El año 2010 se inició con una multiplicidad de conflictos. Se inició el mes de enero con un robo masivo a un edificio de colinas de Santa Mónica, luego un robo masivo a un vagón del metro, muertes a varios taxista en la capital; los cortes de luz y agua en todo el país se transformaron en el pan nuestro de cada día; familiares de los presos, durante una visita, deciden quedarse en la cárcel como señal de protesta por los retardos procesales, por la vida infrahumana en dichos recintos; una devaluación de la moneda disminuyendo el salario en un 50% y un aumento de la mercancía importada en un 100%; paralización de algunas industrias básicas del estado y disminución de su producción en otras; expropiación de una red de supermercados y la modificación de la ley para permitir al estado expropiar sin necesidad de ninguna sentencia judicial; se destapa una milésima parte de la olla de los banqueros, de la nueva boliburguesía, donde se encuentran implicados operadores políticos del entorno presidencial; cárcel para una juez que tomó la decisión de liberar a un preso político por mandato directo del presidente; modificación de los circuitos electorales con ventaja y alevosía para cualquier candidato del gobierno; canales de suscripción por cable, considerados hasta el momento como internacionales, tienen que regirse por las normativas que regulan a los canales de señal abierta; suspensión de algunos canales de suscripción por no cumplir una normativa que se realizó a posteriori; motín en una de las cárceles genera más de una decena de heridos entre los reos y efectivos de la Guardia Nacional; muerte de dos estudiantes por los conflictos políticos de calle…
Quizás me quedo corto en el listado de hechos, decisiones y conflictos de nuestro primer mes del año. El ambiente se hace pesado, los rumores se maximizan, la metáfora del 2002 se cuela en la epidermis de tirios y troyanos, todo 11 tiene su 13 afirman los del gobierno y algunos radicales de oposición sugieren que todo 11 tiene su Honduras como horizonte. Los estudiantes reaccionan. Los medios más radicales, en sus programas de opinión, hablan de dictadura y los otros, como una hojilla, los tratan de golpistas y pitiyanqui. Otros, los nini, piden ¡Paz! ¡Reconciliación! Aunque no explican en qué consistirá una praxis política pacifista para el gobierno o para la oposición ¿Será una tercera vía? ¿De quién?
La lógica de la violencia en términos de la real política beneficia al gobierno. Amalgama a su gente y genera un discurso de blanco o negro, pobres contra ricos... De allí que la oposición para enfrentarse al gobierno debe revisar sus tácticas y estrategias y detenerse, aunque sea por una vez, a pensar, cómo hacerlo. No se trata de reaccionar. Se necesita una dirección política. La mejor ayuda a los medios de comunicación privados, por ejemplo, es que no dirijan la política. Esto no significa que no jueguen, no significa que no apoyen, sino que aprehendan de sus errores, de sus incidencias dentro de los partidos, de su mano dentro de las mesa de diálogo para la selección de candidatos, del manejo de las formas de luchas a partir de la encuestología, aprehendan la virtud política por excelencia, la prudencia.
Restan siete meses para un proceso electoral donde estamos en clara desventaja, asimétricos. La condición necesaria para ir es la unidad, pero no es suficiente. Es una campaña que se gana por circuitos. ¿Qué agenda legislativa vamos a proponer a las comunidades, a los más pobres, a la clase media? ¿Qué leyes vamos a impulsar y por qué esas y no otras? ¿Cómo entusiasmar, generar empatía? ¿Cómo construir un discurso no abstracto, de confrontación a la ineficiencia e ineptitud de Chávez y sus súbditos, pero propositivo y que genere esperanza de cambio hacia una sociedad más justa, más fraterna, más solidaria? Hay miles de problemas sociales y económicos, ¿cuáles jerarquizamos y cuáles soluciones se proponen? ¿Cómo organizarnos para ir a votar y defender el voto? ¿Cuándo se afianzan los lazos con los miles de militares que respetarían una decisión electoral? Nos queda poco tiempo, la tarea es cuesta arriba, la distracción atenta contra nosotros.
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