LES HABLO DESDE EL POST-MARXISMO
Rigoberto
Lanz (A
Tres Manos, 14/11/ 2010)
“…
la misión es una idiotez. No tengo ninguna misión.
Nadie
tiene ninguna misión y es un gran alivio sentir
que
eres libre, que no tienes una misión”.
MILAN
KUNDERA: La insoportable levedad del ser,
p.319
Tres pequeñas precisiones:
una, no hay nada de escandaloso en el planteamiento de que hay una época
posterior a la época de Marx (ver el libro de Tonni Negri: Marx después de
Marx); otra, en más de un sentido el pensamiento marxista se hizo parte de
la cultura occidental (ver el libro de Jacque Derrida: Espectros de Marx);
finalmente, desde hace ya un rato (20
años apenas) en el libro El Pensamiento Social, hoy puntualicé esta tesis: la mitad del pensamiento social
que circula en la sociedad está asociada de algún modo al paradigma marxista.
Nadie puede prescindir de esta matriz teórico-metódica a la hora de pensar la
sociedad, incluso tratándose de los más feroces detractores.
Dicho lo anterior, es relativamente cómodo
navegar por las aguas más revueltas sin los rollos de una intelectualidad que
oscila entre el oportunismo y la ignorancia. Por mi lado, puedo confesarles que
la obra de Marx o la tradición del marxismo crítico no me plantean ningún
trauma intelectual, ninguna dramática interrogación. Nada de eso. Funciono con
una suerte de marxismo de hecho sobre el cual no me detengo a tematizar. Lo
asumo tranquilamente como el idioma en el que escribo, como el aire que
respiro. (Anécdota: mientras escribía el libro Razón y Dominación en
Paris, compartía a distancia con el amigo Miguel Ron Pedrique que estaba para
entonces en Nueva York. En uno de esos días me escribió una carta con estos
reproches: cómo es que en aquellos dos tomos que componían el libro no aparecía
por ningún lado el nombre de Marx; y cómo es eso de que a mí lo que más me
gusta de Paris son sus librerías, peor que eso: cómo es que nunca me he
encaprichado con la famosa “Torre Eiffel“. Como usted debe imaginar, tratándose
de la intensidad del poeta Miguelito, “efectivamente de pronto” esos asuntos
nos acompañaron hasta el final de sus días)
En una transición epocal (posmoderna) como
ésta en la que nos encontramos me parece ridículo estar distrayéndose con
preguntas a Marx. Estamos en otra realidad, la agenda ha cambiado radicalmente,
los problemas son otros, las preguntas son otras. Desde luego que hay
similitudes y contenidos estructurales que persisten hoy como ayer (la pobreza
y la exclusión, por ejemplo) Pero sería ocioso planteárselo en clave del siglo
XIX. Tan ocioso como querer hacer quedar bien a Marx estirando los argumentos
como si Marx estuviese haciendo la cola en un McDonalds.
Así como ha sido vivida la época del fin de
la Modernidad, dando paso a la era posmoderna, exactamente en el mismo sentido
asistimos hoy a la época del fin del marxismo (tal como fue pensado y
practicado durante el Siglo XX, por ejemplo) ¿Qué tiene ello de raro? ¿A qué
viene la depresión de tantos camaradas? Ello lo que nos plantea es el inmenso
desafío de estar a la altura de parir una nueva visión que pueda dialogar con
la realidad que emerge. Cambiado el
paradigma anterior, cambiando los conceptos y categorías, cambiando el modelo
cognitivo que nos trajo hasta aquí.
El pensamiento crítico siempre estará allí
como una tradición intelectual de primer orden. Esa referencia tiene un enorme
peso como antecedente de cualquier posibilidad de construir alternativas en
variados campos, sobre manera, en el terreno de una visión del mundo que se
haga cargo de los atascos de esta patética humanidad que marcha con gran
desparpajo hacia el abismo (como lo plantea el amigo Edgar Morin en su
libro que lleva justamente ese nombre) Estamos viviendo en la sociedad
post-capitalista donde ha ocurrido una verdadera revolución en el mundo del
trabajo, a tal punto, que la idea misma de “trabajo” (junto con la de
“trabajador”) están transfigurándose en otra cosa.
No pierda su tiempo preguntándole a Marx
cómo salvarse de ese abismo.
(Rigoberto Lanz, 14/11/2010)
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