ELECCIONES
UNIVERSITARIAS Y PAÍS
Jonatan
Alzuru Aponte
(13-11-2014)
1.- La universidad es
una comunidad intelectual cuya finalidad es la producción de ideas, producción
de conocimiento científico técnico, producción de saberes en los distintos
campos del conocimiento; producción de interpretaciones a propósito de las
distintas y diversas tradiciones de pensamiento; también, es el espacio
propicio para el análisis, la discusión y evaluación de las políticas locales,
nacionales y globales coyunturales; aún más, es una institución proclive a la
proposición de planes, programas y proyectos para el desarrollo de un país. Para
ello una condición, sine qua non, sustancial, esencial, es el aprendizaje de
sus miembros, en el diálogo con el diverso, el opuesto, el antagónico como
mecanismo, sustancial, para el logro de sus fines.
Es un laboratorio
para el aprendizaje de la argumentación, para sostener una proposición que se
coloca en duda, que se cuestiona. Es un laboratorio para el aprendizaje de la
deliberación, donde no existe la premura de ganar la polémica y, por el
contrario, existe el sumo interés de encontrar mecanismos para preservar la
diferencia, la diversidad, lo opuesto. Es un laboratorio donde se cultiva la
crítica como eje que vertebra la práctica intelectual.
2.- La universidad no es un espacio de
construcción de decisiones políticas para ser ejecutadas por los diversos y
opuestos actores sociales que hacen vida en la nación. La universidad no es un
espacio público para la confrontación de la política nacional, en clave de
partidos o movimientos políticos.
3.- En la universidad hay movimientos
estudiantiles, obreros, administrativos y profesorales que están articulados a
partidos y movimientos políticos nacionales. Tal hecho práctico no desdice del
sentido, del horizonte de la comunidad universitaria. Por el contrario, la vida
universitaria con un horizonte de sentido claramente establecido, es un ámbito,
un campo, donde sus prácticas orientadas al cultivo de la comunidad intelectual,
podría transformarse en un excelente espacio de formación para el ejercicio
político; dígase, para las prácticas políticas comunitarias, organizadas o no,
en el ámbito de lo público.
4.- El ejercicio político, las prácticas de los
movimientos sociales, comunitarios y de los partidos políticos nacionales responden
a otras lógicas, a otros intereses, a otros horizontes que el de las
universidades. En unos casos se trata de cómo resistir y confrontar al poder,
con la firme voluntad de minimizarlo y/o desplazarlo; y en otros, cómo consolidar,
mantener y acrecentar el poder, minimizando la resistencia del adversario. La
manera cómo se entiende el ejercicio del poder para resistir y confrontar o
sostener y acrecentar, depende de las miradas e interpretaciones de las
prácticas sociales, de las prácticas políticas, ancladas, en la mayoría de los
casos, en tradiciones de pensamiento político de las diversas y opuestas organizaciones en
pugna en el ámbito de lo público. En otros casos se trata de acciones
espontáneas sin reflexividad teórica, motivados por las interpretaciones
coyunturales de las acciones de uno o el otro grupo.
5.- Interpretar, analizar y evaluar, las
prácticas de la comunidad universitaria como un campo de batalla, un
laboratorio micro, de la pugnacidad política del país, conduce a prácticas perversas, porque degeneran la institucionalidad
–(tanto de sus miembros, como de los diversos actores sociales y políticos que
hacen vida en el país)- donde el horizonte de la comunidad intelectual se
transforma de tal naturaleza que su objeto, su sentido, se hace subalterno, por
lo tanto se pierde (institucionalidad sin brújula), y prevalece, por el
contrario, la partidización como el horizonte de sentido de la comunidad
universitaria. Tal confusión es, como diría, uno de mis maestros Miguel Ron
Pedrique, una confusión de una cabeza de gallo con una cabeza de perro.
6.- El dantesco espectáculo de las elecciones estudiantiles
de la ULA, tanto de las acciones violentas como de las múltiples acciones e
interpretaciones de los partidos políticos, de los constructores de opinión
como periodistas e intelectuales, así como del común, en las redes sociales, donde
se transformó la rutina estudiantil de la ULA en un asunto de interés nacional,
por todas y cada una de las partes del conflicto político venezolano, expresado
en la dirigencia política nacional y estudiantil, lo que muestra es nuestro profundo
deterioro como sociedad; que se manifiesta en la exacerbación de la insensatez,
la falta de pericia para el manejo de los asuntos de la opinión pública, la
incontinencia verbal atada al más claro y desproporcionado irrespeto de sí
mismo, de las organizaciones políticas y de los propios movimientos
estudiantiles que se han dejado conducir por la torpeza y mediocridad de la
dirigencia política venezolana.
7.- Los deterioros institucionales maximizan la
arbitrariedad de los diversos y opuestos actores sociales, favoreciendo siempre
aquellos que tienen el poder para imponer su voluntad. La universidad no debe
ser el reflejo de un país; sino por el contrario, su vocación, entre otras, es
ser uno de los músculos fundamentales, la palanca, de transformación de un
país.
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