QUIEN TIENE UNA PRÁCTICA DEMOCRÁTICA
NO SE DESVÍA
1.- En un momento de descontento
social y revuelta, la serenidad para pensar es la clave.
2.- Hay que comprender las
manifestaciones espontáneas pero es un deber claro, de cualquier dirigente, dar
recomendaciones y mensajes contundentes. El saqueo es una acción inapropiada,
por ejemplo y no dejar de reiterar las otras acciones inapropiadas como la
guarimba. Pero hay que proponer formas claras de protestas democráticas. Los
estudiantes organizados están dando lección en este sentido.
3.- Hay distractores que no es
conveniente dialogar sino dirigirlos. Vielma Mora, por ejemplo, realizó una
denuncia pública. Hay que ordenarle a la Fiscalía que investigue de inmediato
la denuncia y que el gobernador presente las pruebas y que se tomen las medidas
de inmediatos ajustadas a la ley. Que apoye o no apoye, que se asuma de
oposición o distante, todo eso es irrelevante. Lo relevante es su denuncia de
violación de los derechos humanos.
4.- La clave no es creer o no en
los discursos, sino pensar qué dice y en función de ello, mandarlo actuar a
quien sea, apegado a la constitución, independientemente de la circunstancias.
5.- Hay que ser enfático contra
la utilización de armas de fuego. Venga de donde venga. Allí hay que ser
enfático contra la imagen del general como forma de resistencia.
6.- Un desbordamiento social,
provocado o espontáneo, los líderes deben conducirlo apegados a la estricta
constitucionalidad. Esa es la única
garantía, en el marco jurídico internacional, para la sobrevivencia política en
cualquier escenario, independiente de los desenlaces.
7.- Es sumamente importante en
este momento focalizar las denuncias específicas de los derechos humanos. Sin
generalizar.
8.- Teniendo clarísimo un
horizonte político, institucional, constitucional, las contingencias, buenas o
malas, hay que orientarlas en función de ese horizonte. Un capitán de barco no se deja llevar por la
tormenta, sino dirige el barco en medio de la tormenta.
9.- En un estado de confusión las
opiniones y los pareceres, se multiplican por doquier. Quien tiene un horizonte
democrático, escucha a todos, pero trata de discernir qué es relevante y qué
no, en función de su horizonte.
10.- Alguien que dirige con un
horizonte democrático, cualquier acción positiva de una persona de su equipo o de otros actores, aunque no sean
de su equipo, se le debe reforzar. La acción positiva se evalúa en función que
la práctica contribuya o no al horizonte. Prácticas democráticas hay que
resaltarlas. Mostrarlas como buenos ejemplos. Eso es vital. Orienta.
11.- En un momento de
conflictividad es más importante establecer diálogos, con los distintos
sectores que acompañan la propuesta del dirigente, sea en términos generales o
específicos, que dialogar con el adversario político. La ventaja es que cuando se
configure el diálogo con el opuesto (que en cualquier circunstancia, tarde o temprano siempre se hace) se tiene un consenso más o menos acordado. Allí
es vital sintonizarse con diversos dirigentes de base.
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