DETENGAMOS
LA MUERTE ANUNCIADA
Jonatan
Alzuru Aponte
A veces, leerse en el tiempo,
contrastar las hipótesis que se tenía con la realidad y acertar, no provoca la
satisfacción que como estudioso de la sociedad cualquiera puede imaginar; más
bien producen dolor, congoja e impotencia. El 6 de agosto escribí sobre dos
posibles escenarios. El primero desconocimiento radical del gobierno y todas
sus instituciones, incluyendo al CNE, asumiendo como formas de lucha, la
protesta y la insurrección, tensando la cuerda hasta un límite donde el
gobierno dada la ingobernabilidad y la presión de calle, aunado a la presión internacional, negociara unas elecciones presidenciales.
La segunda alternativa era la
tendencia que fue liderada por Henry Ramos Allup, asumir la ruta electoral sin
protesta ni insurrección; sino paso a
paso. Camino que conduciría a una fractura de la oposición, una desarticulación
del movimiento juvenil, abstención electoral y, una postergación de la
confrontación para conquistar Miraflores.
El 27 de agosto, asumiendo que
había tendencias que buscaban una vía intermedia donde se unieran el trípode,
protesta, insurrección y elecciones, hice un llamado al liderazgo juvenil para
que protagonizaran esa vía que es distinta al paso a paso que ha venido
planteando el Secretario General de Acción Democrática y sentía que con más
fuerza se iba imponiendo dentro del seno del liderazgo opositor.
La realidad del 11 de septiembre.
Suspensión de la protesta
desde finales de julio. Tampoco han existido estímulos, testimonios
contundentes de la dirigencia que se transformen en la levadura del movimiento
popular. La línea ha sido lo contrario. Por lo tanto, un desplazamiento sin tiempo
para que se produzca una coyuntura insurreccional; quedando como único camino
el electoral. Imaginando que un gobierno como el que preside Venezuela -que no
posee ninguna ideología, ninguna visión de mundo, sino es una organización mafiosa
y déspota que tiene como único fin conservar el poder, enriquecerse y explotar a
la sociedad marginalizándola- fuese capaz en algún momento de entregar el poder
por vía electoral. Imaginando que
aquello que Capriles decía, en todas las manifestaciones, que se estaba en la
calle porque se habían trancado todas las puertas y posibilidades; ahora, gracias a la magia de algunas
negociaciones ocultas que se hicieron en julio y con una legitimación de la
Asamblea Dictatorial Constituida, es posible que en el 2018 entreguen el poder.
Mientras la dirigencia camina
en esa ficción, liderada por Ramos Allup, se realiza unas primarias de forma
ordinaria como si en el país no sucediera nada. Obviamente, la abstención fue
brutal. Pero ciegos, sordos y no mudos, porque hablan, la dirigencia de la MUD,
ahora sostienen que eso no quería reflejar una fuerza electoral, aunque la
estrategia, exclusivamente, que se han planteado fuese electoral.
Esta crónica de una muerte
anunciada es rescatable, porque las condiciones sociales, económicas y
políticas no solo no han cambiado sino que el despotismo se ha profundizado.
Basta decidir entre el camino que traza Ramos Allup, paso a paso electoral, que,
por cierto, en términos de sus aspiraciones de migajas, sin transformación de
raíz, le ha dado resultado a su partido y la decisión mayoritaria, la de millones de venezolanos que apostamos a un
cambio radical del gobierno, ratificada el 16 de julio, esto significa
desplazar a Maduro del Poder, a través de la protesta, la insurrección y lo
electoral.
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