lunes, 14 de abril de 2014

DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA DE Gene Sharp



DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA de Gene Sharp
Dedicado a los constructores de decisión y a los actores políticos
En el año 2003, un colega me invitó a que asistiera a una conferencia que quizás abriría mis ojos de una vez y para siempre. Esas invitaciones siempre me han parecido sospechosas. Quizás por mi  formación o deformación, como lo quieran tomar, filosófica, sé que toda asunción práctica de una mirada teórica es un ejercicio de años, de toda una vida. Quien asiste a un retiro espiritual y en su último día dice que está convertido de una vez y para siempre, no tiene ni idea de lo que significa la experiencia de vida religiosa. Por lo tanto, la manera de invitarme del colega me desagradaba. Sin embargo, era tan insistente y de verdad lo hacía de buena voluntad que asistí. Era un pensador norteamericano que se llamaba Gene Sharp. Nunca en mi vida lo había escuchado. No hice pregunta. El amigo quería conocer mis impresiones.
-          ¿Viste que es un filósofo? Me dice. Yo sonreí y prepotentemente, le dije
-          yo también. -Solté una sonrisa que lo desconcertó-.
-          Jonatan el pensador dijo cosas prácticas muy claras, muy interesantes, unos principios de acción. Es un autor muy importante, continuó diciéndome.
-          En principio, le increpé, un autor no se le puede conocer por una conferencia. En segundo lugar, me pareció un profesor formado dentro de la tradición del realismo político norteamericano, cuya forma de trabajar la política, propio de esa tradición, es a través de máximas de acción, pero quien no conoce esa tradición de pensamiento se queda usando las máximas estúpidamente, sin norte ni orientación.  Se tendría que leer
-          Él tiene un libro muy bueno “La política de acción no violenta”.  Te lo regalo.
-          Yo no leo ese tipo de libros le dije. Ese es un buen divulgador de un pensamiento pragmático. Yo prefiero leer a un pensador pragmático, norteamericano o de cualquier parte, que a sus divulgadores. Mira es como si tú me das un libro de Fernando Savater para abordar a Aristóteles. Savater es un excelente divulgador, tiene un libro extraordinario, el menos vendido, seguramente, sobre Ciorán; él fue su primer traductor al castellano y su tesis doctoral en filosofía fue sobre Ciorán. Del resto, ese tipo de libro como los de Savater, son para quien quiera tener una visión genérica de algo. Pero, incluso Savater, es superior, por lo menos a lo que escuché de este señor, porque Savater aún con su estrategia divulgativa, no se plantea libros de cómo hacer el amor en diez fáciles lecciones. Ese señor aunque usa las máximas de la tradición pragmática, construye sentencias universales y eso es contradictorio con su tradición… por eso no pierdo tiempo en leerlo.
-          ¡Jonatan no sabías que eras tan prepotente!
-          Eso no es prepotencia es rigurosidad teórica.
-          Es un bestseller en muchas partes del mundo, además él ha ayudado a millones de personas para salir de la dictadura.
-          Seguramente, no lo dudo. Hay millones de bestseller que sería incapaz de leer y, otros, por el contrario, los leería. Borges podría ser un bestseller y sin duda lo compraría.
-          Lo que pasa es que es de derecha y por eso no lo lees.
-          Error. Leería a un buen autor de derecha, a un filósofo, a sus maestros, no al divulgador.
El colega sintió que había fracasado conmigo. Me olvidé de aquél incidente. En el 2009 fui jurado de una tesis doctoral y el estudiante citó de forma reiterada el libro titulado: “Dictadura a la Democracia. Un sistema conceptual para la liberación” de Gene Sharp. Otra vez me topaba con el autor. Por rigurosidad como evaluador busqué el texto y lo leí. Afirmé en mi intervención lo siguiente, grosso modo.
Mire, usted está en un ámbito académico, en uno de los niveles más alto de la educación. Está muy bien que el vulgo lea y use a este señor para la comprensión de los sistemas políticos, pero usted se está formando para hacerse un especialista en filosofía política. El capítulo completo dedicado a este señor no tiene rigor conceptual, porque el autor que usted maneja es un divulgador y cómo todo divulgador simplifica en extremo los asuntos y, lo peor, dentro de su propia tradición pragmática él tiene inconsistencia. Por lo tanto, si usted usa a un autor inconsistente, es muy difícil que pueda construir algo consistente, a menos que lo use como ejemplo para  desmontarlo. La sola afirmación establecida como una verdad, independiente de los contextos culturales, como por ejemplo, “Bajo una dictadura las elecciones no se pueden usar como instrumento para un cambio político significativo” (Sharp, Gene, 2011: 8) es contradictoria con la tradición que profesa el autor que es el pragmatismo. El caso de Chile es un contra ejemplo, contundente. Pero sin apelar a la empírea, la característica del pensamiento pragmático es que la construcción de las decisiones no son a partir de un deber ser, sino del análisis de lo que acontece, a partir de unas máximas de acción y la prescripción del autor es un deber ser y no una máxima de acción, tal como se construyen dentro de la tradición que profesa. Es un mal alumno de su tradición.
Increíblemente, el evaluado utilizó, la misma falacia ad-hominem, que el colega del año 2003. Profesor lo que pasa es que usted es de izquierda. Esa falacia consiste en no atender a los argumento sino descalificar a la persona. En este caso, el estudiante pensaba descalificar mi argumentación indicándome que mi mirada tenía una carga ideológica y, por lo tanto, no apreciaba lo valioso de su trabajo, sino que buscaba, según él, artificios para aplazar o posponer la defensa de la tesis. El tutor, compartió la mirada con su defendido. Entonces no me quedó otra alternativa que preguntarle, a los dos:
-          ¿Ustedes conocen a los filósofos pragmáticos de la Universidad de Chicago? ¿Usted saben que este divulgador de cuarta categoría, tiene como referencia conceptual a unos pensadores verdaderamente importantes norteamericanos? ¿Saben sus nombres? ¿Conocen la obra?
Obviamente, estaba seguro de su desconocimiento, porque quien trabaja con autores, con pensadores relevantes, no utiliza divulgadores porque en la mayoría de los casos hacen unas traducciones muy chucutas con el afán de expandir sus ideas. De comerciar al gran público las ideas. Pues tendrás que rehacer ese capítulo utilizando a uno de los autores del realismo político norteamericano como Leo Strauss y su discípulo Allan Bloom, quienes beben de la tradición que inaugura Nicolás Maquiavelo. Por lo tanto, lean a Maquiavelo y la interpretación que realiza Strauss, para la comprensión de la filosofía política pragmática desarrollada contemporáneamente en Norteamérica. Y  todo el desarrollo teórico político del American Enterprise Institute. Y, luego hablamos. Quien me conoce sabe que suelo hablar más de lo que escribo, duré largo rato hablando de Maquiavelo y de su importancia para el pensamiento político contemporáneo y, sostuve, que el florentino tiene sus anclas en la tradición estoica que se configura en el ámbito de la política entre el siglo I ac y el siglo III después de Cristo, la construcción de máximas para la construcción de decisiones en el ámbito político se encuentran en Cicerón, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio, por ejemplo. Se acordó suspender la defensa y que el estudiante reconstruyera el capítulo sin citar a un autor tan endeble para el nivel doctoral. Por cierto, hay un joven filósofo venezolano que ha realizado una reconstrucción rigurosa de del pensamiento de Strauss, su lectura de Maquiavelo y su influencia en la política norteamericana que se llama Alejandro Bárcena, bajo la tutela del amigo, quien también fue profesor mío, y que siempre recuerdo el seminario sobre Marx, a dos voces con J. R. Nuñez Tenorio, como lo es José Rafael Herrera.
¿Por qué este cuento? Bueno porque cuando se inició este proceso el 12 de febrero, una colega, por correo, me dijo que me leyera al sr. Sharp para entender cómo era que se debía actuar en Venezuela, después me encontré con una persona que tiene algo de influencia en las decisiones de la oposición en Venezuela y me nombró al mismo señor y ayer, un político con formación jurídica, a quien respeto sin conocerlo, también hace referencia a la necesidad de leer a este autor.
A todos los que se inscriben en el pragmatismo político para afrontar la crisis venezolana, les digo que el soporte de tal corriente es el trabajo de la experiencia como fuente de conocimiento. La primera fuente de conocimiento a la que usted tiene acceso son sus propias prácticas. Evalúe, realice un examen de sus errores prácticos durante este proceso, contextualícelos, sin mirar a otro. Evalúe sus aciertos. Y empiece a trabajarse a sí mismo. En segundo lugar, ubique todos los videos de las coyunturas políticas relevantes y evalúe cómo se comportaron los diversos y opuestos actores sociales.  Eso le dará un conocimiento de cómo actúan. Es un reservorio.
Un principio básico del pragmatismo es que no actúa con normas de deber ser, sino se pregunta qué es lo más útil en esta circunstancia. Evalúa cómo en el presente se comportan los actores, usa el pasado como información relevante para construir sus decisiones y, sobre todo, usa su propia experiencia para incorporarla como criterio para tomar decisiones. Aunque tiene una estrategia general, sus planes son día a día, que los adapta en función de cómo se maneja el adversario y cómo se comportan  los aliados. De allí que todo dependerá del contexto. Para un pragmático los errores son la fuente fundamental del conocimiento. Su examen es diario. Sus tácticas varían en función de la conjunción de sus análisis.
Usted sabe que está actuando pragmáticamente sí y sólo sí, usted puede hacer un registro de cómo ha variado su planificación inicial en función de los acontecimientos. Si usted piensa exactamente igual que el 12 de febrero de usted mismo, de sus aliados y tiene la misma evaluación de su adversario, entonces, Usted no es un pensador pragmático. Porque lo que menos hace un pensador pragmático es definir al otro de una vez y para siempre. Lo que le interesa no es cómo lo define, sino cómo se comporta el otro, dependiendo de unas circunstancias específicas, está atento, a cómo los acontecimientos hacen que el adversario y los aliados modifican sus prácticas, por mínimas que sean. El estudio de los errores es vital porque el pragmático se dedica a buscar formas prácticas para no cometerlos y acciones prácticas para maximizar su eficiencia. Igualmente, lo que le interesa del adversario, son la debilidades para actuar contra ellas y saber las fortalezas para no atacarlas frontalmente, precisamente porque son sus fortalezas. Bueno son algunas sugerencias para los que asumen esa tradición desconociendo toda la filosofía política  que soporta esa lógica del ejercicio político.
Una derivación racional del pragmatismo político que la complementa y la maximiza, es la teoría de juegos. La comprensión de las relaciones sociales como juegos en situaciones de incertidumbre, sería el caso venezolano.  Donde la cooperación se transforma en la condición sine qua non, para la actuación. Es una cooperación entre actores que no confían entre sí, pero que en la práctica deben acordar acciones. Hay todo un desarrollo teórico al respecto, que es pragmático. No es masturbación mental.  Donde se combina matrices matemáticas con intereses de los diversos y opuestos actores.  Tal acervo teórico es sumamente útil para quienes se inscriben en esa tradición.   
El grave problema de un grueso sector de la oposición venezolana es la incultura en las tradiciones del pensamiento político en la que se inscriben. Y, precisamente por ese desconocimiento, no logran percibir quiénes tienen formación política dentro  del gobierno, donde hay un grueso sector no sólo inculto en la tradición que profesan sino que son practicantes del militarismo.  En una conversación que sostuve hace años con  Henry Ramos Allup, recién había publicado su libro “Reflexiones sobre el Liberalismo”, me decía que el más formado con el que él había compartido en el parlamento era Juan Barreto, por ejemplo. Esa debilidad conceptual tiene efectos prácticos inconmensurables, que se manifiestan en las prácticas cotidianas.
Espero dejar, taxativamente, clara mi posición frente a ese autor, Gene Sharp, que al parecer es una fuente inspiración para un sector político de la oposición venezolana. 
 JOnatan Alzuru Aponte
Domingo 13 de abrl de 2014

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