5 Y 6 EN VENEZUELA
El 5 y 6 de marzo han sido dos
días de una brutal represión a la población. Ya no se trata de un caso en una
población del país. Hay miles de videos, fotografías y, sobre todo el
testimonio de amigos, familiares, conocidos que han sufrido la represión en sus
viviendas, en distintos estados, ciudades, por parte de los organismos de
seguridad y grupos de civiles, a la vista impune de los guardias nacionales.
Desde que se inició el conflicto,
ya se cumplirá un mes, el gobierno manejó una tesis plausible, hay un grupo desestabilizador
que contrató paramilitares. Con todo el sistema de control, intervención de
llamadas, actuaciones de las policías y militares no han mostrado a la opinión
pública nacional ni internacional nada relacionado con esto. El 5 de marzo el
presidente de la República en cadena nacional y con la presencia de los
presidentes de países hermanos, denunció que un grupo terrorista pensaba
detonar puentes, túneles… Es obvio que al conocer plan, se conoce a los
artífices de tan macabra idea. Pero tampoco han presentado al país los
responsables de tan siniestro plan.
Por el contrario, de manera
pública y notoria, felicitó la actuación de los funcionarios que han actuado
para reprimir las manifestaciones. E incluso,
llegó a un punto mayor, invitando a los ciudadanos organizados, afectos al
gobierno, a que contribuyan a despejar cualquier barricada o manifestación que
se consideren violenta. Obviamente al involucrar a los civiles, no entrenados
para esos asuntos -(a menos que el presidente república sugiera de forma
pública, que las organizaciones civiles afectas al gobierno tienen
entrenamiento militar para el control de la población)- la violencia se ha
desatado. Hasta ahora -con un despliegue desproporcionado de la fuerza militar, por
ejemplo, en un sector de Caracas, Los Ruices, con doce tanquetas y cientos de
efectivos armados, y- no han detenido hasta ahora, a ningún civil del lado que
sea con armas de fuego. Una pregunta obvia: ¿O los organismos de seguridad son
en extremo ineficientes o al gobierno le interesa la violencia?
La violencia desatada,
aterrorizando a la población que manifiesta o no su posición frente al
gobierno, aunado a decisiones como la medida cautelar dictada contra la
directiva del periódico Tal Cual y al articulista Carlos Genatios, entre otras
acciones, puede conducir a la indignación de la fuerzas armadas institucionales
o que algún General quisiera evocar la
palabras del 11 de abril de Lucas Rincón, “Se le solicitó la renuncia, la cual
aceptó”… Taxativamente me opongo. Aún en medio de este dolor, se le tendría que
explicar y persuadir a cualquier persona de la institución castrense que piense
eso lo siguiente: Que es una salida errada, inoportuna, inconstitucional y, además,
deslegitimaría total y absolutamente las protestas que en la actualidad suceden
en Venezuela. Aún con buena intención quien realice una acción de ese tipo,
estaría confirmando una tesis que no pertenece a la mayoría de los venezolanos,
a saber: que las protestas tiene como finalidad derrocar al gobierno.
Quien realice un análisis
objetivo de todas y cada una de las declaraciones de dirigentes políticos,
gremiales o personalidades podrá percatarse que el sentido de la mayoría no era
desestabilizar y romper el hilo constitucional, mucho menos podrá achacársele
esto a un movimiento estudiantil. Pero además, quien revise las acciones en este
mes, las formas de protestas, en todos sus sentidos podrá evidenciar con
plenitud que la intención no tiene nada que ver, en la gran mayoría de los
venezolano, con ruptura del hilo institucional. Hay quienes tienen esa tesis, una
la escucha en la panadería o en la tasca, pero es un porcentaje ínfimo de la
población venezolana.
No me distraeré con ese pote de
humo de la ruptura con Panamá. Por el
contrario, en estos aciagos momentos de la historia reciente venezolana,
exhorto al poder ejecutivo a solicitar la intervención de los países hermanos
de América Latina como Brasil y Uruguay, entre otros, donde no cabe duda que han tenido
extraordinarias relaciones políticas y económicas con el gobierno, sería muy
difícil llamarlos lacayos del imperialismo, además en el pasado reciente han
apoyado sin titubear las decisiones del gobierno, para que sirvan de mediador
en el conflicto con una agenda, previamente acordada; donde los venezolanos de
todos los sectores sociales y políticos nos sintamos representados y que juntos
paralicemos este inicio de batalla irracional, injusta y desmedida contra
nuestro pueblo. Tratemos de encauzar democráticamente al país.
La democracia no es una carrera
de caballos como el 5 y 6, donde sólo uno gana y todos pierden.
Jonatan Alzuru Aponte
Caracas 7 de marzo de 2014
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