ASAMBLEA
DICTATORIAL CONSTITUIDA
Jonatan
Alzuru Aponte
El Padre Luis Ugalde en un
reciente artículo le dio el nombre ajustado a lo que se ha llamado Asamblea
Nacional Constituyente. Nombre que resume, a mi manera de ver, la lógica
gubernamental.
Comulgo con la propuesta del
Padre de Ugalde que es necesario, urgente, un nuevo gobierno ya, un gobierno de
unión nacional. De manera simultánea, el padre Ugalde como otros analistas
considera acertado asistir a la consulta electoral. La propuesta del sacerdote es usar todas las
posibilidades de manera simultánea para la confrontación. Si nuestros
dirigentes no solo nos plantearan ese horizonte sino que actuarán en
consecuencia, sería difícil no asumirlo.
Discutir la asistencia o no a
las votaciones de las gobernaciones, me parece que es un sinsentido puesto que
se acordó por mayoría asistir. Estamos en ese momento. Obviamente, quienes nos
oponíamos a dar ese paso, creo que no deberíamos abstenernos, porque sería contraproducente
dentro de ese esquema de juego para la oposición.
Para generar las condiciones
que se posibilite un nuevo gobierno, tendría que existir una tensión donde el
gobierno pierda capacidad de maniobra y se vea obligado a negociar. Esa es una
posibilidad que dependerá de los errores del gobierno en su estrategia que
deberá ser aprovechado por nuestros dirigentes. Quienes nos oponíamos a ir a las elecciones
después del 16 y 30 de julio, –valga una brevísima digresión, sobre el pasado
que no es lo vital en este momento- era
porque considerábamos que era un momento culmen, para tensionar la cuerda. La
asunción de la desobediencia civil implica que se desconoce a quien ejecuta las
leyes, a ellas y las formas de implementarlas.
Por lo tanto, no era que perderíamos espacios, no estábamos en condición
de defensa, sino de ataque, por el poder completo, por el cambio de estado; que
no tenía ningún paragón con las elecciones del 2005, porque no existía una
crisis humanitaria como la que vivimos, porque no había una ruptura del orden
constitucional por parte del gobierno y porque no se había planteado la
desobediencia civil de forma radical como fue la consulta del 16 de julio en su
última pregunta.
Ahora bien, nuestros
dirigentes plantearon un nuevo escenario. El padre Ugalde ha construido una
salida intermedia entre la desobediencia civil con la finalidad de la toma del
poder y la participación electoral. Los que
opinamos en las redes y no tenemos cargos, ni participamos en partidos
políticos, como es el caso de Ugalde y quien escribe, a lo sumo podemos hacer
análisis y realizar alguna propuesta, no somos decisores.
El gran problema de la
alternativa del Padre Ugalde, está en nuestra dirigencia. Por ejemplo, Freddy
Guevara en el foro de la UCAB, afirmó que se debía desconocer a la Asamblea
Dictatorial Constituida y eso en términos prácticos significaba no atender
a sus llamados, no asistir a la Comisión
de la Verdad y al día siguiente, Ramos Allup afirmó que quien asuma esa postura
implicaba inmovilizarse y eso solo era de torpes y ambos asumiendo un mismo
camino, las elecciones, ojalá acuerden entre ellos. Ledezma y María Corina, se
desprendieron de la MUD, asumiendo el acuerdo del 16 de julio, con el pequeño
veneno que enjuician a sus compañeros como traidores; pero dando un dato que
hubo acuerdos entre la oposición y gobierno, por sus resultados nada tenían que
ver con la conformación de un gobierno de unidad nacional.
Imaginemos que son dos casos de dos radicales
fuera de orden y concierto, divisionistas. ¿Qué diremos de la diputada Gaby Arellano?
La mencionada dirigente de Voluntad Popular, el 18 de agosto, en el programa “La
hora de la verdad” en una radio colombiana afirmó, que hay dirigentes de la
oposición que ayuda al gobierno y que lo ha denunciado dentro de su partido y
en el parlamento, a propósito de la estrategia asumida por la MUD de ir a las
elecciones y distender el conflicto político que podía incrementarse en grados
superlativos después del 30 de julio, con el apoyo internacional.
La estrategia del padre Ugalde,
será exitosa si los decisores trabajan unidos; no de palabras sino en acciones.
Asumiendo las toma de decisiones buenas o malas con responsabilidad. El
silencio y la falta de acción para respaldar a los magistrados nombrados por la
Asamblea Nacional es un ejemplo de ello que estamos a tiempo de subsanar. El
pecado por omisión en política desfonda la confianza que es un sentimiento
indispensable para una confrontación radical. Lo radical no implica, la
negación de un acuerdo para un gobierno de unidad, amplio y diverso; lo radical
a punta al cambio de raíz de la lógica dictatorial que nos gobierna y no un paso
a paso….
La falta de unidad y la
concentración en la diatriba interna por las gobernaciones, son ingredientes
para minimizar una estrategia radical, por una construcción lenta de
confrontación. Sin embargo, los errores del régimen y su ataque desmedido, deberían
aprovecharse en este momento para cambiar la lógica del juego.
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