EL MOMENTO DE LA
RAZÓN
Jonatan Alzuru
El momento de la razón, dijo
Capriles. Esto significa en términos muy claros, saber cuál es el objetivo de
la lucha, cómo administrar las fuerzas y saber cuándo colocar fin al
proceso. También es sustancial tener la
claridad de lo logrado, sobre todo, de cara al futuro. Para saber cuál camino es
erróneo y en cuál hemos tenido éxito.
La abstención electoral es un
error. La votación del 14 de abril nos da una noticia contundente, el gobierno
en menos de tres meses, perdió un millón de personas de apoyo. El país está en
un empate técnico. Eso lo sabemos por participar en las elecciones. Podemos
registrar con certeza, cómo ha crecido el descontento frente al gobierno y cómo
muchos seguidores del gobierno están en la búsqueda de un camino de progreso. Este
es un dato súper relevante.
Para seguir aumentando la fuerza
de cambio no tiene sentido la confrontación entre el pueblo. De allí que la
orientación de Capriles ha sido muy acertada. No caer en provocación no es por
un asunto de inocencia, ni pacifismo barato, sino táctica y estrategia política
en un momento crucial de la vida venezolana.
La violencia le interesa
políticamente al gobierno para unificar a sus dirigentes. La fractura y
debilidad de Maduro se muestra cuando él decide auditar 100% y al día siguiente
Diosdao Cabello, su fuerza opositora, da un contra orden. Al no mantener el
caudal de voto de Chávez, la dirigencia del PSUV le reclama a Maduro y lo
coloca en suma debilidad para gobernar. El Presidente Cabello expresa que se
debe hacer una autocrítica y toda crítica apunta como blanco obvio a Maduro.
La estrategia de Maduro, para
enfrentar su situación interna, más grave que la externa, es generar un clima
de golpe de estado para unificar su fuerza contra un enemigo todo poderoso. Esa
es su mejor jugada. Por ello, no caer en esa trampa es vital. El peor escenario
para Maduro es un reclamo sin violencia e institucional con tiempo limitado.
Iniciar un gobierno con aliados en contra es tener sus días contados, no sólo
por el pueblo opositor, sino por aquellos que lo auparon.
Nos vienen unas elecciones de
Alcaldes, no debemos perder esa perspectiva. Debemos incrementar nuestra fuerza.
Tenemos certeza que se logró en pocos días, podemos hacerlo muchísimo más, de allí que medir el discurso, actuar
prudentemente, no ofender a los seguidores del chavismo, no actuar
impulsivamente y de manera simultánea, ilegitimar un CNE que se le venció su
período formalmente y saber que sólo con el 75% de los votos de la Asamblea
Nacional se pueden nombrar nuevas autoridades electorales es un cuello de botella
para los seguidores de Maduro que no es el grupo de apoyo a Chávez.
Ese camino no lo desean los
maduristas, por ello buscaran por todos los medios que se generen confrontaciones,
infiltrarán marchas y buscarán incendiar el país, allí debemos actuar con la
razón y saber por qué se hace lo que se hace. No podemos controlar las
directrices de los maduristas, pero si podemos controlarnos, si podemos medirnos,
no dejarnos llevar por dirigentes espontáneos ni por iniciativas que no
conduzcan a nada.
El voto es nuestra forma de
lucha. No es fácil, pero en la práctica debemos ver que nos ha dado resultado.
El voto como forma de lucha requiere inteligencia y madurez. Las acciones
irracionales nos condujeron a callejones sin salida en el pasado, sería una
torpeza repetir esos caminos.
Es una lucha institucional, democrática,
donde la violencia le interesa al gobierno madurista, para intentar ocultar su
incapacidad, frente a lo suyos, de mantener el legado de Chávez. A nosotros nos
interesa que esa fractura florezca, nos interesa que más chavistas acompañen
nuestro camino. Esa vía no sólo es posible sino que el 14 de abril fue una
evidencia. Administrar nuestra fuerza, administrar nuestra inteligencia, pensar
en objetivos claros, como jugadores de ajedrez, nos sale a todos aquellos que
deseamos un cambio para Venezuela.
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