LA UTILIDAD DE LA DELINCUENCIA
Michel Foucault (1976)
¿Por qué siguen existiendo las prisiones a
pesar de resultar contraproducentes? Yo respondería: precisamente porque
producen delincuentes y la delincuencia tiene cierta utilidad
económico-política en las sociedades que conocemos. Podemos develar fácilmente
la utilidad económico-política de la delincuencia: primero, cuánto más
delincuentes haya, más miedo habrá en la población, y cuánto más miedo haya,
más aceptable e incluso deseable, será el sistema de control policial. La
existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones
de aceptabilidad de este sistema de control, lo que explica por qué en los
periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo, sin excepción
alguna, se dedica tanto espacio a la criminalidad, como si cada día se tratase
de una novedad. Desde 1830, en todos los países del mundo se han desarrollado
campañas sobre el tema de crecimiento de la delincuencia, hecho que no ha sido
demostrado nunca; pero esta supuesta presencia, esta amenaza, este crecimiento,
real o imaginario, de la delincuencia es un factor para aceptar los controles.
Sin embargo, esto no es todo. La delincuencia
es útil económicamente. Vean la cantidad de tráficos perfectamente lucrativos e
inscritos en la ganancia capitalista que pasan por la delincuencia: la
prostitución, por ejemplo –todo el mundo sabe que el control de la prostitución
en todos los países de Europa (no sé si esto pasa en Brasil) es ejercido por
gente cuya profesión se llama proxenetismo y todos ellos son exdelincuentes
cuya función es canalizar los beneficios recibidos a partir del placer sexual
hacia circuitos económicos tales como hostelería, y hacia cuentas bancarias. La
prostitución ha permitido que el placer sexual de la gente llegue a ser oneroso
y el marco en el que se desenvuelve ha permitido derivar el beneficio del
placer sexual hacia determinados circuitos. El tráfico de armas, el tráfico de
drogas, en síntesis toda una serie de tráficos que, por una razón u otra, no
pueden ser efectuados directa y legalmente por la sociedad, pasan por la
delincuencia, que de esta forma los asegura.
A esto hemos de añadir el hecho de que la
delincuencia sirve, masivamente, en el siglo XIX, y continúa haciéndolo en el
siglo XX, para toda una serie de operaciones políticas, tales como abortar las
huelgas, infiltrarse en los sindicatos obreros, servir de mano de obra y de
guardia personal para los jefes de los partidos políticos, incluidos los más y
los menos dignos. Aquí estoy hablando más concretamente de Francia, donde los
partidos políticos tienen una mano de obra que va desde los que pegan carteles
hasta los matones, mano de obra que está formada por delincuentes. De este modo
tenemos toda una serie de instituciones económicas y políticas que funcionan
sobre la base de la delincuencia y, en esta medida, la prisión que llega a
fabricar un delincuente profesional tiene su utilidad y productividad. (Michel
Foucault, Conversación con los asistentes a la Conferencia Las Mallas del Poder en la Universidad de Bahía, publicada la
conferencia y sus diálogos en dos partes en la revista Barbárie, N° 4 y 5. En
Foucault, Estética, ética y hermenéutica,
Paidós, 1999: 247-249)
No hay comentarios:
Publicar un comentario