
años en mis clases inicié una batalla contra esa falta de pensamiento que
implica la postergación. Pensando en un mañana esplendoroso, cavamos nuestra
tumba en el presente.
La falta de pensamiento se
manifiesta en expresiones como las siguientes: “Mañana, cuando cambie el gobierno…” “Mañana volveremos a…” “Mañana
seremos…” Ese problema de pensar en un mañana, mientras se hunde el presente,
es una falta de entrenamiento en el pensar. No basta saber cuál es el estado
que se desea, sino cómo en el presente se asumen los medios adecuados para ir
construyéndolo en el día a día, en el hoy. Aristóteles en el libro séptimo de
la Política, en su inicio, afirma que no
basta saber que conviene a un Estado, solamente, más fundamental era conocer,
discernir, el medio para alcanzar lo que parece conveniente. Ese discernimiento
no es una teoría, sino un ejercicio práctico en lo cotidiano. La calamidad de
nuestro presente es la ausencia de discernimiento para elegir lo conveniente,
para caminar en las transformaciones estructurales económicas, sociales
política, pero con seguridad éticas que necesitamos. Cuando uso el vocablo
ética no me refiero a un manual del debe ser, sino a las formas de ser, a las
valoraciones que se configuran por los hábitos, las costumbres, que generan
unos modos de relación difusamente compartido, el ethos de un pueblo.
Lo expresado, para nuestra
Venezuela actual, no sólo se refiere a las formas de confrontar al gobierno. Es
una reflexión genérica. Sin embargo, mi mirada está focalizada sobre todo, en
las formas cómo los dirigentes de oposición se comportan con sus aliados, cómo
construyen los acuerdos, cómo y cuándo manifiestan sus desacuerdos. Cuándo y de
qué manera recomponen los acuerdos. Hasta ahora nuestros políticos –esto no va
sólo contigo, sino con todos y cuando digo todos, son todos- con una falta de
formación o de conciencia extrema, han realizado prácticas, toma de decisiones
que afectan a un sector, a una comunidad o a todos, pensando que todos somos
ignorantes, que la población no merece explicaciones. Construyen o rompen acuerdos, en la capilla, tras
bastidores y actúan con una profunda falta de respeto a la población,
irrespetan a quienes los seguimos. El vacío explicativo es proporcional a la
multiplicidad de errores en el ámbito práctico que hemos tenido durante quince
años.
Es natural, por ejemplo, que
exista disenso en la Mesa de la Unidad, lo que no es natural ni lógico que no
lo expliquen a la ciudadanía. La unidad política en una sociedad, mínimamente
transparente, no trata de juramentos, de manos en el corazón y de petición a no
traiciones. Se trata de establecer unos acuerdos mínimos y cuando se rompen los
acuerdos se explicitan la rupturas, la razones y se comprenderá o no, dichos
argumentos, por parte de la población, pero los que rompieron actúan
responsablemente con sus decisiones y con su público. Será responsabilidad del
público, de quienes opinamos, de quienes seguimos interpelarlos o no,
solidarizarse o no, con la ruptura o con el nuevo consenso.
Esos ritos religiosos, de
juramento y traición, expresado como formas políticas han dañado profundamente
la subjetividad de todos y cada uno de nosotros. Nuestra dirigencia en una
perversión que deviene desde las dos últimas décadas del siglo veinte no
discuten en el espacio público sus decisiones. Asumen que sólo por oponerse o
sólo por apoyarlos, la ciudadanía debe hacer lo que la dirigencia quiere. Es
hora de detener esa lógica. Porque la situación política, social y económica
está gravísima, pero además tiende a estar peor. Siempre se puede estar peor.
Recuerdo que desde la época de Carlos Andrés Pérez la intelectualidad,
políticos y los jóvenes de aquella época pensábamos que no se podía estar peor,
que quizás cualquier cosa era mejor de lo que se tenía y así llegamos a esto e
ingenuamente ahora, algunos piensa que salir de cualquier manera y apostar a
cualquier cosa siempre es mejor... Tenemos ejemplos de sobra, tanto en
conflictividad política, como en situaciones económicas de muchos países que
están peor, muchísimo peor que Venezuela, podemos asumir ese horizonte o, por
el contrario, se apuesta a un horizonte distinto, pero se trabaja con seriedad en
el cómo caminar…
La discusión pública requiere, obviamente,
desde la perspectiva de la oposición, expresar los desacuerdos con el gobierno,
como también, cómo y en qué sentido se están configurando los acuerdos para
oponerse. Porque estamos en una profunda crisis política, más honda, más
oceánica que la económica, es necesaria la discusión pública, es necesario que
los políticos ejerzan su rol y expresen, en todos los sentidos sus miradas de
comprensión del orden social y político, pero quizás sobre todo, cómo se
construye en lo inmediato decisiones para caminar hacia una vía distinta.
Un discurso político en la actualidad
no tiene sentido limitarlo a lo obvio,
que hay polarización, que hay escasez, que el gobierno es inepto, ineficiente y
corrupto, que ha violado los derechos humanos, que no garantiza el derecho a la
vida, que ha violado el debido proceso, etc… Ni siquiera es necesario un gran
discurso del cómo será la Venezuela del futuro, ¿podría elaborarse un pequeño
discurso con sentido práctico para explicar cómo organizarnos, con cuál
objetivo, cómo serán las formas de lucha? ¿Hasta dónde se presiona? ¿Cuáles son
los límites de los acuerdos? ¿Cuáles son los puntos innegociables? ¿Por qué
esos y no otros? ¿Con quién está caminando esa dirigencia y con quién no…? ¿Alguien
tendrá la responsabilidad de evaluar cómo va la lucha y cómo se redimensiona? Eso
no es un asunto del mañana. Se trata de tomar decisiones desde ya. Hay que
discernir, hay pensar. ¡Basta de la política de encuesta, de libritos y de recetarios!...
Basta de una política sin evaluación. Basta de una política de jefaturas. Porque
estamos en una profundísima crisis y las expectativas, independientemente de
cualquier solución, son bajas, porque el país no empezará a caminar de manera
luminosa a la vuelta de la esquina, entonces, con más razón se hace esencial
una discusión política hacia dónde vamos y cómo vamos. Con parresia, dígase,
con valentía y prudencia para expresar lo que se cree con verdad. Sin engaños.
Hay que detener esa réplica de la
cultura militarista en el ámbito civil. Dirigentes que no gobiernan, sino se
comportan como jefes. No es nuevo eso en Venezuela. No es responsabilidad ni de
Chávez ni de los chavistas. Es un rizoma cultural que nos constituye. Leyendo a
un extraordinario poeta –por cierto Ricardo, para ser buen político hay que
leer. La poesía le da rigurosidad al pensamiento, porque ella se transforma en
una caja de resonancia donde el cuerpo manifiesta sus ausencias y abundancias,
perfila el oído y le da sonoridad al silencio, mientras comprime el llanto a la
sequedad fresca de una metáfora, de una palabra en víspera. También hay que
leer ensayos políticos de nuestros grandes pensadores, antiguos y
contemporáneos- Te decía que leyendo a un poeta; a un extraordinario poeta venezolano Rafael
Castillo Zapata, leyendo su diario, me encontré en su 7 de diciembre, una cita
de nuestro gran Rómulo Gallegos que dibuja, arquetípicamente, la pasta
constitutiva con la que estamos hecho los venezolanos.
Son unas palabras escritas a un
año del derrocamiento de su gobierno que las coloca Castillo Zapata con el tino
preciso, para recordarnos cómo somos y por qué estamos dónde estamos… Dice
Gallegos: “No me hago ilusiones de pronto
regreso a Venezuela, porque estoy seguro de que allí mucha gente, pero mucha,
de plácemes con el orden imperantes, muy dentro
de los hábitos de un país acostumbrado al sometimiento a jefes, que no
gobiernen, que es conducir y dirigir, sino manden, que es imponer voluntad
autoritaria” (Gallegos, 4/11/49 citado por Castillo Zapata, 2013: 268)
Lo que señala Gallegos es que
nuestro ethos, nuestros hábitos y costumbres, donde se afincan nuestras
valoraciones, esa manera de experimentar la vida cotidiana, está configurada
desde una lógica autoritaria. El jefe es quien manda. Al jefe no se le puede
llevar la contraria, el jefe es quien decide el camino. Al jefe hay que
justificarle, como sea, los errores. Como hay varios jefes y se quiere unidad,
a los jefes no se le dice nada. La cultura de la jefatura en política se
configura desde los movimientos estudiantiles, se consolida y se reproduce como
un virus en todo el orden sociopolítico.
Ya está bueno que nos manden. Ya
está bueno de voluntad autoritaria sea del ignorante con charreteras o del
ilustrado con perfumes de Chanel, sea por la buena voluntad de la mujer o por
la inocencia del estudiante. Ya está bueno que nos manden. El gobierno no se
inicia cuando se tiene la posición de alcalde, diputado o presidente. Es una
experiencia que se inicia en el ámbito público desde las organizaciones
estudiantiles.
El gobierno, no la jefatura, en
el ámbito público es expresión del gobierno de sí mismo y quien se gobierna
conoce que es falible y porque es falible su oreja se abre como una compuerta a
las críticas, a las miradas de los otros y su abanico, cualitativamente, lo
expande cuando inserta la diferencia en su propia mirada.
Ricardo la gravedad de lo que
sucede en gran parte es responsabilidad de los que estamos en la acera del
frente al gobierno. Sería muy fácil excusarse. Es necesario repensar cada quien
sus prácticas. La prepotencia militarista está incubada en los tuétanos de
nuestra sociedad, desde el portero hasta el presidente. Esta crisis económica,
política, profundamente ética, es una extraordinaria oportunidad para que nos
repensemos como pueblo.
Que los políticos, los dirigentes
entiendan que somos mayores de edad y que la foticos unidos y sonrientes. no
dice nada. Es ridícula. Al parecer todavía tienen pánico, miedo, de sentarse en
una entrevista y expresar con pertinencia, con altura, sin ofensas pero con
precisión por qué y en dónde hay diferencias. Por el contrario, si conocemos
las diferencias y pensamos las diferencias es posible encontrar puntos de
coincidencia. La política como secta, como buró, como acuerdo cupular ya no
tiene sentido, en la práctica ha fracasado.
Ricardo ¿sabe porque es urgente
cambiar las maneras de pensar? porque nos estamos habituando a que la práctica
política sea violenta, implique la muerte de los ciudadanos. Hoy pensaba en lo
grave para nuestra sociedad de habituarnos a la violencia política. Recuerdo la
entrevista de Luis Chataing diciendo que no era momento para risas a dos días
del 12 de febrero, pero han pasado más de cuarenta día y muchos piensas que es
bueno la risa y más medio país se normaliza, vuelven los chistes con el
columpio de la baba incorporada, vuelven rutinas, una marcha tras otra,
mientras otros están dando la vida en una lucha fratricida, otros inician
protestas creativas pero aisladas, mientras el poder se sigue burlando,
olímpicamente, de las instituciones, de los acuerdos, haciendo parapetos de
investigaciones de Derechos Humanos, siguen en una vomitiva practica mediática…
Pero al parecer, la rutinización de la vida cotidiana se impone. Increíble pero
cierto…
No se puede ser tan ignorante y
tan hábil en el poder al mismo tiempo, pero ha sido así. ¿Dónde reside el
problema? ¿En la capacidad del ignorante militar con poder o en aquellos que
nos sentimos capaces e ilustrados, pero seguimo tropezando con la misma piedra?
¿Acaso no será conveniente, por un minuto, revisar nuestras prácticas? Ricardo
te escribo a ti en específico, pero eres mi excusa para hablarles a todos. Para
hablarme a mí mismo incluso, porque el rigor arranca en uno. Tallarnos de
manera distinta no es una exigencia a otro, arranca por nuevas prácticas en uno
mismo.
Es necesario y urgente nuevas
prácticas en la discusión política. ¡Coño! La muerte como mínimo nos debe
llamar la atención, no para darnos golpes de pecho, sino para escucharnos. Y no
me refiero a quienes están en el poder, aludo a los que estamos en la
oposición. No para pensar idénticos, sino para acordar en la práctica, en el
espacio público, formas y maneras de actuar.
Ricardo, es claro, por ejemplo,
que Leopoldo López y María Corina tienen una mirada distinta de cómo enfrentar
la situación a Henríque Capriles. Ya lo
del pasado no tiene sentido porque todos legitimaron las elecciones y todos
asistieron al acto electoral (cosa que me parece correcta y la valoro como
positiva), por lo tanto, aunque les duela la garganta deben reconocer que este
gobierno es legal y es legítimo en su origen.Entonces, esa diferencia no debería ser diferencia.Sería ridículo quedarse en eso.
Ahora bien, es claro y evidente, también, que
a partir del 12 de febrero el gobierno inició un conjunto de prácticas
violatorias de los derechos humanos, violatorias de los derechos civiles y
políticos. Luego ha maximizado esas prácticas con relación a destitución por la
vía jurídica a personas que son representantes electos…. Entonces, en el hoy, ¿dónde
residirá la diferencia? Necesariamente hay que construir acuerdos a partir del
hoy… Cómo se enrumba la lucha, con qué objetivos específicos… ¿Quién lo
expresa?...
Transformar es configurar una
nueva manera de pensar que se explicitan en nuevas prácticas de manejarse en lo
público.
Hay un filósofo Ricardo, llamado
Nietzsche, que escribió en un bello libro titulado El Crepúsculo de la Ídolos, allí
dedicó un capítulo a pensar su país, le llamó “Lo que le falta a los
alemanes”, capítulo que por cierto muchos críticos de su pensamiento deberían
leer, porque el autor muestra que el problema central de la Alemania de su
época, a finales del siglo XIX, era que la educación estaba haciendo a unos
hombres como engranajes de una máquina, hombres al servicio del estado y que se
había perdido el entrenamiento de pensar por sí mismo.
La Alemania hitleriana fue el
resultado no de un partido político y de un hombre maligno, sino de una
sociedad incapacitada de responsabilizarse por sus prácticas, por su voluntad,
por la falta de entrenamiento en el pensar por sí mismo. Ese pensar por sí
mismo, no es un asunto privado, sino que se despliega en el espacio público,
confrontando opiniones, solicitándole a los dirigentes, explicaciones y
argumentaciones de sus decisiones, en definitiva no dando cheques en blanco a
nadie, para expresarlo en lenguaje popular. Pero responsabilizándose cada quien
por los actos que realiza desde su espacio, a través de una discusión pública. Eso
lo expresa bellamente una filósofa, -quien era la pasión teórica de uno de mis
maestros- Miguelito Ron Pedrique, llamada Hannah Arendt.
Pero no quiero distraerte
Ricardo, espero que me sigas en la lectura.
El problema de pensar en el mañana es sumamente grave, porque pierdes la
reflexión sobre lo esencial que puedes hacer. Lo que cualquier persona puede
hacer, siempre lo puede hacer en un presente. Es muy sencillo Ricardo,
comprometerse en hacer algo, es hacerlo en ese momento, porque el mañana es
impredecible. Del futuro lo único que sabemos con seguridad, es la certeza de
la muerte. Para pensar el presente hay
que entrenarse. Decía Nietzsche criticando a la educación la alemana: ya no aparece en ellos ni el recuerdo de que
para pensar es necesaria una técnica, un plan de aprendizaje, una voluntad de
maestría; de que el pensar se aprende como la danza o como un cierto tipo de
danza… (Nietzsche, 1888/2009: 95)
Ricardo a ti te ha tocado,
coyunturalmente, ser una de las figuras principales en este teatro existencial
que vivimos los venezolanos. Te sale bailar. Ese baile, es un hacer, es una
práctica, requiere pensamiento. No se trata del mañana. Se trata de actuar en
libertad en el presente. Eso parece fácil, pero no lo es.
El vocablo libertad lo defino,
estrictamente, como las decisiones prácticas que cada quién realiza en la vida
cotidiana, esto es día a día, asumiendo la responsabilidad de sus actos, como
expresión de la manifestación de su voluntad, de sus deseos y de su razón, sin
determinación de nadie ni por nadie. Ahora bien, Ricardo Para configurar
instituciones morales, no atadas a la voluntad de una persona, ni a un grupo o
sector social o político, sino a su configuración normativa, es necesario la
actuación responsable, libre, de los individuos a quienes les tocan
reconstituirla, o crearla o participar en ellas.
Pronto vendrá la elección de unos
representantes del Poder Moral. Tal acción puede ser estrictamente un cambio de
nombre intrascendente o, por el contrario, puede ser un duro forcejeo en la
Asamblea Nacional que de por resultado el nombramiento de unos individuos que
despersonalicen a la institución y las transformen en verdaderas referencias
morales para todos y cada uno de los sectores del país. Ese es un compromiso
del futuro inmediato. Como te he dicho el futuro es impredecible, cuando llegue
ese momento se atenderá en presente.
Pero en el presente… En el
estricto presente hay unas situaciones que requieren compromisos
impostergables, donde no se puede aceptar la palabra simplemente, sino hay que
exigir prácticas responsables y/o también, explicaciones del por qué se actúa
de una manera y no de otra. Por ejemplo, Eveling de Rosales está en su libertad
de asistir a la Conferencia de Paz en su estado, es Alcalde, aunque se sabía
por las anteriores, que tal como han sido configuradas son un espacio catártico
intrascendente, ella asistió. Por ello tendría que explicar no sólo por qué
asiste, sino los beneficios prácticos de su presencia, para su municipio y para
el país. ¿En esa conferencia se establecieron compromisos prácticos supervisables,
evaluables? Los compromisos en el ámbito político se manifiestan en decisiones
institucionalizadas. ¿Qué institución tomó una decisión firme para resolver los
reclamos que los estudiantes y la población de Maracaibo han realizado, en
primer lugar y, en segundo lugar, cómo esa decisión repercute en ámbito
nacional? ¿Cómo en esa conferencia se reconfiguró la distribución de la
justicia? ¿Esa fue una decisión personal o de partido? ¿Cómo se relaciona esa
decisión con las acciones de la MUD? Es verdaderamente ridículo que alguien
afirme actualmente que quiere ser la voz de los estudiantes o de los alcaldes
presos, como si no fuesen un movimiento que claramente ha manifestado su voz o
los alcaldes no tuviesen voz. Yo quizás hubiese actuado como tú, si estoy en un
partido con personas tan irresponsables en la práctica política, frente al
acontecer nacional. Hoy con más molestia que nunca cuando anuncian otro joven
muerto, ahora en Maracaibo… Pero hay un detalle Ricardo…
En el caso tuyo, tu libertad, en
el ámbito estrictamente político, está articulada a quienes representas. Yo no
soy diputado, yo puedo militar o salirme de un partido por las diferencias que
sean y mi decisión no implica a otros. En cambio la tuya sí. Fíjate, escuché en
una entrevista que Héctor Manrique quería escuchar a Roque Valero del por qué
se hizo chavista. Esa es una solicitud de un amigo a las decisiones de su
amigo. Pero la decisión de Roque Valero es intrascendente para el devenir de
Venezuela. Por lo tanto, él puede decidir lo que le venga en gana. En cambio un
diputado no. No es igual. Ni la población puede comportarse igual frente a esas
decisiones personales, porque el diputado representa a una colectividad. Su
decisión tiene implicaciones prácticas trascendentes para la República.
Es decir, quien asume un cargo,
sobre todo de diputación, está atado a su conciencia, a su libertad, pero es
diputado porque le dijo a un sector social, político, que él se consideraba
apto para ser vocero, para abogar por esa comunidad, dentro del parlamento. Pero
además, que tenía tanta capacidad dialógica que sus propuestas buscarían
minimizar los costos sociales y maximizar los beneficios colectivos,
independientemente del sector político al que representa. Por eso votaron por
ti. Porque ofreciste eso. Pero además, tu palabra estaba respaldada con tu
acción, porque fuiste un testimonio en las luchas estudiantiles.
Recientemente te vi en un
programa de televisión. Decías que se te habían criticado porque tú no te
ubicabas en los polos. Te recuerdo que era muy difícil comprender dónde te
ubicabas, porque en la MUD estaban desde la posiciones más radicales la de
Diego Arrias hasta Acción Democrática, por un lado y, por el otro, estaba el
bloque del chavismo, que por cierto una dirigente de ese polo Aurora Morales,
les dijo, en aquella oportunidad, públicamente a ti y al señor William Ojeda
que tenían cabida en el chavismo. Y en ese entonces, tú no respondiste. El
señor Ojeda, decidió cambiar su mirada y no se responsabilizó de su acción. Porque
Ojeda no es Roque Valero, quien no tiene por qué explicar nada, quizás, sólo a
sus amigos. Ojeda tenía la responsabilidad con unos electores que votaron por él
y no se sentían ni se siente representado por su voz. Ojeda se representa a sí
mismo en el parlamento. Responsabilizarse con su cambio de mirada implicaba
renunciar a su diputación. Ojalá ese señor, frente a la crisis actual, asuma
responsablemente sus decisiones y renuncie. Pero en tu caso… El asunto es
complejo. Pero lo pasado pasó y es inmodificable.
Hablemos en el presente. Ricardo
decías, en el programa, que tú acompañas las luchas estudiantiles. ¿Cuál protesta has
acompañado? Quizás es una desinformación mía, pero me gustaría saber, ¿cómo el
movimiento estudiantil puede aprovechar tu experiencia y organizar mejor la protesta?.
¿Cuántas veces te has reunido con los estudiantes, que fueron vejados,
humillados, mal tratados, desnudados, amarrados, de la Facultad de Arquitectura
de la UCV? ¿Cómo en ese espacio más allá del bien y del mal que tú propones
dentro de la oposición te enfrentas en la práctica al gobierno? Pero además,
tienes una responsabilidad mayor. Resulta que eres suplente de María Corina
Machado, más allá que compartas o no su mirada política, la forma cómo se trató
el caso fue violatoria de la constitución. ¿Qué haces más allá de la palabra
para revertir la situación? ¿Qué acciones institucionales y organizativas de la
comunidad a la que te debes propones para resarcir tal situación? Así como
antaño liderabas marchas, formas de protesta, explícanos cómo se te acompaña en
ese lugar más allá de los partidos, más allá de los polos donde curiosamente
ves a todos como lo mismo, Primero Justicia como Bandera Roja, Un Nuevo Tiempo
como Voluntad Popular… Tú que estas más allá de todos ellos, juntos o por
separado, ¿qué le planteas al país en términos de tus acciones, para que
luchemos? No se trata de creer o no, sino ¿qué haces? Tú bien lo sabes, el máximo tribunal es el que
tienes interiormente. El mayor juez de tu historia es tu espejo. Eres tú mismo.
Eres tú mismo no en el mañana sino en el hoy. Sería muy bochornoso que entres
al parlamento, sentándote en el puesto de alguien, cuando sabes que es írrito
el asunto, porque no se cumplió el debido proceso. ¿Qué harás?... Es mi
responsabilidad ciudadana interpelarte. No para que elabores un discurso rápido
e inentendible, más bien se trata que tu acción práctica refleje tu
pensamiento. Es un momento estelar de tu vida política, para que hagas
historia, para que te trasciendas a ti mismo. Yo no soy quien para decirte qué
debes hacer, lo que soy es ciudadano que le exige a su parlamentario
responsabilidad consigo mismo, con sus palabras. Soy un ciudadano que me he
ocupado de escribirte para que reflexiones profundamente sobre la
responsabilidad histórica que tienes en tus espaldas.
Es obvio, lógico y, por lo demás,
sumamente comprensible que el gobierno haga lo imposible y lo posible para que
bailes al son que ellos desean. Dentro de las lógicas políticas es comprensible
eso. Es de anteojo. Lo verdaderamente importante no es cómo se comportan ellos,
sino cómo te comportas tú no en el futuro sino en el hoy. Creeré en tus
acciones y no en tus palabras. Piensa que Jesús, el de Nazareth, dijo
exactamente eso, no crean en mi palabra sino en mis obras… Si lo tenemos como
un hombre de altísima referencia moral, entonces, mi afirmación es casi un
lugar común. Tus obras dicen de ti. ¿Cómo protestamos Ricardo, cómo se
denuncian las violaciones? En tu caso no lo expliques, actúa, si es tu
criterio, en el ámbito público y con las acciones institucionales pertinentes y
contundentes, las requeridas en el momento… Esas son las únicas obras que
puedes mostrar. Prácticas de organización y lucha desde tu perspectiva y acciones
institucionales, más allá que se decida a tu favor o en contra, pero de ti depende
realizarlas.
Bueno Ricardo. El país requiere
de tu fuerza, tu voluntad y tú decidiste mostrarte ante el pueblo como un
hombre capaz y se te confió un mandato solicitado por ti. No se trata de verte
mañana. Es en el hoy que se requiere de tus acciones. Es hora de la
responsabilidad. Ruego a Dios que en tu caso, billete no mate a galán. Hazme un
favorcito, si por casualidad te encuentras con William Ojeda que en el pasado,
hace unos cuantos años, tuve la oportunidad de compartir en foros, programas de radio, incluso en Asambleas
Populares en los barrios de Petare, dile de mi parte que por dignidad con él
mismo, por mínima autoestima, renuncie a
su curul.
Ricardo, finalmente, es un
momento de reconfigurar consensos para poder avanzar, se requiere de ti, pero
es responsabilidad tuya obrar de tal manera que los aliados confíen. No es
problema de los otros, sino de tu propio esfuerzo. Es la hora tuya para actuar
en conformidad no sólo con tu conciencia sino con tus electores, sobre todo, el
movimiento más afectado en esta circunstancias, el movimiento estudiantil. Tu
responsabilidad no es levantar la mano, sino actuar con decisión para revertir
situaciones, denunciar abusos y ayudar a la organización del pueblo. Esa fue la
vida que tú elegiste…
Sin otro asunto que agregar, me
despido, con un abrazo fraternal
Jonatan Alzuru Aponte
Domingo 30 de marzo de 2014.
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