PARTE III. FRENTE AMPLIO Y DESPOTISMO.
Jonatan
Alzuru Aponte
La
mayor muralla contra el despotismo son prácticas libertarias.
La
conciencia que se es libre, aún en un estado de opresión, es la piedra fundante
para enfrentar a un régimen despótico. Es una conciencia que debe irradiar al
colectivo… para producir prácticas de
protesta, de desobediencia civil, asumiendo las acciones de resistencia y las
distintas formas de lucha. Esas prácticas son las experiencias que amalgaman un
frente amplio de lucha; donde la exigencia fundamental para el liderazgo sea el
testimonio.
Esa
conciencia, esa fuerza, está en potencia en el pueblo venezolano. Es necesario encenderla. La llama de la
organización popular es el saberse libre.
Es un acto de la razón y de la pasión. Es un horizonte, pero a su vez,
es una práctica consuetudinaria.
¿Es
posible sentarse a negociar una salida con el déspota? En política nada se
decreta; pero se deben asumir criterios para discernir qué hacer en cada
momento. El déspota negociará su salida, si y solo si, está absolutamente acorralado.
Para acorralar a un régimen como el venezolano es necesario una movilización de
toda las fuerzas sociales y políticas existente en el país. Eso se sentirá por
el clima de ingobernabilidad que se logre.
La
ingobernabilidad, en el caso específico venezolano, es una expresión del
espíritu libertario del pueblo. En cualquier
otro clima, sería muy difícil que el régimen despótico venezolano negocie. Y
cualquier llamado al diálogo, por parte del déspota, siempre será una
herramienta más de su dominio.
Lograr
el estado de ingobernabilidad es uno de los retos más importantes de un frente
amplio; porque la gobernabilidad, en el caso venezolano, se traduce como normalización
de la dominación y el despotismo. Dos ejemplos gráficos, nuestro país tiene una
de las plantas hidroeléctricas más grandes de América Latina y en tiempos
pasado era pionera en tecnología. En los actuales momentos, más del 60% del
país vive sin luz más de ocho horas al día y lo asume pasivamente porque no
tiene otra opción (aunque se sientan algunos estallidos, protestas, como
desahogo social; porque no están orientados en una ruta para desplazar al
déspota). Siendo un país con una de las reservas gasíferas más grandes de
América Latina con una industria que siempre fue pública, actualmente, se
cocina con leña en gran parte de los pueblos del interior del país. Esas son tecnologías de dominación. Al
régimen no le interesa el progreso sino la esclavitud de nuestro pueblo, para su
exclusivo beneficio.
¿Se
debe ir a las elecciones? La decisión de participar o no participar en unas
elecciones dependerá del clima social que se logre articular y de la forma cómo
se desarrollen los acontecimientos sociopolíticos. En un clima de mansedumbre,
donde el déspota utiliza todas sus tecnologías para oprimir sin reacción
articulada del pueblo o con protestas desarticuladas; con acuerdos de cogollos
entre los líderes de la oposición y el régimen despótico, etc… participar en
las elecciones es darle más tiempo al régimen para acrecentar la lógica
despótica.
En un
clima de ingobernabilidad con un espíritu insurreccional, con una organización
amplia y engranada, unas elecciones pueden ser la válvula que destranque el
conflicto social y termine desplazando al déspota… es un asunto de pulso y olfato político. En esto ya hemos tenido suficiente experiencia
como para replicar errores.
Los venezolanos
tenemos historia de rebeldía, hemos sido un pueblo que marcó rumbos y
horizontes políticos en América Latina; es la hora de retomar esas banderas y
liderar nuestra propia liberación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario