sábado, 22 de noviembre de 2014

¿ESTADO TOTALITARIO? GUBERNAMENTALIDAD DEL PARTIDO



¿ESTADO TOTALITARIO? GUBERNAMENTALIDAD DEL PARTIDO
Michel Foucault (1979)
(…) me gustaría, si les parece, sugerirles algunas tesis que en líneas generales atravesaron lo que ya les he dicho, pero querría recapitular un poco. En primer lugar, la tesis que el Estado providencia, el Estado de bienestar, no tiene la misma forma, claro está, ni a mi entender la misma cepa, el mismo origen, que el Estado totalitario, nazi, fascista o estalinista. También querría indicarles que ese Estado que podemos calificar de totalitario, lejos de caracterizarse por la intensificación y extensión endógena de los mecanismos estatales, ese llamado Estado totalitario no es en absoluto la exaltación del Estado, sino que constituye, por el contrario, una limitación, una disminución, una subordinación de su autonomía, sus especificidad y su funcionamiento característico. ¿Con respecto a qué? Con respecto a algo distinto que es el partido. En otras palabras, la idea sería que el principio de los regímenes totalitarios no debe buscarse por el lado de un desarrollo intrínseco del Estado y sus mecanismos; para decirlo de otro modo, el Estado totalitario no es el Estado administrativo del siglo XVIII, el Polizeistaat del siglo XIX llevado al límite. El Estado totalitario es algo distinto. Es menester buscar su principio no en la gubernamentalidad estatizante o estatizada, cuyo nacimiento presenciamos en los siglos XVII y XVIII, sino justamente por el lado de una gubernamentalidad no estatal: en lo que podríamos llamar una gubernamentalidad de partido. El partido, esa organización muy extraordinaria, muy curiosa, muy novedosa; gubernamentalidad de partido aparecida en Europa a finales del siglo XIX, es probablemente –bueno, eso en todo caso lo que tal vez procuraré mostrarles el año que viene, si sigo teniendo esta idea en la cabeza- lo que está en el origen histórico de algo como los regímenes totalitarios, como el nazismo, como el fascismo, como el estalinismo.
Otra tesis que me gustaría proponer es la siguiente (en fin es recíproca de lo que acabo de decirles): lo que hoy está en cuestión en realidad no es tanto el crecimiento del Estado y la razón de Estado, sino más bien, y mucho más, su disminución, que en nuestras sociedades del siglo XX vemos surgir en dos formas: una es precisamente la disminución de la gubernamentalidad de Estado por obra de la gubernamentalidad del partido, y, por otro lado, la otra forma de disminución es la que podemos constatar en regímenes como el nuestro, en los que se intenta buscar una gubernamentalidad liberal. Me apresuro agregar que, al decir esto, procuro no emitir juicios de valor. Al hablar de gubernamentalidad liberal no quiero, mediante la utilización misma del término liberal, sacralizar o valorizar desde el comienzo ese tipo de gubernamentalidad. Tampoco pretendo decir que no sea legítimo, si se quiere, odiar al Estado. Me parece, sin embargo, que lo que no debemos hacer es imaginarnos que describimos un proceso real, actual y que nos concierne, cuando denunciamos la estatización o la fascistización, el establecimiento de una violencia estatal, etc… Todos los que participan en la gran fobia del Estado, sepan bien que están siguiendo la corriente y que, en efecto, por doquier se anuncia desde hace años y años una disminución efectiva del Estado, de la estatización y de la gubernamentalidad estatizante y estatizada. No digo que uno se engañe sobre los méritos o desméritos del Estado cuando dice “está muy mal” o “está muy bien”. Mi problema no es ese. Digo que no debemos engañarnos sobre la pertenencia del Estado de un proceso de fascistización que le es exógeno y que compete mucho más a su disminución y dislocación. .. (Michel Foucault, Clase 7 de marzo de 1979, en Nacimiento de la biopolítica, FCE, 2007: 223-225)

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