APRENDAMOS
PARA ALCANZAR LA VICTORIA
Jonatan Alzuru Aponte
El frente amplio no es un
deseo sino una necesidad histórica. Es un espacio de construcción colectiva de
una política para liberar a Venezuela y para reconstruirla.
Para que logre su objetivo
debemos aprender, con urgencia, a procesar las diferencias; aprender a impulsar
proyectos políticos donde se incorporen los disensos. Una práctica que no
suponga que el otro debe plegarse a juro y porque sí, a una mirada y a una práctica
de quien dirige o lo que piensa la mayoría. Los disensos y las diferencias no
son una debilidad, más bien, son nuestra máxima fortaleza.
Quien escribe, lo aprendió a
través de muchos años. Mi aprendizaje se
demoró mucho por mi prepotencia e intolerancia hacia los otros, quince años.
Sin embargo, estuve en una formidable escuela, el Centro de Investigaciones
Postdoctorales que existió en la UCV (1989-2011). Sus fundadores no solo lo predicaban sino lo
ejercían en la práctica. Rigoberto Lanz -(¡Por favor! si le produce incomodidad
ese nombre, piense que no me interesa la persona sino su enseñanza; haga el
esfuerzo por centrarse en la enseñanza, esto es vital).
Decía: Rigoberto Lanz desde
que fundó el equipo de trabajo que se inició hace cuarenta años, en 1977 y que
se institucionalizó en 1989, promovió el trabajo con el que disentía, incorporando
en el equipo, en revistas y en sus libros a pensadores opuestos a él. El CIPOST
fue un Centro donde ninguno pensaba igual al otro, incluso eran opuestos y eso generaba
roces, fracturas, serias discusiones, molestias, pero tenían claro el horizonte:
hacer un Centro de Investigación distinto. Actualmente, en nuestras librerías,
se consigue la redición del libro “Cuando todo se derrumba”, editado por Bid
& Co y REDIVEP; su importancia es que se inicia con el antiprólogo de
Miguel Ron Pedrique, otro de nuestros fundadores. Pensaban distintos, opuestos,
disentían, pero eso se expresaba de forma conjunta en un libro. También pueden leer “Fragmento de un hacer”
publicado por Bid & Co; donde recoge la experiencia de los fundadores.
Apenas a finales del año
pasado, publiqué el libro “La vida en breve. Miguel Márquez” que fue cuando me
atreví a que me antiprologaran; lo hizo de forma magistral, Gonzalo Ramírez,
quien piensa radicalmente opuesto a mí y me hizo críticas tanto de contenido
como de mi actitud de lectura durísimas, en su presentación. Allí concreté, junto a él, por vez primera,
lo que me constituía culturalmente: La celebración de la diferencia, sin concesiones.
Esa experiencia educativa es vital aprenderla, en la práctica política, para
configurar el Frente y alcanzar la victoria.
Aterricemos. La fractura de la oposición no
fue por el evento electoral de las regionales; sino por la prepotencia que en
la práctica se manifiesta como intolerancia hacia el otro, al que piensa
distinto; intolerancia por el que disiente de los acuerdos. El evento electoral
es un efecto de esa actitud, antes, durante y posteriormente. Eso es lo que hay
que combatir, desde ya, ni siquiera por convicción, sino por necesidad
práctica: la intolerancia y la prepotencia; estimulando de forma simultánea la
capacidad para acordar y disentir, manteniendo de forma sólida, un proyecto
político común.
Valga un ejemplo. La mayoría
de los partidos acordaron asistir al evento electoral de las regionales; dos
partidos, Alianza Bravo Pueblo y Vente Venezuela, de forma autónoma decidieron
no asistir. Celebrar el disenso e incorporarlo significaría lo siguiente: Ambos
partidos explican su razonamiento del por qué no asistirán, en qué están en
desacuerdo, sin acusar al resto de traidores; simplemente tienen una visión
dentro de la coyuntura distinta, aunque comparten un horizonte común, la
estrategia es común. Los otros, tampoco acusan a los disidentes, sino por el
contrario, le ofrecen al pueblo el horizonte mayoritario y también el camino
disidente. Esto supone no pensar que la multitud, las comunidades, el pueblo,
son un rebaño infantil que hay que arrear, sino que es capaz de decidir; tal
como fue en la práctica, el ciudadano tomó su decisión.
Se realiza la elección y tal
como sucedió, se ganan cinco gobernaciones; cuatro se desprendieron del
horizonte común; porque se arrodillaron frente al tirano, porque reconocieron a
la Asamblea Dictatorial Constituida, porque en definitiva se burlaron de los
electores. Ese imponderable, jamás lo
podemos sortear, las decisiones indignas siempre están en las esquina y
cualquiera puede ser presa de la ambición, de la miopía política y en
definitiva de la estupidez. Allí es un
costo para todos. Lo importante es saber cómo minimizar su efecto y cómo
maximizar cualquier logro que se oriente hacia el horizonte común.
Pero se ganó una, la del
Zulia, a pesar de todas las circunstancias.
Celebrar la dignidad del candidato es transformar esa postura individual
y del partido en una acción colectiva, donde todos, incluyendo a los disidentes
de esa táctica, podrían juntarse hombro
a hombro; tal vez, señalando sus aciertos en la mirada de la coyuntura pero
defendiendo al compañero en la calle, manifestando y subvirtiendo,
imposibilitando la arbitrariedad de una nueva elección o su inhabilitación.
Haciendo de ese evento la ocasión precisa para aclarar, en la calle, con la
protesta, que la Asamblea Nacional no está derogada y que es frente al poder
constituido que el candidato debe juramentarse, porque la finalidad de la
Asamblea Dictatorial Constituida, en todo caso, es hacer una nueva constitución;
pero como también es un horizonte común
no acatar sus mandatos, entonces, se maximiza la protesta.
Pero imaginemos, en el
supuesto negado, que lo dejasen gobernar; se trata de no aceptar ninguna
imposición como esos supra gobernadores nombrados a dedos por el poder,
protestar allí con fuerza, con unidad y, simultáneamente, todos, aportar con
inteligencia a los mejores cuadros para el ejercicio de gobierno, sobre todo
los que disentían. Y en esta nueva etapa de lucha, quien era minoría en el
proyecto en tanto disidente, empieza a ocupar un puesto mayor de comando por su
mirada acertada; entendiendo que la dirección colectiva siempre rota y no rota
por elección, sino por la pericia en el manejo de las coyunturas. Pero, entendiendo,
además, que la coyuntura no es lo sustancial sino el horizonte, transformar a
Venezuela, recuperar el espacio público y, en definitiva, salir de la
esclavitud.
No pierda tiempo refutando
el ejemplo o buscándole cuatro patas al gato. Elevemos la mirada. Lo importante
es tener la inteligencia práctica para generar acciones, cuando exista disenso
(que no será siempre) e incorporarlo
dentro de una estrategia común. Esto no es una receta, sino una actitud en el
trabajo cooperativo. Es una práctica diaria que nos conduce a minimizar la
prepotencia, la intolerancia y a maximizar las potencialidades de cada persona,
grupo o asociación. La reiteración de
esa costumbre irá configurando, desde ya, una cultura democrática.
Este escrito está pensado
para nuestros dirigentes desde nacionales hasta locales y, para a todo aquel
que comprenda que puede transformarse en
un dirigente de su propia vida en el ámbito político, desde el campo virtual
hasta su acción en su comunidad. No es
un reto teórico, sino una urgencia práctica; el país requiere de un mayor
esfuerzo que el realizado hasta ahora. Luchemos
por la configuración de un Frente Amplio y es el mejor momento porque hay un
repliegue de la ciudadanía, es el momento de trabajar en las bases.
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