ASUMAMOS NUESTRA
RESPONSABILIDAD POR VENEZUELA
Jonatan Alzuru Aponte
No por mucho madrugar amanece más
temprano, dice el adagio popular. Es comprensible, lógico y justificable la
desesperación como venezolanos para que se resuelva la situación de una vez por
todas. Vemos una luz al final del túnel y deseamos correr para salir de la
oscuridad.
¿Quién no la va entender? Si
muchísimas familias vivimos el destrozo y el desgarramiento en nuestra carne,
hijos que murieron antes de tiempo, enfermos que su muerte está decretada por
no tener medicinas, familias totalmente desarticuladas, jóvenes cuya vida se
les truncó y en vez de estudiar están lavando pisos en cualquier parte del
mundo; profesionales que al final de su carrera han tenido que empezar de
nuevo, la desesperación de cobrar un sueldo para el día siguiente no tener nada
en los bolsillos; la rabia, la ira e indignación son sentimientos muy humanos y
comprensibles en los momentos actuales.… Esa es una realidad dura e
inocultable. Hay razones suficientes para desesperar y es casi una falta moral
pedir paciencia.
Hemos tenido años intentando salir
del despotismo y hemos tropezado, una y otra vez con la misma piedra o
similares; no desear cometer el mismo error nos conduce hacer más críticos y
duros, también es lógico. Los fracasos que hemos tenido nos conducen a perder
toda confianza en el liderazgo, eso también es profundamente comprensible y de
allí, que también sean lógicas las críticas duras a cualquier dirigente quien
deja colar cualquier señal que implique más tiempo o que sospechemos que la luz
puede apagarse.
Sin embargo, evaluemos el
proceso, intentemos comprender lo que sucede, es necesario y urgente hacerlo,
no por el bien de los otros sino por el propio bien. No sabemos cómo
reaccionarán ni los militares ni los países que se han solidarizado con nuestro
pueblo. Allí hay una incertidumbre que nos agobia. Esas decisiones, no las
controlamos nosotros. Pensemos en lo que depende de nosotros como pueblo, como
venezolanos; aquello que podemos controlar.
En pocos días hemos tenido el
apoyo internacional más grande en toda la historia de la lucha contra el
despotismo. Más allá de las declaraciones de uno u otros, la mayoría de nuestro
liderazgo ha conducido el proceso, hasta ahora, minimizando el mayor costo en
vidas posible. Ningún agorero que denuncie la guerra, puede describir este
proceso desde el 5 de enero como un radicalismo… Se está en un proceso
conducido por civiles… aunque usted los califique como la peor dirigencia del
mundo… Piense, por un momento, la dictadura salvaje que tenemos y las reales
posibilidades de enfrentarla y cómo se está llevando este proceso. Seguramente
usted podrá estar en desacuerdo en A ó B… pero comparemos este proceso con el
2014 ó el 2017… era un muerto tras otro y nuestros jóvenes poniendo su carne en
el asfalto a diario… sin un camino claro… el después que nadie sabía, ni la
dirigencia lo hablaba. Hasta ahora,
aunque la represión ha sido brutal, la forma cómo se ha planteado la lucha ha
sido resguardando nuestras vidas.
Hay que agradecerle a todos los
de la Asamblea Nacional y a todos los dirigentes que han luchado contra el
despotismo. Pero ¿Cómo nos cuesta valorar lo que estamos haciendo como pueblo?
Las declaraciones, por ejemplo, del joven Pizarro, dando cuenta de cómo hay se
está estructurando la ayuda humanitaria es digna de aplausos… Hay que tener
cojones para en una circunstancia tan delicada y compleja tener la serenidad
para realizar la rueda de prensa y no caer en provocaciones de preguntas, hasta
bien intencionada de la prensa.
Hay que aplaudir la postura de
ayer de Henry Ramos Allup (conste que quien me ha leído sabe que no es santo de
mi devoción y le he realizado durísimas críticas); denunciando a la Asamblea
Dictatorial Constituida, alertando y dando un apoyo firme a Guaidó.
Hay que aplaudir la sensatez de
Guaidó, para convocar a los exministros de Chávez, a intelectuales como Edgardo
Lander, para conversar sobre sus propuestas. Es una señal inequívoca de alguien
que está tranzando acuerdos para que la patria sufra lo menos posible. Hay que detenerse a escuchar las declaraciones
de Héctor Navarro, porque no tuvo alternativa frente a la prensa que reconocer
que la Asamblea Nacional tiene mayor legitimidad que el déspota… Por lo tanto,
su postura se le caía por sí misma; no hay que relegitimar a la Asamblea, sino
que cese la usurpación.
Los que hablan de paz, alzando la
bandera de la paz, criticando el proceso que lidera Guaidó; no han tenido la
suficiente valentía en reconocer que hasta ahora de la boca del Presidente
Encargado no salido la primera convocatoria a la violencia y no ha dejado de confrontar
al déspota, a su estilo y forma y tratando de articular un juego cooperativo en
medio de una situación que cada día el déspota la desea transformar en un
escenario de guerra.
¿Cómo presionar a un déspota y a
una camarilla que no solo tienen el poder de las armas, sino que además saben
que algunos no tienen amnistía porque están involucrado en narcotráfico?
Ciertamente, la solidaridad
internacional ha jugado un papel crucial y determinante, pero la conducción ha
sido de nuestra dirigencia. El papel de nuestra Iglesia Católica ha sido vital
en este proceso, quién de los críticos puede decir lo contrario. Piensen ¿dónde
se está estructurando el plan de ayuda humanitaria? En la Conferencia
Episcopal.
Piensen la participación directa,
no tras bastidores, con artículos, discursos de masa, reuniones, del rector y
ex rector de la UCAB, Ugalde y Virtuoso, ambos líderes jesuitas. Solo alguien
que desconozca, ignore, absolutamente, cómo funciona y ha funcionado la iglesia
católica en su historia y en especial la Compañía de Jesús, puede pensar que
funcionan sin una estructura jerárquica y cualquiera hace lo que le da la real
gana. Detalle importante el General de la Compañía de Jesús es un venezolano,
Arturo Sosa y el Papa es jesuita, además…
¿Acaso no pensar que se tiene que preservar países e instituciones, si
algo sale mal, para que puedan intervenir de ser necesario? ¿Quién quema todos
los cartuchos en una primera instancia, sobre todo con un despotismo que no es
solo político, sino que está articulado como mafia internacional?
Invito a la prudencia. Invito a
la calma. Invito a la solidaridad. Invito sobre todo a los analistas a que
ayuden a persuadir con sus artículos y opiniones a los militares. Invito a que
desde nuestros espacios colaboremos con la dirigencia que ha tratado de
conducir este proceso con el menor costo posible. La guerra es un fantasma que
nos acecha y es la verdad, pero esa responsabilidad es exclusiva del déspota y
del poder militar. Ellos serán los únicos responsables de cualquier baño de
sangre de nuestra patria.
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