Amigas/amigos,
les copiaré un texto escrito por una joven profesora contratada (Dianayra
Valero, los amigos le llamamos Diana) que tiene, entre otros sueños, la de ser
profesora de planta de la Universidad de los Andes. Tuve la gracia de
encontrarla, hace tres años, en el seminario doctoral que dictaba sobre un
autor que ella desconocía, Nietzsche. Como lo he hecho desde que me inicié como
docente –(siguiendo a mi maestro en el
arte de educar, Arnaldo Esté Salas, a quien le debo, por cierto, el despertarme
la pasión por investigar a propósito de nuevas prácticas de interacción en el
aula de clase; no desde las bibliotecas sino ensayando allí, en esa pequeña
agora)- pedí que realizaran como trabajo final un escrito, a partir de un
problema pertinente, de un asunto que le interpelara la piel, que no se trataba
para mí, en volverse exégeta de nadie, ése es un oficio entre otros del quehacer
intelectual, pero no el único ni el más importante. Les dije, lo que siempre
digo, bien sea en pregrado o en postgrado, que si tiene sentido una experiencia
educativa es para parir ideas que nazcan de las entrañas y ese parto, no es
solo de buena intención sino del esfuerzo de dialogar con las tradiciones a
partir de los asuntos que mueven nuestro cuerpo.
Ella, que solía
escribir, emulando, la disciplinada lógica de la tradición medieval que como
una huella persiste en nuestros templos académicos; se atrevió a danzar con sus
metáforas. Fue un maravilloso descubrimiento. Durante los tres años que estuve
dictando el seminario, ella fue una alumna permanente. Es una escritora, aún
cuando no ha publicado ningún libro, que marcará historia en nuestro país y si
no marca la historia literaria del país, la mía fue marcada por su palabra y ya
por ello es suficiente, diría un maestro como Jorge Luis Borges, porque
conmovió por lo menos a un alma. Hay toda una experiencia educativa que narré
en mi libro Ejercicios para cuidarse. Foucault, Nietzsche y Maquiavelo como
herramientas, a propósito de su hijo Sergio; porque ella informó al grupo
que dejaría de asistir a una clase porque no tenía quien lo cuidase y el grupo
decidió que participara en la clase doctoral. ¿Cómo hablar del cuerpo, en el
pensamiento de Nietzsche y castrar a alguien que desea participar, dialogar,
por el simple hecho que su cuerpo dio a luz a otro cuerpo? Solo aquellos que
asumen las ideas sin vida serían capaces… ¿Pero cómo hacerlo sin dejar de
dialogar con el autor, respetando el tiempo de los otros y transformando, esa
contingencia, en un asunto relevante para discutir entre los participantes, la
sección quinta de Más allá del bien y del
mal, titulada: “Para la Historia Natural de la Moral”, el fragmento 194,
sobre la relación corpórea entre padres e hijos? Allí está ese arte que
aprendí, leyendo, investigando y experimentando, desde muy joven de la mano de
mi maestro Arnaldo Esté a quien, en este escrito, como en otros, le rindo un
homenaje; porque me tomó siendo yo un jovenzuelo con deseos de hacer filosofía
y comprendí que educar (atado de sus manos) no es otra cosa que renovar cada
día el ejercicio socrático, en pugna permanente contra la punición, la culpa y
la sumisión, características, como lo señala Foucault, de la Escuela, el
psiquiátrico y el sistema carcelario. Por cierto, mi tesis de licenciatura -dirigida
por él que versó sobre los soportes filosóficos de las leyes educativas venezolanas
que regían a la educación primaria (del 40 a los 80)- concluía con una conjunción
disyuntiva que la Ley de los años ochenta de la Escuela Básica que venía con la
misma impronta de la de Pérez Jiménez, era una ley democrática que educaba para
la dictadura o era que la Ley de la dictadura educaba para la democracia; el
jurado fueron dos queridos profes que se hicieron grandes amigos, Omar Astorga y Ruperto Arrocha.
Pues bien… de
esas experiencias conozco a Diana. Hoy, Diana nos entrega un escrito. Puede
leerse con los lentes exclusivos de la colonización de la política estatal en
nuestro cuerpo: “esto es antichavismo o esto es chavismo” o, sin dejar de
ubicar su posición política, tratar de explorar las múltiples esferas que como
mujer e intelectual marca el escrito. Ejercicio difícil en estos tiempos…
¿Cierto? Pero… Tal vez, solo tal vez, una de las primeras esclavitudes reposa
en nuestros propios espíritus, en nuestros lentes para mirar y dialogar… Quizás
hablo de mí… Tal vez, solo tal vez… Con esta introducción les invito a leer…
Si..
Dianayra Valero
"Un
artista si es -honesto- apasionado y altruista,
será siempre
una protesta viviente"
Pier Paolo
Pasolini
I.
Más allá del orden de las
cosas, valga la honestidad, la pasión y el amor por nuestro país y por nuestras
universidades AUTÓNOMAS. A veces las personas apasionadas cometemos
errores en tiempos de crisis y de noches oscuras… nos desorganizamos porque
tomamos el tiempo para escribir el alma, porque las emociones se nos agolpan y
no sabemos dónde conservarlas mejor sino en el papel y no dejamos que salgan en
su debido momento, ya maduras y convertidas en grandes ideas. Admiro estos dos
discursos (de los links que les adjunto) por el orden de sus ideas, porque han
sabido administrar con cordura sus emociones para dejarlas salir con argumento
y criterio, por la honestidad y por el altruismo, por perseverar en esta marea
de declaraciones de guerras camufladas y porque han arriesgado su bienestar
físico a favor de su bienestar moral y de su autonomía institucional y
nacional.
II.
Desde que era una niña y apenas
comenzaba a hablar, mi Padre me ha leído el “Sí…” de Kipling (ambos
desconocíamos el destino y las conductas posteriores de este escritor y poeta
nacido en Bombay muerto en Londres, solo sabíamos del Libro de la Selva
y del Sí del Hombre) Mi Padre muchas veces cambió las
bofetadas por horas de análisis de cada línea de este poema, este siempre,
(nunca se lo he dicho) fue el mejor de los castigos. Mi poema del Sí… se
convirtió en un confesionario ubicado en el alma mater de mis palabras
más íntimas, en cada conducta y decisión importante de mi vida fue una oración
infalible, antes de cada prueba, cuando competí por primera vez en natación a
pesar de mi asma a los 18 años; cuando recité mi primer poema en un acto
cultural del día de las madres a los cinco; cuando partí por primera vez de
casa hacia otra ciudad a vivir sola (rompiendo el esquema familiar de salir de
casa casada) a los 23, cuando por primera y última vez me monté acompañada de
mí misma en un avión rumbo a Turquía y luego a Francia a los 31; cuando me
equivoqué en los amores y padecí rupturas inesperadas; cuando tuve que decirle
adiós con un beso en su frente helada y pedirle perdón a mi hermano casi
gemelo, muerto… desnudo, hinchado y sin madre en la morgue del HULA a los 39, o
cuando vi morado y triste a mi primo Yeremie Vanllie en la tumba después de
haberse ahorcado de pié a los 15. Ambos, por el causante-azar de la vida, están
enterrados uno frente al otro, en el cementerio La Inmaculada, Luding, mi
hermano con unos cuantos años de vida más que Yeremie, dos de mis más grandes
amigos, dos de mis más grandes amores.
Siempre el poema plasmado en un
afiche viejo, con la cara de un ángel pálido en un costado y pegado sobre un
cartón piedra ya enmohecido... me ha acompañado. Se lo leí muy lentamente
a mi esposo… pero muy lentamente, el mismo día que me confesó sus dolores más
íntimos, se lo he leído a mi bebé de 4 años en noches de insomnio, ahora mismo
con miedo por mi hijo, por mi familia, por mi País, por mi Universidad, lo he
leído un par de veces…
III.
Llevo varios años preparándome
académica e intelectualmente, primero por amor al conocimiento, porque con él
me siento libre aunque haya vivido vidas extrañas y entre cuatro paredes
angostas, aunque no me haya sentido bien en mi cuerpo tantas veces, el
conocimiento me ayuda a liberarme, escribir para mí ha sido la gloria de mis
días más tristes, la mejor compañía, el mejor aliento, la mejor manta con leche
tibia antes de dormir. La palabra, siempre resonante, ocupando espacio y
muertes, dadora de vida… en fin, me he preparado por amor a conocer, por pasión
y con honestidad, no he buscado títulos para figurar, he encontrado títulos al
terminar de hacer las cosas que he amado. Hace unos días, sin embargo, he terminado
de armar con mucho esfuerzo mi currículum vitae y lo he abrazado con amor, por
ser testimonio de una vida en la más que sellos y firmas prevalece mi libertad,
el lunes lo llevaré a un destino, envuelto en semipieles y bendecido por las
oraciones de mi Madre. Antes de dejarlo, haré el ritual de recitar la frase de
Nietzsche de los malos comprendidos: “Cuando se es mal comprendido (…) es
imposible suprimir por completo una mala inteligencia (…). Hay que darse cuenta
de esto para no emplear inútilmente las fuerzas en defenderse” (Nietzsche, Humano
demasiado humano, 1878)
IV.
En estos días, he visto a mi
hermana vender todas sus cosas, sus plantas, sus sillas, sus libros, sus
cuadros y objetos predilectos, hasta el colador de la pasta… la he visto vaciar
lentamente la casa que con su esfuerzo y con tantas carencias ha construido, he
advertido su corazón quebrado con la partida anticipada de mi cuñado a Chile,
he mirado y abrazado los ojitos tristes de mis sobrinos ya hombres (pero
siempre niños para mí) porque pronto agarrarán camino por tierra detrás de su
papá rumbo al Sur, y he seguido despidiéndome en estos fríos y desesperantes
días, de amigos, profesores y profesionales llenos de recuerdos,
arrancados de la tierra que los vio crecer con una maleta de 20 kilos en una
mano y con el alma arrastrando de la otra… Mientras… yo me amarro a
tierra andina con las armas de lo sublime en Kant y me tatúo en la
frente la transgresión de Nietzsche y me convierto en obra abierta
con Eco y me sumerjo en los estanques verdes de Monet,…mientras… me derrumbo en
mis sueños fantásticos con el psicoanálisis y Freud… todos se van, hacen sus
maletas y se van… de testigos tienen a mis viejos, que se mimetizan de canas
con la pared que soporta sus poltronas rotas y frente al televisor ruidoso, yo
los consuelo, les digo: yo no me voy, yo caliento el lecho de sus dolores más
viejos, me siembro en sus amores, yo me arriesgo, me arraigo, me acurruco en
sus rodillas, veo volar desde sus ojos los pájaros más lentos de sus últimos años,
yo… papá y mamá, yo me quedo.
Después de esta confesión,
mustia, raída pero honesta, he vuelto a recordar de memoria el poema de Kipling
que es más mío que de él… y acá me lo apropio, lo disuelvo en mí, lo rompo, lo
reconstruyo, lo recubro con mi vida, lo hago mío:
V.
Si… si puedo soportar que a la
verdad por mí expuesta la vea retorcida por los pícaros para convertirla en
lazo de los tontos, la verdad de mi país, de mi cultura, de mi preparación,
que es igual o similar a la de mis seres queridos y amigos que parten, que es
casi idéntica en méritos y honores a la de mi padre, quien me enseñó a navegar
sin brazos entre océanos de libros…
Si… puedo seguir creyendo en mi
misma aunque duden de mí algunos hombres, y puedo ser indulgente a su duda
mientras vuelan comentarios por los aires, de que somos rebeldes, desordenados,
de que no queremos trabajar y de que seremos sancionados por la ley, solo por
tomarnos el derecho a la palabra…
Si.. puedo responder con la
verdad a la gente que me ha engañado con palmadas en la espalda, con cafés
y cenas compartidas en mi propia mesa, no siempre tan austera… no tan llena.
Si… puedo encararme con el
triunfo y el desastre de ver a un ex amigo en mi fila del carril de competencia y puedo tratar
de la misma manera, al triunfo, al desastre y al amigo… ¡todos impostores!
Si.. puedo forzar a mi corazón, a
mis fibras y a mis nervios, a mantener la mirada, y la mente en los libros, a
pesar de las amenazas de tormenta, a pesar del 6 de diciembre, a pesar del
sueño de Apolo, a pesar del miedo, a pesar de la escasez, a pesar del fuego
rojo y maloliente que finge dirigir mi país de costas bravas, de nieves
eternas, de arte y de-mentes.
Si.. puedo cumplir con mi deber de llegar a mi
meta, por amor a la meta y obligar a mi corazón, a mis fibras y a mis
nervios a aguantar, hasta que en mi no haya otra cosa que la voluntad gritando:
Resistid es la Orden!!!
Sí… puedo hacer que mis
pensamientos sean mi objeto único, mis pensamientos de triunfo, de
seguridad, de que si puedo, de que no se trata de que alguien sea mejor que
alguien, sino de que tú misma seas mejor que tú misma, siempre y para siempre,
como un ave fénix.
Si… ahora apilo todas mis
ganancias, dos años de vida apostados en un concurso, a la cara o cruz de mis
propios conocimientos, porque a pesar del pensamiento… la vida a veces se
empeña en el azar…
Si… porque todos, amigos y
amantes amigos pueden contar conmigo pero ninguno demasiado…
Si… porque debo llenar el
implacable mes con el valor de los 30 días de diligente labor, para esperar a
que un jurado me diga, tuya es la tierra y cuanto ella contiene, pero lo que
más vale, ya eres de esta casa amiga mía.
VI.
El agua ha corrido por el techo
hoy más de la cuenta, en la tarde he pisado una alfombra roja, ahora piso mi
suelo inundado por el techo roto, recuerdo La Medalla, el Muro y el Vidrio
Roto de Alfonso Cuesta y Cuesta, pero no sé por qué. Las tortugas duermen
sin mi cobijo diario, he olvidado guardarlas, Sergio se durmió sin mi beso,
Apolo me trajo chocolate caliente y no lo he notado, ya está frío… la lámpara
de Betty se tambalea, mis piernas no dejan de moverse… hace frío. Notas
resaltadas, hojas llenas y vacías de examen, los presocráticos y los
posmodernos me esperan acá mismo a mi lado… pero yo necesitaba vaciarme, porque
hoy el Rector de la Universidad nos habló con voz asustada y me ha contagiado
el susto, porque he visto a mi enemigo danzar al lado de un amigo sobre la
alfombra roja, porque el tiempo cada día es más húmedo y porque mientras yo
concurso concursan también los hijos de mi país, porque ambos dependemos de
la justicia y de la concentración y porque todo sucede por algo.
VII.
Yo convoco, en letras grandes y
pequeñas a los ojos cansados (porque todos estamos cansados) que ahora leen
estas páginas, a leer el Sí… a no claudicar, a confiar en los que somos
honestos y a apuntar con el dedo y disparar a los que fingen ser honestos. Yo
convoco, a los que pueden, a los que desde una posición de mérito y de
altruismos, ahora en condición de extremo sacrificio, nos abracen con su estola
maternal, nos den un voto de confianza, nos crean mentes y no dementes, nos
acurruquen con una palabra de estímulo, nos consuelen diciéndonos que en este
barco que parte en mi 30 de noviembre y en nuestro 6 de diciembre no nos hundimos,
no naufragamos hacia otro concurso en aguas raras o hacia otras elecciones
violadas, desterradas, confundidas con el fuego y con la muerte sin viento y
sin cruz. Yo llamo al estrado, a mi mesa vacía pero con café caliente, a mi
estancia de palabras, a mi hora de luz, a los decanos, a los rectores, a los
maestros, a los jurados, a los que quieren llegar allí honestamente, los
convoco a no creer en la derrota, a mantener la cabeza en alto aún cuando a
astillazos otros la quieran hacer caer… los convoco a apostar por la
perseverancia y a creer en los que creemos en su perseverancia, a asumir el
cuenco roto como la mejor arma de condena, a tirar del gatillo con reflexiones,
a escudar la escuela y el ágora con sentimiento de identidad y regocijo,
porque… que más siente uno, en medio de un aula magna, cuando un silencio nos
suspende en la nada y de repente del mármol gris salen los fantasmas de
aquellos hombres que nunca barrieron por amenazas sus obras.
Todos concursamos, todos tenemos
esperanzas que a veces se tambalean llenas de miedo y de expectativa, todos
pedimos a Dios, todos tenemos jurados, unos honestos, otros extraños, otros se
han ido… Todos tenemos miedos y vivimos Sobre la misma tierra y todos
menguamos como las Tías solteronas de mi querido Gallegos… todos somos humanos
demasiado humanos, pero también todos hemos sonreído con aquella sonrisa
intelectual de la que habla Nietzsche… y con él termino esta hora de palabras
en la que me he dirigido a ustedes con el peso de mi alma pero con la libertad de
mi futuro:
Risa y
sonrisa.- Cuanto más contento y seguro de sí mismo está el espíritu, menos
inclinado se siente el hombre a la carcajada; por el contrario, se apodera de
él una sonrisa cada vez más intelectual, signo de su asombro y causa de
las innumerables semejanzas ocultas que hay en la buena existencia. (Nietzsche,
1878, p.945) En: Humano demasiado humano. Menschliches,
Allzumenschliches. Ein Buch für freie Geister)
Dianayra
Valero
06
de noviembre de 2015
Día
del PED y días después del PAD.
Otra traducción: “Risa y sonrisa.
Cuanto más alegre y seguro se vuelve el espíritu, tanto más desaprende la
carcajada estruendosa; en cambio, continuamente le brota una sonrisa
espiritual, un signo de su maravilla ante los innumerables placeres ocultos de la
buena existencia” (Nietzsche, 2007, p.173)