HOMENAJE CON LA CLAVE DEL BONGÓ
Jonatan Alzuru Aponte (30-11-2014)
A la memoria de Rigoberto Lanz;
recordando sus setenta años de nacimiento.
Estaba distraído en
la barra degustando una copa de James Barry Vineyard Paso Robles 2007, cuando
lo sorprendí con una inusitada emoción.
Cualquier lector pensará que tengo algún tipo
de cultura vinícola, pero no. Aquél día me ilustró, Dionisio mediante, de la
lentitud que debía tener durante el ritual; hice el simulacro del catador, siguiendo todas y cada una de sus
prescripciones. La ocasión era oportuna para degustar el mejor vino del mundo manifestó;
no entendí por qué lo dijo, pero lo expresó con tanta sabrosura que fue rico
escucharlo. Sin embargo, pasé por alto el asunto de la ocasión, porque estaba
convencido que la eternidad es la experiencia del instante sin memoria.
No habíamos terminado de celebrar el encuentro
cuando Miguelito, sudado y acelerado, encendió
el espacio con su monumentalidad. La reiterada muletilla, única en su especie,
se transformó en el acordeón de nuestras risas, “efectivamente de pronto”
fueron dos o tres o cinco botellas entre Hannah Arendt, Borges, el asunto de Walter
Benjamín, la excentricidad de realizar un seminario sobre Foucault en estos
chaparrales, con franceses incluidos, en la provincia, y tres tragos de Vodka
por favor, pero que no se les acabe las botellas, porque esto de saltar entre
botellas es casi como un remedo del país, “efectivamente de pronto”, como una
respiración espasmódica. Y Daniel Santos resultó que era un teólogo de la
cotidianidad, algo así como un sociólogo desvestido, con su Virgen de
Medianoche, “¿Y qué dice los amigos bellos?”, le conté que en el evento
bautizaríamos el segundo libro sobre su obra, titulado: “Pensamiento Crítico. Rigoberto
Lanz” y “efectivamente de pronto” dijo Miguelito -citando de memoria el libro
que recién reeditó Bid & Co, La filosofía de Borges, escrito por Juan
Nuño- La peor de las pretensiones
hermenéuticas sería la comprensión definitiva y lograda. Y remató,
diciendo, ojalá ese libro culmine como sigue diciendo Nuño: Todo lo aquí escrito lo ha sido teniendo muy
presente esa sentenciadora admonición de La Biblioteca de Babel: “Tú que me
lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?” Y, efectivamente de pronto,
nos reímos porque quizás siempre anidamos la pretensión de la comprensión de la
obra y más en un seminario internacional que es algo así como una bellísima pasarela
al estilo de Miss Venezuela, aunque no es sobre Lanz, sino sobre Foucault y el
otro dijo, menos mal… Y seguía la risa y otro vodka, como decía Deleuze en esa
famosa entrevista, realizada en clave de abecedario, la voluntad era hasta el
último trago que estaba colocado en el horizonte; el último trago siempre está
atado a esa línea imaginaria que divide el cielo del mar… pero maestro no es
eventología lo que hacemos, sino… y las carcajadas de los aliados impedían
brutalmente cualquier posibilidad de defensa y este negro tendrá que disfrazarse
al estilo de Michel Jackson, efectivamente de pronto, para llamar la atención
en la pasarela, risas y otro vodka y dónde está el vino del inicio, se acabaron
las botellas señor es que son las tres de la madrugada y queriendo defender lo
indefendible, aquello de la voluntad de la comprensión y la pasarela y otro
vodka, porque la subversión microfísica del espacio consiste no en pasarelas
sino en ambientes dialógico de confrontación de ideas, dijo, mientras abrazaba
a su cuate Ron Pedrique, pero por lo menos pudieron montar la pasarela en estos
chaparrales en medio de la inopia cerebral, ¿Y quién será Osmel? ¿Cuál Osmel?,
bueno toda pasarela tiene su Osmel y la risa era un sino de las mil y una noche
embriagados de sombras… Y Virgen de Medianoche entonamos los tres, con vodka y
uno para llevar, con un boceto de desestructuración en las tonalidades, y
quizás sí, Daniel Santo, oye Héctor… La voz, Lavoe, Maelo, la negra Celia y
Tite Curet Alonso, merezcan sendos seminarios internacionales de filosofía; no hacerlo es
como intentar comprender lo que sucedió en Europa, en el siglo XX, sin la
Montaña Mágica o el Doktor Faustus de Thomas Mann… y…
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