Quisiera agradecer los mensajes
de los amigos y amigas que me estimulan a seguir escribiendo sobre la situación
del país, agradezco las gratas palabras del siempre Decano y amigo Benjamín
Sánchez en Noticias Universitarias a propósito de su interpretación de mis
escritos, como una ayuda para la
comprensión de distintas esferas de lo que nos sucede, de lo que nos acontece… Leer esto es recibir un baño de estímulo…. La verdad les digo que en estos días he
tenido experiencias gratísimas, recién dicté un seminario intensivo que creo
que ha sido mi mejor experiencia académica en todos mis años de docente; realizo una introducción para
compartirlo en la red… Ánimo tengo…. Sin embargo ando en una pelea interna sobre
mi responsabilidad…. Nosotros los que
opinamos, los teóricos llegamos a conclusiones, muchas veces, aunque no lo
decimos las sentimos apodícticas, clarísimas, casi como una revelación… pero el
ámbito de la real política es un asunto distinto, se trata de decisiones donde
se está en permanente cocción el cuerpo, de construcción de políticas que se
ajustan dependiendo de los contextos, contingencias, intereses, avatares y
muchas veces, las sacrosantas conclusiones se transforman en mamaderas de gallo
frente el acontecer…
Yo estoy en una incertidumbre, cómo me siento mejor, para ayudar a mi país…
Parece un asunto ridículo, pero para mí es vital… Yo entré en una depresión
porque me sentí profundamente irresponsable, cobarde y sin pantalones… ¿Por qué?
Bueno, yo entré en depresión cuando arrestaron a Sairam Rivas…
Yo conocí esa niña cuando se
iniciaba en el mundo político universitario. Yo recién había terminado mi
gestión como director del Centro de Investigaciones Postdoctorales y volvía a
dar clase en pregrado en Trabajo Social. Ella me pidió un consejo de campaña y
le dije defiende la academia, plural, amplia, sin plantearte el dilema chavista-antichavista,
otros profe a quien también pidió opinión le dieron consejos similares y así ganó; porque la única manera de alcanzar
la cantidad de votos que obtuvo, fue porque muchos estudiantes chavistas que
estaban en contra del malandraje como ejercicio político, votaron por su
opción. Ese día fue cuando me golpearon, y el grupo de Sairam tuvo
la misma suerte que la mía, luego ella recibió
una tunda. Yo opté por irme de la UCV, en comisión de servicio para la
ULA,
porque no soporté la presión, porque tuve miedo, porque estaba indignado
por la
actitud antisolidaria de muchas de mis autoridades que defendía quizás
con
razón un mural o un espacio porque la bella UCV es patrimonio mundial
de la humanidad y no a un docente de cuarta categoría como yo… me sentí
huérfano. Me
fui asqueado. Sé que en mi corazón perdoné a quienes hicieron eso, a los
inconscientes
muchachos que lamentablemente se están configurando como unos vándalos
(porque
sus golpes se transformaron en un cambio de timón en mi existencia, para
bien),
pero no he podido perdonar a mis colegas y sé que eso no es bueno para
mí, debo
resolver ese asunto en mi interior, es mi materia pendiente. Yo había
pensado que lo había superado pero no... El caso de Sairam y la babosa
indiferencia de su casa de estudio me revivió mi dolor, mi
repugnancia.... sé que debo superar esto porque el asunto es mi
percepción eso me lo digo a mí mismo.... pero no le he superado, así de
sencillo.
Tengo dos años sin pisar
mi alma
mater, ni me acerco cuando estoy en Caracas. Eso me ha permitido crecer
intelectualmente al permenecer bastante tiempo enclaustrado investigado,
leyendo, trabajando en el libro que me comprometí con el Centro de
Investigaciones Estéticas de la ULA y tener unas experiencias académicas
extraordinarias, en otros
ámbitos, en otras casas donde siempre me siento como extranjero… pero al
final
de las cuentas no luché, abandoné mi espacio, con buenas razones
seguramente,
pero esa fue la realidad y es mi realidad. Todavía me siento incapaz de
luchar en ese espacio que era el espacio donde me correspondía hacerlo.
Todavía siento como una amargura
infinita tener que pisar algún día ese recinto donde me formé; créanme,
sólo pensarlo
me da dolor de estómago y no por los grupos que se comportan como
salvajes que
claramente he manifestado mi posición frente a esa actitudes crapulosas,
sino
por algunos profesionales decentes y
perfumados que habitan allí.
Todavía conservo todos y cada uno
de las entrevistas en la prensa que le hicieron a Sairam donde me defendía y
abogaba por mí… Ella siguió, por valentía, por temeridad, por convicción, por
locura juvenil, por amor a la patria, porque piensa desarrollar
una vida política y sueña con ser presidenta, por lo que sea… no sé por qué siguió ni mi
interesan las razones, ni creo en definiciones, sólo ella sabe por qué siguió,
si acaso lo sabe… pero siguió, lo arrecho es que siguió… Y allí está presa, una
muchacha sin experiencia de vida, como el niño Coello y tantos otros… En los
asuntos políticos es muy fácil pensarlos desde las bibliotecas, esa experiencia
también la conozco o lo que es peor con categorías sin atención al hombre
concreto, porque bueno él tiene que entenderse con la estrecha construcción de
un concepto, una noción ¡Válgame Dios!… entonces me dije… ¿Hasta dónde soy
capaz de jugármela? ¿De qué es capaz mi cuerpo? Sin show mediático ni vocación
de padre de la patria; con la película de mi familia en la cabeza... Y eso me
produjo un silencio desgarrador…
Yo sé que la lógica
comunicativa
de la política y casi de en todas las esferas de la vida en común, en la
modernidad, se caracteriza por la estrategia de Michel
Corleone, nunca digas lo que piensas… pero yo me he propuesto hacerme
distinto…
mi tarea es hacerme uno con mi palabra, responder por mis palabras y mis
actos…
o, por lo menos tender hacia allá… La verdad a mí no me importa que
quienes nos
dirijan en cualquiera de los bandos que se ubiquen, sean una partida de
irresponsables, inmorales y payasos o que mi cuento a usted ni siquiera
le
parezca plausible para ser pensado, tal vez ni se lo plantee o, quizás
le
parezca ridículo que yo ande en eso… Pero mi asunto es responder por mí
ante
mismo, sobre manera y, luego, en un segundo orden y lejano, frente a la
otredad,
más allá que comprenda, comparta o no, mis decisiones y acciones; lo que
si estoy clarísimo que mis acciones debo asumirla como si fuesen el
último día de mi vida, para bien o para mal, asumo los costos de mi
decisiones y cuando lo hago sin meditar lo debo asumir con más rigor..
Lo cierto del
asunto es que nadie puede evaluarme mejor que yo mismo y sólo con los
íntimos,
pongo sobre la mesa mis decisiones para pensar lo que considero que
merece
interlocución.
Y en estos momentos no tengo
claridad de qué hacer, cómo hacerlo y de sentirme contento conmigo en esa
práctica… Casi por contingencia he vuelto a conectarme con mi oficio de docente
y ha sido verdaderamente grato y bautizaré el libro y asistiré al congreso y
daré clases con placer… pero en el ámbito de la política nacional, no lo sé… Es posible que vuelva a escribir y decida que
ese es mi papel o, quizás me dedique a la academia o me limite a lo que se me
presentó en el seminario que recién dicté y compartiré para aquellos que deseen
leerlo, allí creo que daré un aporte pequeño al país o… pero estoy en esa búsqueda…
Tampoco me acelero, me estoy dando mi tiempo para pensarme, racional y
emocionalmente…
Me sentí con el deber de escribir
esto, sobre todo, por los amigos, conocidos o no, quienes me han enviado bellos
mensajes, de distintas formas, para que escriba… Como ven, no soy un buen
político, tal como lo entienden aquellos que tienen la mirada siempre puesta en
el otro y justifican todas sus acciones y consideran que en un país latinoamericano
lo mejor es ser un macho al estilo superman, aunque tengan ovarios… pues yo no
soy así y, además me encanta que cada día me distancie de ser así… aunque a
veces, contradictoriamente se me salen esos personajes de comiquitas, los superhéroes,
que también me configuran, porque viví muchísimos años con ese disfraz… eso
son mis poliyó como decía ese
extraordinario filósofo, en el sentido estricto y riguroso del vocablo,
que escribió ensayos, cuentos y poesía que se llamó, jugando con
otro heterónimo más, Eugenio Montejo.
Saludos.
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