La primera intención de mi escritura es terapéutica. Es un vómito de aquello que me configura, me inquieta y me perturba. Es volcar todo ese mundo interior a la luz del mundo virtual. Es dejar que brote mi espíritu quizás contradictorio, quizás confuso, quizás cargado de ilusiones, de prejuicios, de rabia, de amores, de valores encontrados, de apuestas múltiples, de años de lecturas y estudios, de teorías e informaciones, de conceptos, de rastrojos de miradas en cada artículo con el objeto de exorcizar de múltiples formas mis miradas del mundo. Algo así como las fiestas de carnaval donde los pueblos liberan sus múltiples seres o como los sueños donde salen a reinar nuestras frustraciones, nuestros temores, nuestras pasiones, esa otra manera de vivir la vida cotidiana.
Una segunda intención. Tal vez, en un segundo tiempo. A veces de forma simultánea, sería plantearme la escritura como una indagación para perfilar horizontes de acción teórica, no sólo para la construcción de proyectos políticos, sino también para dibujar un boceto de la configuración cultural que funcione como eje de referencia y marco hermenéutico para perfilar una perspectiva teórica del ejercicio político. A su vez, considero vital tal ejercicio con una intencionalidad práctica, para discernir el quehacer que conduzca a repensar tácticas y estrategias de confrontación política con el actual régimen.
Obviamente, los dos objetivos serían difíciles de cumplir en el contexto de un mismo trabajo. Aún más, una atención a la real política implica, por su propio devenir, toma de decisiones contingentes que no esperan al discernimiento teórico, sino nacen de la pericia, de la experiencia en el campo de batalla diario y tales hechos requieren un tratamiento distinto, al asunto de la reflexión teórica. Más aún, como es mi caso, que no milito en ninguna organización política, ni tampoco participo en ninguna estructura de decisión nacional. Por lo tanto, aunque participe en el acontecimiento siempre puedo mirarlo desde alguien quien fue afectado por una decisión, siempre contingente desde mi vivencia actual, porque no formo parte de una estructura de decisión. Esta postura crítica vale tanto para las decisiones gubernamentales como para los movimientos de oposición. Otra cosa totalmente distinta son reflexiones generales, dinámicas sociales, configuraciones sociales, institucionales, aproximaciones históricas, entre otros aspectos.
De allí que nuestros artículos, fragmentos, aforismo o ideas se moverán en dos planos. Unos atenderán a la perspectiva de comprensión de la cultura política y, otros, se moverán en el plano de la coyuntura, tanto de análisis como de propuestas prácticas.
La indagación no es neutral. La mirada con la cual abordamos los asuntos no es ni será científica. Entendiendo tal vocablo como aquellas aproximaciones que tienen por fin la elaboración de proposiciones objetivas, neutrales, universalizables con independencia de la historicidad del sujeto que las produce, cuya vocación es la configuración de teorías que se presentan como libre de toda ideología, algo así, como la teoría de conjuntos o un análisis trigonométrico.
Por el contrario, nuestro análisis es y será subjetivo porque está cargado de nuestra configuración como persona inserta en un tiempo, en una historia, con unos intereses determinados, formado dentro de una tradición teórica que quizás podemos sugerir con el nombre de una izquierda heterodoxa y a manera de titulares podemos nombrar algunos autores como los miembros de
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