A
DESARMAR LA BOMBA POLÍTICA
Jonatan
Alzuru Aponte
Juan Barreto,
dirigente de Redes, sostenía en un programa de televisión que los partidos que
conforman el polo patriótico, el Partido Comunista, Patria para Todos… no
sabían de qué se trataba el plan económico.
Que ni siquiera escuchando al presidente, a quien apoya, podía percibir
cuáles eran las medidas y el horizonte del gobierno. Argumento que ha sido
repetido, reiterado y denunciado por múltiples y diversos articulistas afectos
al gobierno en el portal conocido como Aporrea.
Dirigentes, articulistas, movimientos y partidos políticos que han
tenido un compromiso sólido con el chavismo sostienen, de forma pública, la
inexistencia de un conjunto de medidas para remediar la gravísima situación
social, económica, que vivimos los venezolanos, pero sobre todo reclaman espacios
reales para los diálogos políticos entre ellos con firmes resultados. En definitiva,
Maduro no escucha.
Simultáneamente,
el vocero de la bancada del gobierno en la Asamblea Nacional explica que
debemos transformar la economía del rentismo a la producción, en este momento,
y no antes, porque, simplemente, la población en todos estos años era analfabeta.
El argumento del vocero del gobierno es que la profunda crisis que vivimos, la
paralización de la producción, no es responsabilidad de quienes han dirigido la
economía del país 17 años, sino del pueblo ignorante. El pueblo ignorante, los
venezolanos de a pie, somos los responsables. Por otro lado, la ministra de
salud, nos explica una de las medidas fundamentales para atender la crisis en
el sector que dirige, con un ejemplo: No se deben cepillar los dientes tres
veces al día. Fue el imperialismo quien inventó esa necesidad. Podemos quedarnos en la anécdota y tratar el
asunto como idioteces de funcionarios sin cerebros… Podemos, guardar esos cuentos para los anales de
la historia de la estupidez gubernamental… Algún idiota se reirá y no lo podrá
creer… Pero, el asunto es una cuestión de conjunto. Los payasos son los
distractores y provocadores, tarifados, aunque sean ministros o diputados, a
veces, hasta presidentes.
El gobierno que
de forma pública y notoria desprecia al pueblo a quien dice honrar, con sus
explicaciones, con sus medidas… El gobierno que políticamente se desprende de
sus aliados, no consulta, no debate y actúa en soledad… El gobierno que coloca
de vocera, por ejemplo, para confrontar la ley de amnistía, a una teniente (una
viuda que de forma real sufrió la pérdida de su esposo… esto no está en duda,
ni su tristeza, ni su dolor, ni su derecho); donde la teniente uniformada, la
simbología era traslúcida, interpela al Presidente de la Asamblea diciendo que
debían consultarle a los militares afectados, sobre el contenido de la Ley… Simultáneamente, este mismo gobierno, muestra
que tiene control, poder, usando al Tribunal Supremo y aprueban su ley de
emergencia económica, dando un mensaje claro con ello, no nos interesa el
mandato del pueblo ni la opinión de la Asamblea, seguimos con el poder y
mandaremos… Ése gobierno, desea mantener lo que tiene a toda costa.
¿Acaso es pura
torpeza? Un gobierno configurado como una delincuencia organizada con el poder
de las armas, que ha perdido el apoyo popular y se siente cada vez más arrinconado,
al no tener un horizonte político-económico para maniobrar; pero que, de forma
simultánea, desea conservar el poder, busca alternativas. Y es vital conservar el poder porque la
pérdida para quien es delincuente, no es solo un asunto de dejar de gobernar,
de perder privilegios, sino que una posible, factible, consecuencia es la
prisión, nacional o internacionalmente. Entonces, una jugada, la última jugada
del poder delincuencial, es la trinchera.
El gobierno de
Maduro viene dando pasos para atrincherarse. Es sumamente delicada la
situación. La violencia es la única alternativa de quien se atrinchera en el
poder, y jugar a provocarla es su mejor táctica.
Desarmar esta
bomba de tiempo política, requiere de mano izquierda, mano derecha, pie,
estómago, de acuerdos abiertos, de acuerdos sutiles, de mensajes cifrados, de
mensajes claros y diáfanos, de fintas, muchas fintas, como en el fútbol o en el
básquet, de diálogos, muchos diálogos, al mediodía frente a todos y en la
oscuridad, entre gallos y media noche, entre
los diversos, entre opuestos, entre cercanos, entre la dirigencia, entre las
bases, entre partidos, con estos y con aquellos, dejándose grabar el celular o
haciéndolo al estilo de los sesenta… Con
claridad, con firmeza, pero con disimulo… Todo dentro del marco estricto de la
constitución, como en los juegos deportivos, dentro de las reglas, se vacila al
contrario, se le marea y se le gana.
Se trata de una
política de altísima pericia. Y todo esto, para mayor complejidad, en medio de
una severísima crisis de todo orden, con hambre, profunda hambre, desempleo y
sin ningún resteo por nadie. Un sálvese quien pueda… Más delicado el juego, por
las traiciones, por los chantajes… Todo queda en segundo orden frente al tic
tac de la bomba: la violencia, el comando de la irracionalidad, el comando atrincherado.
La irradiación de la bomba es impredecible en espacio y tiempo. Es la
catástrofe. La prioridad es su desarme; aunque, obviamente, en el plano
práctico hay que bailar, comer chile y, de paso, animar a las barras.
Elegancia
política contra la barbarie de las armas.
Caracas, 13 de
febrero 2016.
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