CUANDO A LA CRISIS LE
LLAMAN GUERRA
“La mejor manera de defenderse es no hacerse igual a ellos.” (Marco
Aurelio, Meditaciones, 6.6)
Cuando a la crisis política,
económica o social, es abordada con el lenguaje bélico, se configura no sólo
una manera de hablar y pensar, sino, y quizás sobre todo, una manera de actuar
en el espacio público. El lenguaje del gobierno asume cualquier evento político
como una guerra. Un acto cívico como las elecciones la han abordado como unas
batallas, con batallones electorales, Unidades de batalla, etc.
El caso económico es
verdaderamente espeluznante. El gobierno de Maduro abordó la profunda crisis
económica generada por la incompetencia, ineficiencia, ineficacia y una abismal
corrupción por parte de la boliburguesía como si estaba luchando contra unos
enemigos acérrimos del pueblo, como una guerra.
Cualquier persona, intelectual o no, del signo político que sea, de la asunción ideológica
que sea, tendría que preguntarse lo siguiente: ¿Cómo fue posible que Venezuela
teniendo los ingresos económicos más grandes de toda la historia Venezolana en
esta década, teniendo a su cargo, el control absoluto de una de las empresas
trasnacionales más importante del mundo como PDVSA, teniendo en sus manos la
propiedad de más del 50% del aparato productivo agropecuario, con una red de
distribución mayor que cualquier empresa privada, se transforma en uno de los
estados menos productivos de la región, donde el 80% de sus alimentos son
importados y se endeuda, exponencialmente, con potencias extranjeras como China?
Me permito citar un artículo, de
una página web afecta al gobierno, Aporrea, donde el articulista hace un
resumen por décadas, desde la caída de la dictadura de Pérez Jiménez hasta el
período actual del costo del barril de petróleos donde se evidencia, muy
claramente, que en está década hemos tenido una bonanza económica exorbitante
como nunca en nuestra historia, con paro petrolero inclusive. Valga la cita:
“El caso Venezuela. En la década
de 1960, el precio promedio del barril de la cesta petrolera venezolana fue de
tan sólo US$ 1,94, con un mínimo de 1,69 y máximo de 2,10; en la década de
1970, promedio 8,35 US$/b, con mínimo de 1,76 y máximo de 16,30; en la de 1980,
promedió 21,00 US$/b, con mínimo de 11,52 US$ el barril y máximo de 29,40 en
1981; en la década de 1990, promedió US$ 14,67 el barril, con mínimo de 10,60
US$ el barril en 1998 (la apoteosis de la apertura petrolera y de la gestión de
L. Giusti) y máximo de 19,20 US$ el barril en 1990; y desde el año 2000 hasta
2011 el promedio alcanzó los US$ 64,65, con un piso de 20,18 en el año 2000 y
techo de 101,08 US$ en 2011.”
(Prieto Oberto, 2012, http://www.aporrea.org/ energia/a140584.html,
revisada 20/03/2014)
El articulista fue generoso,
porque en el 2008, llegó al pico más alto 147, 5 $ por
barril. En términos de tierras, el gobierno, a través de la expropiación, acumuló
3 millones de hectáreas, de ellas, un 70% eran fincas productivas, agropecuarias.
El Ejecutivo maneja 8 plantas procesadoras de leche y 11 procesadoras de
carne ¬incluyendo salas de matanza, frigoríficos, además de fincas ganaderas¬.
También controla el 75% del mercado del café con 5 torrefactoras. De estas, 4
fueron expropiadas ¬Fama de América, Café Madrid, Cafea y Café Familia¬ y Café
Venezuela. El Gobierno tiene a su cargo la Corporación Venezolana de Aceites y
Grasas para controlar las 4 empresas del área Indugram, Diana, Palmeras Diana
del Lago y la Fina. Tiene 9 procesadoras de harina de maíz precocida. Maneja,
como mínimo, 3 plantas procesadoras de salsa de tomate. Maneja el 40% del
mercado del arroz, teniendo 11 de los principales molinos existentes en
Venezuela. Maneja más del 50% del
mercado de la azúcar, teniendo a su cargo 9 de los principales molinos que
existen en el país. El Gobierno expropió
y la tiene a su cargo, a una de las empresas más grandes en Venezuela de
producción y distribución de papel cuyo nombre actual es INVEPAL S.A. El
gobierno expropió la empresa más grande que existía en Venezuela de producción
de tecnología y agroquímicos para la producción agropecuaria, Agroisleña,
teniendo 8 silos y 60 sucursales en el país, que tenía cerca 70% del mercado
nacional en ese rubro. Tiene a su cargo 6 hipermercados que fueron expropiados
a la red comercial ÉXITO, 35 supermercados que fueron expropiado a la cadena
CADA y una extensa red de abastos, comercios, de MERCAL y PDVAL, cercana al 50%,
en su distribución, en todas las zonas de clase media baja y en zonas populares
del país. Entre el 2005 y el 2010, pasaron del sector privado a manos del
estado alrededor de 200 empresas productivas. Aunado a todo lo anterior, la
ventaja competitiva del gobierno, para con el empresariado, es que controla las
divisas, tiene un control de cambio y un control de precio.
Ningún sector empresarial, en la
Venezuela actual, en materia agropecuaria, podría competir, ni siquiera en una
lógica de mercado neoliberal, mucho menos con el sistema económico actual con
una corporación empresarial gigantesca como la del estado, teniendo como caja
chica a PDVSA. ¿Cuál economista comunista, socialista, progresista del mundo,
en términos estrictamente económicos, podría justificar esto? ¿Quién ha atentado
contra los más pobres que se sentían felices porque ahora la producción y
distribución de los alimentos serían sin la carga especuladora de la empresa
privada? Para usar el lenguaje del gobierno tendríamos que preguntarnos: ¿Quién
ha disparado contra la barriga del pueblo?
Cuando uso el vocablo pueblo me
refiero a los que sentían, en sus casas, a finales de los ochenta y los noventa
el rigor de una economía neoliberal. Ese mismo pueblo siempre usado por el
poder, ahora obnubilado por un discurso donde supuestamente son protagónico y
participativos, está en igual o peor situación que antaño, en este ámbito, con
la diferencia que ahora el monopolio de la producción está en manos de la
boliburguesía corrupta, incapaz e ineficiente.
Maduro en la actualidad es el
jefe de ese emporio que es por vía de decreto de todos los venezolanos y para
ocultar el desastre, la corrupción y la ineficiencia abismal de sus gerentes de
pacotilla, le es fácil inventarse un gran enemigo. Una pelea titánica contra un
fantasma, su propia sombra. La crisis económica la trabajó en clave de guerra.
CRISIS POLÍTICA, TIPS DIVERSOS
La crisis económica, profundiza
la crisis política del gobierno. Pero como su lenguaje bélico los ha
configurado como estilo y forma para dialogar en el espacio público, entonces,
la crisis política se configura, desde su perspectiva, en una guerra política.
Por eso las manifestaciones que han surgido en estos días, como la ha tenido
Brasil, Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia, México, Perú, Paraguay,
entre otros, es confrontada en clave de guerra, por eso envió aviones para el
Táchira, por eso disparan a la vista de todos contra los civiles, por eso hacen
un excesivo despliegue de la fuerza militar frente a una guarimba, donde el
sentido común, incluso en situaciones de máxima conflictividad, saben que es
una confrontación profundamente asimétrica y desproporcionada.
No conforme con ello, el lenguaje
de amedrentamiento por parte tanto del presidente de la república como el de la
asamblea nacional, generan en los sectores populares, que no han comprendido el
nivel de estafa entre discurso y práctica de sus gobernantes, que se sientan
vulnerados en las conquistas reales, en el ámbito político y social, a través
de las misiones hasta el 2011, que se sientan llamados a defenderse como lo
hacen cotidianamente en el barrio y, los más pobres, entonces, avalen, en este
momento, que aquellos quienes lo agreden permanentemente se transformen en sus
aliados, dígase, los delincuentes.
Las bandas armadas de civiles que
han actuado, en su mayoría, no se muestran como grupos organizados, sino como
grupos que resienten lo que sucede y consideran que la alternativa para apoyar
al gobierno, es mostrar su violencia y resentimiento social contra todo aquél
que sea percibido como un enemigo en una situación de guerra, otros grupos muy
pequeños también se nota que están organizados.
Ambos sectores al actuar, bajo la mirada cómplice de la Guardia
Nacional, sienten que están haciendo patria, en una unión cívico-militar,
contra los enemigos de su clase social.
Aunado a lo anterior, los más
pobres, todavía no se siente representado por el liderazgo político que
legítimamente, dirige la protesta de oposición, porque los perciben como
representantes de una clase social responsable de todos los padecimientos económicos
y sociales de su sector. Aun cuando racionalmente el gobierno, tiene la
cantidad de años, de tres períodos constitucionales de antaño y que
legítimamente desde los sesenta hasta finales de los noventa, se le exigía a
los gobiernos de turno resolver en cinco años los problemas estructurales del
país, aun cuando el mayor emporio empresarial es el gobierno, aun así, por la estructura mediática
discursiva del gobierno, los más pobres no logran, todavía, percibir con
propiedad lo que sucede. Y, en una situación de guerra, probablemente, se
transformen en aliados de sus explotadores actuales.
Otro elemento no menos importante
es la actuación de la dirigencia política en las elecciones reciente, el canto
de fraude y luego una práctica de legitimización del gobierno, casi de manera
simultánea, al acudir todos los sectores desde los más radicales de la
oposición hasta los más light, genera en la clase media alta y baja, una
desconfianza en sus dirigentes políticos. Más aún, cuando existen dirigentes
que de manera descarada han jugado con su voto, como fue en antaño Arias
Cárdenas y de la misma manera, despreciables, como William Ojeda.
Un factor adicional de falta de
orientación política es el saber canalizar las formas de lucha sin ambigüedad.
En política no se trata de aceptar el criterio del poderoso de cómo y de qué
manera canalizar las protestas. Se trata de asumir las protestas pensando en la
forma más útil (no es un asunto moral, buena o mala, sino de utilidad, insisto)
para alcanzar objetivos precisos y concretos. Esta debilidad de la dirigencia política
en orientar cómo realizar la protesta, cómo iniciarla y saber cuándo debe
pararse o, cuándo debe cambiarse por otra forma, siempre asumiéndola, sin ambigüedad,
ha sido el caldo de cultivo para que irresponsables (o actores que actúen con
fines propios) orienten por las vías de las redes sociales o en un liderazgo
circunstancial en medio de la protesta de calle, formas que terminan
revirtiéndose contra las comunidades.
En las redes sociales que es un
ámbito de lo público, hay páginas web, como Dólar Today, que usan información
verídica mezclada con información falsa o con información extraída de otras
épocas o de otros países. Personalmente he contado no menos de quince informaciones
inadecuadas en el sentido expuesto. Justamente, sea por la razón que sea, ese
tipo de páginas está jugando a favor del gobierno en la medida que deslegitima
la protesta y maximiza el estado de ánimo violento de la población que la
visita. En la actualidad es responsabilidad de la dirigencia política ocuparse,
fuertemente de la orientación, democrática de las forma de lucha en todos los
ámbitos de lo público.
En los dos últimos días el
gobierno ha maximizado su lógica y práctica de la guerra. La lógica de guerra
se caracteriza por responder a la pregunta: ¿Cómo en el menor tiempo posible
desarticulo y anulo al enemigo? Para ello han usado gran parte de sus armas,
hasta ahora, de manera simultánea, encarcelamiento a los alcaldes, allanamiento
de inmunidad parlamentaria, represión selectiva a poblaciones del país como
Rubio, por ejemplo, bandas atacando a sus estudiantes vejándolos, como fue el
grupo armado que entró, el día de ayer, a la Facultad de Arquitectura de la UCV,
golpeando y desnudando a los estudiantes., etc..
En esta complejidad, conociendo,
perfectamente las debilidades que se tienen, sin perder tiempo en desear a otros
dirigentes y otro país, sino con criterio de realidad práctica, asumiendo a los
que tenemos, se debe actuar en lo inmediato para confrontar de manera pacífica
y en el terreno político al gobierno.
Maximizar el tipo de protestas pacíficas creativas, diversas, distintas
y generalizadas, es una condición necesaria de la lucha.
Se debe trabajar desde
ya, para
no caer en la lógica de la guerra, escenarios políticos donde se obligue
al
gobierno a la actuación constitucional y la dirigencia permanezca en
ella sin moverse de ese marco ni un ápice. Al respecto es muy importante
por parte
de la oposición asistir a la OEA, pero igual o más importante, es
asistir a la mesa
de negociación con la presencia de UNASUR y la Iglesia, donde no se
trate de un
diálogo de catarsis, abierto y estéril, sino que se establezcan los
puntos de
la agenda a discutir, incluso, que se discuta las condiciones para
asistir o
no, a la construcción de una agenda para resolución del conflicto. Con
información permanente a toda la población si excepciones.
Simultáneamente, se tendría
que mandar un mensaje enfático a las fuerzas armadas, para indicarles
que los
problemas políticos lo resolverá la sociedad civil.
Al gobierno de Maduro le
interesa, le conviene, un levantamiento militar aunque sea pequeño, porque eso
amalgama a su sectores desanimados, que sienten traicionados porque no pudo
mantener el legado de Chávez y, de manera simultánea, legitima todas sus
arbitrariedades en los últimos días en el marco internacional. Derrotando,
aparentemente, de esta manera, la verdadera crisis económica y política que
padece.
El peor escenario para el pueblo
venezolano es enfrentar esta guerra light, pero dura en el sentir y en el alma
del pueblo, que ha iniciado el gobierno contra la sociedad civil, a través de
una lucha violenta. El mayor esfuerzo en todo sentido es plantarse duramente,
para no dejar que el gobierno nos conduzca al escenario donde él se siente capaz,
que es el ámbito de la lógica de la guerra.
“La mejor manera de defenderse es no hacerse igual a ellos.” (Marco
Aurelio, Meditaciones, 6.6)
Jueves 20 de marzo de 2014
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