EVALUAR,
REFLEXIONAR PARA CONFRONTAR
Jonatan
Alzuru Aponte
Quienes sosteníamos, desde
julio, que la línea política de Henry Ramos Allup era errada y que nos iba a
conducir a una situación peor que antes de las protestas de este año, podemos
actuar de forma prepotente en las actuales circunstancias. Aunque la actitud es
humanamente comprensible no contribuirá en nada políticamente hablando para
seguir en la lucha contra la dictadura.
Igualmente, la decisión
desacertada y terrible, por parte de los gobernadores electos de Acción
Democrática al legitimar la Asamblea Dictatorial Constituida, nos puede
conducir a una situación de malestar, angustia y depresión que paraliza la
acción política. Incluso, la evaluación de sus desaciertos, la manera y forma
de abordar tales actos pueden generar más divisiones, más fracturas, más dolor
y en definitiva, se maximiza el clima de desconsuelo que le interesa a la
dictadura para consolidarse y perpetuarse.
De lo anterior se desprende
que es vital, pensar, reflexionar no tanto en los otros sino cómo cada quien,
persona u organización, enfrenta la situación para rearticularse, para seguir en
la lucha, para no estancarse. Es un momento crucial para trabajarnos como
sujetos. Dependerá de la forma y manera cómo cada dirigente aporte desde la
sindéresis, la calma y el autonanálisis para saber cómo seguir en la lucha.
Es necesario evaluar para
aprender de los errores y no para quedarse, inútilmente, en un rosario de
culpas. Es urgente digerir lo que sucede para salir del clima de desesperanza
que inunda los huesos de cada venezolano. Esa situación de nuestro cuerpo
social es el perfecto para que se consolide la dictadura. Tomemos antibióticos
para la cura de nuestra enfermedad como pueblo para recuperar la sanidad y
enfrentarnos con fuerza a la dictadura con disfraz de democracia que va en
camino a su consolidación con pretensión de eternidad, si no actuamos con
prudencia, honestidad, fortaleza y valentía en las actuales circunstancias.
La situación actual supone
reconocer antes que nada que el gobierno y su Asamblea Dictatorial Constituida,
se han consolidado y tienen un refrescamiento de legalidad. Eso clarifica a
quién nos enfrentamos.
Como las tácticas y
estrategias en política, así como en los deportes, se miden por los resultados y por sus
procedimientos, sin lugar a dudas, las formas y manera de estructurar e
implementar las decisiones a partir de la fractura de la unidad, en Julio, fue
errada y es absurdo valorarlo de otra manera.
El viraje que se hizo de
protesta e insurrección a elecciones sin protesta ni insurrección, fue un
desacierto mayúsculo, acompañado del conjunto de decisiones previas como
realizar acuerdos y negociaciones tras bastidores o dejar que el gobierno
jugara con el cambio de condición de nuestros presos de cárcel a casa a su
antojo, son elementos a evaluar. Los resultados están a la vista. Cada vez que
se está en una situación crítica, el gobierno hace un movimiento con la
intención de sorprender y la oposición en vez
de seguir la línea que se traza, se desarticula con el movimiento del
gobierno. Esto ha de evaluarse, para no tropezar con la misma piedra.
Ahora bien, estamos en la
peor crisis social de la historia de nuestro país como mínimo del siglo XX y de
lo que va del presente. Basta un dato para colocar el paisaje claro, el mejor
salario de un profesional de clase media está en el orden de 10 dólares, el de
un docente universitario oscila entre cinco y seis dólares y un cartón de
huevos y un kilo de carne cuestan dos dólares. El hambre es descomunal. Los
pobres están en la peor miseria de su historia.
Sin embargo, tal situación
no genera un estallido social porque la dictadura ha utilizado, de forma
eficiente, el hambre como mecanismo de opresión, articulado a políticas
económicas y sociales para que la sobrevivencia dentro del campo de
concentración que es Venezuela dependa del sometimiento a su voluntad. De allí
que una situación favorable para la protesta e insurrección, es al mismo
tiempo, la mejor condición para la opresión. Esto hay que evaluarlo con suma
delicadeza porque depende de la interpretación que se realice es para que se
pueda construir formas de lucha.
Un paso fundamental en las
actuales circunstancia es escuchar a las comunidades organizadas, a las
organizaciones civiles, al pueblo, tratando de combatir a todo dirigente cuya
miopía lo conduzca a echarle la culpa al pueblo. También es una etapa dura
porque implica deslindar con aquellos que han legitimado a la dictadura este es
un paso imprescindible para recuperar la credibilidad. Y los que hayan cometido
errores pero que desean continuar en la lucha, la única exigencia será su
testimonio.
Ojalá que quienes se
entregaron servilmente a la Asamblea Dictatorial Constituida, reflexionen,
piensen en sí mismos, en su historia, en sus familias, en sus hijos, se
visualicen en el mediano plazo y sean capaces de pensar en el ejercicio de poder
en grande, trascendente, en la trasformación de Venezuela y con valentía se
autocritiquen y sean capaces de ofrendar sus vidas por Venezuela, de lo
contrario, no es posible conciliar ni un ápice con ellos y el deslinde no solo
debe ser con ellos sino con la línea que ha impulsado Ramos Allup que fue
acatada no solo por su partido sino por el grueso de la Mesa de la Unidad. Este
paso será el más dramático pero la operación del tumor es vital para la cura.
La conciencia que la dictadura
no caerá sin protesta e insurrección articulada al movimiento político
internacional es un horizonte que no se puede sacar de la ecuación, más bien es
la primera certeza para empezar el trabajo urgente que requiere el país.
Lo suscribo.
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