VENEZUELA
EN DOLOR MAYOR
Jonatan
Alzuru Aponte
“¿En qué traste se perdió la
canción y la sonrisa?
Cuando la noche quebró sus brazos sobre la vida”
Cuando la noche quebró sus brazos sobre la vida”
Canción en Dolor Mayor. Alí
Primera.
Dedicado
a todos los pueblos de América Latina que sufren violaciones de los Derechos
Humanos; sin importarme, en absoluto, que sus gobiernos sean de una ideología o
de otra.
Escribir objetiva, serena y
descarnadamente sobre el sufrimiento del pueblo de Venezuela, cuando se es
venezolano, es una tarea titánica. La presente reflexión es a propósito de la
violación sistemática de los Derechos Humanos en Venezuela.
Quizás cuando se vive la
represión en carne propia, tal vez, solo tal vez, es posible comprender el
sufrimiento de los que habitan en otro país. Cuando las cifras de muertos y
heridos nos duelen en los tuétanos y dejan de ser números abstractos y se
transforman en rostros, en familias que aún sin conocerlos los llevamos en
pancartas, en franelas, en nuestros cantos, porque son de nuestra tierra, de
nuestra comunidad, porque huelen a nuestra sangre derramada; desde esa
condición dura, difícil y dolorosa, quizás es posible comprender qué significan
esas cifras en otro país. Y quizás…
entonces, es posible que la venda se nos caiga de los ojos y despertemos. No
solo para ver a nuestro país, sino al país vecino. Al pueblo hermano. Y quizás
las cifras, dejen de ser cifras; y, entonces, el número frío, descarnado,
estadístico, empiece a desprender el olor a carne, a lágrima, a llanto, a
esperanza rota, a brazos quebrados sobre la vida, a sueños fracturados.
Coloquemos rostros. En abril
del año 2017, se iniciaron un conjunto de manifestaciones en Venezuela,
Iniciándose a Jairo Ortiz, un joven de 19 años, lo mató un policía, no fue con un
perdigón, fue con una bala en el tórax. A Daniel Queliz, tres días después, en
otro estado del país, lo mató la policía con una bala en el cuello. Al día
siguiente, en otro estado, mataron a Miguel Colmenares con 11 disparos; en esa
misma manifestación murió Brayan Principal (14 años), otra bala. En ese mismo
estado, ese mismo día, le dieron una lluvia de perdigones a quema ropa en el
pecho a Carlos Moreno, 17 años y lo mataron. Días después, Juan Pablo Pernalete no se asfixió con una
bomba lacrimógena, murió porque le dispararon a quema ropa la bomba en el pecho.[1]
¿Saben porque no sigo
relatando muertes a mano de los aparatos represivos del estado? Porque del 1 de abril al 31 de julio mataron
a 124 personas en su mayoría jóvenes entre 15 y 25 años, en el contexto de las
protestas. Ese año encarcelaron a 5000 personas y, de ellos, a 609, violando la
constitución y todo tratado internacional, fueron procesados por tribunales
militares, tal como lo señala el informe de ACNUDH, de la época.[2]
El año donde las
manifestaciones han sido más pacíficas en Venezuela ha sido este año, el 2019,
que se iniciaron el 23 de enero. Al día siguiente, el 24 de enero, en un solo
día, el régimen mató a 26 personas.[3] La Oficina de ACNUDH documentó 66 muertes durante las
protestas realizadas de enero a mayo de 2019, de las cuales 52 son atribuibles
a las fuerzas de seguridad del Gobierno o a los colectivos.[4]
Las
cifras son alarmantes, pero eso es nada y cuando se trata de seres humanos la expresión
“es nada”, da asco. Pero sí, es absolutamente nada, frente a lo siguiente:
¿Saben por qué los más pobres, los excluidos sociales no protestan en
Venezuela? Antes de contestar, es bueno reiterar nuestra situación, en
Venezuela el problema no es la desigualdad, sino el hambre, la falta de
alimentos, de medicinas; es una sociedad que vive en la miseria, cuyos
habitantes son sobrevivientes; mientras una clase social mínima, quienes tiene
veinte años en el poder son súper multimillonarios. Un dato: en el 2018 Estados
Unidos no había tomado ninguna medida que implicara un bloqueo; todas las
medidas, hasta ese año, eran a personas y no al estado venezolano.
Reitero,
si la situación estaba tan mal y ahora es peor ¿Por qué los pobres no han
bajado de los cerros como en el año de 1989 con el caracazo? ¿Por qué no se ha
dado un estallido social, parecido, semejante, cercano, al de Chile? La
respuesta es muy dura, muy cruel, muy terrible, duele en las vísceras. Porque
el estado los asesina en masa.
Según
el informe de la Oficina de ACNUDH, el despotismo venezolano masacró en las
zonas populares, donde habitan los más pobres del país, desde enero de 2018 a
junio de 2019, a 6.856 personas. ¿Leyó la cifra? ¿Puede colocarle rostros?
Citemos: “La proporción de presuntas
ejecuciones extrajudiciales cometidas por las fuerzas de seguridad, en
particular por las Fuerzas Especiales (FAES), en el contexto de las operaciones
policiales ha sido sorprendentemente elevada, según señala el informe. En 2018
el Gobierno registró 5.287 muertes, supuestamente por “resistencia a la
autoridad”, en el curso de esas operaciones. Entre el 1 de enero y el 19 de
mayo del presente año, otras 1.569 personas fueron asesinadas, según las
estadísticas del propio Gobierno. Otras fuentes apuntan a que las cifras
podrían ser muy superiores”.[5]
Creo que las cifras solo de
muertes, son tan contundentes que me parece innecesario, casi un irrespeto con
nuestro pueblo, dar detalles de la cantidad de heridos de bala, heridos por
perdigones a quema ropa, lisiados, los torturados, los muertos por tortura… Las
terribles vejaciones que se sufren a diario, como por ejemplo, detener a un
diputado en ejercicio, desnudarlo y mostrarlo en las redes sociales defecado.
El dolor mayor para nosotros
lo venezolanos es que quienes se sienten sabios, los intelectuales de
Iberoamérica y los políticos llamados progresistas que apoyan a Maduro, han
sido incapaces de condenar a ese régimen despótico, porque les da prurito que
los perciban de derecha. Esa deshonestidad inhumana, solo produce indigestión,
vómito y una rabia ancestral porque es imperdonable que se hagan la vista gorda
frente a la tragedia de nuestro pueblo. Frente a ello afirmamos que el problema
no es la religión ni la ideología que profese quien gobierna, sino cuál es su
práctica, cómo se comportan los aparatos represivos del estado frente al
pueblo.
Escudarse en quién ha liderado
a la oposición en Venezuela, en el menor de los casos, para no opinar sobre la
masacre a nuestro pueblo, es pretender invisibilizar lo que sucede. Expresado
enfáticamente: es una cobardía inmoral, una ética vacía, acomodaticia y
repudiable con la excusa ideológica.
Frente al horror del Déspota, ¿Cuál
ha sido la única posibilidad de la multitud? Huir, una diáspora de millones de
personas, porque lo ordinario en Venezuela es el estado de excepción; porque lo
cotidiano, son milicos paseándose por todas las avenidas mañanas, tardes y
noches, los 365 días del año. Y como todos los gorilas, con el perdón de la
especie, con su placer sádico, torturan y asesina sin ningún poder que los
controle, en nombre de la revolución bonita.
¿Derechos Humanos en
Venezuela? ¡Ay!... ¡Ay!... ¡Ay!
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