El
Papel de las Fuerzas Armadas para una Venezuela Libre
Jonatan Alzuru Aponte
En las Fuerzas Armadas se está
sintiendo el movimiento telúrico de la ciudadanía venezolana. Ciertamente, el
apoyo de coroneles, mayores, capitanes, tenientes, subtenientes, sargentos y
demás miembros es fundamental para el renacer de la democracia, no cabe duda.
Sin embargo, los ciudadanos
debemos exigirles que se incorporen en el momento preciso que lo requiera quien
lidera la ruta del cambio, nuestro presidente encargado, constitucionalmente,
Juan Guaidó.
Estamos en un momento preciso,
para que los infiltrados, aquellos militares que juegan en las dos aceras,
estimulen a sus compañeros de armas para realizar acciones espontáneas; es el
momento incluso, para que esos infiltrados convenzan a cualquier dirigente de
la oposición venezolana que es el momento de actuar. Una acción militar,
realizada de forma autónoma, significa abortar el movimiento de cabildos que
está fraguando una nueva Venezuela y brindarle, de esa manera, al déspota una
oportunidad más para perpetrarse en el poder.
Los venezolanos tenemos
experiencia en ese sentido. Recordemos que el golpe de estado donde Carmona
asumió la presidencia de la República por 48 horas fue comandado por el general
Lucas Rincón. En cadena nacional le expresó al pueblo venezolano que se le
había solicitado la renuncia al presidente Chávez, “la cual aceptó” y, meses
más tarde, fue premiado con una embajada.
Esa experiencia debemos recordarla y tenerla muy presente en los
actuales momentos.
En el gran cabildo de
Venezuela, el 23 de enero, quien lidera el proceso marcará la ruta y será él y
sólo él, quien debe comandar la incorporación del ejercito al proceso cuando se
requiera. Si los militares desean contribuir con el proceso que se gesta, deben
asumir la subordinación a su comandante en jefe, el presidente encargado, constitucionalmente,
Juan Guaidó; cuya tarea es comandarnos para alcanzar, en términos prácticos, el
cese a la usurpación de la presidencia, la constitución de un gobierno de
transición y generar las condiciones institucionales para la realización de
unas elecciones libres y universales.
Es vital la participación de
nuestras Fuerzas Armadas, pero subordinadas al poder civil. Nos estrechamos las
manos para que renazca una democracia cívica con profundo sentido social y
donde las diferencias puedan minimizarse, con la finalidad de reconstruir el
país, nuestras instituciones, que será una acción que beneficiará a todos los
que amamos nuestra tierra, vivamos en ella o en el extranjero.
Es el momento de la ciudadanía
y, apenas, el 23 de enero se dará el primer paso en firme para la liberación de
nuestra patria; una acción distinta a la táctica y estrategia trazada por
nuestra Asamblea Nacional nos puede conducir al abismo. No es momento de caer en provocaciones. Es el
momento de la alegría, del reencuentro, de sentir que somos un pueblo capaz de emprender
y liderar nuestro propio cambio y marcar rumbos, como antaño, en nuestra
América Latina.
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