LAS
PREGUNTAS A CLAUDIO Y A EDUARDO
Jonatan
Alzuru Aponte
Claudio
Fermín y Eduardo Fernández, formaron parte de la generación de relevo del bipartidismo
del siglo XX en Venezuela. Ambos comparten historias similares. Fueron, en su momento, candidatos
presidenciales que representaban, cada uno en sus organizaciones, el cambio
político. Ninguno alcanzó sus metas y ambos fueron partícipes, junto a su
generación, del hundimiento político de sus organizaciones. Corresponsables del
abismo entre la práctica política -de Acción Democrática y COPEI- y la sociedad
venezolana. Ahora en su vejez, en su madurez política, han realizado sendas
críticas al movimiento político que lidera Guaidó para la liberación de
Venezuela.
Considero
que el asunto está mal planteado. No se trata en primer lugar que nos digan a
los venezolanos de a pie, las fallas, los errores, los desaciertos, en el
trecho que ha comandado la Asamblea Nacional en la confrontación contra el
despotismo. Las evaluaciones dependen del lugar desde dónde se interpreta lo
real; desde dónde se construyen los criterios para la construcción de los
juicios.
La
pregunta fundante es desde dónde hablan ese par de ancianos. Valga una
aclaratoria: La ancianidad no es una virtud en sí misma. La ancianidad es una
virtud cuando el sujeto ha adquirido en el transcurrir del tiempo experiencia.
La experiencia es un saber práctico que adquieren aquellos que continuamente se
evalúan a sí mismo y aprenden de sus errores. Por eso la muerte de un anciano venerable
es, en algunas comunidades, tan terrible como la pérdida de millones de libros.
Pero no siempre es así. Se puede ser
anciano y vivir como un adolescente cuya fantasía es constitutiva de sus
deseos.
Algunas
preguntas para Claudio y a Eduardo con la finalidad de conocer desde dónde hablan
serían: ¿Cómo evalúan al déspota? ¿Lo consideran déspota o lo consideran legal
y legítimo? ¿Cómo evalúan sus prácticas para decidir? ¿Consideran que la fuerza
del déspota reside en la representación popular? ¿Qué papel le asignan al aparato
militar? ¿Cómo evalúan el diálogo que culminó con el exilio de Julio Borges y
el asesinato de Fernando Albán? ¿Cómo evalúan las elecciones del 2018? ¿Cómo
evalúan el diálogo donde participó el Vaticano? ¿Qué opinan de las
descalificaciones e insultos que le hizo el gorila de Cabello al Cardenal
Pietro Parolin en esa oportunidad? ¿Qué papel le asignan a Cuba y a Rusia dentro
del ejercicio de poder de quienes dirigen Venezuela? ¿Cómo evalúan a la
Asamblea Dictatorial Constituyente? ¿Es legal? ¿Es legítima? ¿Consideran que en
Venezuela existe separación de poderes?; ¿Cómo evalúan las decisiones del poder
con relación a los servicios públicos? Y,
tal vez, otras… ¿Cómo jerarquizan la situación venezolana como un problema político
o jurídico? ¿Cómo un pueblo, desarmado (porque hasta ahora la oposición no
tiene un aparato armado), puede enfrentar al poder?; tal vez una previa a esa:
¿Es legal y es legítimo que un pueblo enfrente al poder del estado? ¿Cómo lo
hace? Solo conociendo las respuestas de
nuestros ancianos sobre esos y otros asuntos, es que podríamos pasar a una
segunda fase, la discusión sobre las formas de lucha; donde el voto, el sufragio
puede ser una forma de lucha, sin duda alguna; una entre otras… pero
todo depende de la caracterización que realicen del sujeto que tiene el poder
armado.
Contra
argumentarlos con respecto a las decisiones, alcances, límites, aciertos o
desaciertos, que han tenido los líderes que hacen vida en la Asamblea Nacional,
durante estos meses de lucha por la libertad, sin esas aclaratorias previas, es
darle una tribuna a quienes no se sabe hacia dónde están apuntando.
Es
preferible, en términos tácticos y estratégicos (y en esto la sociedad civil no
puede jugar inocentemente) mil veces, dialogar con chavistas como Juan Barreto,
Héctor Navarro, etc… porque se sabe de dónde vienen, qué han defendido, cómo lo
han hecho y qué comparten y qué no con el despotismo; qué fuerzas representan y
qué ganancia en términos de las formas de lucha se podrían obtener si se llega
a coincidir y, por supuesto, qué riesgos se corre al compartir con ellos una
táctica común… pero con la guanábana
madura (con las dos F; Fermín-Fernández) que, prepotentemente (sarampión típico
de la adolescencia), se presentan más allá del bien y del mal, como si nunca
han tenido sus manos llenas de mierda… es, simplemente, una estupidez.
Eso
sí, hay que darles un parado en seco, para saber desde dónde hablan, porque
esos seres pueden ser más dañinos que el propio déspota, en una circunstancia
tan delicada como la que vive nuestro país. Respondan ancianos y con gusto
dialogaremos, por la calle del medio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario