PRUDENCIA, CONFIANZA
Y UNIDAD
@jonatanalzuru67
Ayer, como todos los venezolanos,
fui espectador del primer encuentro durante la 5 hora y 46 minutos que duró la
reunión. Es de rigor, para mí, en este momento, como lo he venido haciendo casi
todos los días de la crisis, analizar esa primera reunión. Sin embargo mi
estrategia será preguntarme, públicamente, ¿Cómo me comporté como espectador,
en la medida que sucedía el evento? Mi reflexión será atendiendo a lo que más
conozco, mis propias prácticas.
Escuché la introducción dada por
las palabras del Papa Francisco. Me pareció una posición profundamente centrada
en su papel como pastor vestido de oveja, con olor a pueblo, indicando su
solidaridad con los que sufren y su llamado al respeto por el otro, su llamado
a la reconciliación y al perdón en un momento crucial. Sentí que ese llamado
ético era sustancial, pero tan difícil. Aplaudí en ese momento, tragando
grueso.
En medio de la zozobra que ha
vivido mi familia (que es incomparable a la de otros venezolanos que han
sufrido muchísimo más que nosotros en estos días, pero es mi referencia, mi
situación), el dolor y la profunda rabia que me produjo haber sido golpeado y
vejado, el 18 de enero del 2012, en la universidad, públicamente, al lado de
mis colegas, al lado de mis representantes gremiales, frente a mis alumnos,
donde me formé y he formado, mal o bien, a tantos; el tener miedo de entrar, de
caminar por su alrededores, de mi amada alma mater, para que no se cumpla la
amenaza de muerte a mis hijos, el saber que no fueron extraños a la
institución, sino estudiantes afectos al gobierno… Y, simultáneamente, recordar
que en el peor momento de mi vida familiar y laboral, tuve la Gracia de tener a
un jesuita como Henry Mendoza a mi lado, quien trabajó sobre todo la actitud
que debía tener para encontrar lo hermoso en medio del horror que vivía, y poco
a poco, irlo logrando, en la relación con mis hijos, con mi esposa y familia.
El asumir este tiempo como el espacio esencial para formarme, escribir,
investigar y renovarme como lo que soy un académico y ahora ver estos dos años
como el momento intelectual más productivo de mi vida, me condujo en diciembre,
en el bautizo de mi libro Armando Rojas Guardia: Oscura Lucidez, a la
afirmación profundamente sincera que yo los perdonaba. Eso no es contradictorio a considerar que quien
delinque debe asumir las consecuencias de sus actos y que las instituciones
morales, quienes arbitran, tienen la responsabilidad de sancionar.
Hoy día me encantaría hablar con
el autor material de mi agresión, con sus compañeros que estaban alrededor ese
día, que recientemente los vi, otra vez juntos, como en aquél entonces, en la
foto que generó el texto que titulé “Ayer te desnudaron, porque ellos están vestidos”.
Para explicarles aquellos textos de Albert Camus de comienzo de los años
cincuenta, para darle algunas clases, como
antaño se la di en la materia que me correspondía como docente. En esos
escritos afirmaba el autor que era difícil asistir a los extravíos de una revolución
sin perder la esperanza en ella, pero era más terrible y condenable ser parte
de los extravíos y afirmar que se creía en ella.
En Crónicas Argelinas el pensador
francés refiriéndose a sus camaradas y asumiéndose responsable de lo que
sucedía, escribía: “Las represalias
contra poblaciones civiles y las prácticas de tortura son crímenes de los que
somos solidarios todos. El que estos hechos hayan podido producirse entre
nosotros es una humillación a la que desde ahora tendremos que hacer frente.
Mientras tanto, debemos al menos negarnos a toda justificación de estos
métodos, incluso, en las ocasiones que ellos resulten eficaces. Desde el
momento, en efecto, en que incluso indirectamente se justifique, ya no hay
regla ni valor: todas las causas son válidas, y la guerra sin objetivos ni
leyes consagra el triunfo del nihilismo. De buena o de mala gana, volvemos
entonces a la jungla, donde el único principio es la violencia. Los que no
quieren volver a oír, hablar ya de moral, deberían comprender, en todo caso
que, incluso, para ganar las guerras, es preferible sufrir ciertas injusticias
que cometerlas, y que semejantes empresas nos hacen más daño que cien
guerrilleros enemigos.” Camus, Albert, 1959/1981: 447)
Si alguien me pregunta, tal como
lo escribí en ese libro que bauticé, sobre estos dos años, afirmo sin ambigüedad
que doy Gracias a Dios por aquél acontecimiento, porque para mí fue un calvario
que terminó en la resurrección de mi propio cuerpo, fue un trabajo que logré
como dice Pedro Legaria con Razón y Gracia. Así que las palabras de Francisco
me llegaron a la médula de mí ser. Pero por experiencia propia, sé que ese
proceso, en el ámbito social, requiere de una fuerza racional y pasional infinita
de quienes son más conscientes para trabajar, cada día, sin descanso en ese
horizonte. Es un largo camino.
Monseñor Arnulfo Romero, quien
fue una referencia sustancial en nuestra América Latina, decía que la
experiencia de los ejercicios espirituales de San Ignacio, cuando eran bien
realizados, se manifestaba en el compromiso por la transformación de las estructuras
sociales. Lo sustancial es la filosofía de la actitud que se desprende dicho
pensamiento. Se trata de la acogida con aquél que piensa distinto y lo
fundamental, la construcción de espacios para procesar las diferencias, sin
dejar de confrontar las injusticias sociales. ¡Vaya reto! Con ese espíritu
inicié mi observación.
Cuando habló Guillermo Aveledo,
planteando la agenda con fecha y hora, me pareció adecuado y me mantenía
sereno. Escuché a su opuesto y pensé que no respondía el asunto y seguía
sereno. La intervención de Andrés Velásquez, su fuerza, su brevedad y
contundencia, generó que mi emoción tomara mi cuerpo. Corrí a ver qué decían
las redes sociales. Y casi automático, celebré su intervención, porque recogía
mi sentir y el sentir de millones de venezolanos. Cuando escuché su opuesto,
empecé a reír, por la falta de argumento y fuerza política. Pero, pensé hay que
esperar a José Vicente Rangel, porque ese es un maestro en oratoria, fuerza y argumentación
política.
Pero la emoción, la lástima por
los interlocutores y burla se hicieron de mi cuerpo. La intervención prudente
con la oratoria adecuada de Roberto Enríquez, la clase político jurídica dada
por Henry Ramos Allup, en defensa de María Corina Machado, Leopoldo López, los
Alcaldes, el desmonte de Julio Borges apelando a la forma cómo se maneja la
Asamblea Nacional y seguir viendo a unos bate quebrados en el ámbito dialógico,
incrementó mi emoción, y me seguía burlando, hasta el viejito Barboza pensé,
los dejó sin habla con esa clase de economía, utilizando las propias cifras del
gobierno. Y como el resto de la oposición me expresaba en las redes sociales. No
podían caer más bajo, pensé, cuando habló Didalco Bolívar.
Recién había puesto en las redes
sociales que a Chávez no le hubiese
pasado eso. Había colocado en las redes
que seguramente se estaría revolviendo en su tumba, que sus seguidores ahora es
cuando lo debían extrañar. No sé si hubiese realizado la reunión, es imposible
saberlo. Lo seguro es que él, por su experiencia, sabía de la importancia de
los medios. Era massmediático, sabía distraer contando cuentos. Un excelente
cuenta cuentos en el sentido propio de la expresión, propia de la estirpe
llanera. Pensé en ese instante que seguramente hubiese invitado a una señora
del barrio, a un intelectual como Vladimir Acosta o Luis Brito García, le
exigiría a José Vicente el cierre de la sesión e incluso, podía traer,
nuevamente, a la palestra a Juan Barreto que con absoluta seguridad, en
términos estrictamente de debate político que era el plano de la discusión,
está años luz de Pinto y de Bolívar, aunque podía causarle al mundo opositor
repulsión verlo e incluso a algunos chavistas, quien ha discutido con Barreto
sabe de su capacidad y pericia en el arte del debate. Lo digo por experiencia,
porque he compartido diversos escenarios de discusión con él, en distintos
planos. Estaba distraído pensando en eso.
En fracciones de segundo me
ubiqué en la mente de un seguidor de la revolución. Que se siente perdido por falta de dirigente,
pero que de pronto siente que la oposición le quitará las cosas que ha logrado.
Pensé en la expresión de Diosdado Cabello, diciendo que él consideraba que
todos eran lo mismo. Pensé en su estilo militarista. Y me cuestioné. ¿Qué estoy haciendo? Yo que
defiendo el debate, la construcción de escenarios para el debate, cuando veo al
otro perder, me estoy burlando. ¿Cómo construir país si me burlo? Porque la
persona que no tiene posibilidad de asistir ni defenderse allí, se siente
representado en sus dirigentes, como yo me sentía, entonces, burlarse de ellos
generará, por la nostalgia de no tener al presidente, sentirse defraudado por
sus líderes pero deseando que la revolución siga, con un dirigente que puede
dar una orden militar esquizofrénica pública o privadamente, puede generar una
matanza… Cuando habló Capriles ya estaba sumido en mi mundo interior, seguí oyendo pero no escuchaba, entendía que colocó las banderillas, pero yo estaba en otro mundo.
Me dije, Jonatan, has cometido un
error, eres inconsecuente contigo, no debes burlarte. Es un tiempo muy delicado
para eso. Coloqué dos twitter. El primero dice: “Pensé que me dejé llevar por
la emoción y el impacto frente a la ignorancia. Un tigre enjaulado es
peligroso. Ojalá no desaten la violencia.” El segundo: “Creo q es hora por lo
menos de mi parte, de pensar en cómo minimizar con mi palabra y ejemplo la
rabia de quien siente q no tiene argumentos” En mi muro de Facebook coloqué: “Creo que mi labor en esta circunstancia es cómo hablar, dar
una palabra a quien pueda sentirse terriblemente por la falta de argumento de
sus líderes y deseando tener a Chávez y sintiendo resentimiento contra la
oposición... Por lo menos yo estoy pensando en eso... no tengo claro cómo
hacerlo ahorita, pero sé que es necesario, socialmente necesario... aunque sea
yo trataré de hacerlo, quizás no logre mucho pero creo que es mi deber. Pido
disculpa a los amigos afecto del gobierno que sintieron, como efectivamente fue,
que me burlaba de ellos... por ahora sólo diré eso...”
Mi primer
aprendizaje de ayer. El tiempo es muy delicado, hay que comportarse igual en la
dificultad, en el dolor como en la alegría, igual en los éxitos y en los
fracasos. La prudencia es el tono para andar en esta crisis. Desde mi reflexión
invito a quien me lea a pensarse y tomar sus decisiones al respecto.
En
términos generales creo que la confianza en los diversos y opuestos actores,
dirigentes de la oposición, se incrementó. Ayer fue un paso para la
reconfiguración de la unidad de la oposición. El juego, apenas se inicia y ésta es una nueva etapa. Caminamos
en el filo de una cuerda suspendida entre el abismo y la navaja como escribe bien,
Armando Rojas Guardia. La pericia está en la actitud prudente y articulada para
avanzar. La prudencia se transforma en el eje vertical de las acciones y
discursos. Nada está garantizado. Todo es incertidumbre, el rigor con la
responsabilidad con uno mismo, es una mínima, pero esencial, vital, sustancial,
garantía de certidumbre en el presente.
Jonatan
Alzuru Aponte
Viernes
11 de abril 2014
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